«Y se les dio una mano que se acordarán para siempre, porque matamos muchos de ellos, y otros se quemaron vivos, que no les aprovechó las promesas de sus falsos dioses».
BERNAL DIAZ DEL CASTILLO – LA CONQUISTA DE MÉXICO
CAPÍTULO ONCE
México y Guatemala,
magia en el mundo maya
En las costas del Yucatán mexicano
U UY TAN, en lengua maya significa «mira como hablan» y fue lo primero que escucharon los españoles al llegar a estas tierras. De esa falta de entendimiento nació el nombre de la península del Yucatán en México.
Como vemos, hasta el nombre de la península fue una casualidad, cuando los hombres de Francisco Hernández de Córdoba llegaron a estas tierras sobre el año 1517, se encontraron un imperio en decadencia, pero que pese a ello ofreció una fuerte resistencia, lo que supuso que la conquista de esta nueva nación se llevara a cabo a través de una serie de batallas.
El Yucatán ha tenido para mí una parte mágica y extraña que siempre ha estado por descubrir. Muchas han sido las investigaciones arqueológicas que se han realizado en esta zona con la intención de descubrir el porqué de la desaparición de una cultura que llegó a ser la más importante de Mesoamérica. Tiene construcciones que en nuestros días serían difíciles o imposibles de realizar. Poseyeron una cultura y unos estudios de la astronomía extraordinarios, en los que se basa la astrología moderna. ¿Qué ocurrió con este pueblo? ¿Por qué desapareció?
Éstas son las dudas que me asaltaban en la magnífica terraza de mi hotel en la mítica Cancún (nido de serpientes en maya). Iba a viajar por uno de los lugares más enigmáticos del planeta, por territorios milenarios y pisando lugares que hace cientos de años fueron cuna de civilizaciones y culturas que marcaron el centro del universo mágico del mundo.
La ciudad de Cancún fue elegida por satélite. Se necesitaba construir un centro turístico mundial y eligieron las mejores playas desde el aire, aunque fuese sobre un puerto de pescadores, los cuales vieron que su trabajo de generaciones buscándose la vida en el mar terminaba, y que tendrían que trabajar como limpiadores o meseros en los lujosos hoteles. Cancún es ante todo centro de diversión, no tiene nada que ver con el México real. Las calles están abarrotadas de locales de diversión exclusivos para turistas, sobre todo americanos, donde sus jóvenes tienen patente de corso y pueden actuar a sus anchas. Mientras, la policía hace la vista gorda ante los adolescentes estadounidenses que cometen cualquier tipo de gamberrada o hacen destrozos en hoteles sin que les molesten, pues los hoteleros ya se han preocupado de pedir fianza anticipada para estos clientes.
Así que Cancún es una ciudad para abandonar lo antes posible, si tenemos alguna inquietud o queremos ver realmente como vive el pueblo mexicano, donde la brujería, la hechicería y la cultura de los muertos ocupa una importantísima parte de su vida cotidiana.
Aunque los españoles no seamos muy bien vistos por estas tierras, pues sus gobiernos ya se han preocupado de inculcarles que si son pobres es porque Cortés y sus sucesores les robaron todo su oro y riquezas, desde luego no hablan de los que les dio su gobierno durante más de cincuenta años con el mismo partido en el poder.
La civilización maya tuvo su esplendor entre los años 300 al 900 D.C., y a partir de aquí su gran civilización se derrumba, sus ciudades son invadidas por la selva, abandonando sus impresionantes centros ceremoniales. Con esto se creó uno de los más grandes enigmas de la arqueología moderna, la desaparición sin motivos lógicos o aparentes de una fascinante cultura.
Decido que para poder recorrer la ruta maya y convivir con los descendientes de este pueblo, lo mejor será alquilar un coche y viajar a mi aire por este fantástico mundo por descubrir.
Cuando llego a los primeros centros ceremoniales, como el impresionante de Chichen Itza, no puedo dejar de pensar cómo se construyó todo esto. La pirámide de Kukulkan, donde se puede ver en el equinoccio la sombra de una serpiente moviéndose por sus empinadas escaleras. Edificaciones magníficas dedicadas al culto y a sacrificios rituales. Otro de los fines de estos complejos religiosos eran las competiciones deportivas de juego de pelota, donde dos equipos competían para introducir un pequeño balón a través de un aro de piedra en la pared, y con la sola ayuda de su cadera para golpear la bola, un deporte verdaderamente difícil, más aún si tenemos en cuenta que al capitán del equipo vencedor se le cortaba la cabeza, siendo éste un gran honor.
Viendo este fastuoso centro arqueológico, primero que visito y me deja impresionado, decido cambiar momentáneamente mi viaje por carretera y tomar un avión a Guatemala, a la más impresionante ciudad del imperio maya jamás construida TIKAL.
