CAPÍTULO CUATRO

SOBRE EL RÍO

Libro de Jesúa

Josué libró la batalla de Jericó, Jericó, Jericó

Josué libró la batalla de Jericó

Y las murallas se vinieron abajo.

ESPIRITUAL AFRONORTEAMERICANO

Y así sucedió, cuando el pueblo oyó el sonido de la

trompeta, y la gente gritó con toda su fuerza, las

murallas cayeron derrumbadas y la gente entró en

la ciudad.

JESÚA 6.20

En los perversos días de la música disco, hordas de “gente linda” hacían cola frente a Studio 54 esperando, rogando, y suplicando ser admitidos en el club más notorio de Nueva York. Muchos se sentían desolados cuando el todopoderoso portero no les permitía entrar. Simplemente no estaban entre los seleccionados, no formaban parte de “los elegidos.”

Sin olvidar esa perspectiva, imagínese la desilusión que habría experimentado si, luego de esperar cuarenta años para entrar en un lugar, en el último segundo le dijeran: “Lo lamento. Usted no es lo suficientemente bueno para entrar aquí.” Básicamente, eso fue lo que les pasó a los hebreos que abandonaron Egipto guiados por Moisés. Cuando Moisés murió a los 120 años fue enterrado en un lugar que sólo Dios conoce. Ni Aarón ni él pudieron entrar en la Tierra Prometida, ni tampoco pudo hacerlo el pueblo israelita escapado de Egipto debido a sus pecados y quejas constantes en el desierto. Finalmente, los israelitas obtuvieron permiso para “conquistar” la Tierra Prometida luego de cuarenta años de espera. El Libro de Jesúa—un relato que ha soportado considerables revisiones—narra la historia de esa “Conquista.” Las evidencias proporcionadas por el Libro de los Jueces, y los descubrimientos arqueológicos de este siglo, demuestran que la conquista de Canaán por los israelitas no fue la gran guerra santa de la que hace alarde el Libro de Jesúa.

Jesúa—el líder militar que Moisés eligió como su sucesor—fue el autor del libro según la tradición. Sin embargo, la mayoría de los eruditos modernos creen que el Libro de Jesúa es una combinación de diversas fuentes. El único hecho ampliamente aceptado es que los pasajes más antiguos del texto, que podrían datar del año 950 AEC, fueron reescritos en su totalidad en el siglo VII AEC. Posteriormente, probablemente después del año 500 AEC, alguien revisó y reescribió la segunda mitad del libro, casi totalmente dedicada a temas relacionados con el sacerdocio.

El Dios de Jesúa es una deidad puramente nacionalista, un Dios Guerrero aparentemente alejado del Señor que, apenas unos capítulos atrás, había ordenado a Israel amar a su prójimo en el Levítico. El tema central del Libro de Jesúa es que Dios guiará a su pueblo a la victoria si los israelitas observan la ley, pero se apartará de ellos si niegan al Señor.

RESUMEN DE LA TRAMA: LA CONQUISTA DE CANAÁN

Como tantos otros relatos de guerra, el Libro de Jesúa no es agradable de leer. La historia comienza con el milagroso pasaje de los israelitas sobre el río Jordán, cuyas aguas dejan de fluir temporalmente, y el sangriento saqueo de Jericó. Continúa con el avance de los ejércitos hebreos sobre las montañas para tomar la ciudad de Hai, y da testimonio de una cruenta batalla contra los reyes de otras cinco ciudades cananeas. Los israelitas demuestran ser absolutamente despiadados, tal como da cuenta la violenta devastación de Jericó y Hai. Una última batalla en el norte da por resultado la destrucción completa del poder cananeo en Palestina. Luego de una breve síntesis de las victorias de Jesúa, el libro describe la división de la tierra entre las distintas tribus.

¿Cómo una prostituta ayudó a destruir Jericó?

Antes de guiar a los israelitas rumbo a Canaán, Jesúa envió a dos espías a observar la zona, y particularmente la ciudad de Jericó. Apenas llegan a Jericó, los espías van directamente a la casa de Rahab, una ramera, quien los esconde del rey de la ciudad. Los espías prometen a esta “puta santa” que cuando los israelitas conquisten Jericó, Rahab y su familia serán salvados. Para que no haya errores, ella deberá atar una cuerda roja en el frente de su casa y reunir allí a su familia.

