CAPÍTULO 7

RECIBA SU PERDÓN Y REINE

Incluso después de estar activo en el ministerio durante más de dos décadas, todavía me sorprende cuando veo lo duras que son las personas con ellas mismas. Creo que esto puede deberse a sus creencias erróneas acerca de Dios. Cuando usted cree erróneamente que Dios es duro con usted por sus fallos, inevitablemente será duro con la gente que le rodea, y lo más importante, terminará siendo realmente duro con usted mismo.

Las personas que se tratan a sí mismas con dureza no se pueden perdonar los errores que han cometido en el pasado. Tristemente, terminan castigándose, lo sepan o no. Algunos terminan cortándose y dañándose físicamente. Algunos se dan atracones de comida o caen en el abuso de sustancias. Otros se dejan llevar por sus apetitos sexuales y se descontrolan, hiriéndose no sólo a sí mismos sino también a sus seres queridos, todo porque responden a un instinto de castigarse, aunque sea de manera inconsciente.

Es un círculo vicioso de derrota. Cuanto más difícil les resulta perdonarse, más daño se hacen con todo tipo de conductas y más terminan atados por varias adicciones destructivas. Esto lleva a incluso más culpa, lo cual a cambio les lleva a castigarse aún más, y el círculo continúa.

Entregue sus fallos a Jesús

Por eso creo que la raíz principal de muchos hábitos pecaminosos, temores y adicciones puede remontarse a la condenación. Quiero hablarle hoy acerca de buscar la condenación como la raíz para ayudarle a recibir el perdón de Dios en esas áreas para que pueda salir de su círculo de derrota y entrar en un nuevo círculo de victoria.

¿Está viviendo hoy con algo de culpa y condenación que aún no ha resuelto? Tengo buenas noticias para usted. Cuando entiende que el corazón de Dios no está en condenar sino en perdonar, ¡su vida entera puede dar un giro para su gloria! Yo he sido testigo personalmente de muchas vidas transformadas cuando han dado un paso pequeño de fe para creer en su gracia y recibir su perdón en sus vidas.

Cuando entiende que el corazón de Dios no está en condenar sino en perdonar, ¡su vida entera puede dar un giro para su gloria!

En vez de castigarse por sus errores y descalificase a sí mismos, esas personas comenzaron a corregir sus creencias y a recibir el perdón de Dios viendo a Jesús llevar su castigo. Comenzaron a ver al Salvador haciéndoles aptos para recibir cada bendición de Dios para sus matrimonios, familias y carreras.

Ahora quiero animarle a entregar al Señor la culpa y la condenación acumuladas por los errores que haya podido cometer durante los años.

¿Quisiera usted hacer esta oración conmigo?

Señor Jesús, no quiero vivir así más tiempo. Hoy suelto en tus manos de amor mis fracasos, pecados y errores. Y recibo tu perdón en este instante en mi corazón. Gracias por tu preciosa sangre que me lava y me hace más blanco que la nieve. En este instante estoy firme sobre tu justicia, favor, gozo y paz. En el nombre de Jesús. ¡Amén!

Es una oración sencilla pero poderosa. Le animo a hacer esta oración cada vez que falle y sienta culpa y condenación en su corazón. Deje de castigarse: su respuesta se encuentra en la cruz de Jesús. Le prometo que cuando acuda a Jesús y se acuerde de lo perdonado y justo que es en Cristo cada vez que no dé la talla, comenzará a vivir como la persona perdonada y justa que Jesús le ha hecho.

Dios le ama perfectamente

Dios es un Dios de perdón. Él le conoce perfectamente y aun así le ama perfectamente. Somos esclavos de la idea de que si alguien ve nuestros defectos, dejará de amarnos. Bueno, aunque puede que sea cierto en las relaciones humanas, Dios no es así.

Dios ve todas nuestras imperfecciones, defectos y errores en Jesús en la cruz. Nuestros pecados y fealdad no le aleja de nosotros. De hecho, para Él son ocasiones para demostrar su gracia y perdón mediante la sangre de su Hijo, que ha quitado todos nuestros pecados de manera eficaz en el Calvario.

Dios conoce sus debilidades mejor que usted, y Él le ama igual.