El pequeño bimotor en el que viajo rumbo a Tikal lleva un buen rato sobrevolando la selva y a lo lejos se pueden ver las ruinas de la ciudad perdida entre la maleza.
En Tikal puedes estar días caminando y a cada recodo descubrir un nuevo vestigio arqueológico, pues cada montaña cubierta por la maleza que veo en el sendero oculta una construcción bajo ella. Se cree que aún no han descubierto y estudiado más de un treinta por ciento de la ciudad. La mayor diferencia con las pirámides mexicanas es que aquí prácticamente no hay gente, tienen mucho menos turismo, y puedes ir caminando durante mucho tiempo sin encontrarte con nadie, disfrutando las ruinas e imaginando lo que allí ha pasado.
Lo que se siente en este recorrido sólo lo puedo comparar al caminar por la devastada catedral de Santa Sofía en Estambul, que aguantó montones de conquistas y sobre el mismo suelo que estás pisando en ese momento, han pisado los mayores emperadores y conquistadores de la historia de la humanidad.
Algo parecido se puede notar aquí, estos caminos entre construcciones debían de ser un hervidero de gente, pues se cree que TIKAL pudo tener más de doscientos mil habitantes, y a esta zona principal venían todos a cambiar los productos y a presenciar los sacrificios humanos.
Una de la teorías, que personalmente creo sobre la desaparición del imperio, cuenta que los mayas, dedicados a la construcción de enormes centros religiosos, necesitaban esclavos para trabajar en las obras, pues ellos no eran suficientes. Por lo que se dedicaron a guerras que a la vez que aumentaban su territorio, les proporcionaban una innumerable cantidad de esclavos para las construcciones religiosas, y lo aún más importante, material humano para los sacrificios que cada vez exigían más los sacerdotes, pues entre guerras y trabajos forzados el pueblo descuidó la agricultura, dejando las cosechas en un nivel ínfimo, que provocó que murieran de hambruna, desapareciendo todo su pueblo.
Tikal, magia en la selva del Yucatán. Ciudad que nos hace viajar a los misterios ocultos de las selvas americanas. Caminando por ella vemos montículos de tierra que bajo ellos ocultan casas o templos por descubrir, unos tesoros tan a la vista y tan ocultos a la vez que nos resulta difícil entender
Tikal era sólo una de las más de 3.000 ciudades que los mayas tenían en la zona de la actual Guatemala, quedando aún mucho por descubrir y más misterios por aclarar.
Pues por si fuese poca la cantidad de enigmas que queda por descifrar en esta cultura, el sacerdote español Diego de Landa, tuvo la lamentable ocurrencia de quemar en Mérida (México) la mayoría de los antiguos códices mayas, joyas documentales que nos podrían haber proporcionado algo de luz sobre este misterioso pueblo.
Paso todo el día caminando por las ruinas de la ciudad, que en cuanto te despistas te mete en la más profunda selva. Subo a una pirámide donde se puede disfrutar la vista más espectacular de la ciudad. Sólo se ve jungla y la parte principal de dos pirámides asomando sobre ella, la vista es espectacular, no me extraña que George Lucas rodara una batalla de naves de la Guerra de las Galaxias desde este lugar; realmente el paisaje es de otro mundo.
Por la noche, tomo nuevamente el avión que me llevará hasta Cancún, y retomaré mi viaje e investigación por el interior de la península del Yucatán, que se presenta fascinante, pues lo poco o nada que he visto hasta ahora ha sido fascinante. Nadie puede quedar impasible ante estas construcciones religiosas, y el poder que tenían los sacerdotes y brujos para conseguir que el pueblo trabajase hasta la muerte en la adoración de sus dioses.
Por la mañana tengo todo preparado para el viaje y cargo el coche con la mochila, comida y todo el material de trabajo necesario, el automóvil es un Chevrolet americano automático nuevo. No sabe lo que le espera durante los próximos días.
Bajo un calor sofocante inicio mi camino por la ribera maya. En principio viajaré por la costa, donde me encuentro con otros centros arqueológicos impresionantes, como Tulum –amanecer en lengua maya–, ciudad construida al borde de un mar Caribe espectacular. Se cree que esta ciudad aún estaba habitada cuando llegaron los españoles, y es la única que se conserva situada en la costa, sobre un desfiladero que es uno de los paisajes más bonitos que veré en todo el viaje. Las construcciones tienen sus techos planos y representaciones de la serpiente en sus paredes –deidad maya– por todas partes.
Recorrer estas carreteras es un atravesar continuo de los vestigios de una cultura maravillosa, que me sigue impresionando en cada nuevo centro arqueológico que visito.
