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CAPÍTULO 11
Se renta casa

—¿Así es que se desvaneció? —pregunta Michelle.

—Justo enfrente de mis ojos —repito por casi treceava vez—. Ya te dije, cuando llegaron las patrullas sólo me encontraron a mí tirado en el suelo al lado de la fuente de agua bendita. Estaba inconsciente.

—¿Adónde se fue? —pregunta Bobby.

—No tengo idea.

—Por lo menos la policía te creyó cuando les contaste que el señor Calaveras estuvo matando perros en su sótano —dice Michelle—. Dijeron que tuvimos suerte de que no nos lastimó y no nos hizo nada peor.

—¿Y qué del Chupacabras que atacó a uno de los vecinos? —pregunta Bobby.

—Dijeron que seguramente fue un animal salvaje que el señor Calaveras tenía encerrado en el sótano. Que tal vez era un lobo.

—¿Un lobo? —dice Bobby incrédulo—. Los tres sabemos que lo que vimos no era un lobo.

—Ya lo sé —digo—, pero no lo podemos comprobar, ¿cierto? Es como dice Michelle: los adultos no nos creerán si no tenemos pruebas.

—Pero, ¿y qué de los animales muertos en el sótano? ¿Con todos los huesos y calaveras? ¿Con la calavera humana? ¿No les importa eso?

—Como dije, culparon al señor Calaveras y al lobo de todo. Dijeron que probablemente estaba alimentando al lobo con los perros.

—Pero no había un lobo —dice Bobby, frustrado—. Si había un lobo, ¿adónde se fue?

—Creen que se escapó con el señor Calaveras. Supongo que para ellos es más fácil creer que el señor Calaveras es un lunático que tenía un lobo asesino como mascota en vez de creer que es un chupacabras que se tranforma y que chupa sangre. Según ellos, el señor Calaveras y su lobo andan prófugos y se les considera extremadamente peligrosos.

—Por lo menos ya se fue el señor Calaveras —dice Michelle, recordándonos que podemos estar agradecidos por eso—. Lo venciste, Vincent. ¡Venciste al Chupacabras!

—Es cierto —dice Bobby—. Tú eres un verdadero luchador contra monstruos.

—No sólo un luchador contra monstruos —agrega Michelle—. ¡Un extraordinario vencedor de monstruos!

Les sonrío a Bobby y a Michelle. Veo que después de todo los convencí. Quién lo diría.

Sin embargo, hay algo que me sigue molestando. El señor Calaveras dijo que no era el único. Que había otros como él y que no sólo estaba hablando de chupacabras. Dijo que todos los monstruos de nuestras historias y mitos eran reales. ¿Qué tal si estaba diciendo la verdad?

—Mira —dice Bobby viendo que una van se estaciona en la cochera de la calle Duende 666. Vemos que del vehículo se bajan cuatro hombres con overoles negros cargando baldes y artículos de limpieza. El más alto, un hombre algo obeso y sin afeitar, empieza a quitar la cinta policial que rodea la casa.

—Supongo que ya terminaron con la investigación —dice Michelle.

Otro hombre saca un anuncio de la parte trasera de la van. Camina hacia el jardín de enfrente y empieza a martillar el anuncio en el suelo. El anuncio contiene tres palabras en mayúsculas y negrilla:

SE RENTA CASA

—Me imagino que alguien se tendrá que mudar a esa casa —dice Bobby—. Me pregunto quiénes serán los nuevos vecinos.

—O qué serán —susurro.

—¿Dijiste algo, Vincent? —pregunta Michelle.

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Muevo la cabeza. —Nada importante. Caminemos a Kenny antes de que se oscurezca. Así podremos ver más de cerca al equipo de limpieza.

Estaré listo para recibir a quienes se muden la calle Duende 666. Después de todo, soy Vincent Ventura … el extraordinario luchador contra monstruos.