Los espías regresan con Jesúa y, tras acampar en las orillas del río Jordán durante tres días, las tribus deciden cruzarlo. Cuando los sacerdotes que portan el Arca de la Alianza tocan las aguas, el río deja de correr. Los sacerdotes permanecen inmóviles en el lecho seco del río y toda la nación israelita cruza a Canaán, hecho que recuerda simbólicamente la división de las aguas del Mar Rojo durante la huida de Egipto. El libro consigna que cuarenta mil hombres armados—nuevamente ese número místico—guiaban a las tribus israelitas. Finalmente, los sacerdotes abandonan el lecho del río y las aguas comienzan a correr, e inundan las riberas.

Para conmemorar el cruce del Jordán, se colocan doce ríos de piedras en Gilgal. Allí se celebra la primera Pascua en Tierra Prometida y se lleva a cabo una circuncisión masiva a cuchillo alzado, ya que todos los varones nacidos en el desierto no habían sido circuncidados. Debido a este episodio, Gilgal significa “Colina de los prepucios.” ¡Una hermosa dirección epistolar!

Cuando se encontraba cerca de Jericó, Jesúa ve a un hombre y le pregunta si es amigo o enemigo. El hombre replica que es “comandante del ejército del Señor.” Jesúa comprende entonces que lo ayudará en las batallas por venir.

Cuando la Biblia llega al legendario ataque contra Jericó, la Historia comienza a meter su molesta nariz en el relato. A diferencia del Jardín del Edén, el monte Sinaí, el Mar de Reeds, y muchos otros lugares bíblicos cuya identidad geográfica o emplazamiento preciso es desconocido y discutible, Jericó es un lugar real. Durante el último siglo ha sido uno de los sitios más excavados en Tierra Santa.

Localizada aproximadamente ocho millas al norte del Mar Muerto, a 258 metros bajo el nivel del mar, Jericó es la ciudad más baja de la Tierra. Situada a 23 millas al este de Jerusalén, Jericó—cuyo nombre probablemente significaba “ciudad de la luna” en homenaje a una deidad local—es también uno de los asentamientos humanos más antiguos del mundo. Los arqueólogos han establecido la fecha de sus comienzos. Las excavaciones extensivas en y alrededor de Jericó, y de la vecina Tell es-Sultan sugieren que grupos cazadores empezaron a frecuentar el área en el noveno milenio AEC. Hacia el año 8000 AEC se habían asentado en el lugar unas dos mil personas. Dueña de un sistema de irrigación, una gran torre, y una muralla defensiva, Jericó es considerada con justicia la ciudad más antigua del mundo. Hacia el año 6800 AEC, los pobladores originales fueron desplazados por un nuevo grupo. Hacia el 4500 AEC un tercer grupo se estableció en la ciudad, que luego fue ocupada continuamente hasta mediados de la Edad de Bronce.

En la versión de la catequesis, Jericó fue destruida cuando las tribus marcharon en silencio alrededor de sus muros, una vez al día y durante seis días, guiadas por siete sacerdotes que soplaban los cuernos de siete carneros. El séptimo día marcharon siete veces en torno a la ciudad y, durante la séptima marcha, los sacerdotes soplaron sus cuernos, y la gente lanzó un estridente grito. Las murallas cayeron y la ciudad fue tomada. Probablemente esta versión no menciona qué pasó con los habitantes de Jericó, cuyas casas se deshicieron en escombros. Jesúa no se gasta en discursos. Todos los pobladores de Jericó son pasados por el filo de la espada, excepto la prostituta Rahab y su familia.

¿El rey David y Jesús descienden de un par de rameras bíblicas?

La historia de Rahab, la prostituta que la censura eliminó de la mayoría de las versiones “limpias” difundidas en la catequesis, merece un análisis más profundo. Es necesario considerar dos aspectos claves. ¿Recuerdan a Tamar? ¿La mujer que fingió ser prostituta ante Judá en el Génesis? Cuando sus gemelos nacieron, a uno de ellos le ataron un cordel rojo en el tobillo. Era Fares, un ancestro de David. El cordel ofrece una relación simbólica con el cordel rojo que Rahab ata en la ventana de su casa. De acuerdo con otros relatos judíos, Rahab fue ancestro de varios profetas. Pero la genealogía según Mateo en el Nuevo Testamento indica que Rahab fue la madre de Boas, quien se casó con Ruth (véase Ruth) y fue ancestro de David. Esto significa que el gran rey de Israel—y también Jesús, cuyo linaje llega hasta David—desciende de un par de rameras generalmente ignoradas.