Uxmal, la ciudad más importante del periodo clásico, construida al sur de Mérida y donde el estilo arquitectónico Pucc alcanza su máximo esplendor, con construcciones únicas como la pirámide oval del Mago.
Se sabe que los mayas construían una pirámide cada 52 años que era el ciclo mágico de tiempo en su cultura.
Chichen-Iza la mayor muestra del arte y cultura mayas. Ruinas impresionantes que nos puede llevar más de 24 horas para recorrerlas enteras, sin embargo sólo es una pequeña muestra de la cultura que allí existía a la llegada de los españoles
Tulum, las únicas ruinas mayas en el borde del mar. A un lugar parecido a éste llegaron los primeros barcos españoles y empezaron la conquista de este nuevo mundo, cubierto de oro que no deja de impresionar hasta en el día de hoy
Decido salirme de la carretera asfaltada y abandonar las rutas recorridas por los turistas. Me dirijo hacia el interior pasando por pequeños pueblos donde se ve la realidad de la vida mexicana hoy.
Lo primero que me sorprende es que en el interior mucha gente no habla castellano y siguen comunicándose en maya. A unos 200 kilómetros de la carretera principal y atravesando pistas de tierra llego al pueblo de Caobas, cerca de la frontera con Belice y que parece no haber sufrido ningún cambio en los últimos cien años. La gente me mira extrañada al caminar por el pueblo, aquí no llegan muchos turistas y deben pensar que me he perdido. Veo un mugriento edificio con una pintada que parece hecha por un niño poniendo hotel, y me dirijo hacia allí.
La recepción no engaña con lo que he visto fuera, todo va en consonancia, las paredes con una humedad cercana al moho y un pequeño mostrador al fondo del «lujoso» hall es la única decoración con la que cuenta la recepción. Creo que para lo que voy buscando este sitio será el ideal como punto de partida. Un hombre de pequeña estatura y prominente bigote me atiende tras el mostrador. Tras los saludos de rigor le digo si tiene una habitación para pasar la noche, me responde con un gracioso: «Una no, las tengo todas vacías, sólo las ocupo los jueves que es día de mercado». Una vez en mi habitáculo, aquí no puedo decir que me acomodo, pues es imposible estar cómodo en este pequeño cuchitril, pero en peores hoteles he estado, sobre todo en África, donde por mucho que contase el estado de las habitaciones y los baños nadie podría creerlo. Aquí al menos está lo imprescindiblemente limpia y la puerta tiene cerrojo; no puedo pedir más.
Bajo a recorrer las calles en busca de información, la gente parece ser muy amable y educada, ya que poco turismo pasa por su ciudad y menos les han llegado las noticias de que los españoles somos los enviados del demonio para acabar con sus riquezas. Me dirijo al único restaurante que he visto al pasar con el coche en todo el pueblo, ya va siendo hora de tomar algo e iniciar las indagaciones.
El restaurante es como la habitación de una casa con puerta a la calle. Cuatro pequeñas mesas con mantel de cuadros verdes completan el negocio, que hoy esta vacío; pienso que sólo se llenará los jueves, el día de mercado, como el hotel.
Me siento y tomo una cerveza Corona con un estofado de carne que me sorprende por su excelente sabor y toque picante, que no me falta desde que toqué el país.
La señora es encantadora y habla un mal español, expresándose con la otra mujer de la cocina en maya. Aparece en la situación un señor de unos 40 años, que aparentemente es el marido de la mujer que me atiende, por la familiaridad con la que la saluda.
Cuando quiero dame cuenta tengo a este hombre sentado a mi lado, desde luego descaro no le falta. Sin más me saluda muy educadamente y me dice: «Gringo, qué haces perdido por estos lugares». Desde luego una manera muy directa de entrar al tema, exactamente como yo lo hago cuando hablo con ellos. Al menos este tipo parece listo, así que no le doy más vueltas y le contesto. «Mira amigo, yo he venido hasta tu ciudad buscando ceremonias y vestigios de la antigua cultura maya, y para eso he creído que lo más importante era apartarme de los recorridos turísticos». «¿Antigua cultura?», me contesta, «no es en absoluto una antigua cultura gringo, la cultura de nuestros ancestros, del gran pueblo maya sigue viva, tal y como la dejaron en su desaparición, todo sigue igual y tú si eres listo me acompañaras para verlo con tus propios ojos».
Perfecto, el dardo envenenado que le mande a mi interlocutor realizó el efecto esperado. Ya dije que me pareció un tipo muy listo y duro desde el principio, peligroso por supuesto, pero éstos son los que pueden llevarte a alguna parte, obviando la parte superflua que todos conocemos.