Así que no se avergüence de sus defectos, errores e imperfecciones. Dios conoce sus debilidades mejor que usted, y Él le ama igual. Su Palabra nos recuerda que Jesús no es alguien “que no pueda compadecerse de nuestras debilidades”. Antes bien, Jesús fue tentado en todo, aunque no pecó (Hebreos 4:15). Él entiende cada tentación y cada prueba que usted sufra. Él no está decepcionado con usted, y no está esperando a que usted viva y cumpla perfectamente una lista de cosas que hacer y no hacer para perdonarle y amarle. La Biblia dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).

¿Ha visto eso? ¿Cuándo le amó Jesús?

Correcto, cuando usted aún era un pecador. Incluso antes de que usted le conociera, cuando aún estaba en pecado, Él ya le amaba. ¡Cuánto más hoy, que ha sido limpiado por la sangre de Jesús y justificado! Habiendo recibido la justicia de Jesús, usted es justo para siempre. Incluso cuando caiga en pecado, sus pecados no le vuelven a hacer un pecador.

Cuando no da la talla, usted sigue siendo la justicia de Dios. Esto se debe a que su justicia viene de Jesús. Del mismo modo que una hermosa mariposa no puede volver a transformarse en gusano, una vez que ha sido hecho justo por la sangre de Jesús, usted no puede volver a convertirse en un pecador. ¡Conocer su identidad de justicia en Él le da el poder para vencer todo pecado, toda adicción y todo mal hábito!

¡Conocer su identidad de justicia en Él le da el poder para vencer todo pecado, toda adicción y todo mal hábito!

Usted es justo en Cristo

La creencia errónea que tienen muchos creyentes es que se vuelven a convertir en pecadores siempre que fallan. Así que viven su vida cristiana con inseguridad y condenación. A veces piensan que son justos, a veces piensan que son pecadores. Creen equivocadamente que su justicia depende de cómo se comporten ese día. Esto les lleva a una grave crisis de identidad. No es de extrañar que no vean los beneficios que Jesús ya compró para ellos en la cruz.

Amigo, encuentre su identidad justa en Jesús. Los creyentes nacidos de nuevo que han sido lavados por la sangre de Jesús no disfrutan viviendo en pecado, así como a las ovejas no les gusta revolcarse en el barro. Ahora, cuando una oveja se cae en el lodo, ¿sigue siendo una oveja? ¡Por supuesto que sí! No se convierte de repente en un cerdo al que le gusta el barro. La oveja quizá esté en el barro, pero no está cómoda en ese barro, odia el barro y está impaciente por lavarse para quitarse el barro.

Estoy escribiendo a personas que están buscando genuinamente una salida para sus temores, culpabilidad, ataduras, adicciones y hábitos. Estoy escribiendo para ovejas que odian vivir en temor, odian estar atadas a la culpa y odian estar atrapadas en adicciones y hábitos que saben que les están destruyendo, pero que no saben cómo encontrar libertad. Y estoy aquí para decirles esto: la gracia de Dios es la respuesta. La gracia no es una licencia para pecar; ¡es la respuesta para vencer el pecado!

La gracia no es una licencia para pecar; ¡es la respuesta para vencer el pecado!

¿Qué ocurre con esa persona que conozco que dice ser cristiana pero vive como el diablo?

No nos corresponde el juzgar quién es creyente y quién no. Hay personas que profesan ser “creyentes”, pero no hay evidencia en sus vidas de que lo sean. Sólo porque una persona vaya a la iglesia no significa que esa persona sea creyente, así como ir a McDonald’s no nos hace ser hamburguesas, ¡ni el hecho de entrar en un garaje nos convierte automáticamente en un automóvil!

La buena noticia es que, aunque no podemos juzgar si alguien es o no verdaderamente un creyente nacido de nuevo, sin duda puede saber si usted ha nacido de nuevo.

Tan sólo pregúntese esto: ¿Cree usted en su corazón que Jesucristo es su Señor y Salvador? Si su respuesta es sí, entonces es un creyente nacido de nuevo justificado por la sangre de Jesús, y puede tener la seguridad eterna de que el cielo es su hogar.

Usted es salvo y hecho justo por gracia mediante la fe. Como creyente, seguirá cometiendo errores, seguirá fallando y seguirá siendo tentado. De vez en cuando caerá en pecado, pero el hecho de haber pecado no le hace ser de nuevo un pecador. Usted ha sido comprado y redimido por la sangre de Jesús, y en Cristo, sigue siendo la justicia de Dios incluso cuando caiga. ¿Por qué? Porque su justicia no es el resultado de su correcta actuación, sino el resultado de su correcta creencia. Es un regalo de Dios, no algo que usted puede ganar mediante la obediencia, el bien hacer y la perfección intachable. Por eso puede tener seguridad eterna, ¡sabiendo que es salvo por medio de Jesús y no por sus propias obras!

