A muchos, el nombre de Hatufim no les va a sonar de nada. En cambio, si hablamos de Homeland, la cosa cambia. La serie que protagoniza Claire Danes es un remake que no habría sido posible sin la serie que la origina, que además es la ficción israelí más prestigiosa de los últimos años. De hecho, los derechos de la adaptación se vendieron cuando Hatufim todavía no se había estrenado en el Channel 2 israelí. El guión escrito por Gideon Raff, que destacaba por una solidez excepcional, fue más que suficiente para atraer la mirada de FOX, el estudio que acabó haciendo el remake que ahora emite Showtime. En realidad, ambas series son muy diferentes, y de ahí la necesidad de reivindicar la serie original. La diferencia más notable es el tema del terrorismo y la paranoia posterior al once de septiembre, que en Homeland es el eje central y motor de las tramas de espionaje, mientras que en Hatufim el primer plano se lo lleva el drama familiar.
El punto de partida, eso sí, es muy similar: tras diecisiete años secuestrados, tres soldados regresan a Israel después de difíciles negociaciones para que recuperen su libertad. Nimrod Klein y Uri Zach regresan vivos, pero de Amiel Ben-Horin sólo vuelve su cadáver. La serie explora las consecuencias de este regreso para sus familias (también la del fallecido), mientras que en paralelo muestra cómo los dos soldados pasan las revisiones militares pertinentes. Si ya has visto Homeland, reconocerás en estos dos personajes algunas características de Brody, pues la versión estadounidense optó por fusionar a los dos soldados en uno. Tampoco te sorprenderá cuando surja la duda sobre la integridad de los dos rescatados, pues sus versiones sobre los años que han pasado en cautividad empiezan a no coincidir en demasiados puntos. Pronto se convertirán en una incógnita en la que el espectador deberá posicionarse, a riesgo de dejarse llevar por la paranoia o de pecar de ser demasiado inocente. Mientras, las dudas sobre los dos soldados rescatados son una excusa suficiente para que el aparato militar israelí empiece a tratar a sus dos héroes nacionales como dos sospechosos.
Hatufim no ahorra al espectador el sufrimiento de una nueva cautividad, esta vez en manos amigas, de tormentos psicológicos dirigidos a la obtención de la «verdad». Todo lo que verás está bien documentado, pues Gideon Raff, que sirvió durante tres años en el ejército israelí, sabe de lo que habla. No en vano, además de haber sido militar, también es hijo de un importante cargo de la embajada que Israel tiene en Estados Unidos, con lo que cuenta con amplios conocimientos de diplomacia y política internacional. Pero por mucho que sea una serie política y que la mecánica del thriller sea un ingrediente fundamental, el centro de atención siempre se dirige hacia la familia. Mientras Homeland tiene tendencia a los giros de guión y el efectismo (especialmente a partir de la cuarta temporada, en la que empezó a parecerse cada vez más a 24), Hatufim explora las dificultades de los soldados para retomar sus vidas y sus relaciones familiares.
Es precisamente esta vocación cotidiana lo que ha hecho de Hatufim la serie más popular de Israel en los últimos años, siendo muy bien recibida por el público. La serie es el producto de mayor éxito de Keshet Broadcasting (estudio que ha producido otras series como la comedia Ramzor) y ha demostrado que el éxito de BeTipul en el año 2005 no fue una excepción. Las series israelíes tienen mucho que decir.