ESDRAS y NEHEMÍAS
Entonces el sacerdote Esdras se puso de pie y les dijo: “Vosotros habéis prevaricado y tomado mujeres extranjeras, añadiendo esta culpa a los delitos de Israel. Ahora confesaos al Señor, Dios de vuestros ancestros, y haced Su voluntad; separaos de los pueblos del país y de las mujeres extranjeras.” A lo que respondió todo aquel gentío, diciendo en alta voz: “Hágase como tú has dicho.”
ESDRAS 10.10–12
El novelista norteamericano Thomas Wolfe probablemente se equivocó al titular su famosa obra You Can’t Go Home Again (No puedes regresar a casa). Para los judíos exiliados en Babilonia—o al menos para algunos de ellos—el regreso a casa era muy posible. Para otros, Babilonia era más que un lugar agradable de visitar: querían quedarse allí.
Los Libros de Esdras y Nehemías narran la historia de Judá luego del regreso del Exilio en Babilonia. No solamente describen la reconstrucción del Templo sino la restauración de un “vestigio divino” cuya misión era recuperar y levantar la fe verdadera. Considerados como un solo libro hasta el año 300 EC aproximadamente—época en la que fueron divididos—los Libros de Esdras y Nehemías aparentemente fueron escritos por la misma persona que escribió las Crónicas, aunque algunos estudiosos discuten esta posibilidad. Si bien hay discrepancias respecto de las fechas precisas en que Esdras y Nehemías viajaron a Jerusalén, el marco temporal del regreso a la ciudad santa—con frecuencia denominado “post-Exilio”—está contenido dentro de los límites de la “historia” documentada, a diferencia de numerosos períodos anteriores de la Biblia. Los relatos bíblicos han sido corroborados por los datos de los archivos persas y de otras culturas de Oriente Medio.
El Libro de Esdras se inicia con el decreto de Ciro, rey de Persia. Tras la toma de Babilonia en el año 539 AEC, Ciro anuncia que quienes lo deseen pueden abandonar Babilonia y volver a Jerusalén para reconstruir el Templo. A diferencia de otros reyes y faraones “extranjeros”—generalmente considerados como alimañas, pecadores, y asesinos—Ciro está muy bien visto por los autores de la Biblia. Fundador de un inmenso imperio que duró más de 200 años, Ciro fue un líder extraordinario que, junto con sus sucesores, logró unificar bajo un solo gobierno gran parte de los territorios del antiguo Oriente Medio—desde India hasta Egipto y las fronteras de Grecia—hazaña que no habían alcanzado los egipcios ni tampoco los primeros babilonios. Incluso los autores griegos—quienes no amaban precisamente a los persas, clásicos archirrivales de su civilización—consideraban a Ciro un gobernante modelo. A diferencia de otros antiguos conquistadores que intentaban imponer sus propias costumbres y prácticas religiosas a los pueblos conquistados, Ciro y sus sucesores permitieron que las “naciones cautivas” conservaran y restauraran sus propias instituciones.
GOBERNANTES DEL IMPERIO PERSA (Todas las fechas son aproximadas y AEC)
Ciro (“El grande”) | 550–529 | (toma Babilonia en el año 539; en el año 538 permite que los judíos regresen a Jerusalén.) | |||
Cambises II | 529–522 | (conquista Memfis, capital de Egipto.) | |||
Darío I | 522–486 | (en el año 516 concluye la construcción del Templo; es derrotado por los griegos en la batalla de Maratón en el año 590.) | |||
Jerjes I | 486–465 | ||||
Artajerjes I | 465–425 | (envía a Esdras a Jerusalén en el año 458, y a Nehemías en los años 445? y 433?) | |||
Jerjes II | 425–424 | ||||
Darío II | 423–404 | ||||
Artajerjes II | 404–359 | ||||
Artajerjes III | 359–338 | ||||
Arses | 338–336 | ||||
Darío III 3 | 36–330 |
En el año 330 AEC, el imperio persa cae derrotado por Alejandro Magno, hecho que da inicio a la “época helenística,” en la que la civilización y el idioma griegos se diseminan y predominan en todo Oriente Medio.
RESUMEN DE LA TRAMA: ESDRAS
La mayoría de los eruditos coinciden con el relato bíblico en afirmar que el regreso de los judíos exiliados a Jerusalén no fue un movimiento masivo y repentino, sino que tuvo lugar gradualmente, en olas. Al año siguiente de la conquista de Babilonia por Ciro—“sin disparar una sola flecha,” como asevera el prestigioso historiador Cyrus Gordon—un primer grupo de judíos regresó a Jerusalén. Fueron guiados por Sesbasar, un “príncipe de Judá” que, a pesar de su nombre persa, servía como gobernador territorial. Bajo su gobierno se iniciaron casi inmediatamente las obras de reconstrucción del Templo. Pero al poco tiempo se desató un conflicto entre aquellos que se habían quedado en Judea y los judíos que habían regresado del Exilio. Durante los 50 años que duró el Exilio, los empobrecidos habitantes de Judea se habían apropiado de las tierras abandonadas por los exiliados—en su mayoría pertenecientes a la elite social de Judea, en especial a la aristocracia y a la casta sacerdotal. Existía una animosidad natural entre los que se habían quedado y los recién llegados, que esperaban recuperar su estatus anterior. El conflicto entre ambos grupos provocó la interrupción de la reconstrucción del Templo.