En la cruz, Jesús le redimió de todos sus pecados. Pero ¿sabe que Jesús no le redimió de no ser tentado jamás y volver a pecar? ¿No me cree? Dígame un creyente que usted conozca hoy en este planeta que nunca sea tentado y que nunca peque.

No tengo más que decir.

¿Lo ve? Si somos salvos y justificados hoy por nuestras propias obras y buena actuación, ¿qué esperanza tenemos? Gloria a Dios que nuestra inconmovible esperanza de salvación se encuentra en Jesús y sólo en Jesús.

El poder para vencer el pecado

Desgraciadamente, en muchos lugares hoy lo único que se escucha es más enseñanza sobre actuar correctamente, actuar correctamente y más actuar correctamente. Pero creo que lo que necesitamos es más enseñanza acerca de creer correctamente. Lo que necesitamos hacer es seguir señalando a la gente a Jesús, a su gracia, a su obra consumada y a su perdón. No tengo duda entonces de que si creen correctamente, vivirán correctamente. Se convertirán en personas cuya esperanza no está en la justicia que ellos mismos puedan producir, sino en el regalo de la justicia de Jesucristo y en lo que Jesús puede producir en ellos.

Puedo hablarle de miles de creyentes que están experimentando la victoria sobre la tentación, sobre la culpa, sobre la adicción y sobre el pecado. Mi equipo ministerial ha recibido correos y cartas tanto de mi congregación como de creyentes de todo el mundo que recibieron victorias sobre el pecado cuando encontraron su identidad de justicia en Jesús.

Estos son creyentes que saben que no son justificados por sus propias obras, sino justificados por la sangre de Jesús. Son creyentes bajo la gracia, donde el pecado no tiene poder en sus vidas. Cuando acuden bajo la gracia, comienzan a experimentar en su vida Romanos 6:14, que dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Son creyentes que, cuando son tentados en su mente a pecar, ya están recibiendo el perdón de Dios en su corazón; por tanto, detienen el pecado en su inicio antes incluso de que el pensamiento pecaminoso pueda madurar hasta convertirse en una acción pecaminosa.

Permítame compartir con usted un testimonio que recibí de Lucas. Este precioso hermano compartió esto:

Aunque me crié en un hogar cristiano con unos padres totalmente dedicados a Jesús, caí en el abuso de drogas. Intentaba asistir a la iglesia, pero escuchar los sermones me hacía sentir que no podía confesar mis pecados lo suficiente, arrepentirme lo suficiente y odiar mis pecados lo suficiente como para recibir el perdón de Dios.

Entonces un día un buen amigo mío me dio un ejemplar de su libro, Destinados para reinar. El libro sacudió mi mundo espiritual. Vi que el pecado no era el asunto a tratar. El asunto era no entender la gracia de mi maravilloso Señor y Salvador. Cuando vi la obra consumada de Jesús, me di cuenta de que Dios no está ahí arriba con una gran vara esperando que yo meta la pata para poder golpearme con ella.

Al seguir leyendo su libro y alimentándome del evangelio de la gracia, ¡fui liberado de una adicción de cinco años en tan sólo cinco días! Y sé que fue todo mediante la dulce, dulce gracia de Jesús siendo revelada en mi vida.

Gracias, pastor Prince, por su libro, recursos y sermones. Quiero conocer más a este Dios de gracia, y quiero que mi familia también le conozca como un Dios de gracia y no como un Dios de la ley que condena a sus hijos. ¡Nunca había conocido a un Dios amoroso como lo conozco ahora!

¿Se da cuenta de lo poderoso que puede ser vivir consciente del perdón de Jesús? El pecado no tiene dominio sobre su vida cuando está usted bajo la gracia. El pecado no puede arraigarse en su vida cuando está establecido sobre el perdón de Dios. Recibir su perdón le lanza a un ciclo de victoria sobre el pecado, mientras que quienes reciben condenación por cada mal pensamiento de su mente entran en un círculo interminable de derrota. ¿Ve la diferencia?