¿Pero qué clase de rameras eran éstas? En rigor de la verdad, las Escrituras hebreas definen dos clases de prostitutas. La variedad “mujer de la calle”—obviamente tolerada en esta cultura por lo demás sexualmente restrictiva—y la “prostituta de culto” de la religión cananea. Tradicionalmente, se cree que la religión cananea empleaba prostitutas en el templo para que mantuvieran relaciones sexuales con los sacerdotes y los fieles durante los ritos de fertilidad. Este punto de vista ha suscitado diversas revisiones. La palabra que generalmente se traduce como “prostituta de templo” presenta el más preciso significado de persona “consagrada.” Si bien el sexo era entre los sacerdotes cananeos parte esencial del trabajo, algunos eruditos sugieren que estas mujeres cumplían también otras funciones, tal vez como parteras, o cantoras de himnos sagrados o servidoras del templo. Tamar era descripta tanto como prostituta común y como prostituta de templo. Rahab, la ramera de Jericó, era una zonah (prostituta común en hebreo).

Los recientes descubrimientos arqueológicos han atemperado el relato bíblico de la Conquista. En el siglo XIII AEC—fecha probable de la entrada de los israelitas en Canaán—Jericó era una aldea no amurallada. En otras palabras, el relato de la Conquista con el que estamos familiarizados fue adornado y magnificado con el correr del tiempo. El valle del río Jordán, donde está emplazada Jericó, se halla sobre una enorme grieta o falla geológica. La inmovilidad de las aguas y el derrumbe de los muros podrían explicarse como efectos de un terremoto. Sin embargo, no hay evidencia arqueológica de muros derrumbados en Jericó.

No es necesario alejarse demasiado para encontrar evidencias de antiguos relatos de guerra adornados y magnificados mediante la “intervención divina” en las antiguas civilizaciones mediterráneas. Aproximadamente en el mismo período histórico en el que Jesúa guió a la confederación de tribus israelitas a la tierra de Canaán tuvo lugar un combate continuo y aguerrido entre una confederación de tribus griegas y los habitantes de una ciudad fortificada sobre las costas de la actual Turquía. Esta larga e históricamente insignificante batalla tuvo lugar hacia el año 1193 AEC en Ilium y fue posteriormente transformada en un relato legendario. Transmitida por vía oral, como las historias de la Biblia, fue escrita más de trescientos años después, en el 850 AEC, por un poeta al que llamamos “Homero” y llevó por título la Ilíada (seguida de cerca por la Odisea).

Una vez tomada, Jericó fue destruida, saqueada, y maldecida. Pero los israelitas cometieron algunos deslices que no estaban en el libreto divino. Algunos de ellos conservaron ilícitamente parte del botín prometido a Dios. Por este crimen, Dios castigó a Israel con una derrota militar cuando Jesúa y sus ejércitos avanzaron sobre Hai (que significa “ruina”). El culpable fue descubierto y muerto a pedradas junto con toda su familia, y Jesúa pudo tomar la ciudad de Hai, cercana a Betel, gracias a una inteligente estrategia militar (no a la intervención divina).

El informe de las bajas después de la batalla de Hai es sombrío: “Cuando Israel terminó de matar a todos los habitantes de Hai en el desierto a donde habían huido, y cuando hubo caído hasta el último de ellos bajo el filo de la espada, los israelitas regresaron a Hai y la atacaron a espada. El total de los que cayeron ese día, hombres y mujeres, fue de doce mil. El pueblo entero de Hai…Entonces Jesúa incendió la ciudad de Hai, convirtiéndola para siempre en un montón de ruinas, como es hasta hoy.” (Jos. 8. 24–28)

Si es Dios quien sanciona una “limpieza étnica,” ¿eso quiere decir que está bien?

Bosnia, Líbano, Nanking. La “remoción” de los nativos norteamericanos. La “Institución Peculiar.” No hay que buscar muy lejos para encontrar justificaciones de la violación, la esclavitud, el asesinato, y el genocidio de “los aborrecidos de Dios.” Éstos son sólo algunos ejemplos de la historia reciente, pero hay muchos más. Por supuesto, en uno de los peores episodios de “limpieza étnica” los descendientes de Jesúa casi fueron borrados de la faz de la tierra durante el Holocausto nazi.

La vívida descripción bíblica de la crueldad con que fueron tratados los cananeos en Hai y otras ciudades viene envuelta en un manto de aprobación divina, lo cual señala una de las grandes contradicciones éticas de la Biblia. Cuando un pueblo supuestamente “malvado” es eliminado por orden de Dios, ¿el crimen se justifica? Recordemos el mandamiento divino que ordena no “asesinar” (aunque deja lugar para casos justificados).

