ÍNDICE PRIMEROS VERSOS

A Baco pide Midas que se vuelva

A este guión hacen salva

A la dorada cabaña

A las ardientes puertas de diamante

¿A quién daré mis Rimas

¿Adónde vas con alas tan ligeras?

Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre

Al rey Nino Semíramis famosa

Al sepulcro de Amor, que contra el filo

Al sol que os mira, por miraros, miro

Al viento se encomienda, al mar se entrega

Albania yace aquí; Fabio suspira

Alta sangre real, claro Felipe

Amor por ese sol divino jura

Amor, mil años ha que me has jurado

Amor, no pienses que te pintan tierno

Amor, no se engañaba el que decía

Ángel divino, que en humano y tierno

Antes que el cierzo de la edad ligera

Aquel divino pintor

Aquí con sueño profundo

Aquí dio fin un cometa

Aquí la preciosa joya

Aquí Montano reposa

Aquí nuestra luna y sol

Aquí yace aquel segundo

Aquí yace aquella paz

Aquí yace Jezabel

Aquí yace un Moro santo

Aquí, en breve tierra, yace

Árdese Troya y sube el humo escuro

Artífice rarísimo que a Apeles

Así en las olas de la mar feroces

Atada al mar, Andrómeda lloraba

¡Ay, cuántas horas de contento llenas!

¡Ay, dulce puerta, en cuyo mármol cargas!