Rodolfo, como se llama mi nuevo compañero, comienza a hablarme de las grandezas de un imperio desaparecido, de lo parecida que ha sido su cultura a la egipcia y que muchas teorías sitúan al pueblo maya como descendiente de una expedición egipcia perdida en el Atlántico. Las profecías mayas que han ido adivinando el futuro de la humanidad, hasta su predicción del fin del mundo en los albores del año 2000, unas predicciones tipo Nostradamus, pero en indígena.
Me habla del rey Pakal en Palenque, donde encontraron en la lápida de su tumba una grabación de éste conduciendo una nave espacial, y los grandes conocimientos de su pueblo en astronomía y matemáticas, que más tarde se perdieron en la Edad Media.
Me propone asistir a la más grandiosa de las fiestas mayas que se realizan en la actualidad. En un campo cercano, se juntan una vez al año todos los campesinos de la región, bajan de las montañas y acuden desde los rincones más remotos de la zona para preparar un ritual que mezcla lo católico con sus costumbres milenarias. Podremos pasar con ellos la noche mágica de preparación de la ceremonia y veremos lo que en realidad es la cultura mágica de los mayas hoy en día, pero con las mismas costumbres y ritos que hace mil años.
Palenque, muestra de cultura, magia, imaginación y selva. Aquí se realizaron una gran parte de los sacrificios a los que la religión maya era tan aficionada. En lo alto de los templos y altares de sacrificio las energías se sienten en el ambiente, a pesar de los años transcurridos
La fiesta será dentro de dos días, nunca he estado tanto en el lugar apropiado y el momento indicado como hoy, y pienso que alguna fuerza oculta fue la que me indicó que viajara a México durante ese caluroso mes de junio, ni antes, ni después.
Aunque debo pasar dos días en aquel inhóspito pueblo, creo que lo que acabo de encontrar merece la pena, y le pregunto a Rodolfo si sería posible visitar algún lugar donde realizaran brujerías o hechizos en las aldeas de la zona, que él parecía conocer perfectamente. Rodolfo me miró irónicamente y me contestó: «Tú quieres saber mucho el primer día. Mañana iremos a visitar a uno de los sacerdotes que participaran en la ceremonia, le veremos trabajar y aprovecharemos para llevarle hasta el lugar donde veremos el gran ritual».
Cuando volví al hotel, ya no me parecía tan mugriento. Había sido un acierto ir a aquella ciudad, una tremenda suerte, o como dicen los chamanes de todo el mundo: «todo está escrito».
Al mediodía del día siguiente, Rodolfo vino a buscarme al hotel, tal y como quedamos, iríamos a buscar al chamán a su casa.
Viajamos durante buena parte del día por caminos polvorientos, en los que muchas veces costaba mantener la adherencia de nuestro chevrolet de turismo. Menos mal que no había llovido, pues si llega a tener barro alguna parte del camino, allí mismo habría terminado nuestro viaje.
Atravesamos un pequeño pueblo, ya sobre las cuatro de la tarde, que más parecía un poblado fantasma, pues no había un alma por la calle. Entonces Rodolfo, que había estado callado durante la mayoría del camino, abrió la boca para indicarme que torciera por un camino al final de una valla metálica; «ya estamos cerca», dijo lacónicamente. Ese camino fue aún peor que el anterior y los bajos del vehículo pegaban continuamente con las piedras del camino, por llamar de alguna manera a aquel martirio de pista. Con el cambio automático bloqueado en primera fui sorteando como pude, hasta que finalmente me dijo: «Aquí es». Una pequeña choza bajo unos árboles era lo único que llegaba a distinguir, pues tenía a mi derecha un desnivel de unos dos metros y bajando por allí se veía, algún animal suelto y la choza que veníamos buscando. Pese a que mi guía quería seguir en el auto, le obligué a bajar y a continuar andando, ya que si hubiéramos entrado en aquel desnivel, habría sido la última travesía del Chevrolet, pues no creo que existiese fuerza humana o mecánica que lo hubiera sacado de allí.
Cuando llegamos a la altura de la choza, había un hombre de baja estatura y sin camisa esperándonos en la puerta; era el chamán, que saludó amigablemente a mi acompañante. Eran antiguos amigos, se notaba, estuvieron charlando durante unos momentos, mientras yo, sigilosamente, me separé de ellos para que pudieran llegar a un acuerdo o que Rodolfo le contara mis planes sin estar yo presente; prefería que fuese así. Rodolfo podría decirle que este gringo loco quiere verle trabajar y a cambio te llevamos al gran ritual, o que le pidiera dinero por transportarle hasta allí, quién sabe, en aquel lugar y con este tipo todo era posible.
Esperé separado un buen rato hasta que me llamaron y Rodolfo me presentó al chamán como D. Carlos, uno de los sacerdotes más importantes que existen hoy en día, descendiente directo de poderosos mayas y que se han ido pasando los conocimientos de padres a hijos durante montones de generaciones.
