CAPÍTULO 5

VÉASE COMO DIOS LE VE

Mi equipo recibió un correo electrónico muy alentador de Ron, uno de nuestros asociados ministeriales clave. Ron compartió que tenía un buen amigo llamado Tyler, compañero de la universidad, y al que consideraba su mejor amigo. Tyler provenía de una buena familia cristiana, era bueno en los deportes y estaba viviendo el “sueño americano”.

Sin embargo, después de la universidad, Tyler comenzó a salir con quien no le convenía en el trabajo y se metió en un problema serio de drogas y alcohol, lo cual a su vez le condujo a una serie de errores devastadores. En un periodo de veinticuatro meses, Tyler había perdido todo lo que consideraba precioso en su vida. Avergonzado y miserable, Tyler abandonó la iglesia y casi abandona también la vida, a Dios y la gracia. Pero Dios, en su gracia, aún estaba acercándose a Tyler (a través de Ron), como Ron contaba bien en su correo:

Una noche, mientras corría por un parque y escuchaba un mensaje del pastor Prince, sentí que Dios me animaba a enviarle a Tyler un mensaje de texto. Sentí que Dios quería que le preguntase a Tyler: “¿Qué ve Dios cuando te mira?”. Así que mientras trotaba, escribí exactamente esas palabras. Después de un largo rato, recibí su respuesta con otro mensaje:

Tyler: “¿Estás en serio?”.

Ron: “Sí”.

Tyler: “Bueno… Estoy seguro que nada bueno”.

Ron: “Jesús”.

Tyler: “¿Qué quieres decir?”.

Ron: “Quiero decir que cuando Dios te mira, ¡ve a Jesús!”.

Treinta minutos después, recibí este mensaje:

Tyler: “Gracias, amigo, no tienes idea de cuánto necesitaba oír eso”.

¿Bendeciría su corazón saber que el texto que Ron le envió a Tyler es el mismo mensaje que Dios quiere que usted reciba hoy? Creo que al igual que Tyler, cientos de miles de creyentes pasan por la vida creyendo que el amor de Dios hacia ellos depende de sus acciones. Muchos creen sinceramente que Dios se avergüenza de ellos por sus errores y fracasos. O bien no han oído o se les ha olvidado que Jesús no sólo pagó por nuestros pecados, sino que también llevó nuestra vergüenza. En algún lugar durante el camino hemos perdido de vista que la gracia de Dios “sobreabunda” (Romanos 5:20). ¡Hemos subestimado la medida de su gracia!

Jesús no sólo pagó por nuestros pecados, sino que también llevó nuestra vergüenza.

¿Qué es lo que realmente cree?

Mi amigo Ron estaba escuchando uno de mis mensajes acerca de nuestra identidad de justicia en Cristo cuando sintió que el Señor le guiaba a enviar a su amigo Tyler esa pregunta para hacerle pensar: “¿Qué ve Dios cuando te mira?”. Creo que es una gran pregunta, y si usted tuviera que responder esta pregunta sinceramente hoy, revelaría lo que realmente cree en su corazón acerca de Dios.

La mayoría de las personas, cuando las cosas les van bien, creen que Dios está contento con su comportamiento y conducta. Sin embargo, creen que todo cambia cuando fallan y cometen errores. Podrían ser cosas como perder los nervios en la carretera, visitar una página web que no deben, o decir palabras hirientes a un ser querido. En el momento del error, creen que cuando Dios les mira, no ve nada bueno. Creen que está enojado y decepcionado con ellos y quiere castigarles por sus errores.

¿Qué esperanza queda en la creencia de que cuando hace las cosas bien usted es bendecido, pero cuando falla es maldecido? Así era exactamente como funcionaba el antiguo pacto de la ley. El antiguo pacto era un sistema imperfecto. Observe cómo en el libro de Hebreos, Dios mismo encontró fallos en ese pacto y quiso reemplazarlo: “Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo… He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré… un nuevo pacto” (Hebreos 8:7-8).

¿Ha oído acerca del nuevo pacto de la gracia?

Amigo, estoy aquí para anunciarle que Dios ya ha hecho un nuevo pacto. El nuevo pacto que Él ha instituido es el pacto de la gracia que usted y yo disfrutamos hoy. Es un pacto en el cual Él declara: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12). ¡Aleluya!

