Capítulo 9

 

 

 

 

 

Essie pasó una noche terrible, pero a la mañana siguiente continuaba decidida a hacer lo que se había propuesto.

Había pasado más tiempo del habitual maquillándose, intentando ocultar las huellas que había dejado en su rostro aquella noche en vela. Cuando terminó, nadie podría haberse imaginado que tenía el corazón roto.

Desde luego, no Xavier, que observaba arrebatado su belleza a las diez de la mañana, mientras Essie salía de casa en respuesta a los bocinazos de su Mercedes.

—Hola —la saludó con voz ronca y profunda, mientras ella pasaba por delante de él y se metía en el coche.

—Hola —parecía algo tensa, pero Xavier lo comprendía. Debía de estar preguntándose a qué se debía todo aquello. Pero él no podía continuar así, tenía que hablar cuanto antes con ella.

—Siento haberte hecho levantarte tan temprano un sábado —comentó mientras se sentaba tras el volante.

—No importa, no suelo levantarme tarde.

Pero aquello cambiaría si viviera con él, pensó Xavier al instante. De hecho, el dormitorio tendría a partir de entonces una nueva connotación para ambos.

Continuaron en silencio durante varios kilómetros. Xavier porque tenía serias dificultades para concentrarse en cualquier cosa que no fueran las eróticas imágenes que la fragancia de Essie evocaba y Essie porque no recordaba haber estado nunca tan nerviosa.

Al cabo de unos minutos, Xavier se volvió hacia ella, con intención de romper el silencio.

—Tú conoces mejor que yo esta zona. ¿A dónde te gustaría ir?

—A cualquier parte. No me importa.

En aquella ocasión, la tensión de su voz le preocupó y la miró más intensamente, —¿Qué te pasa? Si estás así por lo de anoche, quiero que sepas que no fue algo intencionado, lo creas o no. Este fin de semana he querido venir aquí con intención de hablar contigo, no de seducirte.

Entonces Essie lo miró. Parecía sincero, pero inmediatamente se impuso la lógica. Era obvio que dijera eso, se dijo con sarcasmo. ¿Qué otra cosa podía decir? ¿Que llevaba meses esperando el momento oportuno para abalanzarse sobre ella?

—Sí, claro —contestó ella con voz gélida.

—Claro que sí, Essie. Mira, no puedo decirte lo que tengo que decirte mientras sigamos en este maldito coche. ¿Sabes si por aquí hay algún sitio en el que podamos sentarnos a hablar un rato?

—Tuerce a la izquierda en el próximo cruce —respondió Essie, y lo condujo hacia las puertas de entrada de una reserva natural. Durante el verano, era un lugar que estaba siempre lleno de niños, pero aquel día estaba desierto.

Xavier apagó el motor y se volvió inmediatamente hacia ella.

—Essie, mírame.

Y Essie lo miró.

—Sé que no va a ser la forma más adecuada de decirlo y que probablemente este tampoco sea el momento más indicado, pero creo que me voy a volver loco si no hablo ya claramente.

Essie lo miraba pensando que sus ojos tenían el resplandor de las perlas, pensando que jamás lo había visto tan atractivo.

—Te amo, y quiero que te cases contigo.

Xavier advirtió el gemido ahogado de Essie y vio el cambio en la expresión de sus ojos.

—Estás mintiendo —susurró Essie, casi sin voz.

—Claro que no estoy mintiendo, Essie —desde luego, no esperaba que se abrazara a su cuello y comenzara a soltar gritos de alegría, pensó Xavier, intentando dominarse. Sabía que todavía les quedaba un largo camino por recorrer. Pero, maldita fuera, aquella mujer había llegado a gustarle mucho durante los últimos meses. Y la mutua atracción física que había entre ellos era tan fuerte que casi podía tocarla cuando se miraban a los ojos.

—Una vez me dijiste que habías salido con muchas mujeres. Y que no querías tener una relación seria con ninguna —le recordó Essie en tono acusador.

—Y no quería, hasta que te he conocido.

Essie retorcía las manos nerviosa en el regazo. Xavier se las tomó y dijo con voz suave y profunda:

—Essie, sé que esto no es fácil para ti y no quiero presionarte —dijo suavemente, procurando mantener tanto su voz como sus sentimientos bajo control—. Pero necesito saber… necesito saber si tengo o no alguna esperanza. Te deseo, te deseo de todas las formas posibles en las que un hombre pueda desear a una mujer, y quiero seguir deseándote durante toda mi vida.