D. Carlos me comentó que esa noche y antes de partir tenía que hacer unas limpiezas chamánicas a unas mujeres del pueblo, que no podían quedarse embarazadas porque tenían un poderoso mal de ojo, y si quería podía asistir, no tendría problema.
Pasé el resto del tiempo que nos quedaba de luz caminando por los alrededores de la choza, donde pude ver dos cosas que me extrañaron mucho, una gran tumba con una cruz católica encima, y los animales, extremadamente delgados y famélicos para vivir en el campo. Le pregunte a Rodolfo sobre estos aspectos y me contestó que la esposa de D. Carlos era sacerdotisa católica y que murió, pero antes de morir inició a su marido en el control de estos rituales, y ahora D. Carlos trabaja con las dos fuentes de poder, cosa que no agradó a los dioses mayas, que durante generaciones han tenido a miembros de esta familia como sus exclusivos servidores y le mandaron el mal en forma de cosechas que no crecen y los animales que se van muriendo solos, sin que nadie los pueda salvar: «Ese es el precio de jugar a dos bandas con el mal gringo».
Cuando el sol se había ocultado en el horizonte, D. Carlos apareció con dos mujeres vestidas con el traje maya tradicional, blanco con multitud de dibujos floridos en sus hombros y pasaron al interior de la cabaña, haciéndonos un gesto con la mano para que le siguiéramos.
Dentro de la choza había un altar con santos católicos y elementos animistas Mayas, todo mezclado con las velas; esto me confirma la versión de Rodolfo sobre el trabajo de dos cultos unidos y lo peligroso que puede llegar a ser.
Una de las mujeres se sentó en un pequeño banco frente al altar, con la cabeza mirando hacia el suelo, D. Carlos comenzó a danzar alrededor de ella con un manojo de hojas de ruda, la hierba chamánica por excelencia en todo el mundo, y a cantar en dialecto maya, mientras iba pasando la ruda por el cuerpo de la mujer: le estaba limpiando el aura.
Las limpiezas de aura son algo que científicamente tiene su explicación, pues llevamos pegadas al cuerpo todas las energías positivas o negativas que hemos liberado y ahí se quedan atrayendo las energías de la misma polaridad.
Con lo cual, la limpieza nos deja preparados para encontrar cualquier cosa o sensación sin repelerla al ser de distinta a la que emanamos. Explicación más o menos creíble, pero que realmente nos vuelve a la teoría de que todos y todo es energía en este mundo; ahí no entra creer o no en cosas esotéricas, es la realidad de la vida.
Limpieza del aura con sacapa, como los antiguos chamanes mayas. Los cánticos y los movimientos rituales alrededor de la clienta van consiguiendo su propósito
De repente los cánticos de D. Carlos cambian al español, invoca a numerosos santos y cuando menos lo espero, le oigo nombrar a los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, quizás les pide su ayuda por lo de Magos, o es que su mujer, la sacerdotisa católica no le dejó bien claro por qué eran magos estos reyes.
El ambiente en la ceremonia es bueno, por lo que no veo ningún síntoma de engaño. Allí se están creyendo todos, D. Carlos el primero, lo que están haciendo, y esta confusión de nombres se debe a incultura católica.
Tras repasar a los dos mujeres con la ruda, D. Carlos dice que ya están curadas y que no hay ningún problema con la brujería para que puedan tener hijos, solo si físicamente no pueden engendrar, tendrán problemas para la concepción. Por fin veo un brujo hablando en estos términos, él domina lo suyo, y cura sobre lo suyo, la hechicería, pero si el problema no es de brujería o maleficio, deben acudir al doctor.
Una vez terminado el trabajo y todos listos para iniciar el camino, me dirijo hacia el coche, y cual será mi sorpresa al ver a Rodolfo, D. Carlos y cuatro mujeres más. Intento convencerles de que en el coche todos nos quedaremos atascados en aquel camino y más de noche, pero me miran y se ríen: eso no es problema para ellos. Rodolfo me dice que o los sacamos a todos o D. Carlos no dará permiso para que yo asista a la ceremonia. No lo pienso dos veces y abro las puertas del vehículo, que sea lo que Dios quiera, pero no pienso perderme el ritual por no romper el «carro»; si se rompe ya lo arreglaré antes de devolverlo.
Aquí empieza el calvario del camino, los golpes y arrastrones de los bajos me harían temblar si el coche fuese mío. En varias ocasiones tienen que bajarse todos Chevrolet, que atascado en la tierra no consigue salir. Pero con empujones y buena fe vamos terminando este trozo de camino que es el peor.
