Lectura bíblica: Salmo 105
Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro. Acordaos de las maravillas que él ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca.
SALMO 105:4–5
Escuché una versión de la historia mitológica sobre Elena de Troya. Ella era una reina extremadamente hermosa, una joven mujer nacida en la realeza, amada y admirada por todo el pueblo. Pero un día fue secuestrada y llevada a un país extranjero. Con toda la confusión, le dio amnesia. No podía recordar su nombre o de dónde era. Terminó viviendo en las calles, sin hogar, y se aprovechaban de ella. Nadie sabía dónde estaba y ella no sabía quién era. Allá en su tierra, aunque habían pasado muchos años, sus amigos y familiares creían que todavía vivía. Entonces, un hombre que la amaba mucho, se propuso tratar de encontrarla.
Mientras buscaba por las calles de un país lejano, vio a una mujer de apariencia miserable cuyas ropas eran harapos, su cabello estaba sucio y enredado, y su rostro golpeado y lastimado. Pero ella le parecía extrañamente conocida. El hombre le preguntó cuál era su nombre. Ella balbuceó algo y no quería hablar. La vio más de cerca y le preguntó si podía ver sus manos. Él recordaba las líneas en las manos de Elena. Cuando la mujer le mostró sus manos, él estaba estupefacto. No lo podía creer. Él susurró: “Elena”. Ella lo miró confundida. Él dijo: “Tú eres Elena de Troya. Eres la reina. Elena, ¿no lo recuerdas?”. De repente, fue como si una luz se hubiera encendido, y su rostro brilló. La confusión desapareció. Ella redescubrió su verdadero yo y abrazó a su amigo. Juntos, regresaron a su tierra natal y, una vez más, ella fue la reina que debía ser.
Como Elena, muchísima gente, hoy día, sufre de amnesia espiritual. Ellos nacieron en la realeza, creados para reinar en la vida. Dios los coronó con honor y gloria; sin embargo, de alguna manera, olvidaron quienes eran. A causa de las malas circunstancias, las decepciones y los errores que cometieron, se sienten golpeados por la vida y viven muy por debajo de sus privilegios, pensando que son comunes. Tal como este hombre lo hizo por Elena, estoy aquí para recordarle a quién le pertenece usted. Es hijo del Dios Altísimo. Tiene sangre de realeza fluyendo por sus venas. Hay una corona de honra que le pertenece. Ahora, haga su parte y vuelva a ponerse la corona y viva como miembro de la familia real.
ORACIÓN PARA HOY
Padre, gracias porque tú siempre estás cerca para ayudarme a volver a ponerme la corona. Gracias porque puedo recordar las maravillas que has hecho en mi vida. Declaro que soy tu hijo, que tengo sangre de realeza fluyendo en mis venas. En el nombre de Jesús. Amén.
PENSAMIENTO PARA HOY
Nada de lo que le ha pasado ha detenido el plan de Dios. Él sabe cómo dar belleza en lugar de cenizas, cómo convertir su lamento en baile. Las fortalezas que lo han retenido se están rompiendo. Las cadenas de pensamiento derrotista y una mentalidad negativa se están aflojando. Usted va a redescubrir su verdadero yo. Usted no es promedio ni mediocre; usted pertenece a la realeza, es un rey, una reina.