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CAPÍTULO 4
¿Quién o qué es el Chupacabras?

—¿Qué vamos a hacer con el señor Calaveras? —pregunta Bobby.

—No sé —respondo, rascándome la cabeza—. Pero por eso estamos aquí en la biblioteca. Tenemos que investigar y decidir cómo lidiar con el monstruo llamado Chupacabras.

—Pero ¿cómo es que una persona puede ser un “chupacabras”? —pregunta Michelle—. Siempre asumí que si el Chupacabras existía, sería algo como un animal desconocido o algo por el estilo … tú sabes, uno que chupa sangre … como un murciélago vampiro.

—Escuché que era un extraterrestre sanguinario —agrega Bobby.

Me refriego la barbilla mientras las rueditas de mi cerebro empiezan a girar.

—¿Cuál es la constante en ambas teorías? —pregunto.

—Que el Chupacabras se alimenta con sangre —dice Bobby.

—Y, ¿qué nos dice eso, Bobby?

—Que tal vez es de origen vampiresco.

—Es probable —digo. Las pruebas claramente indican eso—. Reaccionó de manera violenta cuando le cayó el agua bendita, exactamente como lo haría un vampiro, y se rehusó a exponerse a los rayos del sol.

—Pero el señor Calaveras sale durante el día todo el tiempo —dice Michelle, siempre escéptica.

—Eso es cierto —coincido—. Hemos visto que desde que está aquí, el señor Calaveras como un relojito, sale todos los días a las doce a regar el pasto.

—A lo mejor sólo lo afecta la luz del día cuando está en forma de Chupacabras —sugiere Bobby.

—Buena observación, así es que posiblemente estamos tratando con un humano que se transforma en Chupacabras. Eso quiere decir que el Chupacabaras no sólo es de naturaleza vampiresca sino también de hombre lobo.

—Pero, ¿cómo sucede eso? ¿Cómo puede ser dos cosas a la vez? ¿Cómo es que se convierte un humano en vampiro u hombre lobo? —pregunta Michelle.

—Creo que le tienen que chupar la sangre —digo.

—¿Quieres decir que al señor Calaveras lo mordió otro Chupacabras? —pregunta Michelle, sonriendo.

—Es sólo una teoría —digo—. Y aunque suene tonto en este momento, no debemos dejar de considerarlo.

—Está bien —dice poniendo lo ojos en blanco—. Me parece muy disparatado, Vincent.

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—Escúchame, ¿sí? Uno de los primeros avistamientos del Chupacabras en los Estados Unidos fue en Texas.

Les muestro un libro con un artículo y una foto de un supuesto chupacabras que está siendo perseguido por una patrulla antes de desaparecer en el bosque.

—Recuerdo esa historia —dice Bobby—. Una señora de un pueblo en la frontera de Texas encontró que no sólo habían matado a todas sus gallinas sino que también les habían chupado toda la sangre.

—La historia está aquí —digo, dando vuelta a las páginas del libro hasta llegar al capítulo que trata del incidente—. Pero antes de que esas dos historias tomaran lugar había rumores en Puerto Rico de una criatura llamada Chupacabras. La gente decía que el monstruo podía pararse en las patas traseras como un humano o correr en las cuatro patas como los perros. —Hojeo el libro hasta que encuentro el capítulo que habla sobre la criatura de Puerto Rico y señalo la ilustración basada en la descripción de un testigo. Es un monstruo de ojos rojos y picos en la espalda.

—¿Y qué tal si todas las historias están relacionadas de alguna forma? ¿Qué tal si todos los avistamientos del Chupacabras empezaron a reportarse en Texas cuando el señor Calaveras llegó a los Estados Unidos?

—Entonces, ¿qué estás sugiriendo? —pregunta Michelle—. ¿Que el señor Calaveras es la criatura de los eventos en ese libro?

—Es sólo una teoría, pero es posible … ¿no lo creen?

—Creo que es posible que estés loco de la cabeza —dice Michelle—. Una persona no se puede transformar en un animal, ni mucho menos en un Chupacabras.

—Los mayas creían que los sacerdotes se podían transformar en jaguares —le recuerdo a Michelle—. ¿Por qué no en un Chupacabras?

—Creo que Vincent tiene razón —dice Bobby, haciendo que Michelle vuelva a poner los ojos en blanco.

—Bueno, ¿y? —continúa Michelle—. ¿Cómo luchamos contra él? Más bien, ¿cómo podemos derrotarlo?

—O, ¿matarlo? —pregunta Bobby.

—Parece que el agua bendita lo hirió —les recuerdo.

—Pero, ¿por qué el agua bendita? —reflexiona Michelle—. No es un demonio.

—No lo sabemos … —digo.

—Recuerdo haber leído en un libro que un hombre lobo no es necesariamente malo —dice Bobby—. Que una vez que le muerde, la víctima queda poseída por un demonio en forma de un lobo que por naturaleza mata. ¿Crees que le pasó eso al señor Calaveras?

—No lo sé —le respondo—. Pero sólo hay una forma de averiguarlo.

—¿Supongo que no sugieres que vayamos a preguntarle al señor Calaveras si él es el monstruo chupasangre que ha estado matando a los perros de nuestro barrio? —pregunta Michelle.

—No seré tan franco —le digo—. Usaré la sutileza.

—Vincent, ¿conoces el significado de sutil? —pregunta Michelle.

—No te preocupes. Confíen en mí, amigos, tengo un plan. El señor Calaveras ni se enterará que soy yo.