Son casi las doce de la noche cuando llegamos al lugar donde se va a celebrar el ritual maya. D. Carlos se baja en cuanto nos detenemos y va a saludar a unos hombres con la misma apariencia que él. Es esa cara de paz que sólo los chamanes ancianos pueden tener; desde luego aquí no hay engaño, la ceremonia será con sacerdotes de verdad, veremos que más nos depara la noche.
Lo primero que hago es caminar y reconocer todos los lugares de la inmensa explanada donde se están realizando los preparativos para la celebración.
Un gran altar construido con ramas y hojas se encuentra en el centro del lugar. Es el altar maya con velas y cuencos para bendecir todas las ofrendas y peticiones que se van a realizar durante la ceremonia.
Misa maya, igual que hace 500 años antes de la conquista y con los mismos rituales e idioma. A pesar de intentar cambiarles sus religiones, éstas han resistido hasta hoy en día sin apenas cambios
Más arriba veo lo que ha sido el altar reverenciado por los mayas durante siglos. En un montículo de piedras tienen colocadas rocas que han extraído de la tierra con diferentes formas: unas parecen un jaguar, otras un toro, etc., y estas gentes las adoran como imágenes religiosas desde hace mil años.
Hay una pequeña cabaña arriba de la llanura, de donde salen unas voces que me suenan familiares. Sorprendentemente, dentro hay una capilla católica con todos sus ornamentos. Un cristo crucificado, realizado toscamente en madera y con unos ojos que parecen estar mirándote te coloques donde te coloques. Está lleno de gente, y rezan una novena que durará hasta el amanecer.
En la parte trasera se encuentran las mujeres preparando montones de pollos, en una olla que parece de druidas, con una nube de humo que sale de la enorme perola en la oscuridad, dándole un aspecto fantasmagórico, mientras una mujer remueve todo el contenido con un palo.
En los lugares donde se celebrara la misa maya se mezclan los cultos católicos implantados por los conquistadores, y a la vez que se realiza el ritual maya se dice la santa misa a pocos metros, hay creyentes para todo
Sacrificio de un cerdo en pleno ritual maya. En las misas y cultura del Yucatán siempre existe el sacrificio de los cerdos y la cocción de patas de gallo, símbolo de poder
Por otro lado se preparan las garras del pollo, plato de gran poder para el pueblo maya, pues creen que comiéndolas tendrán más fuerza en la pelea, según cuentas sus leyendas milenarias.
En la parte central junto al altar, están preparando un horno para cocer el pan, tal como lo hacían hace cientos de años. Realizan un agujero en el suelo de unos cuatro por tres metros de ancho y uno de profundidad. Hacen una enorme hoguera encima, hasta que el rescoldo cubra todo el fondo. Entonces introducirán la masa de maíz envuelta en grandes hojas y lo cubrirán con tierra y palos hasta que el pan esté terminado; un horno con el mismo funcionamiento y el mismo fin que hace más de mil años.
En esta parte de la ceremonia es donde me ocurrió el hecho más impresionante e inexplicable de mi viaje por el mundo investigando estos hechos.
Los cuatro sacerdotes vienen hacia la hoguera, en silencio y se sientan frente a ella. Comienzan a susurrar cánticos milenarios, todo en voz baja, y permanecen allí durante más de una hora, para finalmente levantarse y los cuatro con su semblante cambiado, cuando antes tenían la seriedad en su rostro, ahora una sonrisa ilumina la cara de los cuatro chamanes. Nadie sabía darme una explicación de lo que estaba ocurriendo, cosa que más tarde comprendí cuando revelé en España el material fotográfico. Tome una foto de los chamanes con la hoguera al fondo. En ese momento yo no vi nada extraño, pero en el original de la diapositiva se ve una enorme serpiente de fuego saliendo de la hoguera y con su cabeza sobre los chamanes. Era la serpiente alada, deidad maya, a la que más tarde me enteré estaban invocando, y había hecho su aparición, pudiendo verla solamente ellos.
Serpiente de fuego, una de las imágenes más impresionantes e inexplicables que he conseguido en mis investigaciones chamánicas a lo largo de todo el planeta. Tres chamanes invocando a la serpiente alada con sus cánticos. En el vídeo no salió nada, pero esta foto es lo que apareció al revelarla, una serpiente de fuego está sobre la cabeza de los tres invocantes
Como ya he contado en otras ocasiones yo no soy un iluminado, soy totalmente escéptico con estos fenómenos, por eso mismo sólo creo lo que veo, y esto es lo que vi y sentí. Cada vez que recuerdo la primera vez que visioné la diapositiva sobre la mesa de luz, me vuelve el nudo a la garganta.
El ritual duraría toda la noche, los chamanes se dirigen al altar y con cánticos mayas comienzan a pedir por el bien de las cosechas mientras van esparciendo el líquido de los cuencos por encima del improvisado altar.