—No, no —jamás había sentido tanto miedo. Si horas antes alguien le hubiera dicho que Xavier iba a decirle que la amaba, que iba a pedirle que se casara con él, habría sido la mujer más feliz de la tierra.

Pero el amor significaba compromiso, un compromiso total. Y el matrimonio… Ella había sido testigo de lo que el matrimonio podía hacer en una mujer enamorada. Su madre se había sentido atraída por Colin y había confundido su atracción con amor. Al principio Colin era un hombre delicado, amable, cariñoso… Hasta que se habían casado y él se había convertido de la noche a la mañana en un hombre diferente.

—No voy a aceptar un no como respuesta. No sé lo que sucedió en el pasado, Essie, pero estoy convencido de que podemos superarlo. Sé que puedo conseguir que me ames.

Essie retrocedió bruscamente.

—No —insistió, con voz dura como el granito.

—Sí, Essie —Xavier tomó aire y lo soltó lentamente—. Yo sé lo que es sufrir… Diablos, en otra época incluso pensaba que mi familia tenía el monopolio del sufrimiento. Hasta que aprendí que hay cientos de formas diferentes de hacer sufrir a los demás. Desde que te conozco, he pensado mucho en nosotros. Admito que al principio me sentía físicamente atraído por ti, quería acostarme contigo. Pero lo que siento ahora es mucho más que eso.

—Eso lo dices porque todavía no nos hemos acostado.

—¿Es eso lo que él te hizo? ¿Te mintió para acostarse contigo? ¿Te sentiste utilizada? Por el amor de Dios, Essie, dímelo.

Xavier la amaba. La amaba. ¿Pero podía creerlo?, se preguntó Essie en silencio. Sí, claro que podía. Estaba prácticamente segura. Pero su madre era una mujer inteligente y buena que también había confiado en el amor de Colin. Incluso era posible que Colin realmente la amara. Pero desde que se habían casado, su vida se había convertido en la peor de las pesadillas.

Quizá Xavier no le hiciera daño, físicamente al menos. De hecho, estaba convencida de que jamás se lo haría. Pero si se casaba con él, se convertiría en una mujer extremadamente vulnerable. Mucho más de lo que soportaba siquiera imaginar. Porque si había algo de lo que no podía dudar, era de que estaba enamorada de él. Y aquello le proporcionaba a Xavier un poder incalculable sobre ella.

—En realidad nunca hubo un «él» en el sentido en el que tú lo dices siempre —empezó a decir con voz queda—. Pero te contaré lo que ocurrió si eso te ayuda a comprender por qué nunca podrá haber nada entre nosotros, por qué jamás seré una buena esposa.

Le contó todo. La desolación sufrida tras la muerte de su padre, su alegría cuando su madre había encontrado a Colin y ella había conocido a sus futuros hermanastros. Le habló de la boda y de la tristeza posterior. Las palizas, la crueldad… Y le explicó cómo había llegado a la universidad, con el corazón hambriento de cariño, ternura y protección. Y entonces había conocido a Andrew.

Xavier la escuchaba, obligándose a permanecer en silencio, pero nunca se había sentido peor.

—Ahora lo único que me importa es mi trabajo. Soy buena en lo que hago, puedo controlar mi vida. Puedo levantarme tarde durante mis días libres si me apetece, y si decido bajar a las seis de la mañana al jardín…

—Dios mío Essie, estamos hablando del matrimonio, no de podar las rosas —casi gritó. Estaba expresando su frustración, su rabia impotente contra los dos hombres que tanto daño la habían hecho, pero inmediatamente se contuvo. No podía arriesgarse a perder lo que tanto deseaba por culpa de un sentimiento negativo—. Essie —dijo suavemente—, escúchame solo un minuto sin decir nada, ¿quieres?

Essie asintió, pero lo miraba con infinito recelo.

—Mi infancia… Bueno, ya sabes cómo fue mi infancia. Crecí sin padre y mi verdadera madre fue Natalie. Desde luego, no era el mejor modelo de familia para un niño. Muchos de los hombres que visitaban a mi madre estaban felizmente casados y aquello me amargaba profundamente —se interrumpió un instante—. Cuando nació Candy y Natalie murió, mi madre intentó reparar el daño que había hecho. Yo pensaba entonces que ella era la culpable de la muerte de Natalie. Y todavía lo creo —añadió sombrío—. Pero fuera como fuera, teníamos a Candy con nosotros y cuando se convirtió en responsabilidad exclusivamente mía, yo acepté aquella responsabilidad con alegría. La veía como una hija, no como una sobrina. Y hasta que te he conocido a ti, ella ha sido la única familia que he querido tener. No quería verme envuelto en otra tragedia humana, necesitaba vivir a mi manera.

