Aún recuerdo lo que ocurrió cuando visité a una señora de mi congregación en el hospital. Heather había sufrido una embolia que le había dejado la parte izquierda de su cuerpo completamente paralizada. Mientras oraba por ella, levantó su mano derecha en un gesto de oración. De manera sorprendente, su mano izquierda imitó esa acción, aunque más lentamente, pero fue algo que no había podido hacer debido a su embolia. Por la gracia de Dios, estaba comenzando a experimentar sanidad en su cuerpo, volviendo a tener sensaciones de nuevo en su brazo izquierdo.
Unos instantes después, no obstante, mientras yacía en la sala de cuidados intensivos, intubada y conectada a un equipamiento médico incesantemente sonoro, su brazo izquierdo comenzó a temblar con fuerza.
“No se preocupe por orar porque algo suceda”, le aseguré a Heather. Sonriéndole, le hice un gesto a uno de mis pastores que estaba allí conmigo, y le dije a ella: “Deje que nosotros oremos por usted”.
Después, dando golpecitos con mi dedo índice sobre mi sien, le dije: “Pero observe sus movimientos mentales. Asegúrese de poner los movimientos correctos en su mente”.
¿A qué me refería con eso? Le estaba diciendo que viera lo que Dios ve e ignorase todos los sonidos, olores e imágenes que sus sentidos naturales estaban recibiendo en el entorno del hospital. Le estaba animando a llenar su mente con imágenes mentales de ella misma siendo sanada, fortalecida y recibiendo el amor de su familia en casa. No quería que siguiera viendo todos los peores casos posibles en su mente.
Después le dije: “Es necesario un pensamiento para sanar otro pensamiento”.
Fue una palabra que había recibido en mi espíritu para ella. Por alguna razón, sentí que el enemigo había tenido éxito al plantar un pensamiento erróneo o imagen mental en su mente, y que eso había que arrancarlo y reemplazarlo con los pensamientos, imágenes y creencias correctas que están basadas en la invariable Palabra de Dios. Poco después de nuestro encuentro, Heather fue dada de alta del hospital y su condición mejoró.
Aprender a ver lo que Dios ve es un factor poderoso para creer correctamente. Conlleva reemplazar sus creencias erróneas por creencias correctas basadas en la Palabra de Dios.
Aprender a ver lo que Dios ve es un factor poderoso para creer correctamente. Conlleva reemplazar sus creencias erróneas por creencias correctas basadas en la Palabra de Dios. Cuando Jesús vio al hombre de la mano seca, no sólo vio la mano seca, sino que vio que había más que gracia suficiente para que esa mano quedara totalmente sana. Jesús le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El hombre así lo hizo, y su mano fue completamente sanada y restaurada como su otra mano (véase Marcos 3:1-5).
Ahora bien, usted no le dice “extiende tu mano” a alguien cuya mano está obviamente seca y lisiada a menos que vea de otra forma. Jesús ve distinto a usted y yo. Por eso tenemos que regresar a la Palabra de Dios y aprender a ver lo que Él ve. Cuando Jesús ve una enfermedad, carencia o alguien atrapado en temor, culpa, adicción y pecado, Él no sólo ve el problema, sino que ve la sanidad, gracia y poder de Dios sobreabundante en esa área de debilidad.
Usted también puede cambiar lo que cree viendo más allá de lo que ven sus ojos naturales. Intente ver lo que Dios ve. En su área de carencia, lucha o desafío, vea su sobreabundante gracia alrededor de toda su situación actual. Jesús le dice hoy: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Entréguele al Señor Jesús todas sus debilidades, fracasos y errores y vea cómo Él transforma sus debilidades en fortalezas.
En su área de carencia, lucha o desafío, vea su sobreabundante gracia alrededor de toda su situación actual.
Lo que usted cree es poderoso, por lo cual ¿actúa en base a lo que usted ve o a lo que Dios ve? Quizá no pueda impedir que los pensamientos negativos se crucen por su mente o las emociones impropias como el temor atenacen su corazón, pero definitivamente sí puede anclar sus pensamientos y emociones en la inconmovible Palabra de Dios. Ciertamente puede asegurarse de creer correctamente con respecto a lo que Dios dice acerca de usted en su Palabra, la cual contiene sus promesas preciosas para usted. Cuanto más aprenda y crea correctamente acerca del amor de Él y lo que dice su Palabra acerca de su situación y su vida, más alineará sus pensamientos con los pensamientos de Dios acerca de usted. Comenzará a desarrollar pensamientos de paz y no de mal, pensamientos de esperanza y de un futuro brillante (véase Jeremías 29:11).
