una vez más tiré del brazo de Luke intentando que entrara y él soltó un quejido, musitando entre dientes que estaba loca si creía que él iba a entrar allí.
—Oh, vamos —supliqué de nuevo.
—Nunca he entrado a una iglesia o, bueno, quizá sí, pero no quiero hacerlo ahora —indicó, y ordenó—: ¡Suéltame!
—Lo harás —sentencié, y me miró durante unos segundos.
—No sé para qué demonios quieres que entre —bufó—, pero está bien.
Soltó un suspiro y se liberó de mi agarre, sin rechistar más entró. Caminó entre el pasillo del lado derecho y optó por sentarse en uno de los asientos del fondo, intenté no decir nada al respecto, al menos había tocado el suelo de la iglesia.
—Es una cita, bobo —articulé mirándolo con una sonrisa.
—Entonces esta es la cita más rara que he tenido en mi vida —confesó en un murmullo.
—Silencio —susurré, y besé su mejilla.
Él alzó las manos y miró hacia el frente.
Ni siquiera yo tenía ni idea de por qué lo había traído hasta aquí, pero al menos los dos escucharíamos la misa y, de alguna manera, esto era gracioso para mí y molesto para él, comenzábamos a fastidiarnos mutuamente.
Toda la misa pasó entre preguntas y gruñidos por parte de él, aunque en un determinado tiempo todo terminó y Luke salió de allí como si su vida dependiese de ello.
—Weigel, tienes prohibido hacer citas para nosotros —indicó caminando con cierta rapidez.
Puse los ojos en blanco y traté de seguir su paso por detrás, caminaba demasiado rápido para mí; mis zancadas eran muy pequeñas en comparación con las suyas.
—¡Howland! —grité para que se detuviera y lo pudiese alcanzar.
—Esta me la vas a pagar —amenazó mirándome con recelo.
—Me gusta cuando te enfadas —le vacilé.
Luke me regaló una sonrisa cínica y me rodeó para abrazarme por detrás; pasando su brazo por mi cuello, rozó su barbilla por encima de mi cabello haciendo pequeñas cosquillas y haciendo que yo me removiera.
—Esto es por lo que has hecho.
Y, antes de que yo pudiera comprender lo que hacía o al menos hablar, él mordió mi mejilla.
—¡No! —chillé, y dio una gran carcajada.
—Y este es el comienzo.
Sonrió con picardía, metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y, de nuevo, comenzó a caminar.
Moviéndome incómoda entre mis sábanas, una voz cálida sonó cerca de mi oído; ignorando por completo el acontecimiento, me enredé más entre mi sábana. Sin embargo, no pasó ni un minuto cuando sentí mi cuerpo siendo sacudido por alguien tomando de mis hombros.
—Weigel, despierta —dijo cantando.
Entreabrí mis ojos con pesadez para ver a una persona sobre mí.
Quise entrar en pánico hasta que su voz hizo presencia de nuevo, la poca luz que entraba a mi habitación hizo que pudiese verlo. El cabello rubio de Luke desprendía brillo gracias al umbral de la luna, sus ojos se cernían por toda mi cara y una sonrisa se plasmaba en la suya.
—¿Qué haces aquí? —murmuré soñolienta pasando mis dedos sobre mis ojos.
—Acompáñame, vamos —indicó levantándose de la cama.
Aún un poco aturdida, lo miré con el ceño fruncido. Estiré mi brazo hasta tomar mi móvil entre mis manos para poder ver la hora. Él debía de estar bromeando.
—¡Son las tres de la mañana! —grité en un susurro—. ¿Esta es tu venganza? ¿Hacer que me castiguen?
—Quizá —dijo cínico—. Aunque eso lo hace más emocionante —sonrió divertido—. ¡Ven!
—¿Cómo entraste? —le pregunté.
—Tu madre debería cerrar la ventana de la cocina —mencionó dirigiéndose a la puerta, pasó una de sus manos por su cabello intentando arreglárselo y negué.