Irónicamente, en cuanto a este período los narradores parecen aceptar la versión bíblica de la “Conquista,” de modo tal que los peores y más sanguinarios crímenes perpetrados por los israelitas han sido embellecidos y adornados en las sucesivas versiones orales. Para la mayoría de las versiones eruditas, lo más probable es que los israelitas hayan tomado Canaán a través de un prolongado proceso de “asentamiento,” combinando emigración y negociaciones, mientras los esporádicos conflictos armados entre algunos grupos localizados continuaron durante mucho tiempo. Pero decir que “las cosas no ocurrieron de esa manera” es una salida fácil a este dilema moral.

La respuesta tradicional es que los cananeos eran tan malos que merecían lo que les ocurrió. A lo largo de la Torá, las historias de cananeos tienden a demonizar a ese pueblo, tal como luego serían demonizados los filisteos al convertirse en los principales adversarios de Israel. Es mucho más fácil destruir a alguien—o esclavizarlo o encadenarlo—si uno se autoconvence de que es impío, pagano, aborrecible, o moralmente corrupto. La mayoría de los “descubridores” europeos—desde Cristóbal Colón y los conquistadores españoles hasta los ingleses que se afincaron en Virginia y Massachusetts—estaban convencidos de que los nativos americanos eran bárbaros paganos. Los esclavistas estaban convencidos de que los africanos eran paganos salvajes. Los alemanes estaban convencidos de que los judíos eran la causa de todos sus problemas. Hay muy poca distancia entre condenar a otra raza o cultura por “inmoral,” y justificar su esclavitud o su genocidio.

VOCES BÍBLICAS

JOS. 23.14

Y ahora he de concluir la carrera de todos los mortales, y vosotros sabéis en vuestras almas y vuestros corazones, todos vosotros, que de todas las promesas que os hizo Dios vuestro Señor ninguna ha quedado sin efecto…

Habiendo cumplido su función de hacer entrar a las tribus en Israel y dividir entre ellas la Tierra Prometida, Jesúa murió a la edad de ciento diez años.

HITOS DE LOS TIEMPOS BÍBLICOS II
1568 AEC a 1000 AEC

Las fechas prehistóricas son a menudo especulativas y están sujetas a importantes debates académicos. Las siguientes fechas son utilizadas por un amplio espectro de historiadores en diversos libros y publicaciones. Sin embargo, existen fechas alternativas para algunos de estos acontecimientos. Entre las más controvertidas se encuentra la cronología (radicalmente distinta) sugerida por Charles Pellegrino en su reciente libro Return to Sodom and Gomorrah. Al establecer la fecha de la erupción del volcán en Thera en el año 1628 AEC, Pellegrino propone una cronología que difiere en varios siglos con la visión tradicional de la historia del antiguo Oriente Medio.

La aceptación de la propuesta de Pellegrino tiene un significativo impacto sobre las fechas atribuidas a las dinastías de Egipto, el Éxodo, la caída de Jericó, y otros eventos bíblicos discutidos en este libro.

1568/5 AEC: Amosis I expulsa a los hicsos de Egipto e inicia la décimo octava dinastía o Nuevo Reino.

1545 AEC: Amosis I muere luego de 20 años de reinado; lo sucede su hijo Amenothep I.

1525 AEC: Amenothep I muere tras 20 años de reinado; es sucedido por Tutmosis I.
Tutmosis I restaura el Templo de Osiris en Abidos y construye la primera tumba en el Valle de los Reyes.

1512 AEC: Es depuesto Tutmosis I; su hijo bastardo reinará como Tutmosis II con su esposa (y hermanastra) Hatshepsut.

1504 AEC: Muere Tutmosis II; Hatshepsut reina como regente en representación de su sobrino Tutmosis III.

c. 1480 AEC: Tutmosis III inicia un mandato de 33 años en el que Egipto alcanzará la cumbre de su poder. Durante su reinado comienza a utilizarse el título de “faraón” o “Gran Casa.” Intenta oscurecer todas las referencias a su tía Hatshepsut levantando murallas en torno a los obeliscos que ella mandara construir en Karnak.

1470 AEC: Una erupción volcánica en Thera destruye la civilización minoica en Creta. Olas sísmicas de 100 a 160 pies de altura aumentan temporariamente el nivel del agua en las costas orientales del Mediterráneo. Algunos sectores de Egipto sufren inundaciones a consecuencia de los “tsunamis.” Hay hambrunas. Muchos suponen que esta cultura dio origen al mito de la Ciudad Perdida de la Atlántida (o el Continente Perdido).