Belleza singular, ingenio raro

Bien fue de acero y bronce aquel primero

Blancos y verdes álamos, un día

Cadenas desherradas, eslabones

Canta la edad primera los amores

Cayó la torre que en el viento hacían

Cayó la Troya de mi alma en tierra

Céfiro blando, que mis quejas tristes

Celoso, Apolo en vuestra sacra frente

Cesen tus aguas, conjurado cielo

Circe, que de hombre en piedra me transforma

Clarinda, Amor se corre y no consiente

Cleopatra a Antonio en oloroso vino

Codro, el temor con la piedad venciendo

Como a muerto me echáis tierra en la cara

Como es la patria celestial colonia

Con el mismo instrumento en que solía

Con imperfectos círculos enlazan

Con inmortal valor y gentileza

Con lágrimas escucha Masinisa

Con nuevos lazos, como el mismo Apolo

Con pálido color, ardiendo en ira

Con una risa entre los ojos bellos

Contendiendo el Amor y el Tiempo un día

Cual engañado niño que, contento

Cuando a las armas inclinó la mano

Cuando, como otra Eurídice, teñido

Cuando de amor el bien nacido empleo

Cuando del mundo universal las llaves

Cuando digo a Lucinda que me mata

Cuando el mejor planeta en el diluvio

Cuando imagino de mis breves días

Cuando la madre antigua reverdece

Cuando pensé que mi tormento esquivo

Cuando por este margen solitario

Cubran tus aguas, Betis caudaloso

Cuelga sangriento de la cama al suelo

Daba sustento a un pajarillo un día

De este mi grande amor y el poco tuyo

De hoy más las crespas sienes de olorosa

De hoy más, claro pastor por quien restauro

De la ignorancia en que dormí recuerdo

Decir, Lope, que el oro es como el oro

Deja los judiciarios lisonjeros

Dejadme un rato, pensamientos tristes

Del corazón los ojos ofendidos

Del templo de la Fama en alta parte

Desata el capirote y las pigüelas

Desde esta playa inútil y desierto

Desde que viene la rosada aurora

Deseando estar dentro de vos propia

Desmayarse, atreverse, estar furioso

Dime, que Dios te dé, Tirsi famoso

Divino sucesor del nuevo Alcides

Don Felis, si al Amor le pintan ciego

Don Juan, el hilo de oro de tu intento

Dudosa piedra me encierra

Dulce desdén, si el daño que me haces

El ánimo solícito y turbado

El cuerpo de Faetón Climene mira

El pastor que en el monte anduvo al hielo

El Tiempo, a quien resiste el tiempo en vano

El tierno niño, el nuevo Isac cristiano

En el sereno campo de los cielos

En este espacio se ajusta

En este rojo metal

En láminas de plata, en letras de oro

En las riberas del egipcio Nilo

En tanto que deshace el claro Apolo

Encaneció las ondas con espuma

Enseñé: no me escucharon

Entre aquestas colunas derribadas

Era la alegre víspera del día

Es la mujer del hombre lo más bueno

Esmalta esta piedra helada

Esta levantada pira

Estando ausente de tus ojos bellos

Estas postreras lágrimas te ofrezco

Este fenis dio tal vuelo

Este fúnebre obelisco

Este mi triste y miserable estado

Este pirámide encierra

Este sepulcro lagrimoso encierra

Esto de imaginar si está en su casa

Estos los sauces son y esta la fuente

Faltaron con el tiempo riguroso

Famosa armada de estandartes llena

Fingido amigo, en las lisonjas tierno

Fue mi hermosura de suerte

Fue Troya desdichada y fue famosa

Fugitivo cristal, el curso enfrena

Fui arzobispo en Tarragona

Gaspar, no imaginéis que con dos cartas

Gaspar, si enfermo está mi bien, decilde

Gente llama la caja belicosa

Halló Baco la parra provechosa

Hermosa Babilonia en que he nacido

Hermosa Parca, blandamente fiera

Hermosos ojos, yo juré que había

Hija del Tiempo, que en el siglo de oro

Honran este mármol frío

Humíllense a tu sacro mauseolo

Inmenso monte, cuya blanca nieve

Ir y quedarse y, con quedar, partirse

La antigua edad juzgó por imposibles

La blanca en el valor venida a España

La clara luz, en las estrellas puesta

La justicia y la grandeza

La más leal mujer de las mujeres

La muerte para aquel será terrible

La noche viene descogiendo el velo

Lágrimas, que, partiendo de mi cielo

Las águilas de Carlos soberano

Las dos luces del mundo en mortal velo

Las dulces quejas y la causa de ellas

Le donne, i cavalier, l’arme, gli amori

Liñán, el pecho noble solo estima

Llamas y huyes; quieres y aborreces

Lope, tu pluma —si el amor no engaña

Lucinda, el alma, pluma y lengua mía

Lucinda, yo me siento arder y sigo

Luz que alumbras el sol, Lucinda hermosa

Maestro mío, ved si ha sido engaño

Mándanme, ingenios nobles, flor de España

Mano amorosa, a quien Amor solía

Marcio, yo amé, y arrepentime amando

Más que de esta losa fría

Matilde, no te espantes que Felino

Meliso, amor no es calidad, ni elige

Mi bien nacido de mis propios males

Mientras el austro rompe el pardo lino

Mis pasos, engañados hasta agora

Mis recatados ojos; mis pasiones

Montes se ensalzan y dilatan ríos

Moza fui; gocé mi edad

Nací en la alta Alemania, al mundo espanto

Náyades puras, que de rojo acanto

No me quejara yo de larga ausencia

No pases, ¡oh, caminante!

No quiso el cielo que hablase

No tiene tanta miel Ática hermosa

Noche, fabricadora de embelecos

Oceano mar que desde el frío Arturo

¡Oh, nunca fueras, África desierta!

Ojos de mayor gracia y hermosura

Ojos, por quien llamé dichoso al día

Ora, Belardo, en trompa sonorosa

Padre Betis, que, en húmidas recovas

Padre de los humanos, Amor ciego,

Papeles rotos de las propias manos

Para tomar de mi desdén venganza

Parca, ¿tan de improviso, airada y fuerte?

Parnassi splendor, decus immortale sororum

Pasando el mar el engañoso toro

Pasando un valle escuro al fin del día

Pasé la mar cuando creyó mi engaño

Perderá de los cielos la belleza

Píramo triste, que de Tisbe mira

Podrá ser que, mirando en los cabellos

Por ver si queda en su furor deshecho

Probemos esta vez el sufrimiento

Pruebo a engañar mi loco pensamiento

Que eternamente las cuarenta y nueve

¿Qué importa que el tirano amor prometa?

¿Que me llamen a mí dios de poetas?

Que otras veces amé negar no puedo

Querido manso mío, que venistes

Quien dice que en mujeres no hay firmeza

Quien dice que fue Adonis convertido

—¿Quién llora aquí? —Tres somos. —Quita el manto

Quiero escribir y el llanto no me deja

Rendí, rompí, derribé

Respeta, ¡oh, tú, peregrino!

Retrato mío, mientras vivo ausente

Rompa con dulces números el canto

Rompe las conchas Hércules famoso

Rota barquilla mía, que, arrojada

Salió Faetón y amaneció el oriente

Sangrienta la quijada, que por ellas

Sentado Endimïón al pie de Atlante

Señor Liñán, quien sirve sin estrella

Sepulta esta losa helada

Si al espejo, Lucinda, para agravios

Si el español o el florentín famoso

Si culpa el concebir; nacer, tormento

Si el padre universal de cuanto veo

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

Si gasta el mar la endurecida roca

Si la más dura encina que ha nacido

Si para comparar vuestra hermosura

Si todas las espadas que diez años

Si verse aborrecido el que era amado

Siempre te canten «santo Sabaot»

Silvio en el monte vio con lazo estrecho

Sirvió Jacob los siete largos años

Sit, o sancte Hymenæe, hæc dies clara

Sosiega un poco, airado temeroso

Suelta mi manso, mayoral estraño

Suena el azote, corredor Apolo

Sufre la tempestad el que navega

Suspenso aquel divino movimiento

Suspenso está Absalón entre las ramas

Tantas virtudes, honras, glorias, famas

Tened piedad de mí, que muero ausente

Tristezas, si el hacerme compañía

Tú, que con tan alta gloria

Tú que pasas, si te acuerdas

Tu ribera apacible, ingrato río

Un instrumento mismo sonoroso

Un jugador que solía

Un monarca tan fecundo

Venturoso rincón, amigos mudos

Verdad debe de ser que de la rama

Versos de amor, concetos esparcidos

Viendo que iguala en su balanza Astrea

Vierte racimos la gloriosa palma

Vos de Pisuerga, nuevamente Anfriso

Ya no quiero más bien que solo amaros

Ya vengo con el voto y la cadena

Yace un astrólogo aquí

Yo no espero la flota, ni importuno

Yo soy el segundo Apeles

Yo soy la casta Dido celebrada

Yo vi sobre dos piedras plateadas

Zeusis, pintor famoso, retratando