EMILIO HERRERA LINARES

 Pionero de los viajes por aire 

Nada podía compararse al olor del viento en las alturas de un globo aerostático, la sombra huidiza de un dirigible acariciando los mapas aún por dibujar, el vértigo al sobrevolar un océano. La juventud había sido todo eso, pero ahora no eran más que recuerdos de una vida que parecía soñada, una biografía llena de proyectos truncados y la sensación amarga del exilio.

Emilio Herrera Linares es uno de esos personajes sorprendentes que de vez en cuando aparecen en la Historia de España. Este granadino del barrio de San Antón esconde en su desconocida biografía un sorprendente inventario de audacias, aventuras e intuiciones: cruzó el Canal de la Mancha en globo y el Estrecho de Gibraltar en el primer raid Sevilla-Tetuán, proyectó un viaje a la luna que se truncó por el estallido de la Guerra Civil y diseñó un traje estratosférico que serviría de inspiración para el que décadas más tarde llevarían los astronautas que llegaron a la luna. Desgraciadamente Emilio Herrera ni siquiera pudo asistir como espectador al primer alunizaje, ya que murió en el exilio en la ciudad de Ginebra dos años antes, en 1967.

Su diseño del traje espacial con el que intentaría explorar la estratosfera desde un globo aerostático no es la única de sus aportaciones a la ingeniería aeronáutica. Este ingeniero militar, aviador y científico, piloto de globo y de dirigible además de observador aeronáutico, fotógrafo y dibujante de mapas desde el aire, realizó interesantísimas investigaciones que anticiparían la aplicación militar de la desintegración del átomo, la bomba atómica.

Ya durante la visita de Einstein a España en 1923 fue uno de los acompañantes especiales del investigador como vicepresidente de la Real Sociedad Matemática de España. Y tiene el raro honor de ser el único español que participó en la sala de matemáticas de La Palais de les Découvertes de París. Corría el año 1939 y el país se desangraba en medio de una carnicería. Poco antes de que terminara la pesadilla, Emilio Herrera estaría sobrevolando el mundo, concretamente tierras sudamericanas en una misión oficial en la que acompañó al político socialista Indalecio Prieto.

El piloto granadino había jurado fidelidad a la República hasta sus últimas consecuencias, de forma que con la derrota llegaría al amargo y largo destierro. Un exilio en el que Emilio Herrera sobreviviría económicamente de sus colaboraciones en revistas aeronáuticas y de divulgación científica y también, como explica Carlos Lázaro Ávila en el libro La aventura aeronáutica. Pioneros del aire, autogiros y aerostatos, «de los derechos de las patentes de un sistema de doble proyección geográfica y un flexicalculador para resolver funciones e integrales elípticas». 

Emilio Herrera fue además el padre de uno de los grandes escritores del exilio español, José Herrera Petere, autor de obras como Niebla de cuernos (Entreacto en Europa) o Rimado de Madrid, quien le dedicó un hermoso y estremecedor poema escrito en Ginebra en 1975, A mi padre muerto en el destierro: «Yo he tenido un padre honrado, / se llamaba Emilio Herrera / que yace junto a mi casa, / en exilio, bajo tierra».

La historia de Emilio Herrera tiene auténticos momentos de aventura. Fue un viajero de los aires y recorrió medio mundo, a veces, en globo o en dirigible. La cronología de Herrera comienza cuando se convierte en ingeniero militar en 1901. Poco después se hará piloto de globo y observador aeronáutico. Con los avances imparables del siglo, el granadino llegará a ser piloto de dirigible en 1911 y más tarde piloto de avión.

Desde 1905 comienza a viajar en globo con Esteban Terradas para estudiar la resolución matemática del problema del péndulo continuo. El mismo año realizó una ambiciosa investigación para analizar las sombras volantes en las capas superiores de la atmósfera aprovechando el eclipse total que tuvo lugar el 30 de agosto.

Muchos de sus estudios tenían una intención de estrategia militar. Durante la Primera Guerra Mundial, estuvo en varios frentes como observador militar y sobrevoló en varias ocasiones el norte de África con el propósito de elaborar mapas de Marruecos con un destino militar. Con José Ortiz Echagüe hizo varios reconocimientos desde el aire que tenían como objetivo dibujar y fotografiar el territorio de Marruecos. Así realizó el llamado Croquis del Gurugú, la famosa montaña de memoria guerrera que fue detallada en mapas topográficos distribuidos a los mandos militares españoles y que fue posible gracias a los viajes en globo del piloto granadino.

Junto a José Ortiz Echagüe hizo en febrero de 1914 la primera travesía aérea del Estrecho de Gibraltar, empresa que le valió ser nombrado gentilhombre de cámara del rey Alfonso XIII. Curiosa paradoja para un hombre que años más tarde tuvo que elegir el exilio por defender la legalidad republicana.

Los viajes en globo aerostático eran sin duda los preferidos de Emilio Herrera. De hecho, fue uno de los primeros que atravesó el Atlántico en dirigible, concretamente en el LZ 127 Graf Zeppelin. Fruto de esta pasión, el piloto promovió desde el año 1918 una línea de pasajeros transoceánica, la Transaérea Colón, que pretendía establecer una línea regular de vuelos transatlánticos entre Sevilla y Buenos Aires. Pero de todas las intuiciones y hallazgos de Emilio Herrera, sin duda el más curioso es el diseño de su traje para viajar por la estratosfera.

El traje que inspiraría años más tarde el de Armstrong estaba realizado en caucho, era impermeable al aire y la tela era de altísima resistencia. Estaba protegido con cables de acero y chapas de duralminio. Además, el casco era de acero y estaba forrado de fieltro y recubierto de chapa de aluminio pulimentado.

Su invento sirvió de guía para las investigaciones futuras que llevaron al gran viaje a la luna. De hecho, Emilio Herrera mantuvo relaciones con la Nasa y un buen amigo y colaborador suyo, Manuel Casajust Rodríguez, que trabajaba con Armstrong, recibió de éste una de las piedras que recogió en la luna en recuerdo del granadino. Una piedra que fue depositada en el Museo del Aire de Cuatro Vientos y que, inexplicablemente, desapareció hace pocos años.