El apóstol Pablo dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (Romanos 12:2). Como puede ver, Dios no quiere que pensemos como piensa el mundo, o que veamos como el mundo ve, y seamos atados por todo tipo de temores, preocupaciones y hábitos poco saludables. Él quiere que renovemos nuestra mente. ¿Cómo? Creyendo y meditando en las verdades reales que se encuentran solamente en su Palabra, para que podamos experimentar transformación y sanidad en cada aspecto de nuestra vida.
La palabra “renovar” es la palabra griega anakainosis, que el diccionario griego Thayer define como “saneamiento, renovación, un cambio completo para bien”.1 Me gusta la palabra “renovación”. Ciertamente nuestra mente necesita una revisión total a través de la Palabra de Cristo.
Si va a revisar y renovar su mente, ¿a quién va a contratar como su decorador de interiores? No deje que los periódicos matinales, amigos negativos, o canales de televisión sean su decorador de interiores. ¡No se conforme a este mundo!
Muchos estamos enredados con la información, las ideas y los pensamientos de este mundo. Vivimos en una era donde tenemos fácil acceso a cantidades enormes de información y conocimiento. ¿Necesita saber algo en un santiamén? Tan sólo haga una búsqueda en Google en su teléfono. No obstante, esta acumulación masiva de conocimiento no nos ha hecho más felices o más libres. La gente está más conectada que nunca, pero nunca se ha sentido tan sola, aislada y distante.
Tenga cuidado también de no dejar que el diablo sea su decorador de interiores para su mente. Puede imaginárselo escogiendo las cortinas más sombrías, los tapizados más tristes y el mobiliario más espantoso para adornar las diferentes salas de su mente. La paleta de colores para sus paredes y techos se seleccionaría en base a su Pantone favorito de tonos grises sombríos hasta los negros depresivos. Su misión es que sus pensamientos estén rodeados de oscuridad, pesimismo y derrota. Si es usted derrotado en su mente, entonces para él, la batalla ya está ganada.
Cuando andaba haciendo la compra cierto día con mi esposa, un hombre se acercó a mí y se presentó. Compartió conmigo que había estado escuchando mis mensajes por muchos años y que había estado asistiendo a nuestra iglesia regularmente. Derek era un exitoso hombre de negocios. Su empresa iba a paso ligero, se estaban abriendo muchas oportunidades y todas las cifras de sus ventas tendían al alza.
Pero no siempre fue así.
En los primeros tiempos, el estrés de llevar una empresa nueva le consumía. Derek me dijo que durante esos días, como era su costumbre y rutina, compraba el periódico en la mañana y leía un artículo acerca de cómo alguien de su género y edad había muerto repentinamente de un ataque al corazón. No podía explicarlo, pero desde el momento en que leía el artículo del periódico, era como si el aire de su sala comenzara a agotarse, y empezaba a experimentar dificultades respiratorias. El temor había comenzado a enrollarse alrededor de su corazón como una pitón.
La constricción es un método documentado usado por varias especies de serpientes para matar gradualmente a su presa. Se ha realizado una investigación muy interesante sobre cómo algunas constrictoras matan a sus presas. Contrariamente a la opinión popular, la serpiente no aplasta y rompe los huesos de sus víctimas para matarlas, sino que más bien una serpiente constrictor como una boa o una pitón matan a su presa asfixiándola. Usa la inercia de su ataque para enrollarse alrededor del cuerpo de su víctima. Luego aprieta (cada vez que su víctima exhala) y aprieta hasta que su víctima ya no puede respirar más.2
Sin embargo, mientras estudiaban por qué algunas presas mueren más rápido que lo que aguantarían si fueran asfixiadas, algunos investigadores han lanzado la hipótesis de que la presión de la constricción produce un aumento de presión en la cavidad corporal de la presa que es mayor que lo que puede resistir el corazón, dando como resultado un paro cardiaco. Aunque la investigación de esta teoría aún está abierta, es científicamente demostrable que ciertas serpientes pueden ejercer presión suficiente como para que esto sea posible. Por ejemplo, una anaconda verde tiene una fuerza de constricción de 6 kg/cm2, ¡lo cual equivale efectivamente a una fuerza total de 4.000 kg!3
¿De qué forma es relevante todo esto para nuestro estudio del poder de creer correctamente?