Dios puede ser misericordioso con todas sus injusticias y no acordarse más de sus pecados porque ya se ha efectuado el pago total por sus pecados en el cuerpo de Jesús en la cruz. Por tanto, cuando Dios le mira hoy, Él no le juzga, estima y mide según sus imperfecciones. Él le ve en el Amado, le ve en Cristo, y Él ve la sangre que su querido Hijo Jesús derramó por usted.

Cuando Dios le mira hoy, ve a Jesús. Por eso, sus pensamientos hacia usted son pensamientos de bien, perdón, bendición y favor. Jesús pagó un precio muy alto en la cruz para que usted pueda vivir completamente aceptado e incondicionalmente amado por Dios. Conocer y saber esto marcará la diferencia en cómo viva su vida, sin importar lo que tenga que afrontar.

Pero pastor Prince, ¡yo no merezco este amor de Dios!

¡Tiene toda la razón! Si fuera por lo que merecemos hoy, todos nosotros (yo incluido) mereceríamos ser castigados por nuestros pecados. ¿Sabe que el castigo por el pecado no es simplemente una palmada en la mano? Esto no es algo que podamos endulzar: la paga del pecado es muerte (véase Romanos 6:23). En otras palabras, si usted y yo recibiéramos lo que merecemos, el castigo que merecemos por nuestros pecados es la muerte. E incluso así, nuestra muerte nunca podría pagar adecuadamente nuestros pecados, porque nuestra sangre no es una sangre inmaculada, sin pecado. Por eso me gusta recordar a la gente que desea ser justificada por su propia justicia, que eso sencillamente es imposible. Todos nosotros tenemos una deuda que jamás podremos pagar.

La buena noticia es que Jesús llevó la sentencia de muerte por nosotros en la cruz. ¿Merecía Él ser crucificado en la cruz? ¡Claro que no! Él escogió la cruz para que su sangre inocente y sin pecado pudiera limpiarnos de todos nuestros pecados. La cruz permanece, para toda la eternidad, como una declaración del amor eterno de Jesús por nosotros. En la cruz, Jesús fue suspendido entre el cielo y la tierra como el sacrificio por nuestros pecados. Él llevó cada castigo que nosotros merecíamos. Él absorbió cada sanción que la ley demandaba por nuestros pecados.

La cruz permanece, para toda la eternidad, como una declaración del amor eterno de Jesús por nosotros.

Tan sólo crea

¿Sabe por qué Jesús escogió la cruz? Juan 3:14-15 nos da la respuesta: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Él fue a la cruz para que todo aquel que cree en Él, pueda recibir el regalo de la vida eterna.

Todo aquel que cree. Eso es lo único que tiene que hacer para entrar en la herencia que se compró para usted con la sangre del Hijo de Dios. Creer en ÉL. Creer en Jesús. Creer en lo que Él ha hecho por usted en la cruz. Creer que todos sus pecados le han sido imputados a Él y que toda su justicia le ha sido imputada a usted. Creer en el intercambio divino. Creer en su amor. Creer que todos sus pecados han sido llevados en la cruz y que por medio de Jesús usted ha recibido los regalos de la justicia y la vida eterna.

Hay mucho que extraer de Juan 3:15. Vuelva a leer este versículo. Dígame: ¿quién es apto para la salvación? La Palabra de Dios no dice: “Todo aquel que le obedece perfectamente”. No dice: “Todo aquel que nunca falla”. Y tampoco dice: “Todo aquel que cumple todos sus mandamientos”. Simplemente dice: “Todo aquel que cree en Él”. Todo aquel que cree en Él no perecerá sino que tiene vida eterna. La única acción que se requiere de usted ¡es creer!

Pastor Prince, ¿cómo es posible que tan sólo creer en Jesús pueda hacerme justo? Debe de haber algo más que deba hacer para ganarme y merecer el amor de Dios por mí.

