Cuando no sabemos una respuesta, o cuando no nos gusta la respuesta, nos sentimos tentados a hacer caso omiso del problema. No prestarle atención a un problema puede ayudar en el momento, pero no es la solución. Uno puede omitir los problemas hasta que se vuelven peores y más difíciles de solucionar. Asuma su relación de pareja con toda su atención y habilidad, de la misma manera como maneja todas las cosas que son importantes para usted.
“Puede que no lo digan muchas tarjetas de felicitación, pero el hecho es que discutir, no sólo el amor, es fundamental para los matrimonios felices”, dice el profesor David Olson, quien ha dedicado su carrera a estudiar las relaciones de pareja, y añade: “Después de todo, sabemos que todas las parejas que se casan están enamoradas. Pero el cincuenta por ciento se divorcian, y lo que mejor predice si van a permanecer juntos es su capacidad de manejar sus discrepancias”.
El profesor Olson señala que la gente tiene que entender que el amor considerado y el conflicto bien manejado son dos lados de la misma moneda. “Amar con propiedad es lo que construye las reservas de cariño que ayudan a las parejas en los tiempos difíciles; saber discutir evita que estas reservas se acaben”.
Al profesor Olson le inquieta que muchas parejas descuiden la parte de las discrepancias, debilitando así la posibilidad de ser felices. Esta preocupación lo condujo a crear un protocolo para consejeros que incluye cuestionarios sobre la relación de pareja (para detectar probables terrenos sensibles) y lecciones que muestran paso por paso cómo hablar cuando hay desacuerdos.
Sus récords son impresionantes. Olson puede predecir con un 85 por ciento de precisión cuáles parejas, que han diligenciado el formulario y están próximas a casarse, se van a separar en tres años. Y en un trabajo de campo, que tuvo una duración de cinco años, las parejas que siguieron las lecciones de comunicación y resolución de conflictos del programa disminuyeron en dos terceras partes el riesgo de divorcio.
Laurie y Dave son una de las parejas que contestaron el cuestionario y que posteriormente recibieron asesoría. Dicen que con esto su relación se fortaleció. Laurie contaba que en relaciones anteriores evadía constantemente las discusiones. “Ésta fue una cuestión muy importante en mi primer matrimonio”, decía. “Siempre tenía que haber un ganador o un perdedor. Por eso empecé a tenerle miedo a los desacuerdos y simplemente los rehuía”.
Esta aprehensión no la abandonó, por eso, junto con Dave trabajaron para vencerla con ayuda de un terapeuta matrimonial y de familia. “Dave me ayudó a darme cuenta de que había otras opciones además de las grandes discusiones”, decía Laurie. Ahora, cuando Dave siente que ella está teniendo problemas para hablar, la insta a que lo haga en lugar de encerrarse en sí misma. “Y creo que nos ayudamos mutuamente a no salirnos de casillas, no importa el tema, ya sea el dinero, la religión, o lo que sea”.
Las parejas casadas que nunca discuten tienen un 35 por ciento más de posibilidades de divorciarse en cuatro años que las parejas que tienen desacuerdos con frecuencia.
Vaughn 2001