Nuestro adversario es una vieja serpiente muy astuta. Sería para nosotros prudente entender su estrategia contra nosotros, para que, como dice la Biblia, “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11). Sus métodos no han cambiado, y aunque no tiene un poder verdadero porque Jesús le ha desarmado en la cruz (véase Colosenses 2:15), sabe que puede usar los pensamientos negativos para infundir temor en nuestro corazón.
La Palabra de Dios también establece una correlación directa entre el temor y las enfermedades del corazón. Al describir los acontecimientos de los últimos tiempos, Jesús dijo que el temor haría que el corazón de los hombres fallara. Sin embargo, anima a los creyentes: “no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero…” (Lucas 21:9), afirmando su firme control sobre todo lo que ocurrirá en el futuro. Asegurándonos por qué no hay necesidad de tener miedo, Él añade: “erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).
Sólo una revelación de su perfecto amor puede echar fuera todo temor.
Dios quiere que nuestro corazón esté en paz, que tenga descanso. Su Palabra nos dice: “La paz en el corazón da salud al cuerpo” (Proverbios 14:30, NTV). La paz se produce cuando nuestros corazones y mentes están anclados en su amor y no en el temor. Y sólo una revelación de su perfecto amor puede echar fuera todo temor. Usaré diferentes versiones de la Biblia durante el trascurso de este libro, pero le animo enfáticamente a memorizar este versículo. Será una fuente de gran consuelo espiritual, físico y mental para usted durante toda su vida:
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
Observe cómo la Palabra de Dios dice con total rotundidad que el temor conlleva castigo.
Querido amigo, Dios no es su castigador; el diablo lo es. Dios no es el autor del temor; el enemigo lo es. El temor y la seguridad no pueden coexistir. ¿Realmente puede usted amar a alguien al que teme? Claro que no. El temor siempre lleva a la inseguridad. Así que Dios no quiere que usted le tema. De hecho, Jesús nos definió el temor de Dios como la adoración de Dios, no el temor que lleva implícita la idea de recibir el castigo de un Dios enojado. (Hablo más de la definición de Jesús acerca del temor del Señor en el capítulo 15). La verdad es que Dios quiere que usted reciba su perfecto amor, total aceptación y gracia abundante. Si ha recibido alguna enseñanza que contradiga esto, tan sólo recuerde que en el amor no hay temor. Y Dios es amor (véase 1 Juan 4:8, 16). El temor es la estrategia del enemigo, no de Dios. El diablo usa el temor para castigarle y manipular sus pensamientos, igual que hizo con el hombre al que yo había conocido.
El temor es la estrategia del enemigo, no de Dios.
Derek había estado leyendo inocentemente el periódico matutino, y en un instante, el temor golpeó como una pitón y ejecutó su presión sobre el corazón.
Comenzó con dificultad para respirar, y después el pobre hombre comenzó a experimentar todo tipo de imaginaciones malvadas. En el ojo de su mente, Derek podía verse entrando a solas en el trastero de su casa para hacerse con algunas cosas (algo que frecuentemente solía hacer), pero tenía imágenes mentales de él mismo haciéndose daño en el proceso, sin que nadie supiera jamás que necesitaba asistencia médica.
Todos los días, Derek sentía la presión constrictora del temor atenazando su corazón. Comenzó a obsesionarse con que se haría daño y moriría hasta el punto de tener temor a ir solo a ningún sitio.
No hace falta decir que entró en una espiral descendente a medida que su opresión mental empeoraba. Imágenes de sí mismo haciéndose daño se proyectaban una y otra vez en su mente como una película de terror en cámara lenta, y sufría graves crisis de ataques de ansiedad paralizantes.
