Las personas que tienen relaciones largas tienen un hábito que las distingue: cuando se les pregunta sobre su pareja no sacan a relucir una larga lista de quejas. No es que sus compañeros sean perfectos, pero la tendencia es a no detenerse en las fallas. De hecho, las personas que tienen relaciones estables no sólo invierten mucho más tiempo en pensar en las cualidades de su pareja sino que ven cosas buenas en sus fallas. Entienden lo compleja que es una persona y se dan cuenta de que todo el mundo tiene características admirables y otras no tanto, pero que en la mayoría de nosotros predominan las admirables.
Roddy Cleary ha realizado docenas de matrimonios civiles desde que una norma histórica entró en vigencia en Vermont, Estados Unidos, que permite que la administración estatal les reconozca a las parejas homosexuales su relación.
Cleary ha oficiado ceremonias en una finca, en un restaurante, en un parque y en la iglesia Unitaria donde ella oficia de ministro. Su esposo, William, también realiza ceremonias civiles.
Roddy y William se describen a sí mismos como “salvaje, insensata y locamente enamorados”. Llevan casados treinta años, y ven que su papel es ayudar a otras parejas a unirse y a demostrar su amor. “Casar parejas enamoradas fortalece nuestra sociedad. El género es accidental; las diferencias pueden ser fuente de fortalezas. Así lo vemos tanto en nuestro matrimonio como en el trabajo”, dice Cleary.
Cuando está oficiando un matrimonio civil, Cleary le dice a los participantes: “Poder compartir el gozo del otro es de lo que se trata el Cielo”. Dice que se convirtió en una decidida abogada de las uniones civiles en parte por su experiencia de quince años como ministro en la Universidad de Vermont. Ella trabajó con “extraordinarios y talentosos estudiantes homosexuales, personas maravillosas que, por el hecho de ser homosexuales, han pasado por un difícil proceso de encontrar su identidad. Las relaciones que han resultado de todo este sufrimiento han sido sometidas a tantas pruebas y son tan perfeccionadas que fortalecen nuestra sociedad”.
Cleary ve tanto su matrimonio como su participación en otras uniones como la expresión última “de ver lo bueno de la gente, atisbar el bien del que todos somos capaces.
“Recibí una carta de un hombre que no quería que su hija se casara con otra mujer, pero me escribió después y decía: ‘Su sentido de la espiritualidad, su evidente placer en encaminar la espiritualidad de nuestra hija, aumenta nuestra dicha’. Y creo que probablemente por primera vez, vio algo bueno en el matrimonio de su hija”.
Las personas que llevan relaciones largas invirtieron cinco veces más tiempo respondiendo a una pregunta sobre las cualidades de su pareja que cuando la pregunta era sobre algo negativo, y tendieron a restarle importancia a estas características negativas.
Murray y Holmes 1999