Te invito a mi fiesta”, decía la invitación. Y tenía dibujados a todos los planetas con gorro de fiesta, entre globos y serpentina. Incluso Plutón aparecía.
Venus le mostró a Tierra la invitación, porque iba dirigida a todos los de ese lado del cinturón de asteroides.
—No podemos faltar —le dijo.
—Sí, lo sé. Pero son días complicados para mí.
Venus no dejaba de mirar el dibujo en donde aparecían todos. Incluso Plutón.
—Tú siempre tienes días complicados —refunfuñó Venus.
—Ya quisiera verte soportando, como yo, una plaga que nunca duerme de un tirón. Cuando en un hemisferio por fin se han puesto la piyama, en el otro ya están brincoteando como chapulines con telele. Es terrible.
—¿Qué son chapulines? —dijo Mercurio abanicándose el rostro a causa del tremendo calor que siempre sentía.
—No me hagas empezar, Tierra, que no me tienes tan contento —dijo Marte, metiéndose en la plática—. Tus pulgas no dejan de saltarme todo el tiempo. A ver si cuando te rascas apuntas en otra dirección.
—¿Qué son pulgas? —preguntó Mercurio.
—¡Woof! —dijo Luna.
—Y tú no me hagas reír, Marte —se burló Tierra—. Una sondita de nada y ya te estás quejando. Quisiera que aguantaras el carnaval de Río en plena barriga para que vieras lo que es bueno.
—¡Silencio! —gritó Venus—. Están perdiendo el punto. Vamos a ir a la fiesta de Neptu. Y fin de la discusión.
—¿Cuántos cumple? —dijo Marte, interesado.
—Uno.
La carcajada fue general. Incluso Luna se rio; y luego se echó de espaldas para que Tierra le rascara la pancita, cosa que no ocurrió. Venus arremetió contra todos.
—¡Justo por eso no podemos faltar! —exclamó—. Pobre Neptu. Tanto tiempo esperando este día y ustedes salen con sus cosas. ¿Tú qué tienes que hacer, Mercurio?
—Yo… este… pues tengo otra fiesta de cumpleaños, Una mía, por cierto. ¿Quieren ir?
—¿Otra fiesta tuya? Ya chole —dijo Tierra.
—¿Y tú qué tienes que hacer, si se puede saber, señor don “Polos achatados”?
—Grrrrr —le gruñó Luna.
—No te metas conmigo, enano —se quejó Tierra—. Hay mundial de futbol en mi Sudáfrica. De lo poco bueno que hace la gente cuando no pelea. Así que no pienso perdérmelo.
—Ciento sesenta y cuatro, Tierra —recalcó Venus—.
Ciento sesenta y cuatro cumpleaños has tenido desde que Neptuno fue descubierto, en 1846. ¿Y vas a salir con que no puedes ir a su fiesta solo porque quieres ver rodar un garbanzo por tus rodillas?
—¿Qué es garbanzo? —preguntó Mercurio.
De repente todos se pusieron serios. La mirada de Venus era como para callarte la boca.
—¿Saben quién sería incapaz de faltar, insensatos? —dijo Venus—. Plutón. ¿Y saben por qué? Porque cuando lo bajaron de categoría, Neptu fue el primero que le dio apoyo. Aún recuerdo cuando lo llevó aparte y le dijo: “Para mí siempre serás un planeta, amigo”.
Para callarte la boca, en serio. Todos miraron la invitación en la que estaban dibujados, incluyendo a Plutón.
Al final, de todos modos en ese mundial México ni pasó al quinto partido, que era el favorito de la Tierra, por eso no le importó habérselo perdido.
Y Neptu se la pasó a todo dar. Aunque a Saturno se le subió el ponche y, por andar payaseando, tiró con sus anillotes el pastel al suelo.