El perdón se recibe, no se consigue

No hay absolutamente nada que usted pueda hacer para ganarse el perdón de Dios. El perdón se recibe, no se consigue. Si está usted intentando ganarse su propio perdón y pensando que Dios está constantemente enojado con usted, estoy aquí para decirle que ese no es el corazón de Dios. Eso es religión cristiana. La religión cristiana es una cinta para correr interminable basada en nuestros propios esfuerzos por intentar ganar el perdón de Dios, la aprobación de Dios y la aceptación de Dios. ¿Ha estado usted ahí? Si este es su caso, escuche estas palabras de Jesús:

“¿Están cansados? ¿Agotados? ¿Quemados de la religión? Vengan a mí. Vengan conmigo y volverán a recobrar su vida. Les mostraré cómo tener un verdadero descanso. Caminen conmigo y trabajen conmigo, observen cómo yo lo hago. Aprendan los ritmos no forzados de la gracia. No pondré sobre ustedes ningún peso ni nada que les apriete. Acompáñenme y aprenderán a vivir con libertad y ligereza”.

—Mateo 11:28-30,

(traducido de la Biblia en inglés, The Message).

“Los ritmos no forzados de la gracia”. Me gusta esa frase. Quiere decir que hay descanso y disfrute cuando camina en la gracia de Él. Esto es contrario al esfuerzo y la presión que conlleva el autoesfuerzo. Hay descanso cuando sabe que no hay nada que pueda hacer para ganarse el perdón de Dios. Abandone su propia justicia, lo cual la Biblia describe como “trapo de inmundicia” (Isaías 64:6), y con sus brazos y su corazón abiertos, ¡reciba el perdón de Dios!

Hay descanso cuando sabe que no hay nada que pueda hacer para ganarse el perdón de Dios.

La clave para salir del círculo de pecado y derrota es recibir y dejar de flagelarse. Recibir y dejar de castigarse porque sus pecados ya han sido echados sobre el cuerpo de otro, cuyo nombre es Jesús, nuestro hermoso Señor y Salvador. No es extraño que al evangelio se le llame buenas nuevas.

Obligación o relación

Cuando usted entienda la gracia y el perdón de Dios, entenderá la diferencia entre obligación y relación. Bajo el nuevo pacto de la gracia, la motivación para vivir correctamente ha cambiado. Bajo la ley, vivir correctamente se lleva a cabo por obligación religiosa. Bajo la gracia, todo lo que hacemos hoy nace de una motivación interna que fluye directamente de una relación de amor con Jesús.

Querido amigo, Dios no es legalista. Él no quiere que usted lea su Palabra sólo porque Él lo dijo. Él quiere que usted experimente su amor y pase tiempo en su Palabra porque usted quiera disfrutar de su dulce presencia. La acción externa puede ser la misma: dos personas pueden leer la Biblia. Sin embargo, uno puede hacerlo por obligación religiosa, mientras que el otro está internamente motivado por el amor de Dios. Uno lo hace para intentar ganar el perdón y la aceptación de Dios; el otro lo hace porque sabe que ha sido perdonado. Uno lo hace por legalismo; el otro lo hace por una relación. La realidad es que cuando usted no lee la Biblia, no debería sentirse culpable; debería sentirse hambriento.

Bajo la gracia, todo lo que hacemos hoy nace de una motivación interna que fluye directamente de una relación de amor con Jesús.

Recientemente, estuve comiendo con un ministro itinerante que me preguntó: “¿Es legalista que los pastores pidan a los esposos en sus congregaciones que amen a sus esposas y enseñen a las esposas a someterse a sus maridos?”. Pude ver por su manera de decirlo que esperaba que yo le dijera: “Claro que no es legalista”. Así que se quedó atónito con mi respuesta cuando le dije: “¡Sí, sí lo es!”, y cuando añadí: “La Biblia no nos dice que hagamos eso”.

Le expliqué que, como ministros, tenemos que enseñar todo el versículo, que en verdad dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” y “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:22, 25, énfasis del autor). El énfasis está en el amor de Jesús por nosotros. Todo lo que hacemos hoy bajo el nuevo pacto de la gracia brota de nuestra relación de amor con Jesús. Su amor tiene que funcionar primero en nosotros.

Como ve, es un asunto de motivación. ¿Le gustaría que su esposo le dijera: “Dios dice que tengo que amarte y que deberíamos hablar más, así que salgamos hoy a cenar”? Después él pone un cronómetro en su teléfono y dice: “De acuerdo, señora, su tiempo comienza ahora”. Ninguna mujer que se respete a sí misma aceptaría eso, ¿no es así? Usted lo que quiere es que su esposo le lleve a cenar no porque tenga que hacerlo, sino por que quiere hacerlo.

