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Piense más allá del compromiso

Cuando una amiga nos anuncia que se ha comprometido, es posible que los sentimientos de envidia nos invadan. Parece la personificación de la felicidad y la alegría, alguien que tiene una relación amorosa y un plan para el resto de su vida. Frente a un ejemplo como éste, muchas personas podrían preguntarse por qué no tienen ellas una relación amorosa, o por qué no están casadas, o por qué no se sienten tan felices. Pero la época del compromiso es un punto de comparación poco realista. Aquellas personas que se han comprometido están exaltadas por haber tomado una decisión importante, que ya sea para bien o para mal, las llena de expectativas. La energía nerviosa del primer día de colegio y la excitación que se siente cuando se compra una casa nueva son emociones que nacen en momentos únicos. Vivir en la casa nueva, ir al colegio y estar casados son cuestiones completamente distintas a la emoción que las precede.

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Doug y Gloria estaban esperando con ansiedad su matrimonio. El compromiso matrimonial era para ambos un sueño hecho realidad.

Incluso después del divorcio, que ocurrió cuatro años después del matrimonio, Gloria admite que tenían, y tienen, mucho en común. “Creo que nos complementamos en muchos aspectos, pero éramos, y somos, incompatibles. Había demasiados puntos de conflicto”.

Gloria dice que hay que tener cuidado, cuando uno se compromete, con “las ideas que nos metemos en la cabeza sobre la casa perfecta de cercas blancas y la vida glamurosa, pues pueden apabullar la lógica”. Gloria dice: “Ahora veo el matrimonio más como algo que hay que construir y menos como una fantasía”.

De hecho, como escritora, ella ha publicado ensayos que ponen énfasis en esa idea. “Me interesan los extremos viciosos en los que vivimos con frecuencia”, dice. “El compromiso es tanto un cuento de hadas como el divorcio una sentencia de muerte. Después del divorcio ni mi ex marido ni yo nos volvimos anarquistas con pelo verde o algo parecido. Hemos vivido vidas completas y felices, pero no mágicas”.

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Los psicólogos dicen que “la distorsión idealista”, la tendencia a formular supuestos positivos poco realistas de nuestra relación y de nuestra pareja, es por lo menos dos veces mayor durante la época del compromiso que en la época del matrimonio.

Bonds-Raacke, Bearden, Carriere, Anderson y Nicks 2001