No lo descarte tan sólo porque suene simple, y no subestime el poder de creer correctamente. Cuando usted cree correctamente, cuando cree que es justo por medio de Jesús, terminará produciendo los frutos de justicia. El apóstol Pablo hace referencia a los “frutos de justicia” en Filipenses 1:11, y especifica que son “por medio de Jesucristo”. Cuando usted fija sus ojos en Jesús y solamente en Jesús como la fuente de su justicia y perdón, termina produciendo los frutos de justicia, santidad y carácter moral.

Sin duda, la Biblia nos dice que cuando no vemos o se nos olvida que hemos sido limpiados de nuestros pecados, es cuando terminamos careciendo de dominio propio, bondad y amor fraternal (véase 2 Pedro 1:5-9). ¿Puede ver cómo cuando cree correctamente, termina viviendo correctamente? Así, ¡haga de Jesús, su perdón y su amor, el centro de cada área de su vida!

¡Haga de Jesús, su perdón y su amor, el centro de cada área de su vida!

Levantando a Jesús en alto

El renombrado líder de alabanza y compositor ganador de un premio Grammy, Israel Houghton, es un buen amigo mío. Después de oír mi mensaje en una conferencia acerca de hacer a Jesús el centro de nuestra vida, me dijo que recibió la inspiración para escribir la canción “Jesús en el centro”, la cual escribió juntamente con Adam Ranney y Micah Massey. Esta canción se ha convertido en un himno que cantan los cristianos por todo el mundo. Siempre que me encuentro con Israel, bromea diciéndome que está considerando seriamente darme un cheque por las regalías, ya que cada vez que me oye predicar acerca de Jesús, recibe inspiración para una nueva canción. Bueno, Israel, si estás leyendo esto, aún no he recibido nada en mi buzón de correo, amigo.

Claro está, ¡sólo estoy bromeando! Estoy verdaderamente agradecido de que cada vez más el nombre de Jesús sea levantado por todo el mundo. De hecho, en uno de mis viajes a Israel, me encontré con Adam Ranney. Me estuvo contando cómo le había impactado mi ministerio porque Cristo siempre recibe el lugar central. Todo esto realmente me anima mucho, porque hace más de dos décadas recibí el mandato del Padre de llevar a la iglesia de regreso a su Hijo.

Es triste, pero hay algunas iglesias en las que oirá sólo acerca de cómo debe comportarse usted, pero no oirá el nombre de Jesús. No oye acerca de la cruz, y no oye acerca de que usted ha sido hecho justo en Cristo. No oye cómo Dios le ve en Cristo hoy. Por eso estoy tan emocionado y bendecido al saber que el glorioso nombre del Señor Jesús está siendo levantado y exaltado cada vez más por todo el mundo. ¡Para eso vivo!

La gente me llama un predicador de la gracia, y tienen razón. Pero por encima de todo, ¡mi pasión es tan sólo ser alguien que señala a la gente a Jesús! Sé que cuando la belleza, la perfección y el amor de Jesús sean revelados en las vidas de las personas, sus vidas serán transformadas, y no volverán a ser nunca los mismos. Los libros de autoayuda le dicen lo que usted debe hacer. Mis mensajes y libros son acerca de Jesús ayudándole, señalándole a usted a Jesús ¡y lo que Él ha hecho por usted!

No importa cuántas veces haya fallado. Cuando usted pone a Jesús como el centro de su vida, Dios hará que sus bendiciones, favor y gracia fluyan a su situación. Esa adicción con la que ha estado batallando dejará de ser. Esa pesada carga de culpa y condenación que ha estado llevando consigo durante años desaparecerá de sus hombros. Ese trastorno alimenticio, esa amargura y ese temor paralizante ¡serán todos ellos consumidos en la persona de Jesús!

Escudado en Cristo

Cuando comience a ver lo que Dios ve, su vida nunca volverá a ser la misma. Esto ya lo he dicho antes, pero merece la pena repetirlo: cuando usted se hizo creyente, ¡Dios dejó de verle como usted es! Cuando Él le mira hoy, ve a Jesús. Ahora usted está en Cristo. Cuando enseño esto en mi iglesia, me gusta ilustrarlo así: Tomo un bolígrafo común y corriente, lo coloco en medio de mi Biblia, y cierro la Biblia.

