SE DESPERTÓ con el primer rayo de sol.
Cuando fue a recoger sus cosas, se dio cuenta de que su arco había desaparecido.
¿Cómo era posible? ¡Nunca podría terminar el Viaje sin él!
Lo había dejado junto al lecho antes de irse a dormir, por si regresaban los lobos. Pero alguien se lo había llevado, dejando solo las flechas.
Se fijó en el suelo, aún húmedo por el rocío. Allí estaba el rastro del ladrón: las huellas de un lobo pequeño, sin duda el que había visto la noche anterior, rodeaban la hoguera ya apagada. Por los círculos que dibujaban, parecía que el animal había dudado bastante antes de acercarse. Encontró una marca continua que arañaba la tierra. Tenía que haber sido producida por el arco, pues era muy grande para que lo cargase con la boca un lobo de aquel tamaño sin tener que arrastrarlo.
Siguió las huellas que se alejaban de su campamento. Cada vez eran más espaciadas, lo que significaba que el animal había caminado deprisa. Llegando a los arbustos, el rastro se volvía doble: unas iban y otras venían, pues el lobezno había debido de regresar por el mismo camino que había usado para acercarse a Trog.
La vegetación baja escondía el rastro, pero no tardó en encontrar unas zarzas en las que había quedado prendido un mechón de pelo suave, de animal joven.
Se dirigió en la dirección que marcaba la pista y encontró un trozo de suelo arcilloso, con apenas cuatro pisadas contiguas y profundas, y así supo que el lobo había vuelto a caminar despacio, confiado en que nadie le seguía.
La niña continuó un tramo más, pero el rastro se perdía en unas rocas. Se agachó y observó el musgo que las cubría, en busca de alguna marca. Había un arañazo reciente que se dirigía hacia el suelo. Siguió con la vista la línea que marcaba la hendidura y encontró su arco intacto abajo, en una grieta. Debía de habérsele caído al animal de la boca mientras trepaba.
Sonó un graznido cercano. Unos cuervos cantaban la Canción de la Muerte en la rama de un árbol. Con mucho cuidado, Trog sacó una flecha de su espalda. Tensó el arco y se acercó de puntillas, conteniendo la respiración.