Gracias, muchas gracias...

A Cecilia Cortabarría, por las informaciones sobre bebés en incubadoras, tan certeras como sólo las pueden dar las experimentadas madres de mellizos.

A la doctora Nuria Pelliza, por su paciencia para contarme acerca de los nacimientos en plena calle y otras emociones de la medicina.

A Gachi, mi amiga siempre presente en lecturas, corrección, presentaciones y la vida misma.

A Majo, por sus consejos literarios.

A Cuki, por leerme y acompañarme en cada libro.

A María Inés David, querida profesora de italiano, quien me explica con claridad cómo se escriben todas las expresiones que quiero poner en el libro en ese idioma.

A Paola Longo, piamontesa y directora de escuela, quien me hizo descubrir que cuando hay buena voluntad el idioma no es un impedimento para comunicarse.

A Ezequiel e Iván, por darme información italiana de primera mano y por traducirme.

A Silvana Corelli, por hacer de nexo para llegar a quienes necesitaba consultar con esa manera expeditiva tan propia de ella.

Al doctor Rubén D’Agostino, por ayudarme a encontrar los contactos apropiados.

Al profesor Cesar Vaccani del Instituto de Cultura italiano, por su gentil información sobre los hospitales italianos.

A Shunko Lárraga, mi corrector, por hacer su tarea con profesionalismo y pasión.

Al Municipio de Piacenza, Italia, por responder amablemente a mis correos.

A Mercedes Güiraldes, mi editora, fiel compañera en la aventura que significa cada libro que hemos hecho juntas.

A María José Zaldívar, por leerme con cariño antes de que el libro salga al mundo.

A Andrea Vázquez, por estar presente con su fuerza.

A Vero Brollo, por acompañarme a soñar.

A Alejandra Giusto, por la importante reflexión que compartimos y que verá reflejada en el libro.

A mi amiga Mónica Furia, porque es una «ídola»; ella sabe por qué.

A mi amiga Cristina Galván, en esta oportunidad por enseñarme a recorrer Piacenza en una hora.

A Cristóbal, por interesarse siempre en mis cosas.

A Oscar, por hacerse siempre tiempo para leerme, sugerirme y corregirme. Por estar siempre presente y de la mejor manera. ¡Gracias!

A Vicki, por corregir a mi lado y acompañarme siempre.

A mi hermana Silvana, por leerme y querer a mis personajes. ¡Silvi, gracias por leerme de nuevo, vos me entendés!

A mi familia toda, por aceptar mi gusto por escribir.