Cuando su dificultad para respirar aumentó, Derek fue a un hospital, convencido de estar gravemente enfermo. Pero tras numerosas pruebas, el doctor le dijo: “Usted no tiene un problema de corazón. Tiene un problema de ansiedad. Por favor, deje su cama a alguien que realmente tenga un problema de corazón”. Anteriormente un individuo fuerte y saludable, Derek había sucumbido bajo la presión de la constricción de la serpiente.
Afortunadamente, un voluntario que sirve como ujier los domingos en nuestra iglesia invitó a Derek a asistir a una de nuestras reuniones de grupos de cuidado. Derek compartió conmigo que el líder del grupo de cuidado le animó a leer la Palabra de Dios cada mañana y orar en el Espíritu durante treinta minutos cada día mientras conducía su automóvil hasta su trabajo.
“Escuchaba sus mensajes una y otra vez en mi automóvil”, dijo Derek mientras compartía su testimonio. “En uno de sus mensajes, dijo que nos enfocásemos en la Palabra de Dios y no en nuestros problemas. Y eso es exactamente lo que hice. Comencé a apartarme de esos pensamientos oscuros y a permitir que la luz de las palabras de Jesús entrara en mi situación”.
Amigo, ¿cree usted que los pensamientos de Dios son mayores que los pensamientos del maligno? ¿Cree que su luz es mayor que cualquier oscuridad? Imagínese entrar en una sala que está en oscuridad total. Cuando usted enciende el interruptor de la luz, ¿acaso la oscuridad consume la luz, o es la luz la que repele la oscuridad?
Para este precioso hermano, su cambio comenzó cuando encendió la luz de la Palabra de Dios y permitió que esta brillase sobre él y su situación. Entendió que tenía miedo a estar a solas debido a su creencia irracional de que por alguna razón se lastimaría y moriría. Y comenzó a darse cuenta de que era una clara mentira del fondo del infierno. Compartió que uno de sus versículos favoritos que le dio tanto valor como consuelo durante esa etapa oscura fue el Señor diciéndole: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Declaraba este versículo cada vez que tenía temor, y luego se decía a sí mismo: “El Señor es mi ayudador; no temeré” (Hebreos 13:6).
Equipado con la Palabra de Dios, Derek comenzó a poner las películas mentales correctas en su mente. Cada vez que atacaba la ansiedad y cada vez que comenzaban a surgir en su mente malas imaginaciones, blandía estos versículos como un arma contra la arremetida del ataque de la serpiente. Una y otra vez, proclamaba: “No te desampararé, ni te dejaré. El Señor es mi ayudador; no temeré”.
Cuanto más decía eso, más comenzaba a aflojarse y debilitarse la presión de la serpiente. Se dio cuenta de que podía respirar de nuevo sin dificultad y su corazón ya no se sentía comprimido. Fortalecido por la Palabra, comenzó a ver al Señor con él siempre. Comenzó a verse lleno de salud y protegido de todo mal mientras avanzaba cada día. Derek fue completamente sanado y liberado de todos sus temores cuando comenzó a reemplazar las películas mentales incorrectas que había estado reproduciendo en su mente por las correctas.
¿Qué películas mentales está usted reproduciendo en su cabeza hoy? ¿Son pensamientos de derrota y desesperación, o pensamientos de victoria y favor? La fe es simplemente decir lo que Dios dice acerca de usted y ver lo que Dios ve en usted y su situación.
¿Se acuerda de lo que compartí antes acerca de cómo se necesita un pensamiento para sanar otro pensamiento? A diferencia del mundo, que enseña que debe vaciar su mente para alcanzar la paz, la manera de Dios es llenar su mente de pensamientos nuevos, poderosos y redentores.
El apóstol Pablo nos dice: “Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza” (Filipenses 4:8, NTV). Así que no se trata tan sólo de intentar eliminar malos pensamientos con su fuerza de voluntad. Se necesita un pensamiento que reemplace a otro pensamiento. Se necesita una creencia correcta que reemplace una creencia errónea. Necesita la verdad de Dios para reemplazar las mentiras del enemigo que le han mantenido atado.
Se necesita una creencia correcta que reemplace una creencia errónea. Necesita la verdad de Dios para reemplazar las mentiras del enemigo que le han mantenido atado.