“¿Pueden ver ahora el bolígrafo?”, pregunto a mi congregación, levantando mi Biblia. No, no pueden. Lo único que pueden ver es la Biblia. El bolígrafo ahora está totalmente escondido y escudado por las páginas de la Biblia.

De igual modo, cuando usted acepta a Jesús, es escudado en Cristo. Cuando Dios le mira hoy, Él no le ve con todos sus defectos e imperfecciones. ¡Él sólo ve a su querido Hijo Jesús! Su Palabra dice: “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Eso se refiere a usted, amigo. Por la abundante gracia de Dios, su favor inmerecido, ¡usted es aceptado y aprobado en Jesús, el Amado!

Lo que esto significa es que Dios ya no le evalúa o juzga sobre la base de sus propios méritos. Ya no se trata de lo que usted ha hecho o no ha hecho. Su amor por usted no depende de sus acciones; depende de Jesús. Sin importar los errores que haya cometido, Él le ve lavado en la sangre de su amado Hijo.

Como usted está en Cristo, tener un futuro bendecido no depende de lo mucho que se esfuerce por ser perfecto o lo mucho que trabaje por cambiarse a sí mismo. Depende de la persona de Jesús. No se trata de si usted merece ser bendecido, favorecido y victorioso. La pregunta es: ¿merece Jesús ser bendecido, favorecido y victorioso?

La Biblia proclama: “pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). ¿Merece Jesús ser bendecido, favorecido y victorioso? ¡Entonces usted también! Eso es lo que significa estar en Cristo Jesús. Significa que hoy, Dios le evalúa y le ve sobre la base de la perfección de Jesucristo. La justicia de Jesús es su justicia. De hecho, la Biblia explica que gracias a que Jesús, quien no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros, ahora nosotros somos la justicia de Dios en Cristo (véase 2 Corintios 5:21).

¿Merece Jesús ser bendecido, favorecido y victorioso? ¡Entonces usted también! Eso es lo que significa estar en Cristo Jesús.

Su justicia es un regalo

“Justicia” es un término legal. Significa tener un estatus correcto ante Dios. El Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo de Vine define justicia como “el don de gracia de Dios a los hombres por el cual todos los que creen en el Señor Jesucristo son introducidos a la correcta relación con Dios”.1 En otras palabras, su estatus correcto ante Dios está basado en el estatus correcto de Jesús ante Dios.

Hoy, usted es tan justo como Jesús porque su justicia proviene de Él. Él la compró para usted en la cruz. Cuando usted le recibió como su Señor y Salvador, Él retiró toda injusticia de una vez y para siempre y le dio su regalo de la justicia. Esta justicia es algo que nunca se puede obtener o lograr mediante su bien hacer; sólo se puede recibir creyendo correctamente en Jesús.

Y ¿sabe lo que ocurre cuando usted recibe este regalo de la justicia? La Biblia declara que “mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17). Escuche bien; cuando usted reina, no lo hacen sus adicciones. Cuando usted reina, no reinan las enfermedades. Cuando usted reina, el temor, la depresión y todo obstáculo que le está impidiendo vivir su vida al máximo serán derribados y eliminados.

Creer correctamente en cuanto a su estatus correcto en Cristo

Hay mucha enseñanza hoy día sobre actuar correctamente, pero la respuesta se encuentra en creer correctamente acerca de su estatus correcto en Cristo. Por eso es tan importante que usted recuerde esto: su justicia (su estatus correcto) ante Dios es un regalo.

Muchas personas batallan hoy día porque están intentando ganarse un estatus correcto ante Dios mediante su obediencia, esfuerzos y habilidades. Con sinceridad de corazón, creen que haciendo más buenas obras, siendo más obedientes, dejando más cosas por Jesús, orando y sirviendo más a Dios, Dios les bendecirá. Por favor, escúchenme bien ahí fuera. Yo estoy a favor de hacer todas esas cosas, pero si cree que esas cosas le ayudarán a ganarse la justicia, entonces es cuando se convierten en un problema.

