Un accidente de coche en el que se ve involucrada una pareja de adolescentes es sólo el principio de este impecable rompecabezas que presenta al espectador una maraña de acontecimientos, en principio inconexos, que poco a poco van a ir encajando entre sí de forma inesperada, giros de guión incluidos. Exacto, The Code es la recomendación obligada para quienes buscan un reto al que dar vueltas y vueltas. Si eres de los que habitualmente te ves venir lo que ocurrirá en una serie, si una ficción que no tenga cuatro tramas que se cruzan al mismo tiempo te parece demasiado sencilla y predecible, entonces necesitas un puzle de nivel extra difícil. La primera pieza son dos hermanos, Ned y Jesse, periodista y hacker, respectivamente, que van a hacer público el vídeo del accidente. Luego tienes a Clarence, superviviente del accidente, y su profesora, Alex, y el agente que investiga el caso, Tim. En tercer lugar está Perry, el jefe de Ned en el periódico online para el que trabaja. Y finalmente Sophie, la jefa de comunicación de la oficina del primer ministro, que va a acabar involucrado en el asunto. Porque el accidente, ya lo habrás adivinado, no tiene nada de accidental.
Con un ritmo veloz y una puesta en escena visualmente inteligente, The Code se erige rápidamente como un thriller sólido cuyo punto fuerte es un guión bien construido y sin fisuras. No es casualidad que la serie surja del programa de desarrollo de nuevos talentos impulsado por Playmaker Media, que cada año coproduce una nueva ficción en colaboración con el canal público australiano ABC. El amplio espectro de personajes permite a The Code sacar jugo a la variedad de paisajes que ofrece el país, y a menudo se opone lo urbano de la capital, Camberra (edificios modernos, tecnología de última generación), y lo rural, rodado en los outbacks (calor polvoriento y desérticas extensiones de tierra). O lo que es lo mismo, la parte del país que se ha corrompido y la que permanece virginal. Porque detrás de los mil pliegues de The Code hay implícita una crítica a cómo las instituciones y los dirigentes se enriquecen a costa de sus representados; tapando con tierra aquello que les molesta e ignorando las vidas de los que viven en los márgenes. ¿A quién le importa la muerte de una adolescente en un supuesto accidente de coche? A nadie, siempre que no tenga consecuencias.
Con una puesta en escena moderna en la que destaca la sobreimpresión en pantalla de las interfaces informáticas por las que a menudo navegan los protagonistas (las escenas de hacking son tan vibrantes como cualquier persecución), The Code supone un nuevo punto y aparte en la escalada de calidad del canal australiano ABC, que se fija siempre en el modelo de la británica BBC. Desde el estreno, ya lejano, de Underbelly, en el año 2008, la ficción australiana no ha hecho más que mejorar. De hecho, parte del talento de esa serie pionera repite en The Code, empezando por el director Shawn Seet, y siguiendo con actores como Ashley Zukerman, actor que destaca en un reparto donde también encontrarás otros conocidos como Aden Young o Lucy Lawless. Aunque inicialmente estaba planteada como una miniserie (y como tal se presentó a los AWGIE Awards, ganando el premio de esta categoría), su éxito ha llevado al canal ABC a encargar una segunda temporada a la guionista Shelley Birse. Gran noticia. Pues si algo tiene The Code es que, a pesar de cerrar perfectamente sus tramas, te deja con ganas de más.