estaba tratando de controlar mi respiración e ignorar el sentimiento de decepción, no tenía que ponerme así. Matthew me había llamado para cancelar nuestra cita, disculpándose porque no podría venir, ya que entre los planes de su madre había una comida familiar. No me enfadé, tenía que entender la situación, pero no negaba que me sentía triste.
Pensé en hablar con Zev para continuar con mis planes. Sin embargo, decidí no hacerlo. Él, sus hermanos y su madre estaban retomando esas salidas que hacían con su padre. Comenzaba a ponerse todo en orden, el proceso legal todavía era algo que no se concretaba. Apenas ayer por la noche me había contado por mensajes que había salido con su padre el fin de semana anterior, y el señor no tenía intenciones de regresar. Eso era oficial.
Zev lo tomó de la mejor manera y prefirió ya no opinar sobre la vida de su padre. Lo único que le pidió fue que no se alejara de sus hermanos, sobre todo de Alex, a quien, al ser el menor, la separación le afectaba más. Por otro lado, su madre quería estar mejor.
Pasé ambas manos por mi rostro y suspiré con pesadez. Ahora no tenía ningún plan para evitar aburrirme. La casa estaba vacía, mi madre seguía en su oficina de trabajo y no llegaba hasta las ocho de la noche porque siempre tenía que ver los expedientes de sus pacientes para valorar sus avances. Esto era lo malo de ser hija única, no tener a nadie que te haga o a quien hacer la vida un desastre, pero que no te haga sentir tan sola como el pan de sándwich que nadie quiere.
Caminé hasta la cocina para abrir la nevera y ver qué podía comer por entretenimiento. Me prepararía algo y me iría al salón a ver algún programa sin sentido de la televisión. Saqué mermelada de fresa, dulce de leche, chispas de chocolate y crema de cacahuete; cerré la puerta de la nevera, bajé el pan y las tostadas y lo llevé todo a la mesita baja, me senté en posición de loto en el suelo y encendí la tele. Con una cuchara comencé a untar crema de cacahuete en uno de los panes y después mermelada, y repetí con todas las mezclas. Muchos dirían que esto era extraño o incluso asqueroso, pero el sabor resultaba especial. Unos golpes suaves en la puerta principal me dieron una pequeña esperanza de que fuera Matt. Me levanté tan rápidamente del suelo que ni siquiera me di cuenta de que llevaba en mi mano la cuchara y el trozo de pan, puse el trozo de pan entre mis labios y abrí la puerta.
Las esperanzas fueron sustituidas por una pequeña sorpresa al ver a Luke parado enfrente de mí. Fruncí el entrecejo y él elevó una de sus cejas acompañando su rostro con una sonrisa de lado.
—Quinientos tres. Mis cuentas fueron malas.
Eso fue lo primero que dijo.
—¿Ah?
—El total de discos de vinilo.
Mis ojos se abrieron, sorprendida.
—¿Qué? Luke, son muchísimos, ¡¿de dónde sacaste tantos?!
—Mi padre es fan de los vinilos, pero dejó de ponerlos y preferí quedármelos —explicó—. Aunque no están en mi habitación, los ha metido en el garaje y fui a contarlos. Me llevó mucho tiempo, no creí que fueran tantos. Fue alrededor de todo un día.
—Te dije que tenías una obsesión loca. Eso no es bueno…
Él se encogió de hombros. Le di un mordisco a mi pan y su gesto burlón apareció.
—¿Estás cocinando?
Negué con la cabeza e hice un ruido. Él rio y con una de sus manos tomó el pan de entre mis labios y lo quitó. Con la yema de su dedo pulgar limpió la comisura de mis labios y el ardor se apoderó de mis mejillas. Luke miró el pan y frunció las cejas.
—¿Es cacahuete con mermelada?
—Ahm… —Estaba desconcertada por el simple hecho de su acción y de igual manera por tenerlo aquí. Sacudí todos los pensamientos de mi mente y me obligué a mí misma a volver a la realidad—. Sí, es una mezcla…
—Rara —interrumpió completando mi frase, asentí y él se encogió de hombros—. Es deliciosa.
—¿Deliciosa?
—A mí me gusta —explicó, sin nada más, y le dio un mordisco al pan.
—¡Hey! —me quejé—. Era mío.
—Era —recalcó. Le saqué la lengua y sonrió—. Infantil.
—¿Qué haces aquí? Creí que estabas enfadado conmigo por lo que pasó en el instituto.
—Tu torpeza es algo que no puedo evitar… —habló desganado—. Fui a la casa de un amigo y tomé este camino, me acordé de que tu casa quedaba por aquí y decidí tocar la puerta para ver qué sorpresa me traía la vida —explicó diciendo lo último con ironía.
—Se supone que no tienes amigos —ataqué. El chico solo chasqueó y mordió de nuevo el pan.
Divisé por encima de su hombro que su moto estaba aparcada y comprendí todo. Nadie más dijo nada y ahí nos veíamos de nuevo en silencio, yo mordiendo el interior de mi mejilla y solamente el ruido de él masticando. Di un suspiro profundo y hablé:
—¿Vas a pasar?
