La noticia del fusilamiento de Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez, por órdenes de Juan Manuel de Rosas, se extendió por todo el país, marcando el principio del fin de una época.
Por aquellos tiempos, los Osorio, atrapados por la guerra civil, no habían quedado al margen de la violencia, de los desarraigos —voluntarios o forzosos—, del dolor que los ha unido en espíritu aunque los haya separado materialmente. Y desde este o el otro lado del océano, ninguno permanecerá ajeno a la esperanza que propone el general Urquiza: protagonistas de la historia, esperan superar los desencuentros y reconstruir una existencia que saque al país de la barbarie y permita la unificación de las provincias.
Esa lejana barbarie anuda con maestría los hilos de la vida de todos los personajes que seguimos a lo largo de treinta años, formando un tapiz de sentimientos y emociones. Buenos Aires, Londres, París, Florencia y Córdoba son los escenarios de esta historia. Entre estas ciudades, el lector recuperará la suerte de los que residen en el país y aquellos que quedaron en Europa: Ana, Carlitos, Simón y Edmundo, que enlazan sus destinos a veces trágicamente.
Cristina Bajo es la mejor escritora argentina de este siglo. Sus contemporáneos tenemos la dicha de poder celebrar el surgimiento de sus obras como todos aquellos que se jactan de haber sido testigos de grandes momentos históricos. Los Osorio, excediendo el término de la saga, seguirán viviendo en la imaginación de los lectores más allá de la palabra.