—¡Estás loco! —chillé bajo, y le dio una pequeña risa—. ¡Guarda silencio, Luke!
—Apresúrate, Weigel —ordenó saliendo de la habitación.
Pasé la lengua por mis labios unas cuantas veces para poder asimilar que Luke se encontraba en mi casa a las tres de la madrugada, había entrado por la ventana y me estaba pidiendo que lo acompañase a no sabía dónde. Esto era una completa locura, el chico estaba mal de la cabeza en esos instantes.
Sin embargo, mi mente echó todo hasta el fondo, y no me pude echar atrás cuando me levanté de la cama y me dirigí directa a mi armario; con rapidez me puse la ropa que tenía a mano y haciéndome una coleta fui en busca de Luke. Pude encontrarlo de pie cerca de la ventana que se encontraba en la cocina, su silueta se distinguía por la tenue luz que le aportaba la calle.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté entrecerrando los ojos por el ardor que causaba aún el efecto del sueño.
No contestó, solo obtuve como respuesta por parte de él ver cómo salía por la ventana; me quedé incrédula ante su acción y estúpida con la pregunta en la boca, pero me sentí aún más cuando crucé de igual manera la ventana, era tan patética en los casos donde se involucraba Luke, me estaba insultando mentalmente por ello y ya me veía enfrente del chico nuevamente.
Aún ignorándome comenzó a caminar en dirección a la calle y, siendo muy evidente, lo seguí con pasos pequeños. Si mi madre viese esto, ahora mismo me estaría encerrando en mi habitación, y aunque cabía la posibilidad de que me castigara, ahí estaba, caminando al lado del rubio. Supe hasta dónde llegaríamos cuando pude observar su motocicleta aparcada sobre la acera, aquello podía ocasionarle una multa.
—¿Adónde se supone que vamos? —inquirí tomando una posición firme y cruzándome de brazos, pero, una vez más, volvió a ignorarme. Irritada, hablé tajante—: Demonios, Luke, dime.
—¿Ya te he dicho que haces demasiadas preguntas? —En cambio, él parecía tan divertido y fresco. Metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y prosiguió—: Solo déjate llevar por el momento —dijo, pero, al ver que mi expresión no cambiaba, decidió volver a hablar—. Hey, ¿confías en mí?
Di un gran suspiro y deshice el cruce de mis brazos.
—Luke, lo hago…
—Entonces solo confía, créeme que lo que menos quiero es que te ocurra algo —musitó interrumpiéndome con una mueca en su rostro.
—Está bien —accedí rendida y, así, él sonrió dejándome ver aquel hoyuelo que tanto me gustaba.
—Sube —me indicó.
Él lo hizo primero para después hacerlo yo de igual manera, pasé mis manos alrededor de su abdomen y enredé mis dedos para poder sentir un poco más de seguridad. Luke soltó una pequeña risa cuando coloqué mi mejilla sobre su espalda, y volví a sentir la pequeña vibración de esta.
—Conduciremos lo más lejos que podamos, donde solo estemos tú y yo. —Terminando de decir esas palabras, aceleró y comenzó a conducir por las calles oscuras y un poco vacías de la ciudad. El aire frío erizaba mi piel, creo que ponerme unos shorts no había sido una buena opción, aunque la chaqueta sí lo fue. El frío de la noche caía sobre nosotros aportándonos sensaciones poco agradables.
Fue un largo recorrido, y lo supe cuando me di cuenta de que estábamos fuera de la ciudad, los árboles deshojados se mecían y el único sonido que podía oír era el del viento colisionando contra nuestros cuerpos, así como el que producían las llantas rodando sobre el duro pavimento de la carretera.
La moto se fue deteniendo poco a poco, hasta que Luke tuvo que poner su pie en el suelo para poder sostenerla y bajar el soporte. Dudosa, ante todo, mordí mi labio y bajé de igual manera, él aún seguía en la misma posición.
—¿Ocurre algo? —pregunté dejando que el tono preocupado en mi voz se hiciese presente.