Por eso mismo la Palabra de Dios no solamente exhorta a los esposos a amar a sus esposas y ahí termina todo. Sigue enseñando a los esposos cómo hacerlo; el poder para amar viene cuando los esposos experimentan primero cómo Jesús les amó y se entregó por ellos.

Transformados por su amor

Hombres, cuando ustedes se alimentan del amor de Jesús, su tanque de gasolina del amor por su esposa y sus hijos nunca se vaciará. Piense en el amor de Él. Cierre sus ojos y vea a su Salvador dándolo todo en la cruz por usted. Cuando se llena del amor de Él en su corazón, su esposa se convierte en la beneficiaria más directa de ese amor desbordante de Jesús. Un hombre que experimenta el amor de Jesús, ¡ama! Un hombre que experimenta el perdón de Jesús, ¡perdona! Tenemos el poder de amar y perdonar, porque Él nos amó y perdonó primero.

Tenemos el poder de amar y perdonar, porque Él nos amó y perdonó primero.

Así es como somos transformados a su imagen. ¿Quiere ser más paciente? Medite en lo paciente que ha sido Jesús con usted durante todos estos años. ¿Desea ser más perdonador hacia su esposa? Entonces satúrese con pensamientos del perdón de Él por cada fallo que usted tenga. Piense en cómo Él estuvo ahí para levantarle cada vez que usted titubeó, sin juzgarle ni condenarle, solo amándole. “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Proverbios 24:16).

Así es, mi hermano, aunque usted haya caído, Jesús le ve como un hombre justo, vestido con su propia túnica de justicia, y nada va a dejarle con su cabeza abajo. Quizá piense que todo se ha terminado, pero no es así. Dios aún no ha terminado con usted. Sus planes y propósitos para su vida aún no se han cumplido. Su amor por usted nunca ha flaqueado.

Todas sus imperfecciones han sucumbido ante el perfecto amor de Dios. Seguro que ha cometido errores, pero no es demasiado tarde para recibir el perdón, el ánimo y la fortaleza de Él para hacer lo correcto: volver a su esposa, buscar su perdón y confiar en que el Señor volverá a encender su amor el uno por el otro y llevará sanidad y restauración a su matrimonio. Su respuesta se encuentra en la persona de Jesús. Él le enmendará y hará que todo obre para bien y para su gloria. Reciba su perdón y permítale guiarle.

Su respuesta se encuentra en la persona de Jesús. Él le enmendará y hará que todo obre para bien y para su gloria.

La gracia supera la ley

Cuando usted centre su corazón y su vida en Jesús y su perdón, superará incluso lo que la ley demanda de usted. La ley dice: “No codiciarás”, pero no puede mandarle ser generoso. Sólo la gracia le hace ser generoso. La ley dice: “No matarás”, pero no puede poner amor y perdón en su corazón por alguien que le ha hecho algo malo. Sólo el amor y el perdón de Jesús puede hacer eso en su corazón y transformarle para amar y perdonar a sus enemigos y a quienes le han ofendido. La ley dice: “No cometerás adulterio”, pero no puede poner pasión, amor y perdón en su corazón por su esposa. ¡Sólo Jesús puede hacerlo!

En todos los aspectos, cuando usted está bajo la gracia, no sólo cumplirá los mandamientos de la ley, ¡sino que terminará de manera inconsciente y sin esfuerzo superando todas las demandas de la ley! Eso es a lo que Dios se refiere cuando dice acerca del nuevo pacto: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo” (Hebreos 8:10). Estas leyes que Dios escribe en nuestra mente y nuestro corazón no son los Diez Mandamientos. Superan a los Diez Mandamientos. Pertenecen a la ley regia del amor que fluye del corazón de Jesús y llena nuestra mente y corazón. Verdaderamente, “el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:10).

¿Con qué está llenando su corazón hoy, con condenación o con el perdón de Dios? Amado, le animo a recibir su perdón y a dejar de castigarse. Es la clave no sólo para romper el círculo de pecado y derrota en su vida, sino para tener una vida llena de amor, paz, esperanza y victoria.

Recuerde, al que mucho se le ha perdonado, ama mucho, y el que ha recibido más amor ¡es el que más ama!

Al que mucho se le ha perdonado, ama mucho, y el que ha recibido más amor ¡es el que más ama!