Essie sabía que estaba siendo sincero, pero aquello empeoraba considerablemente la situación. Xavier todavía tenía valor para creer, pero ella no. Oh… ¿por qué le habría dicho que la amaba?

—Comprendo todo lo que te sucedió, Essie. Lo comprendo, pero no puedes permitir que esos hombres arruinen tu vida. ¿No te das cuenta? Ha surgido algo bueno entre nosotros. Ocurrió desde el momento en el que te vi en la iglesia y pensé que estabas sufriendo los efectos de la resaca. Te quise en cuanto te vi.

—Era únicamente deseo. Ni siquiera me conocías.

—Sé distinguir lo que es deseo de lo que no lo es —se interrumpió un instante—. Bueno, quizá no sea del todo cierto—. Porque yo te adoro, te deseo, como, duermo y respiro por ti. Pero sobre todo, te amo.

¿Qué podría llevar a un hombre duro y frío como Xavier Grey a admitir todo eso?, pensó Essie desesperadamente. ¿Cómo era capaz de mostrarse tan vulnerable?

Ella no quería herirlo, lo último que deseaba en el mundo era hacerle daño. Pero iba a tener que hacérselo. Por el bien de los dos, no podía seguir adelante con aquello.

—Xavier, yo no quiero lo mismo que tú —alzó la cabeza y lo miró abiertamente—. Tienes que aceptarlo, por favor. No quiero amar a nadie y no quiero casarme.

—No te creo.

—Es la verdad.

—Te quiero, Essie —Xavier no estaba dispuesto a renunciar—. Y sexualmente sería perfecto, te lo aseguro. No sé lo que compartiste con Andrew, pero sé que lo nuestro va a ser mucho mejor.

—Nunca me acosté con Andrew —se obligó a decir—. Y nunca me acostaré con alguien a quien no quiera.

—Conseguiré que me ames, Essie.

Amarlo… Si Xavier supiera lo que sentía por él. Pero Essie continuó forzándose a mentir, deseando acabar cuanto antes con aquello.

—No me he acostado nunca con nadie, Xavier, y tampoco quiero hacerlo. No te amo y no quiero amarte. Quiero seguir viviendo como hasta ahora, no quiero cambiar.

—No te creo. Sé que me deseas, Essie, y que eso puede ser un principio —dijo, estrechándola contra él y cubriendo sus labios con un beso salvaje.

Essie no intentó detenerlo. No se movió en absoluto; se limitó a permanecer completamente quieta, sin responder a su abrazo. Aquello fue lo más duro de todo. Xavier jamás comprendería que era precisamente el amor que sentía por él el que la hacía detenerse. No quería darle a ningún hombre tanto poder sobre ella. Y si no era capaz de confiar plenamente en Xavier, si no podía entregarle la fe y el amor incondicional que debían fundamentar una relación, ambos terminarían sufriendo.

Y no podía. Incluso en ese momento, después de lo que Xavier le había dicho, tenía que ser sincera consigo misma y admitir que no podía. Xavier era demasiado carismático, demasiado atractivo, demasiado fuerte y seguro de sí mismo. ¿Cómo un hombre como él podría sentirse nunca satisfecho con una mujer llena de miedos e inseguridades como ella?, se preguntó, luchando con todas sus fuerzas contra el deseo que se alzaba en su interior.

Cuando por fin Xavier alzó la cabeza, había algo en su mirada que desgarró el corazón de Essie.

—Te llevaré a casa —dijo, poniendo el motor en marcha mientras hablaba.

—Xavier, seguro que algún día conocerás…

—¡No! —Essie jamás le había oído un grito tan salvaje—. No digas otra sola palabra.

Y Essie permaneció en silencio durante todo el trayecto. Cuando por fin llegaron a su casa, Xavier saltó de su asiento y le abrió la puerta sin decir palabra. Antes de que Essie hubiera tenido tiempo de abrir la puerta de su casa, él ya estaba otra vez dentro del coche, pero no lo puso en marcha hasta que Essie entró en su casa.