—Se ha calentado el motor. —Me miró con una sonrisa torcida y yo le devolví una mirada incrédula—. Tendremos que caminar.
—¿Qué? Debes de estar de broma.
—Claro que no. Vamos, Weigel —animó bajándose.
—¿Dejarás tu moto aquí? —gesticulé aún sin creer lo que decía.
—Trataré de adentrarla un poco más entre los árboles —explicó comenzando a moverla—. Espérame un momento.
Opté por no protestar, tenía la certidumbre de que, si decía siquiera algo, él lo pasaría por alto, eso había estado haciendo desde que me había despertado, ignorando mis peticiones y preguntas. No tenía idea alguna sobre qué era lo que intentaba hacer o lograr, pero qué más daba. Mi lado capcioso evaluaba los movimientos del chico, el lugar parecía un sitio demasiado lúgubre, teniendo como medida la sensación de miedo por mi parte.
Si esa era su venganza por hacerlo entrar a la iglesia, estaba en un momentáneo instante desquiciado. Esto podría ser peligroso, pero, por supuesto, a Luke Howland no le estaba importando en absoluto.
El rubio desapareció de mi vista y no pude evitar expulsar un jadeo de pánico ante la situación; intentando calmar mis pensamientos, exhalé e inhalé varias veces; cuando volví a ver la figura del chico acercarse a mí, sentí de nuevo la sensación lúcida de mantener en calma mi respiración y mi ser.
—Vamos. —Movió su cabeza hacia el frente indicando que caminara con él.
—Siento que en cualquier momento saldrá alguien y nos matará —dramaticé, y Luke rio.
—Deja de ver películas malas —se burló, y pasó su brazo sobre mis hombros.
—Estaré toda mi vida castigada si mi madre se da cuenta.
—Valdrá la pena. —Se encogió de hombros.
—Tal vez —susurré, y él puso los ojos en blanco.
Dos horas. Habíamos pasado dos horas caminando por aquella carretera y aunque mis pies comenzaban a doler lo pasaba por alto. Luke sacaba conversaciones haciéndome reír, el cielo oscuro comenzaba a aclararse poco a poco y el frío aire dejaba de ser tan tenso.
—¿Pasarás Nochebuena en tu casa? —preguntó pateando una piedra. Mecí nuestras manos entrelazadas antes de responderle. Basándome sobre todo en lo que mi madre me comentó que haríamos en Navidad, le respondí:
—Supongo que sí, mi madre me dijo que haríamos una pequeña cena para las dos. —Me encogí de hombros.
Él solo asintió haciendo un ruido extraño con su boca.
En silencio, seguimos caminando sin dirección alguna, el aire que se colaba entre nuestros cuerpos era el juicio de la diminuta brecha que había allí. Fue entonces cuando Luke decidió romper el no tan agradable silencio.
—Hasley… ¿Extrañas a tu padre?
Sinceramente no me esperaba una pregunta de tal magnitud, ni siquiera se me había pasado por la mente que Luke se dignase a preguntarme sobre aquel hombre, pero, ahora, en lugar de pensar en lo personal que había sido esa pregunta, me encontraba divagando sobre la respuesta.
—No sé —murmuré cabizbaja—. Supongo que no… He vivido más de quince años sin él, creo que ya me acostumbré.
—Sé que mi pregunta fue indiscreta, pero necesitaba preguntar, simple curiosidad.
Reí por lo bajo acordándome de que esa era la razón por la cual lo había conocido.
Luke se detuvo haciendo que yo lo hiciera de igual manera, dando un pequeño paso hacia mí, llevó nuestras manos entrelazadas hasta su pecho y dio leves caricias con su pulgar a mi mano.
—¿Y lo has necesitado en algún momento?
Tragué saliva y dejé que un suspiro saliera de entre mis labios.
—Sinceramente, sí, hay ocasiones en las que necesito un apoyo paternal. A veces me he preguntado cómo se sentirá tener el amor de un padre.
