Guía de mentiras de Astrid

Supongo que ahora debo hacer una pausa para señalar que sí, en ocasiones mi madre miente. Es importante destacar que clasifica sus mentiras en niveles, y que tiene reglas para cada uno. Al igual que en la Iglesia de la Cienciología y sus niveles de thetanes operantes, sus explicaciones no tienen mucho sentido. Pero así es como las clasifico en mi cabeza.

La «mentira invisible»

Es la mentirijilla blanca, común y corriente, la que todos decimos varias veces al día sin darnos cuenta. Por ejemplo, imagina que te acaban de diagnosticar una enfermedad terminal y el camarero o el chófer del autobús te preguntan: «¿Cómo estás?». Tú respondes «Bien», porque se entiende que a ellos no les interesa conocer la verdad. Simplemente preguntan por cortesía. Y a ti no te interesa contarle todo a un extraño. Ambos queréis continuar con vuestro día.

La mentira «dale una oportunidad a la paz»

Todos decimos este tipo de mentiras para no herir los sentimientos de otras personas. Un ejemplo: hace un par de años, una camarera amiga de Astrid, Gina, le preguntó: «¿Me hace mucho culo este pantalón?».

Ahora bien, Gina es una mujer corpulenta, y su trasero es una buena muestra de ello. Por lo tanto, sí, ese pantalón le hacía un culo muy grande. Pero Astrid respondió con un enfático «no» sin titubear. Cuando más tarde la interrogué al respecto, me dijo:

—Pregúntate esto, Felix: ¿qué hubiera ganado si yo le hubiera respondido que sí? Ya está preocupada por su peso. De nada sirve que complique sus problemas de autoestima.

—Pero eres su amiga. ¿No se supone que las amigas deben decirse la verdad?

—A veces las personas no quieren sinceridad, quieren un achuchón. Además, su trasero no se veía más grande en ese pantalón que en cualquier otro. Y es un culo perfectamente aceptable, bien proporcionado. Así que, técnicamente, no mentí.

La mentira «decorativa»

Según Astrid, adornar la verdad no es mentir, solamente es añadir un poco de sabor, como ponerle especias a un guiso. Por ejemplo, puede rellenar su currículum con información, digamos, inexacta, dependiendo del tipo de empleo que se va a solicitar. La primera vez que presentó una solicitud en un restaurante, escribió que tenía «amplia experiencia en el sector servicios».

—¿Desde cuándo? —le pregunté cuando lo leí.

—Desde que naciste. He estado atendiéndote día y noche desde entonces.

La mentira «no hace daño a nadie»

Estas son mentiras descaradas cuyo fin es obtener alguna ventaja para quien las dice. Pero, y esto es lo fundamental, no hacen daño a nadie.

Este tipo de mentira se entenderá claramente en un instante.

Y, por último:

La mentira «alguien podría perder un ojo»

Es la peor clase de mentira, y tiene el potencial de herir a quien la dice, a quien se le dice o a ambos.

Astrid no las dice con frecuencia y, cuando lo hace, creo que no es a propósito. Por ejemplo, no creo que fuera su intención mentir cuando le dijo a su amiga Ingrid que le pagaría los cinco mil dólares que le debía. Ni cuando le dijo a su amiga Karen exactamente lo mismo. Pienso que creía que les pagaría a ambas. Pero no lo hizo. Tampoco le devolvió a Ingrid su costoso kit de maquillaje. Ellas se sintieron heridas, utilizadas, y al final la apartaron de sus vidas. Eso estuvo fatal porque la hija de Ingrid, Violet, era mi niñera favorita. Y una vez que Ingrid desapareció de nuestras vidas, Violet también lo hizo.

Ahora que lo pienso, mi madre se ganó el rechazo de muchas personas debido a este tipo de mentira. Incluyendo a Daniel, quien, por cierto, es mi padre.

En fin, Solo quería explicar estas categorías antes de continuar con la historia. Astrid estaba a punto de decir una mentira «no hace daño a nadie» y una «alguien podría perder un ojo», ambas en el mismo día.