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No tenemos las mismas preferencias

Es difícil, a veces muy difícil, descifrar lo que las otras personas están pensando. Como un atajo para lograrlo, miramos nuestros propios pensamientos y sentimientos y suponemos que los del otro son más o menos iguales. El peligro de este hábito es claro: nuestros sentimientos no representan los de todos los demás o, para el caso, los de una persona determinada. Cuando carecemos de una mejor información, proyectamos nuestros propios sentimientos en la otra persona y terminamos ofreciendo una respuesta que corresponde a nuestros propios sentimientos proyectados. Aunque suponemos similaridad porque es lo más fácil, si fuéramos más realistas consideraríamos con más cuidado las preferencias de otros.

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Si los opuestos se atraen, las parejas que tienen una incompatibilidad térmica son caso aparte. Usted las conoce: ella se muere del frío debajo de toneladas de ropa, mientras que en invierno él usa pantalones cortos y camiseta. Es un problema común. Lo importante es cómo se maneja una situación en la que, por razones metabólicas, las dos personas tienen muy poco control.

No importa lo que haga, Tim no siente frío. Su esposa, María, siempre tiene frío. “Pongo la calefacción tan alta como puedo resistirla, mientras ella está envuelta en una cobija, con pantalones y buzo gruesos”, dice Tim.

María ve televisión en el primer piso, cerca a la chimenea, mientras que Tim prefiere ver arriba, que es más fresco, probablemente el mismo programa. Este problema los persigue a la hora de dormir, cuando él quiere bajar el termostato y ella subirlo. “Es gracioso vernos”, dice María. “Es como una operación secreta encaminada a cambiar el termostato. ‘¿Estás tocando el termostato?’ ‘No’, decimos, mintiendo”.

La psicóloga clínica Mary Lou Murray dice que muchas parejas tienen dificultad en ver las cosas desde la perspectiva del otro. “Cuando estamos abrigados, simplemente no entendemos cómo en el mismo lugar y momento, alguien puede tener frío. Tenemos muchas expectativas que empiezan y terminan con nuestra propia perspectiva: cuándo comer, cuándo dormir, cuál es una buena temperatura. Éstos son asuntos de preferencia personal, pero que con frecuencia se aplican a las parejas. Cada persona, sin embargo, debe ser respetada. Cada uno tiene que entender que lo que para uno es extraño de otra persona probablemente es extraño de uno para esa persona”, comenta Murray.

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Tanto en relaciones de pareja como de amistad, más de ocho entre diez personas supusieron que habría una reacción similar entre ellas y los demás, cuando valoraron lo que les gustaba y lo que no.

Watson, Hubbard y Wiese 2000