Luz era contadora y su esposo, Ademar, era escribano. Vivían con sus dos hijos: Juan Pablo y Andrés.
En 1976 la vida de Luz cambió para siempre. En ese momento en Uruguay y en toda Latinoamérica había dictaduras: los países no tenían presidentes ni partidos políticos, un puñado de gente tenía poder absoluto y decidía qué estaba prohibido hacer y decir.
El hijo mayor de Luz, Juan Pablo, vivía en Argentina, luchaba para que volviera la democracia, para que todas las personas tuvieran derechos y pudieran ser libres para pensar, opinar y votar. Así que se lo llevaron preso y nunca más se supo sobre él.
Luz viajó a Argentina, cruzando el Río de la Plata, y comenzó a pedir ayuda para encontrar a su hijo. Allá conoció a otras madres y abuelas que tenían el mismo propósito: saber la verdad. Hablaron con personas que pudieran darles alguna pista, enviaron cartas, juntaron firmas y marcharon en diversos lugares.
Los años pasaron, volvió la democracia, pero cientos de familias siguieron sin saber qué había pasado con sus hijos y nietos.
Firme en su propósito de saber la verdad y que se hiciera justicia por su hijo y por todos, Luz fundó con otras familias la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Luz jamás dejó de buscar a su hijo Juan Pablo. Luego de su fallecimiento se creó en su honor el Observatorio Luz Ibarburu, una red de organizaciones comprometidas con continuar la lucha por verdad y justicia que Luz y otras madres comenzaron hace más de cuarenta años.
20 DE OCTUBRE DE 1924 – 30 DE JUNIO DE 2006
SAN JOSÉ DE MAYO – MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE NATALIA VERA
VERDAD Y JUSTICIA SON DOS PRINCIPIOS IRRENUNCIABLES.
LUZ IBARBURU