ESTEBAN JOSÉ MARTÍNEZ

 El explorador de Alaska 

En las aulas del Real Colegio de San Telmo en Sevilla, mientras atendía a las clases de cosmografía y náutica, el jovencísimo aprendiz de navegante Esteban José Martínez no podía imaginar el lugar en el que desarrollaría su vida de ultramar. De la calurosa Sevilla de su infancia y adolescencia pasaría a recorrer y explorar un territorio de nieves perpetuas, desolado pero pretendido por varias potencias: Alaska.

Esteban Martínez se convirtió en uno de los protagonistas de las atrevidas y peligrosas expediciones emprendidas por España durante el siglo XVIII y que tenían como fin seguir manteniendo la influencia y el control de unos territorios que se irían perdiendo con los años. Era como el canto del cisne de un país que había controlado el mundo.

El piloto había nacido en Sevilla en 1742, pero su destino de marino le llevó a establecerse en San Blas, al sur del golfo de California en México, por ser el lugar del que partían las exploraciones que salían hacia el norte del virreinato. Era la época conflictiva y delicada en la que Inglaterra perdía sus posesiones coloniales en la costa atlántica de América del Norte, las conocidas como Trece Colonias.

España recelaba de aquel mundo que cambiaba, temerosa de seguir el camino de Inglaterra y, al mismo tiempo, enfrentada a las grandes potencias que mantenían un pulso por el control de estos territorios. La España borbónica del siglo XVIII nada tenía que ver con el imperio de los Austrias que había dominado el mundo. Y en la zona que se convertiría en la obsesión del piloto sevillano, la actual Alaska, España encontraría la sombra amenazante de los intereses de Rusia que pretendía establecerse al norte de California para el comercio de pieles.

El piloto sevillano llegaría a dirigir dos expediciones, la primera en 1788 para reconocer los asentamientos rusos que se habían establecido al norte de California. En este viaje la expedición de Esteban Martínez descubre las islas que llamaron de Hijosa y de Montagu y el volcán que denominaron Palacios «en honor al pilotín que lo había avistado». Al mismo tiempo, mantuvieron contactos con nativos en Puerto de Flores y hallaron varios enclaves rusos.

La segunda expedición ya en el año 1789 se realiza para fundar un asentamiento en la isla de Nutka, un lugar en el que sucedería un conflicto diplomático con Inglaterra que arruinaría la carrera de Esteban Martínez. A pesar de que algunos de los diarios del navegante se han perdido, hay otros que aún se pueden consultar y de estos documentos se deduce la capacidad del piloto andaluz para observar los nuevos territorios. La investigadora María del Carmen Borrego Pla desvela en su estudio El piloto sevillano Esteban José Martínez, explorador de Alaska que esta virtud para la observación y la descripción a partir de amplios y variados conocimientos lo define como un hombre ilustrado, un personaje típico de su siglo: «Su interés no se limitaba a la náutica y la cosmografía, sino que se extendía a todo cuanto veía. Debía poseer una gran retentiva y capacidad para la descripción. Hombres, paisajes, flora y fauna pasaban por sus páginas a las que tiñó de un gran vigor y colorido. Nada escapaba a su atención hasta el punto de recoger un vocabulario de los lugares que visitó».

En la exploración de 1788, la expedicion española descubre varios enclaves rusos. En uno de ellos, Onalaska, averiguan además que los rusos pretendían poblar Nutka para impedir y cortar el comercio inglés. Nutka se convierte entonces en objetivo español, un lugar estratégico sobre el que girarán los intereses de tres países: Inglaterra, España y Rusia. España tenía derecho preferente sobre la región, así que la expedición se encamina a Nutka para fundar una colonia.

De esta expedición sí se conserva el diario de Esteban Martínez que revela cómo la tripulación sufrió un frío intenso que sólo se lograba calmar bebiendo aguardiente. Al llegar a Nutka, ven cómo arriba a la costa un paquebote inglés, el Argonauta capitaneado por James Colnett, quien comunica a Esteban Martínez que ha sido destinado como gobernador en Nutka para establecer una factoría en nombre de una compañía inglesa.

Indignado, el sevillano decide apresar a Colnett y confiscar su navío. Sin embargo, Martínez sufre un conflicto con uno de los jefes indios, que lo insulta llamándolo ladrón y mal hombre y que al final termina muerto. Según una de las versiones, Martínez le disparó. Sin embargo, el relato del navegante Mociño, autor de las Noticias de Nutka, asegura que el jefe indio fue fusilado.

Increíblemente llega a Nutka la orden del gobierno español de abandonar el lugar, decisión que deja consternado al piloto sevillano que tiene que regresar a San Blas. En el camino llegará una contraorden que define a la perfección la frágil y absurda política española en estos territorios.

Es entonces cuando Esteban Martínez regresa a Nutka en otra expedición para ocuparla de nuevo, aunque en esta ocasión navegaría como piloto de derrotas, es decir, de segundo de a bordo. El conflicto que había sucedido con Inglaterra por los prisioneros ingleses provocaría nuevos y comprometidos episodios de crisis diplomática. John Meares, miembro de la compañía comercial británica que había enviado a los navíos a Nutka, presentó a la Cámara de los Comunes un memorial en el que se llegaba a pedir la guerra con España.

Finalmente, el conflicto se salva con la negociación entre ambas potencias y la firma de un tratado en enero de 1794 por el que España accedía a entregar Nutka a los ingleses. Éstos a su vez abandonan el lugar y el territorio queda abierto a ambos países. «Este acuerdo al tiempo que preservaba la paz, ponía de manifiesto la inseguridad del gobierno español en el Pacífico, en el que durante tres siglos no había tenido rival», apunta María del Carmen Borrego Pla. Efectivamente, el océano Pacífico que durante el siglo XVII se llamó «el lago español», y donde se mantenía la travesía del Galeón de Manila o de la China –primer ejemplo de globalización comercial–, había dejado de ser dominio español.

La aventura de Esteban Martínez en Nutka queda así truncada, pero no su ánimo de hombre visionario, ya que propone a la corona española nuevas exploraciones y establecimientos en las islas de Mesa o Sandwich para vender pieles de la costa californiana en Asia.

Sin embargo, su idea no es admitida, a pesar de que favorecía mucho el comercio español al ser la travesía con Asia más corta que la que ya tenían establecida los ingleses. Pero en ese momento, a España no le interesaba crear una nueva guerra comercial con Inglaterra.

Los últimos años de Esteban Martínez se pierden en la desmemoria. Poco se sabe del explorador andaluz de Alaska, sólo que durante algún tiempo fue oficial de escolta en convoyes de azogues. Así termina la brillante biografía de un personaje por encima de su tiempo, un marino al que le falló quizás la época y el país al que servía.