Por muy bueno que todo lo anterior suene, cuando las personas fallen en obedecer (cosa que les ocurrirá), cuando fallen en dejar más cosas por Jesús (les ocurrirá) y cuando no oren lo “suficiente”, lean la Biblia lo “suficiente” y sirvan en la iglesia lo “suficiente”, comenzarán a descalificarse consciente o inconscientemente como candidatos para recibir el amor, la presencia y las bendiciones de Dios. Y ¿quién determina qué es lo “suficiente”? El acusador de los hermanos aprovechará cada oportunidad que tenga para condenar a los creyentes por no hacer nunca lo “suficiente”. Cuando eso ocurra, comenzarán a caer en la trampa de la culpa, la inferioridad, la condenación y la vergüenza.

El estatus correcto ante Dios no se puede merecer; es un regalo de Él, basado en su favor inmerecido.

Ese es el problema. Cuando alguien basa su relación con Dios en sus propios méritos, siempre se queda cortos. Esa es la manera antigua: haga lo correcto, y Dios le bendecirá; haga lo incorrecto, y será maldecido. Desgraciadamente, el hombre no tiene la capacidad de merecer la bendición de Dios a través de sus acciones. Incluso bajo el antiguo pacto, nadie fue bendecido por obedecer a Dios de manera perfecta. Fueron bendecidos por la justicia temporal que recibían mediante la sangre de becerros y cabritos. La sangre de esos sacrificios animales era meramente una sombra de la sangre que Jesús finalmente derramaría en la cruz para comprarnos el regalo de la justicia eterna. ¿Se da cuenta? Antes y ahora, el estatus correcto ante Dios no se puede merecer; es un regalo de Él, basado en su favor inmerecido.

Ver la obra consumada produce las bendiciones de Dios

El equipo que se encarga de mi ministerio de televisión recibió un correo electrónico de una preciosa señora de Texas. Nancy descubrió mi ministerio vía televisión, y comenzó a tener realmente una revelación personal de la bondad de Dios y de lo justa que ella era mediante la obra terminada de Cristo. Escribiéndome acerca de cómo la gracia de Dios no sólo ha impactado su vida sino también las vidas de toda su familia, nos compartía así:

Cuando le vi por primera vez en televisión hace cinco años, me mostré bastante escéptica. Sin embargo, usted tenía algo diferente. Supe en mi espíritu que usted estaba enseñando el verdadero evangelio. Así que comencé a ver sus sermones cada día, a veces dos veces al día. Cuanto más veía, más reconocía la sabiduría de Dios en usted, y más quería tener una relación con Dios y Jesús.

En ese entonces, estaba en horas bajas en mi vida y estaba a punto de poner fin a mi matrimonio. Incluso me estaba cuestionando mi fe y a Dios. No me daba cuenta de lo mucho que había mantenido a Dios metido en una caja, recurriendo a Él sólo en ciertas áreas de mi vida porque pensaba que me estaba juzgando.

Cuando finalmente escuché la verdad del evangelio, ¡corrí con él! Nunca volveré a mirar atrás porque usted me ha enseñado la verdadera libertad que Jesús murió para darme. ¡Gloria a Dios! Una vez quitado el velo, me di cuenta de lo justa que soy, y Dios comenzó a bendecirme abundantemente.

Mi matrimonio ha dado un giro total y cada vez se está fortaleciendo más. Hacemos doce años de casados, y le doy gracias a Dios por las cuatro hijas hermosas y saludables con las que me ha bendecido. Dios también ha ascendido a mi esposo en su trabajo y ha recibido un aumento de sueldo. Además, Dios recientemente nos ha subido de nivel llevándonos a un barrio increíble, e incluso nos ha abierto puertas para una escuela particular subvencionada para dos de mis hijas. Él nos ha dado mucho favor, ¡ya que al menos hay quinientas personas en la lista de espera para esa escuela!

Y eso no es todo. Hace como un año, cuando le estaba viendo enseñar en Israel, le dije al Señor calladamente en mi corazón: “Señor, quiero ir a Israel. No sé cómo lo podré hacer, pero lo quiero”. Nunca volví a pensar en ese viaje hasta principios de abril de este año, cuando Dios me regaló un viaje gratis a Israel y me abrió las puertas para ir.

Mi Padre celestial me ha enseñado que soy su hija y que Él está dispuesto a cuidar de todas mis necesidades durante el resto de mi vida. ¡No hice nada para merecerlo! Mi luz está brillando, y todos quieren saber de qué se trata.

