Estados Unidos… “sobre ruedas”
Me llamo Susana y tengo 28 años.
Vivo en una ciudad catalana, Girona. Está al norte de Barcelona, apenas a una hora de distancia en coche. Es una de las ciudades más bonitas, tranquilas y antiguas de Cataluña. Si algún día puedes visitarla, te recomiendo que no te pierdas la zona del centro: ¡parece que vivimos todavía en la edad media!
Me encanta viajar, pero como tengo mi propio negocio, no puedo viajar mucho. Es una pena, pero siempre tengo que estar muy atenta a mi empresa.
Bueno, en realidad, es una pequeña empresa familiar: un restaurante. El restaurante fue fundado por mis abuelos hace ya más de sesenta años, increíble, ¿verdad? El caso es que el año pasado tuve suerte, y pude cerrar el restaurante durante unos días después del verano.
¡Por fin podía tener mis merecidas vacaciones! Ahora, con tantos destinos tan interesantes y tan maravillosos… ¿adónde ir? Uno de mis sueños era conocer el “lejano oeste” americano. Cuando era pequeña, mis abuelos me cuidaban en el restaurante, y siempre me ponían películas de vaqueros en la televisión después de comer. Yo las veía y me divertía un montón mientras hacía los deberes, merendaba…
Asíi que decidí irme al oeste de Estados Unidos. Tenía muchos amigos que ya habían estado allí, y me daban envidia sus historias, pero también me vinieron muy bien sus consejos. Mi mejor amiga, Marta, también podía venir conmigo. Ella es profesora, y nuestras vacaciones coincidieron ese año ¡de milagro!
Gracias a Internet, hoy en día es muy fácil preparar un viaje al Oeste de Estados Unidos. Si hablas castellano, hay algunas páginas web que son muy útiles para preparar los viajes, pero mi favorita es losviajeros. ¿Por qué me gusta tanto? Porque es un foro donde auténticos viajeros, que han ido al destino que tu quieres, comparten sus experiencias, comentarios, opiniones, trucos, consejos… ¡es muy útil!
Durante una semana estuve preparando el viaje y reservando todo: hoteles, moteles y los vuelos, por supuesto. A mí no me gusta conducir y a mi amiga Marta tampoco, asique intenté reservar un par de trenes, autobuses y otras formas de transporte para viajar de un lado a otro… ¡esto sí que era difícil! Entonces en los foros leí que… ¡lo mejor para viajar en Estados Unidos es conducir! En ese momento, nuestro viaje peligraba.
Marta y yo éramos unas terribles conductoras. ¿Qué íbamos a hacer? Marta dijo que no había problema: estaba segura de que yendo juntas, incluso lo pasaríamos bien conduciendo. Pero, por si acaso, practicamos un poco los días antes de salir de viaje. ¡No queríamos que nada saliera mal!
Al llegar a Estados Unidos, lo primero que hicimos fue ir a por nuestro coche de alquiler. ¡Tenemos un coche para nosotras solas! Estábamos emocionadas, nerviosas y muy ilusionadas. Parecía que, en lugar de un vuelo de trece horas, hubiera durado solo dos horas. Teníamos por delante miles de kilómetros y queríamos empezar ¡cuánto antes!
Al llegar a la oficina de alquiler de coches casi nos desmayamos: ¡había una cola enorme de gente esperando y nos avisaron de que tardaríamos al menos una hora en tener nuestro coche! Aquello era muy aburrido. ¿Por qué había tanta gente alquilando un coche? En España, alquilar un coche al viajar no es algo muy habitual. Lo hacemos cuando viajamos a una isla, por ejemplo. Pero en el resto de los sitios, hay muchos trenes y autobuses que te llevan a dónde quieras.
Muy pronto descubrimos por qué esa gente necesitaba un coche, y es que ¡Estados Unidos es enorme! Y, para nuestra sorpresa, no había un sistema de transporte público con tanta frecuencia y variedad como en España. Así que, claro, necesitas un coche para moverte, o, al menos, es mucho mejor tenerlo: puedes viajar más rápido y más cómodo a donde quieras ir.
Por fin, llegamos al mostrador. Mi amiga Marta habla muy bien el inglés y nos entendimos a la perfección con la chica que nos atendió tras el mostrador. En unos minutos, teníamos las llaves de nuestro coche, habíamos reservado un coche pequeñito, para las dos era suficiente… ¡nada más lejos de la verdad! Nos encontramos un enorme todoterreno rojo. Pensamos que era un error, pero en realidad las que se equivocaron fuimos nosotras. La chica del mostrador nos había indicado que se habían agotado los coches pequeños y que tenían que darnos aquel coche gigante. Ya sabéis… cosas del idioma.
Casi tuvimos que “escalar” para poder entrar en aquel enorme coche. Una vez dentro, nos quedamos alucinadas por todas las cosas que tenía aquel coche: GPS incorporado, radio, radio satélite, cámara ¡para ver cómo aparcar!. En España, este coche habría sido un auténtico lujo, normalmente nuestros coches no suelen tener todos esos “extras”. Marta arrancó y… ¡un momento! ¿Dónde está el embrague? ¿Y la palanca de marchas? ¡No podemos movernos!
Esa fue nuestra siguiente sorpresa… ¡en Estados Unidos casi todos los coches son automáticos! En España… ¡justo lo contrario! Sin embargo, creo que debo deciros que… es mucho más cómodo conducir un coche “estilo Estados Unidos”. Yyo echo de menos que todo sea tan fácil…
Pasado ese primer momento de confusión, nos hicimos a la carretera. Habíamos aterrizado en Los Ángeles y nuestro primer destino era la playa, queríamos dormir en Santa Bárbara. No pararon las sorpresas: ¡qué carreteras tan enormes!
Más de cuatro y cinco carriles es lo habitual en una autovía de Estados Unidos, mientras que en España nuestras carreteras sólo tienen un par de carriles, o tres a lo sumo. Después de estos primeros ratos divertidos, nos perdimos unas cuantas veces, y por fin llegamos a Santa Bárbara.
Allí pasamos unos cuantos días maravillosos, pero pronto tuvimos que irnos, porque queríamos pasar unas noches en Las Vegas. Al salir de allí, nos metimos sin saber muy bien por una carretera con menos tráfico. Algunos carteles ponían algo relacionado con unos dólares… ¿era una autovía de peaje? No teníamos ni idea.
En un momento dado, llegamos de nuevo a otro lugar con mucho tráfico. Unos meses después, nos llegó una multa a casa: ¡nos habíamos saltado un peaje sin darnos cuenta! Esto es porque en España, los peajes tienen barreras, y es prácticamente imposible saltárselos, pero allí, no había barreras y no nos enteramos de que teníamos que pagar.
Estas fueron sólo algunas de nuestras “pequeñas aventuras” en Estados Unidos, un país que al final, nos encantó recorrer sobre ruedas. La última que os cuento, os vais a partir de risa, seguro. La primera vez que fuimos a echar gasolina, casi no pudimos. Los surtidores eran tan complicados que no los entendíamos. Al final, una señora muy amable (¡de casi ochenta años!) tuvo que venir a ayudar a dos jovencitas como nosotras a “entender” toda aquella tecnología.
A pesar de todo esto, repetiremos viaje a Estados Unidos, y esperamos muy pronto volver a tener vacaciones para seguir descubriendo este precioso país sobre ruedas.