Querido amigo, si un pensamiento malo o negativo está alojado en su mente hoy y no es capaz de sacárselo de ahí, ¡deje de intentarlo! Quizá está tumbado en la cama de un hospital y no puede dejar de pensar que le va a ocurrir lo peor. Está intentando no pensar eso, pero no ve fruto. Bien, ¡déjelo! Deje de intentar borrarlo de su mente. Eso no funciona. Lo que tiene que hacer es reemplazar ese pensamiento destructivo por un pensamiento que provenga de Dios. Esa es la única manera de tratar un mal pensamiento y comenzar el proceso de sanidad. Comience a meditar en verdades como: “Ciertamente Jesús ha llevado mis enfermedades y dolencias. El castigo de mi paz fue sobre Él, y por su llaga he sido sanado. Me proveerá de larga vida” (véase Isaías 53:4-5 y Salmos 91:16). Ponga películas mentales de usted mismo mejorando, siendo dado de alta del hospital, divirtiéndose con sus hijos, ¡o yéndose de vacaciones!
Usted necesita la verdad de la Palabra de Dios para arrancar una creencia errónea. Métase en la Palabra, y métase en los pensamientos de Él. Si ve que su mente intenta caer en pensamientos ansiosos por las cosas más pequeñas, memorice y cite este versículo: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
Usted necesita la verdad de la Palabra de Dios para arrancar una creencia errónea.
Siempre que me siento estresado o preocupado por algo, me aparto del ajetreo de la vida y simplemente medito en las promesas de Dios. A veces me gusta conducir a un parque tranquilo, y mientras suena una música tranquila en mi automóvil, me alimento de su Palabra mientras la declaro, permitiendo que penetre en mi espíritu: “La Palabra de Dios declara: ‘Tú guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento está en ti’”. Y le digo al Señor: “Sí, Señor, eres tú quien me guarda en completa paz. La paz completa viene de ti. Sólo tengo que descansar en tu gracia y mantener mi mente en ti. No necesito pensar qué hacer con este desafío. Al confiar en ti y mantener mi mente en ti, tú me guiarás y dirigirás. Mi confianza no está en mi propia fuerza, sino en ti y sólo en ti, Jesús”.
¿Qué consigo con eso? En vez de permitir que el estrés y la preocupación se adueñen de mí, estoy entrenando mi corazón para ver cómo ve Dios mis desafíos. Cuanto más grande sea Dios en mi corazón, más pequeños serán mis desafíos. De hecho, muchas veces cuando me relajo y mantengo mi mente en el Señor, su paz y sabiduría comienzan a fluir en mí, y el desafío que antes me preocupaba tanto se vuelve diminuto e intrascendente en la presencia del Dios Todopoderoso.
¿Está usted ante una circunstancia insuperable hoy? Vea lo que Dios ve, y permita que su paz expulse su ansiedad. Deje que la sabiduría de Él dirija sus pensamientos.
La clave para ver lo que Dios ve es basar sus creencias en su Palabra segura e inconmovible. Desgraciadamente, no todo el mundo cree en lo que dice la Palabra de Dios sobre ellos. Jesús comparte esto en la parábola del sembrador (véase Mateo 13:3-9, 18-23).
En esta parábola, un sembrador sembró semillas que cayeron en cuatro tipos distintos de terreno. El sembrador aquí es una imagen de alguien que comparte la Palabra de Dios El terreno es una imagen de cómo el oyente recibe la Palabra. Observará en esta parábola que el sembrador no controla el tipo de terreno en el que caen las semillas. Usted y yo tenemos que decidir por nosotros mismos cómo recibe nuestro corazón la Palabra de Dios. ¿Queremos ver lo que Dios ve, o decidimos en cambio ver las cosas a nuestra manera?
La parábola comienza con las semillas de la Palabra de Dios que caen junto al camino. Esto significa que incluso antes de que la Palabra pueda profundizar en el corazón del oyente, el enemigo la roba mediante su propia duda e incredulidad. Por ejemplo, quizá usted está leyendo este libro ahora mismo y piensa: “Dios nunca podrá amarme. He cometido muchos errores vergonzosos. Nunca podré liberarme de mis adicciones. Esta es mi vida, y nada puede cambiar eso”. Si este es su caso, sólo quiero animarle a que esté abierto y receptivo a la sobreabundante gracia de Dios mientras lee detalladamente lo que está escrito en este libro. Abra su corazón, y permita que el amor de Él le llene y le sane. Permita que restaure su fe. Dios nunca le hará daño. Él nunca le obligará a que se haga todo como Él quiere. Usted tiene que decidir si dejar que sus palabras de vida entren en su corazón, se arraiguen y le establezcan en su gracia, o permitir que sus palabras caigan junto al camino.