1450 AEC: Muere Tutmosis III; su hijo Amenothep II invade Judea y Mesopotamia.

1419 AEC: Amenothep II muere tras 34 años de reinado; lo sucede su hijo Tutmosis IV.

1400 AEC: Comienza la Edad de Hierro en Asia Menor con el descubrimiento de los primeros métodos para la fundición de metales.

1386 AEC: Muere Tutmosis IV y es sucedido por su hijo Amenothep III, último gran faraón del Nuevo Reino.

1349 AEC: Amenothep III muere luego de 38 años de reinado. Lo sucede su hijo Amenothep IV, también llamado Akhenatón. Durante su reinado Egipto se debilita debido a que los hititas construyen un imperio desde Anatolia (actual Turquía) hasta las fronteras de Líbano.
Akhenatón introduce el monoteísmo en Egipto: establece un nuevo culto de veneración al dios sol, y se opone a los sacerdotes de Amen debido a la influencia de su esposa Nefertiti.

1334 AEC: Amenothep IV o Akhenatón muere luego de 16 años de reinado; lo sucede su hijo Tutankhamon, de nueve años de edad.

1321 AEC: El soldado egipcio Harmahab se apodera del trono. Tutankhamon es enterrado en Tebas con un inmenso tesoro.

1300 AEC: El alfabeto desarrollado en la Mesopotamia es una forma refinada de la escritura cuneiforme del año 2500 AEC.

1293 AEC: Muere Harmahab y es reemplazado por Ramsés I, quien fallece dos años más tarde y es sucedido por su hijo Seti I.

1278 AEC: Seti I muere luego de derrotar a los libios al este del Nilo y hacer la paz con los hititas en Siria. El hijo de Seti reinará como Ramsés II.

c. 1275 AEC: Batalla de Qadesh, victoria decisiva de los egipcios sobre los hititas.

1260 AEC?: Comienza una migración israelita que durará 40 años, luego de tres siglos de cautiverio y opresión en Egipto.

1246 AEC: Ramsés II de Egipto se casa con una princesa hitita, sellando de este modo un tratado de paz permanente entre ambas potencias. Dedica su reinado a la realización de construcciones monumentales: termina el templo de Seti en Abidos, reforma los templos de Karnak y Luxor, construye en Tebas templos con estatuas colosales que lo representan, y construye los templos de Abu-Simbel en Nubia.

1238/5? AEC: Batalla de Merneptah contra “Israel.”

1212 AEC: Ramsés II muere luego de 67 años de reinado en los que se valió del trabajo forzado—el de los israelitas incluido—para construir las ciudades de Pitom y Ramsés. Lo sucede su hijo Merneptah.

1207 AEC: Los libios invaden Egipto pero son derrotados por Merneptah.

1202 AEC: Merneptah muere tras 10 años de reinado y es sucedido por una serie de faraones menores, lo cual pone fin a la décimo novena dinastía.
La epopeya de Gilgamesh, primera leyenda escrita de que se tenga noticia, es registrada en escritura cuneiforme. Cuenta la historia de un gran diluvio en el que un hombre se salva construyendo un arca. Los alimentos mencionados en este relato épico incluyen pepinos salvajes, higos, uvas, varias hojas y tallos comestibles, miel, carne sazonada con hierbas, y pan (una especie de panqueque hecho con harina de cebada mezclada con harina de semilla de sésamo y cebollas).

1193 AEC: Luego de un sitio de 10 años, Troya es destruida por las fuerzas griegas comandadas por el rey Agamenón.

1182 AEC: Ramsés III da comienzo a la vigésima dinastía de Egipto. Guiará a su pueblo contra una confederación de “Pueblos Marinos”: invasores mediterráneos (filisteos, sardos y griegos, entre otros).

1150 AEC: Los filisteos fundan cinco ciudades sobre la costa mediterránea de Canaán. Israel comienza a emerger como una red de asentamientos en el área de Galilea.

1146 AEC: Nabucodonosor I inicia su mandato de 23 años como rey de Babilonia.

1141 AEC: Los ejércitos israelitas pierden más de 34.000 hombres en batallas contra los filisteos.
El Arca de la Alianza es capturada por los filisteos y trasladada a la ciudad de Ashdod.

1116 AEC: Tiglath-pileser I inicia un reinado de 38 años que llevará al Imperio Asirio a su cenit.

1100 AEC: Las fuerzas asirias llegan al Mediterráneo tras haber conquistado a los hititas.

1020 AEC: El profeta Samuel unge a Saúl, quien reinará como rey de Hebrón hasta el año 1012 AEC.

1005 AEC: Saúl y su hijo Jonatán mueren en la batalla de monte Gilboa contra los filisteos. David, amigo de Jonatán, lo sucede en el trono.