Las personas nos podemos desanimar fácilmente. Si queremos algo con todas nuestras fuerzas y parece que no lo vamos a obtener, es posible que perdamos la esperanza. Pero el mundo cambia todos los días, y no hay manera de predecir exactamente qué va a pasar o cuándo va a pasar. Lo que podemos hacer es seguir adelante; continuar siendo una persona que contribuye a la felicidad de los demás; una persona que ve lo bueno a su alrededor; alguien que ofrece amor, afecto y apoyo a la pareja correcta.
Ellen ha vivido en Nueva York durante casi diez años. Dice que encontrar una relación en esa ciudad es más difícil que encontrar una silla en el metro en horas pico.
“Todo el mundo pone barreras, todos tienen un horario y una agenda muy apretados. Simplemente es difícil relajarse y tratar de conocer a alguien.
“No hay mucho calor humano porque todo el mundo vive de prisa”, dice Ellen. “La gente invierte tantas horas trabajando que le cuesta trabajo hacer la transición necesaria para socializar. La gente vive a la defensiva. Si uno trata de abordar a un extraño, la reacción es: ¿Quién es usted? ¿Es usted normal?”
Ellen no se ha dado por vencida; es más, está convencida de que las cosas sólo pueden mejorar. “Hace cinco años, tenía una relación bastante seria con un hombre. Confiaba en él. Ya llevábamos saliendo varios meses cuando le dijo al administrador del edificio que era mi esposo, así que éste le facilitó la llave de mi apartamento.
“Se llevó mis joyas y mi equipo de fotografía en mi propio auto... pues encontró las llaves y lo usó para transportar el botín”.
Afortunadamente (para Ellen) se robó otra cosa. “Se llevó también un par de entradas para un concierto. Eran puestos excelentes. Fue así como lo agarró la policía: sentado en mis sillas en un concierto de rock en el Madison Square Garden... con otra mujer.
“Me alegra haber tenido una actitud positiva. Me reí bastante de todo el asunto. No dejé que me perturbara en lo absoluto; sigo saliendo y conociendo gente”.
Al estudiar un grupo de personas durante varias décadas, se concluyó que la capacidad de encontrar una relación feliz no tiene que ver con la edad que se tenga al enamorarse, pero sí con la actitud de la persona frente a las experiencias.
Werner y Smith 2001