La parábola después sigue hablando acerca del terreno pedregoso. Esto habla de los oyentes que escuchan la Palabra de Dios y la reciben con alegría, pensando: “Vaya, Dios me perdona y acepta tal y como soy. ¡Eso es maravilloso!”. Sin embargo, no tienen el fundamento de la gracia para sostener la Palabra en su corazón. En el momento en que su conciencia les condena con culpabilidad, se olvidan de todo lo que han aprendido acerca del amor incondicional de Dios hacia ellos y regresan rápidamente al círculo de derrota y condenación.
Por eso es tan importante seguir escuchando mensajes que estén llenos de lo que Jesús ha hecho por usted en la cruz y llenar su corazón con sus nuevas verdades del pacto. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16).
Cuando usted permite que las palabras de Jesús moren abundantemente en usted en toda sabiduría, las semillas de su verdad, su amor y su perdón germinarán y echarán raíces en su corazón. Cuando llegue la adversidad, su creencia en Dios no será arrancada fácilmente ni el enemigo la robará. Cuando llegue la voz de condenación, su corazón estará fortalecido con la verdad de Dios, acuartelado por su gracia y armado con la eterna sangre de Jesús. Será un creyente contra quien “ninguna arma forjada… prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio” (Isaías 54:27). La culpa y la condenación no podrán penetrar en su corazón cuando sea consciente de su justa identidad en Cristo. Cuando sean expuestas las mentiras acerca de usted a la luz de la verdad de Dios, se quedarán obsoletas y no podrán más atormentar su mente.
La culpa y la condenación no podrán penetrar en su corazón cuando sea consciente de su justa identidad en Cristo.
El siguiente terreno, el terreno de espinos, habla de las personas que oyen la Palabra de Dios, pero en vez de creerla, su corazón se llena con los afanes de este mundo. Para ellos, las verdades de Dios no son prácticas. Es tan sólo una jerga espiritual, y están más interesados en cómo hacer más dinero y en otras cosas materiales transitorias. Como resultado, llevan un estilo de vida extremadamente estresado, preocupándose por el dinero y sin ver nunca la manifestación de buenos frutos en su vida.
¿Sabe que hay muchas personas en el mundo que tienen mucho dinero, pero en realidad son pobres cuando se trata de poseer lo que realmente importa? Me gustaría decirlo de esta manera: hay muchas personas “pobres” que tienen mucho dinero. Usted puede comprar pastillas para dormir con dinero, pero no puede comprar un dulce sueño. No puede comprar la paz para su mente, el perdón para su corazón y la salud para su cuerpo. No haga de los placeres de este mundo y de hacer más dinero sus únicas metas en la vida y termine viviendo en constante estrés, temor y ansiedad. La Biblia dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). Jesús le ama, y Él puede quitar todo espino de ansiedad en su corazón si se lo permite. Descanse en Jesús, su proveedor. Él es el pastor de su alma, y en Él no hay carencia alguna (véase Salmos 23:1).
La última tierra en la parábola es de lo que se trata este libro. Esta tierra habla de personas que creen en el poder de creer correctamente, personas cuyo corazón está abierto, receptivo y listo para recibir todo lo que Dios tiene para ellas. Habla de personas que están listas para permitir que su Palabra eche raíces en sus vidas.
Mientras lee este libro, quiero animarle a verse como una tierra buena y fértil. No deje que la preciosa Palabra de Dios caiga junto al camino debido a la incredulidad. No sea el terreno pedregoso que cede fácilmente cuando llega la oposición. A su vez, tampoco permita que las promesas de Él para su vida se vean ahogadas por los afanes de este mundo. Sea una buena tierra: un corazón receptivo que está anclado en la gracia de Dios. A medida que se alimenta de su Palabra y ve lo que Él ve, ¡seguro que conseguirá su treinta, sesenta, y ciento por uno en todas las áreas de su vida!