Amor de grajos
(Müritz, 1923)

Es dorada y pareciera siempre quieta

la arena del mar donde la suave planta

de los niños hebreos berlineses dibuja su huella.

Lo último y más hermoso del sol

baña la espaciosa estancia

donde la muchacha

de ojos escondidos por los largos cabellos

se ocupa de escamar pescados

y de otros menesteres así

en la oscuridad que comienza.

«Manos tan suaves

y trabajo tan sangriento» dice

Franz Kafka oscilando las palabras.

Llamea en la penumbra el rostro

de Dora Dymant, Dora Dymant

mueve la cabeza de grajo,

la gran cola, y hace una venia

al compañero de su vida.

¡Luz, luz verdadera antes de la noche!