Pienso por un momento en los centros arqueológicos que he visitado últimamente, donde sacerdotes, seguramente ancestros directos de estos que estoy viendo, realizaban las mismas ceremonias, con las mismas palabras y rituales. Impresionante, si conseguimos meternos por un momento en su mundo mágico y espiritual, además la serpiente alada debía estar planeando en esos momentos sobre nuestras cabezas, sin que la viéramos, pero creando un ambiente espeluznante.
Ya de madrugada, la ceremonia llega a su cenit con el sacrificio de un cerdo.
Un cerdo más parecido a un jabalí, que sabe lo que les espera desde los primeros cánticos. Se le acercan cuatro hombres mientras el animal mira enseñando los colmillos a sus asaltantes. De repente uno de ellos saca un pequeño cuchillo de su espalda y se tira sobre el animal, asestándole una puñalada en pleno corazón. El animal chilla como no podemos imaginar. Aquí la sangre no se aprovecha, pues la morcilla no la conocen, así que al poco tiempo se mezcla en el suelo el rocío del amanecer con la sangre del animal, mientras continúan luchando para que no se levante, una muerte cruel, pero así mataban a sus cerdos los antiguos mayas.
Ya está amaneciendo y desde que llegamos no he oído una sola palabra en castellano, siguen hablando maya todos los campesinos. Es digno de elogio seguir manteniendo una tradición y rituales que se han perdido en la mayoría de los pueblos, achacándose a los adelantos de la civilización, si es que alguna vez son adelantos el olvidar de donde venimos.
Con la luz del día se prepara el vino de palma, mezclando cortezas de palmera con miel y alcohol en unos bidones de plástico, todo ello bendecido, para la ceremonia, que termina con la ingestión del pan y el vino de palma por todos los asistentes. Doy por finalizada una noche mágica en el Yucatán mexicano que tardaré mucho en olvidar.
Después de asistir a esta ceremonia, que en mucho ha cubierto todas mis expectativas sobre lo que estaba buscando en esta zona del planeta, creo que sólo me queda una cosa por hacer: visitar el centro arqueológico de Palenque, en el estado de Chiapas y del que sólo me han hablado maravillas.
Al día siguiente ya estaba tomando un pequeño avión que me dejaría muy cerca de las ruinas de Palenque. El vuelo, hasta el momento, era impresionante, sobrevolando selvas donde no se ve absolutamente nada, aparte del mar verde infinito. Esta ciudad aparece por primera vez en las crónicas en 1774, año en el que se descubrieron numerosos palacios y edificaciones en el medio de la jungla, demostrando que esta ciudad ya existía cuando Hernán Cortes inició la conquista de la península del Yucatán. Esta urbe se cree que alcanzó su máximo esplendor sobre el siglo VII D.C. Sus filigranas en piedra y su ubicación, la distinguen de todas las demás.
Pero Palenque aún no ha dicho su última palabra. El descubrimiento de la tumba del rey Pakal data de 1952, y ahí mismo fue donde se encontró la piedra que cubre su sepultura, con un grabado del mismo rey en actitud que muchos estudiosos han tomado como de conducir una nave espacial. Aunque también existen otras hipótesis que piensan que la posición del rey es trepar por la Ceiba o árbol de la vida, saliendo del inframundo que existe bajo la tierra para los mayas y dirigiéndose al sobremundo estelar que existe encima del mundo mortal. Ustedes mismos pueden juzgar sobre el grabado que tantas controversias y discusiones a creado en el mundo científico, enfrentado al mundo esotérico, que continúa viendo al rey pilotando una nave espacial, con el de los estudiosos arqueólogos, mucho más realistas.
Chamán en México, impresionantes imágenes de poder. Con sus vestiduras ancestrales siguen realizando los mismos rituales que sus antecesores durante cientos de años
No hace más de dos años se descubrió muy cerca de la tumba real otro nuevo enterramiento, era una mujer repleta de oro y joyas. Como podemos ver se siguen encontrando nuevas pistas y descubrimientos día a día, lo que hace que sigamos con la esperanza de descubrir los secretos de esta magnífica civilización en un día no muy lejano.
Chamán en México trabajando. El humo del copal no puede faltar en cualquier ritual chamánico, el incienso de resina de árbol que es utilizado por los chamanes de todo el planeta
Por fin consigo llegar a las ruinas tras pasar innumerables controles del ejercito mexicano, pues no debemos olvidar que estamos en la cuna de la guerrilla zapatista, que siguen campando a sus anchas por estas impenetrables junglas.
Al no viajar en un convoy turístico tengo más dificultades en aproximarme a las ruinas, pues para el ejército si no soy un mochilero solamente puedo ser un espía.