No se imagina lo mucho que anima mi corazón escuchar historias reales de personas como Nancy y saber cómo Jesús ha transformado sus vidas y su caminar con Él. Estoy muy agradecido por personas como ella, que se toman la molestia de escribirnos y compartir cómo la revelación del perdón de Dios y su regalo de justicia les ha liberado para creer y recibir su provisión para cada necesidad.

Recibimos correos cada día de personas de todo el mundo, que comparten con nosotros cómo escuchar acerca del amor y la gracia de Dios mediante nuestros programas de televisión, libros y recursos de multimedia ha revolucionado por completo sus vidas y les ha devuelto la esperanza para un futuro mejor. Y nos encanta oírles porque de eso se trata; ¡transformación de vida en las preciosas personas que Jesús murió para redimir!

Vea lo que realmente ocurrió en la cruz

Una vez, el Señor me mostró una visión de lo que ocurrió en la cruz. Vi cómo todos los pecados de toda la raza humana (mentiras, engaño, envidia, amargura, adulterio, adicción, ataduras, asesinatos) y todas las consecuencias del pecado (temor, enfermedad, culpa, dolencia y condenación) revolotearon alrededor de Jesús como un torbellino de espíritus y demonios, riéndose viciosamente, mofándose y atormentándole. Jesús era como una especie de imán para todos los pecados, y por voluntad propia aceptó todo este pecado en su propio cuerpo.

Usted y yo nunca podremos imaginar el insoportable dolor que corrió por el cuerpo de Jesús en la cruz. Todo cáncer maligno, cada tumor, cada enfermedad y cada dolencia también recayó sobre Él al mismo tiempo. Aquel que no conoció pecado tomó sobre sí mismo el peso descomunal de los pecados más oscuros y repugnantes de todos los hombres. Él los tomó sobre sí.

La Palabra dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17). “Mismo”: un pronombre singular reflexivo que significa la exclusión de usted y yo. Como Él mismo ha tomado todo el castigo, juicio y condenación de todos los pecados, usted y yo estamos excluidos de todo castigo, juicio y condenación por todos los pecados cuando le recibimos como nuestro Salvador.

Pero la historia no termina ahí. Jesús no murió en la cruz en mitad de recibir sobre sí todos los pecados de la humanidad. Él lo tomó todo y lo aceptó todo sobre su cuerpo. Después el fuego del juicio de Dios fue desatado sobre su precioso Hijo, y sólo cuando todos y cada uno de los pecados habían sido castigados, fue cuando Jesús gritó: “¡CONSUMADO ES!”, momentos antes de dar su último aliento (véase Juan 19:30). ¿Puede verlo? Jesús aguantó en la cruz hasta que todos y cada uno de los pecados que usted haya cometido y cometerá jamás fue castigado sobre su propio cuerpo. Por eso llamamos a lo que Jesús logró en la cruz una “obra consumada”.

Ver como Dios ve

Ahora bien, ¿cuál es su parte hoy? Su parte es creer con su corazón y confesar con su boca que Jesucristo es el Señor de su vida y que todos sus pecados han sido pagados en la cruz. Si cree que todos sus pecados han sido perdonados, el pecado ya no tendrá poder sobre usted. No tiene que andar por ahí con una “montaña de pecado” sobre sus hombros, porque esta “montaña de pecado” se depositó sobre los hombros de otro: Jesús. Él mismo ya ha pagado el precio por sus pecados, ¡así que deje de condenarse!

Hoy, cuando se mira al espejo, ¿qué ve? ¿Se ve atrapado en todos sus fallos, errores y pecados? ¿O ve lo que Dios ve?

Jesús mismo ya ha pagado el precio por sus pecados, ¡así que deje de condenarse!

Querido amigo, cuando Dios le mira hoy, Él ve a Jesús. Use los ojos de la fe y crea que, así como es Jesús, usted también lo es. Ante los ojos de Dios, usted es justo, está favorecido, bendecido y sanado. Usted es libre de todo pecado, todo remordimiento de culpabilidad, toda forma de condenación ¡y toda atadura de adicción!