—En realidad se me ha ocurrido una idea, ¿quieres venir? —sugirió dando el último mordisco al pan.
—¿Adónde? —inquirí.
—Solo ven —insistió dándose la vuelta y caminando hacia su moto.
Tuve que pensar rápidamente qué hacer, pero al final acabé regresando al salón para apagar la televisión, dejar la cuchara, tomar mi móvil y salir de casa.
—Estoy casi en pijama —me quejé.
Luke se dio la vuelta y me miró neutro.
—Te ves bien con cualquier cosa, al menos para mí. —Se encogió de hombros y se montó, extendiéndome el casco. Mis mejillas tomaron un color carmesí y reprimí una sonrisa cogiéndolo—. Sube, solo intenta no recargarte en mi espalda.
Le hice caso a su indicación un poco dudosa, pasando mis manos por su cadera y sin apoyar mi rostro en su espalda. Todavía sentía algo de inseguridad, no por parte de él, sino de las personas que venían en dirección opuesta.
Iba a oscurecer en unos pocos minutos y tenía que avisar a mi madre si no quería otro castigo. Luke detuvo la moto poco a poco mientras frenaba y aceleraba a propósito.
—¡No hagas eso! —lo regañé tajante.
—Es divertido sentir cómo te sujetas a mí aún con más fuerza. —Soltó una carcajada y le di un manotazo en la espalda.
Él emitió un quejido deteniéndose por completo y sentí sus músculos tensarse. Entonces mi rostro cayó con culpabilidad al entenderlo todo.
—¿Lo hizo de nuevo? —susurré.
Luke no dijo nada, seguía con sus manos en los extremos de la moto, pero apretando tanto el manillar que se notaban las venas en ellas. Me sentí mal, al igual que sentí el enfado e impotencia emanar de mi cuerpo. Detestaba saber que Luke estaba en un mal momento y yo no podía hacer nada. Había cosas que aún no entendía, pero tenía claro que su padre no debía golpearlo hasta lastimar su piel ¿Qué ocurría por la cabeza de ese hombre?
Me bajé de la moto y me puse a su lado.
Su rostro estaba caído mirando hacia el suelo, puse mi mano sobre su hombro y sus músculos se relajaron. Una lágrima descendió por su mejilla y mi corazón se rompió.
—Esto no estaba entre mis planes —murmuró.
—¿Qué cosa? —pregunté sin entender.
—Que me vieras así, enterarte de que no he tenido una buena semana para nada —me explicó alzando la mirada hacia mí—. Prefiero no hablar de eso, de verdad que no. —Movió su cabeza y pasó el dorso de su mano por sus ojos—. ¿Cómo te ha ido con Jones?
—Tampoco quiero hablar de eso —admití.
—¿Por qué? Ha sido espectacular la forma en que te pidió que fueras su novia —admitió con una sonrisa de lado—. Me alegra que seas feliz con él, lo digo en serio, al menos no todo son caras tristes.
No tenía nada que decir ante sus palabras, me sentía incómoda hablando del chico pelirrojo, no podía negar que estaba feliz por ser su novia. Había deseado tanto serlo, pero ahora que por fin lo era no me sentía tan bien, y creo que al negarse a verme me hacía sentir más atracción hacia él.
—No es lo mismo, ¿sabes? —Me abracé a mí misma y le dediqué una sonrisa torcida.
Luke se bajó de la moto y se me acercó a tan solo unos centímetros; observando bien la escena y el momento, él era casi dos cabezas más alto que yo, siempre lo había sido.
—¿Tan incómodo es el tema? —murmuró con la voz ronca enviando una sensación de electricidad por todo mi cuerpo—. ¿O lo es el momento?
No podía articular ni una palabra, mis ojos miraban fijamente los suyos sin parpadear, y no podía hacer otra cosa que respirar y parpadear.
—Luke…
Apenas susurré cuando sus labios tocaron los míos de nuevo. Sabía que tenía que detenerme, decirles a mis pies que se alejaran, a mi mente que reaccionara, y a mis labios que no se movieran, pero me olvidé de todo ello cuando el contacto de los dos era uno solo. Otra vez nos movíamos al compás sintiendo el mundo detenerse y solamente a nosotros dos moverse. Tranquilo, pero arrollador, así era este sentimiento que sentía y así era Luke.
Él se detuvo y alejó su rostro unos centímetros de mí, lamió su arito mirándome y elevó una de sus manos a mi mejilla para acariciarla con la yema de su pulgar.
—Hasley —pronunció lento y suave—. Nos estamos destruyendo de la forma más hermosa y bella que hay, ¿te das cuenta?
—Creo… —susurré todavía tratando de asimilar lo que había dicho.
—Estamos creando nuestro propio boulevard, solo que este tendrá un final para uno de nosotros, y déjame decirte que no me arrepentiré.
Y volvió a unir nuestros labios, creando una perfecta tormenta de dudas y preguntas sin respuestas en mi cabeza.