—Vaya, y yo que huyo del mío —ironizó poniendo los ojos en blanco.
—Hey, Luke… —Golpeé levemente su hombro con mi mano libre.
—Estábamos hablando de ti —recordó—. Créeme que tu padre perdió a una persona demasiado valiosa.
Sentí cómo me sonrojaba, y tuve la necesidad de bajar la mirada. No me sentía mal o melancólica en estos momentos hablando de mi padre.
—Lo mismo pienso, pero con mi madre —admití chasqueando la lengua—. La adoro, Luke.
—Y ella a ti —susurró cerca de mi oído—. ¿Qué edad tenías cuando se fue tu padre?
—Justamente cuando yo cumplí los dos años. —Inflé una de mis mejillas y proseguí—: La casa parece vacía a veces, hay momentos en los que mi madre se siente sola y yo también, pero lo hemos superado juntas.
—Hasley, no estás sola, lo sabes, ¿verdad? —Alzó su vista azulada hasta la mía y observó con sus pupilas mi rostro—. Quizá te sientas así, pero nunca lo has estado y quiero que tengas en cuenta desde ahora que no lo vas a estar, estoy aquí y siempre lo estaré, solamente para ti.
Sentí mis ojos aguarse y no pude sostenerle más la mirada. Luke llevó mi rostro a su pecho y murmuró algo que no pude entender porque me encontraba pensando, pensando en tanto.
Me daba cuenta en ese instante de que Luke daba y hacía todo por mí, desde que nuestros sentimientos se encontraron él trataba de que yo estuviese bien y feliz, sin que nada me dañara, y, aunque no siempre podía, admitía que hasta ahora había hecho lo suficiente.
—Prometo ser el hombre que siempre te protegerá —susurró—. Tal vez no sea el último hombre en tu vida, pero sí el primero y el que te amará más que a su propia vida.
Eso hizo que lagrimeara más y me sintiera la persona más afortunada de este mundo.
—Te quiero… —murmuré entre lágrimas.
—Yo lo hago aún más —contestó besando mi cabeza por encima de mi cabello. Se mantuvo unos segundos más así, hasta que volvió a hablar—. Tengo una idea… —canturreó—. Pasaré la Navidad con vosotras.
—¿Qué? —solté incrédula—. Estás loco, no puedes dejar a tu madre. Luke frunció los labios y asintió de mala gana.
—En eso tienes razón, pero… —Limpió mis mejillas, que tenían esparcidas unas cuantas lágrimas, y continuó—: Voy a tu casa y después me acompañas a la mía, podría presentarte a mi madre, igual a mi hermano mayor y su esposa —dijo con cierta emoción.
—¿Y tu padre? —inquirí una vez que me calmé un poco, fruncí mi ceño y él bufó, sabía que no le agradaba la idea y tampoco a mí, pero, después de todo, él estaría ahí y era su padre.
—Bien, conocerás al gran Jason Howland. —Puso los ojos en blanco y comenzó a caminar de nuevo conmigo a su lado.
—Luke —lo llamé, y él hizo un pequeño sonido con la boca indicando que yo continuara—. ¿En serio quieres que tu familia me conozca?
—Por supuesto que sí —dijo con una sonrisa—. Quiero que conozcan mi fuente de esperanzas y felicidad, pero, sobre todo, a la futura madre de mis hijos.
Mis mejillas empezaron a arder y no pude evitar soltar una gran carcajada. Luke me miró con los ojos entrecerrados y traté de calmarme.
—¡Ay, Dios! —Una vez más, reí—. No empieces con tu futuro prometedor.
—¡Oye! No es un futuro prometedor.
—¿Ah, no? —Arqueé mis cejas y le regalé una sonrisa—. Pues ¿qué es? —Luke, sin detener nuestra caminata, me miró penetrante y alzó la comisura de sus labios, tratando de disimular una diminuta y disimulada sonrisa, para después hablar y dejarme perpleja.
—Un sueño.