Los desacuerdos son inevitables. La estrategia para solucionar inconvenientes de una gran mayoría de personas es arreglar el problema inmediato. Si su pareja se queja de que a usted no le gusta salir a divertirse lo suficiente, usted trata de arreglar el asunto saliendo el siguiente sábado por la noche. Generalmente, sin embargo, los grandes problemas se presentan como simples síntomas. Esto quiere decir que el problema no es qué van a hacer el sábado sino un sentimiento general de aburrimiento que le está pesando a la relación. Si usted sólo se encarga del síntoma inmediato, el problema real seguirá sin solución.
“Es demasiado tonto para hablar de ello”, admite Sam, pero su novia, Laura, era una adicta a la televisión. “Si yo estaba viendo un partido y al mismo tiempo hojeando el periódico, ella agarraba el control y comenzaba a ver otro programa.
“Yo le decía: ‘Estaba viendo un partido’, ella contestaba: ‘No es cierto’, y comenzábamos a discutir”.
Estas desaveniencias continuaron hasta que un día se sentaron a conversar sobre por qué discutían por semejantes temas. Laura le dijo que no entendía por qué él se molestaba tanto. Él contestó que no entendía por qué a ella no le importaban sus sentimientos. Laura afirmó que sólo se trataba de un partido en la televisión. Pero ésa no era la cuestión, contestó él.
Como no resolvieron nada, le pidieron a una persona de confianza que los ayudara. “Mi hermana nos dijo que estábamos suponiendo cosas y pensando sólo en nosotros mismos (que yo estaba viendo la televisión y hojeando el periódico como si el mundo girara a mi alrededor, y que ella estaba cambiando de canales como si yo no existiera). Entonces, comenzamos a pensar en cómo podríamos ser menos egoístas el uno con el otro. Yo aprendí a no prender la televisión a menos que estuvieran transmitiendo un partido que realmente quisiera ver y ella dejó de cambiar de canal cuando entraba al cuarto. Poco a poco, encontramos maneras de ser amables el uno con el otro. Es increíble cómo las pequeñas riñas se terminan cuando uno ve lo importante que es compartir y cuidarse mutuamente, tratarse de la forma como uno quiere que lo traten.
Las parejas que conversan sobre las razones por las que discuten y no sólo por el desacuerdo específico gastan menos tiempo argumentando. Esto quiere decir que las parejas que hablan abiertamente sobre lo que piensan y sienten, tienen un 18 por ciento más de posibilidades de afirmar que sus desaveniencias casi siempre se solucionan y un 12 por ciento más de posibilidades de sentirse satisfechas con su relación.
Palmer-Daley 2001