Encontrarte bajo la pirámide que sirve de tumba al rey Pakal te crea una sensación especial, estamos metidos en la ciudad más misteriosa de las misteriosas ciudades mayas. Esto se nota al caminar por las calles cubiertas de hierba entre las pirámides. Subo a la pirámide de los sacrificios, donde cientos o quizás miles de prisioneros fueron sacrificados como ofrendas a sus dioses, aún están en la pared las hendiduras donde se ataban los presos esperando turno para la muerte. Según cuentan las leyendas, en este lugar es donde más asesinatos rituales hubo de todas las ciudades mayas y los sacerdotes que trabajaban aquí eran los más temidos del imperio. Intento filmar la piedra de los sacrificios, que se encuentra separada por un verja cerrada, para impedir el acceso del público, pero la tengo a unos dos metros. La cámara de vídeo falla, colocándola en on se apaga automáticamente; cambio la batería pero es igual, el indicador de carga da el máximo, pero la cámara se apaga, no sé si será casualidad o que los dioses mayas no estaban a gusto conmigo allí. Lo que sí es cierto es que allí se respiraba un ambiente extraño, parecido al que sentí en las casas de los esclavos en Dakar. Es el ambiente y la energía de la muerte que se ha quedado impregnada en aquellas paredes durante siglos.
Según camino por la ciudad, más me convenzo de que aquello tiene algo especial, así que decido quedarme a pasar la noche en aquel centro. Debo contactar con el guardián de las ruinas para que me deje entrar al anochecer, pues creo que aquello con la luz de la luna llena que tendremos hoy puede ser una experiencia inolvidable.
No me cuesta mucho convencer al guardián de que me deje entrar con el recinto cerrado, pues tras su negativa, me juego mi trabajo y nunca lo he hecho, bastan 10 dólares americanos para acabar con aquella retahíla de falsos lloros, que sólo intentan sacar algo más de plata.
Sobre las 10 de la noche me dirijo a la entrada principal, que según mi corrupto guardián, dejaría abierta, si alguien me encontraba dentro, simplemente diría que yo me había colado y él no sabía nada.
Efectivamente, el candado no estaba colocado en la puerta, pienso que el funcionario podría decir también que yo lo había robado. Si durante el día te impresiona el camino, en la noche no puedo explicar la mezcla de miedo y excitación que provoca andar por estos caminos milenarios. Puedo imaginar el ambiente de la ciudad mil años atrás, atravieso el patio central y veo cómo la luna proyecta la sombra de la torre, unas de las pocas que se encuentran en las construcciones mayas y de tres pisos de altura. Veo perfectamente para caminar sin la ayuda de la linterna, el paseo está mereciendo la pena, y cuando me doy cuenta, frente a mí está la pirámide principal de los sacrificios, donde me ocurrieron los hechos extraños durante la mañana. Con una gran parte de mí tirando hacia atrás, decido trepar nuevamente y ver que hay arriba durante la noche, no sé si por inconsciencia o curiosidad, pero de los cobardes nunca escriben nada interesante.
Una vez arriba, la vista te estremece, se ve la ciudad completa, como en la mañana, pero esta vez iluminada por la luz de la luna que da un aspecto fantasmagórico. Iluminada por un haz de luz blanca difuminada, da la impresión de que en cualquier momento va a desaparecer, cosa que ocurre a los pocos segundos. Una nube se interpone entre el Yucatán y la luna, el susto en principio es tremendo acabo de pensar que va a desaparecer y desaparece. Desde luego la tensión aquí arriba es importante y no sé ni lo que pienso en estos momentos. Decido sentarme en el borde superior de la pirámide y encender el último puro que me queda. Poco a poco voy retornando a la tranquilidad, en ese momento allí arriba solo se respira paz. Pienso que detras de mí está el altar de los sacrificios. Se escuchan ruidos extraños que rompen el silencio de la noche, decido no volverme, y si es algo terrenal lo que crea esos sonidos ya se marchará y si pertenece al mundo invisible, debo dejar descansar en paz las miles de almas que allí habitan.
Termino el puro y pienso que estar allí en la noche es algo extraordinario, me siento como el conejo de duracell cuando le cambian las pilas. Estoy totalmente cargado de energía y eso se nota, algo flota en aquel ambiente y seguirá flotando durante siglos sin que podamos darle una explicación racional.
Paso lo que queda de noche tumbado sobre la hierba del patio central, mirando las estrellas, como las debieron de mirar los estudiosos mayas desde allí mismo en noches tan claras como esta. Permanezco así hasta que siento los pasos de los primeros turistas, que vienen por el camino principal alborotando y rompiendo la noche mágica que acabo de pasar en el oculto mundo maya.