XVII

VECINA (2)

¿Y entonces por qué salió al frío a mitad de la noche? ¿Para ver si la jovencita estaba instalada en el balcón? ¿Para que la realidad del frío impidiera que la sensación de irrealidad que lo estaba invadiendo lo dominara y se apropiara de él?

La muchacha vestida de manera estrafalaria apareció poco después que Héctor en el balcón de al lado. Era pelirroja y no debería tener más de veinte años. Fumaba como los que no saben, como los que nunca han aprendido a sostener el cigarrillo como una extensión natural de la mano. Se puso a tararear algo. ¿Un bosanova? ¿Corcovado, Samba de una sola nota? Parecía triste.

A pesar de que no estaban a más de tres metros de distancia, y se miraban de vez en cuando; a pesar de que intercambiaron una sonrisa, Héctor no se animó a dirigirle la palabra. Mucho menos a contarle que estaba en Madrid transmitiendo absurdos recados sobre un pectoral de Moctezuma perdido en la reconquista de México.