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El chillido de Claudette

Claudette se despertó con un chillido que alteró a toda la jungla tropical de Wintloria. Aún había una parte de ella que estaba conectada con la bestia.

—¡Morty, nooo! —gritó con la voz ronca. Acto seguido, en un tono de voz aún más aterrorizado, añadió—: ¡La bestia está regresando!

La angustia de Claudette trajo a los agentes Hughie, Louie y Stewie hasta su árbol, y con ellos llegó también hasta el último de los loros petimorados de Wintloria. A la lorita le temblaban las alas, y los ojos se le dilataban para pasar de un negro furioso a un morado espléndido.

—Se está comiendo algo vivo. Su personalidad ha estado atrapada en un recoveco de su barriga, pero ahora está regresando todo…: los sueños diabólicos, cada pensamiento pernicioso y cada recuerdo mortificante…; todo llega girando como un tornado a ese pegote que la bestia tiene por cabeza —dijo Claudette con tal urgencia e intensidad que aterrorizó a los demás loros—. ¿Quién ha dado de comer a la bestia? ¡Os dije que no la dejarais comer! ¡Os dije que no la dejarais escapar!

—Está delirando de nuevo —dijo el agente Hughie.

—Es la única explicación —dijo el agente Louie.

—Deberíamos subirle la dosis de su medicación y dormirla otra vez —siseó el agente Stewie.

Los tres se dirigieron hasta la máquina de la BERTA, que seguía emitiendo el pitido. Claudette se arrancó el cable del cuerpo y les soltó un graznido.

—¿Es que no lo veis? A la bestia le está pasando su vida entera ante los ojos, como si estuviera a punto de morir…, pero, en realidad, está renaciendo. Está reviviendo los últimos meses de su existencia y los está viendo con nuevos ojos, los tres, y no le gusta nada lo que ve… No se puede creer que la hayan engañado para que haga buenas obras. Está enfadada, se siente humillada y… ay, no… ay, no, no, no… ¡VENGATIVA!

—Vamos a cantarte todos una canción alegre, ¿qué te parece, eh? —le dijo Giulietta—. Encontraremos la melodía apropiada para que desaparezcan todas tus pesadillas.

—No son pesadillas. Está sucediendo ahora mismo, en el otro extremo del planeta, y tengo que llegar hasta allí… ¡Tengo que SALVAR A BETHANY! Ella es una de las mejores amigas que tengo en el mundo.

—Rotundamente no —dijo el agente Hughie.

—No puede salir por ahí a perseguir sus fantasías —dijo el agente Louie.

—Y aunque pudiese, el viaje la mataría —siseó el agente Stewie.

Claudette sabía que no podría perdonarse y seguir viviendo si no ayudaba a Bethany. Se fijó en el aparato de alta tecnología que guardaba un tremendo parecido con un paraguas y que el agente Stewie había utilizado para traerla a Wintloria a través de un portal en forma de charco.

—Vuelve a tumbarte —le dijo Giulietta—. Ya sabes que estás demasiado débil para volar.

Claudette estaba agotada hasta los mismísimos huesos, pero preparó las alas sabiendo (y rezando por ello) que en alguna parte de las profundidades de su ser guardaba las fuerzas que necesitaba.

—¿Claudette? —comenzó a decir el agente Hughie—. ¿Qué está usted…?

Con otro chillido, Claudette batió las débiles alas y enganchó el paraguas con las garras. Se chocó varias veces al abandonar el árbol, y aleteó tan rápido como pudo. Toqueteó el mango del paraguas y consiguió abrir un portal a menos de un metro de distancia. Cerró muy fuerte los ojos y se concentró en el destino al que deseaba llegar.

—¡TENGO QUE… SALVAR… A BETHANY! —chilló la lorita… Y desapareció.

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