Hay un montón de personas a las que quiero dar las gracias por ayudarme a darle vida a esta historia. Algunas de ellas me han ayudado muchas veces, y siguen contestando al teléfono cuando ven mi nombre en la pantalla. A Randy Fincham, del departamento de prensa de la Jefatura de Policía de Vancouver, por su disposición y perspicacia. A Catherine MacMillan, orientadora de mi hijo en secundaria y que ahora aconseja a otros con su compasión, sensatez e inteligencia. A mi esposo, Göran Fernlund, que lee mis manuscritos, a veces en múltiples ocasiones, sin quejarse (tal vez sabe que eso contribuye a la felicidad del matrimonio). A Susan Juby, una de mis escritoras favoritas: me siento afortunada no solo por el regalo de sus excelentes consejos, sino también por poder llamarla amiga.
Gracias a Alex Scheiber, subdirector de Servicios Sociales para Menores del Ministerio para el Desarrollo Infantil y Familiar de la Columbia Británica, por tomarse el tiempo de responder a mis preguntas. Y gracias a la trabajadora social y orientadora Amanda Oliver: tus comentarios no tienen precio. Mientras yo me siento delante del ordenador a inventar historias, personas como tú están allí afuera esforzándose en hacer del mundo un lugar mejor para quienes están en una situación de vulnerabilidad.
Me divertí mucho entrevistando a personas que trabajan o participan en concursos de la tele. John Brunton, director de Insight Productions, ha producido un montón de programas, y me ha ayudado muchísimo. Me sorprendió saber que mi amigo Kevin Sylvester, talentoso escritor y locutor, concursó en el programa Canada’s Smartest Person; sus relatos son graciosísimos y muy útiles. Y gracias a otro escritor y locutor, J. J. Lee, por ponerme en contacto con Julie Backer, quien participó en mi concurso favorito, Jeopardy! Julie y yo cenamos juntas y tuvimos una maravillosa conversación. ¡Disfruté mucho tus historias y tu información privilegiada! También he disfrutado de la lectura de Prisoner of Trebekistan, de Bob Harris. Y también debo darle las gracias a Janette McIntosh, quien amablemente me mostró su furgoneta VW y me enseñó todas sus monerías.
Varias personas han leído versiones avanzadas de este manuscrito, y cada una me hizo comentarios originales y valiosos. Léonicka Valcius, Rania Barazi, Liz Johnson-Lee y Ellen Wu (que no está emparentada con Winnie, al menos que sepamos): estoy muy agradecida a todos. Me habéis ayudado a conocer mejor a algunos de mis personajes. Katie Wagner parecía saber demasiado acerca de vivir en una furgoneta… Fue ella quien aportó el detalle de tener que desenchufarse antes de la huida del garaje. Un agradecimiento especial a mis jóvenes lectores: Martin Cassini, Isabella Harrison, Noah Poursartip y Forrest Rozitis. Vuestros comentarios han sido muy importantes, y os agradezco que vierais el lado humano de Astrid. Como dijo uno de vosotros, es una «madre desilusionada».
Gracias a mi maravillosa agente, Hilary McMahon. ¿Puedes creer que este es el sexto libro? Gracias por tu guía y por ayudarme a desarrollar mi nueva carrera. Ha sido maravilloso trabajar contigo durante estos últimos tres años.
Tuve la bendición de contar con tres editoras excepcionales que me brindaron útiles comentarios sobre los distintos borradores de este manuscrito. Tara Walker, mi leal editora; quienquiera que haya trabajado con Tara sabe que es difícil describir, incluso para un escritor, la influencia que sus notas y su conversación tienen en la calidad del producto final. Siempre me apremia, de la manera más gentil, a excavar más profundo, a explorar en grietas y recovecos que a mí nunca se me ocurrirían, sin traicionar mi visión (sin embargo, a veces mi visión es borrosa y necesito ayuda para enfocarla). Si a esto le sumo la fortuna de contar con Wendy Lamb en Estados Unidos y con Charlie Sheppard en el Reino Unido…, bueno, es como tener la cereza y la nata del pastel. Estas mujeres extraordinarias supieron sacar lo mejor de mí, y estaré siempre agradecida.
A Dana Carey, Peter Phillips, Chloe Sackur, Colleen Fellingham: gracias por vuestra mirada perspicaz y por vuestras IVA (ideas de valor añadido). Quisiera agradecer a muchas personas de Tundra, Penguin Random House Canada, Wendy Lamb Books, Penguin Random House US y Andersen Press. Todavía tengo que pellizcarme para saber que no estoy soñando al poder trabajar con este increíble grupo de personas apasionadas por los libros.
Por último, he tardado bastante tiempo en encontrar el final adecuado para esta historia. A veces las ideas nos llegan en los momentos más inesperados. En este caso, ocurrió mientras estaba en la tienda West Point Cylces, en Vancouver. A mi esposo y a mí nos encanta el cicloturismo. Mientras él buscaba algo en la tienda, yo caminaba de un lado a otro, perdida en mis pensamientos. De repente, el final surgió en mi mente y mis ojos se llenaron de lágrimas. El dueño de la tienda, Tim Woodburn, me preguntó si estaba bien. Le contesté que estaba mejor que bien, que acababa de dar con el tema de mi libro y con su final. Respondió que, como eso ocurrió en su tienda, debía citarles en los agradecimientos. Y aquí están: gracias, Tim y Sara Woodburn, de West Point Cylces; ambos sois personas maravillosas.