Los mejores momentos de la vida nos llenan de felicidad y los más tristes nos sumen en la desdicha, pero el día promedio no nos produce ninguna de las dos cosas. Definimos nuestras relaciones no respecto a los mejores días ni respecto a los peores, sino a los días promedio. Esfuércese por ser un apoyo en los distintos aspectos de la vida en esos días promedio, de esta manera estará proporcionándole a su relación una base sólida.
Bill, Kelly y sus cinco hijos viven en la finca donde Bill creció y donde ayudaba a su padre a cultivar la tierra. Bill siembra maíz y soya. Hace poco aceptó un segundo trabajo como liquidador de seguros de cosechas. Kelly es la administradora de un almacén de la localidad.
El estrés de la agricultura estaba causando estragos en Bill y Kelly. Cuentas altas por pagar y el poco dinero recibido por concepto de las cosechas ponían a Bill malhumorado y otras veces furioso.
“Me enfurezco por cosas sin importancia”, decía Bill. “Si hay algo fuera de su sitio, me pongo furioso; si algo falta por hacer, me pongo furioso”. Como muchos agricultores, Bill se resistía a la idea de buscar ayuda. Era orgulloso e independiente y lo suficientemente recio para hacerse cargo de sus propios problemas (o por lo menos eso creía).
“Miraba por la ventana y me preguntaba: ‘¿Qué voy a hacer para obtener más tierra y así tener una entrada que nos permita vivir?’, y no encontraba ninguna respuesta. Lo que hacía era descargar mi insatisfacción en la familia. Hasta que me di cuenta de que no podía resolver solo mis problemas”.
Bill recibió asesoría de un programa del estado de Minnesota que en un principio se creó para asesorar en cuestiones de agricultura y que con el tiempo amplió su campo de acción hasta el manejo del estrés que sufrían los agricultores.
Tanto Kelly como Bill asistieron a las sesiones de consejería del programa. “Todavía tenemos peleas y preocupaciones, pero nunca como antes”, dice Kelly. Y Bill afirma que está aprendiendo a manejar mejor el estrés: “No me enfurezco como antes”, dice, “ahora pienso antes de reaccionar, pongo las cosas en perspectiva”.
Entrevistas efectuadas a parejas que llevaban muchos años de casadas revelaron que nueve de diez definían su matrimonio no en relación con los mejores o peores acontecimientos de su vida sino en relación con las interacciones y eventos cotidianos.
Appleton y Bohm 2001