Esta serie retrata la vida criminal en las calles de Baltimore, está basada en los textos de David Simon y no es The Wire. ¿Conoces la serie a la que me estoy refiriendo? Si pensabas en Homicide, abandona tu trabajo y hazte crítico de series. Esta desconocida serie de NBC se emitió en 1993, casi diez años antes que The Wire, y ya entonces contenía la mayoría de elementos que han hecho de esta última una serie de referencia. Entonces, ¿por qué Homicide no se considera hoy una obra de culto? Buena pregunta. Seguramente nunca lo sabremos. En todo caso, siempre es adecuado reivindicar su visionado como el producto primigenio que es, siendo la primera serie que trató el género policíaco con un enfoque verdaderamente realista, llevando los preceptos de Bochco al límite de lo que permitía una cadena como NBC. Verla de principio a fin es obligatorio para todo el que se precie de ser fan de The Wire. Los vínculos entre ambas series son múltiples, y no sólo en el terreno formal. De hecho, incluso se podría considerar The Wire como spin-off de Homicide, pues ambas comparten el mismo universo de las calles de Baltimore y también algunos actores, como Callie Thorne (Elena), Peter Gerety (Phelan) o Clark Johnson (Haynes).
El origen de la serie se encuentra en el libro homónimo de David Simon, que noveló su experiencia como periodista siguiendo durante un año a la unidad de homicidios de la policía de Baltimore. Publicado en 1991, el libro retrataba a los detectives como personas que están acostumbradas a lidiar con la violencia y que poco tienen que ver con la imagen limpia y noble que el cine ofrece de ellos. Pensando en una adaptación cinematográfica, Simon mandó el libro al director Barry Levinson, pero este juzgó que era mejor convertir la idea en una serie. Así fue como Simon entró en el mundo de la televisión, como asesor y productor de la serie inspirada en su propia novela. Sobra decir que a pesar de sentirse inicialmente abrumado por el medio, hasta el punto de que interpretaba el proceso de reescritura de los guiones que escribía como un síntoma de su baja calidad, al final acabó seducido por las posibilidades del medio, y para cuando Homicide terminó, ya había aceptado la oferta de Chris Albrecht en HBO para seguir en el mundo de las series (y el resto, como suele decirse, ya es historia).
El showrunner de Homicide fue Paul Attanasio (ahora más conocido como productor), que recogió la voluntad de la novela de arrancar al trabajo de policía el aura de héroe, retratándolo como un oficio rutinario, aburrido e incluso empobrecedor. La serie expuso estas ideas con vigor y con un tratamiento realista acentuado por el uso de la cámara en mano, que daba una sensación de verdad escupida sobre la pantalla, y por un montaje muy inteligente, que mostraba la misma acción desde varios ángulos para luego reforzar su intensidad. Con varios casos de homicidio que transcurren en paralelo en cada episodio, y con la ciudad de Baltimore ejerciendo de protagonista encubierta, Homicide se ganó los elogios de la crítica televisiva, pero se topó con los índices de audiencia. Sus mediocres resultados llevaron a NBC a presionar a sus responsables para que dieran un final feliz a algunas de sus historias. Ni Levinson ni Attanasio ni Simon se dejaron convencer y se mantuvieron en sus trece. Por suerte, la serie fue ganando adeptos y mantuvo una cuota de pantalla suficiente para poder renovar año tras año hasta la séptima temporada e incluso acabó con una pequeña TV movie.