Diecisiete años después, Darío I—soldado de 28 años de la familia de Ciro que se había apoderado del trono de Persia en el año 522 AEC tras una serie de intrigas y complots—autorizó el regreso de una segunda camada de exiliados. Liderados por Zorobabel—nieto del rey Joaquín y descendiente de David—y el alto sacerdote Jesúa, retomaron la reconstrucción del Templo en el año 520 AEC. Alentados por los profetas Hageo y Zacarías (véanse Profetas posteriores al Exilio), los retornados concluyeron el segundo Templo en el año 516 AEC.
La Judá del Retorno era un pobre émulo del Imperio Salomónico. El segundo Templo, concluido en marzo o abril del año 516 AEC, era una obra modesta que reflejaba el cambio de circunstancia. Judá era apenas una parte del Israel de Salomón, y el territorio otrora controlado por los judíos estaba ahora en manos de sus vecinos edomitas y samaritanos. A pesar de que Ciro había provisto fondos para la reconstrucción del Templo, el nuevo centro espiritual de los judíos no alcanzaba la gloria y la magnificencia de los tiempos de Salomón. En el Libro de Esdras hay muy pocos datos acerca del Templo reconstruido, excepto que debía medir sesenta codos (aproximadamente 30 metros) de alto y sesenta codos de ancho, y que sus paredes debían tener tres capas de piedra y una de madera. Todos los objetos de oro y plata rescatados del Templo original y llevados al Exilio en Babilonia fueron devueltos a Jerusalén. Pero ni en este libro ni en ninguna otra parte de la Escritura hebrea se menciona el destino del Arca de la Alianza, el objeto más sagrado del judaísmo. Ya haya sido destruida en el año 586 AEC cuando los soldados de Nabucodonosor saquearon Jerusalén e incendiaron el Templo, o bien salvada y llevada a Babilonia por los cautivos, el destino del Arca sigue siendo un misterio bíblico.
En el año 458 AEC—más de cincuenta años después de la reconstrucción del Templo—una tercera camada de exiliados retornó a Israel durante el reinado de Artajerjes, el sucesor de Darío. Artajerjes envió a Esdras, funcionario judío del gobierno persa, para asegurarse de que la ley judía estuviera siendo estrictamente observada. Para su desesperación, Esdras descubrió que muchos de los antiguos exiliados, al igual que los que habían permanecido en Judá, habían adoptado la costumbre del “matrimonio mixto.”
VOCES BÍBLICAS
Es. 9.1–14
Cumplidas estas cosas, acudieron a mí los príncipes de las familias, diciendo: “Ni el pueblo de Israel, ni los sacerdotes y levitas, se han mantenido segregados de los pueblos de estos países y de sus abominaciones, a saber, de los cananeos, heteos, fereceos, de los jebuseos, y ammonitas, y moabitas, egipcios, y amorreos. Porque han tomado de sus hijas esposas para sí y para sus hijos, y han mezclado el linaje santo con las naciones del país, habiendo sido los príncipes y magistrados los primeros cómplices en esta transgresión.” Al escuchar estas palabras,penetrado de dolor, rasgué mi manto y mi túnica, y mesé los cabellos de mi cabeza y de mi barba, y me senté apabullado. Entonces acudieron a mí todos los temerosos de la palabra del Dios de Israel, azorados por la prevaricación de aquellos que habían retornado del cautiverio, y permanecimos sentados y poseídos por la angustia hasta el sacrificio de la tarde.
Matrimonio mixto: ¿está permitido o no es kosher ?
Para la historia, la ley, y la teología judías, Esdras es un personaje sumamente significativo. Algunos comentaristas hebreos antiguos lo sitúan casi a la par de Moisés como profeta y predicador de la ley. Funcionario judío del imperio persa cuya responsabilidad era la administración de los asuntos religiosos judíos, Esdras fue enviado a Jerusalén para estabilizar a la comunidad judía de la ciudad y restablecer la Ley de Moisés. Viajó acompañado por unos 1,700 judíos babilonios, entre ellos algunos levitas bastante renuentes a emprender la travesía.
Esdras arribó a Jerusalén en el año 458 AEC, y restableció las leyes y los rituales judíos. En su libro Who Wrote the Bible, Richard Elliot Friedman sostiene que Esdras fue el autor bíblico conocido como “R” o “Redactor,” quien modificó y compiló en la Torá (o Pentateuco) los libros anteriormente escritos por J, E, P y D. Considerado por algunos el segundo fundador (después de Moisés) de la nación judía, Esdras fue el responsable de la codificación masiva de las leyes, incluidas aquellas referidas a la veneración en el Templo y el canon bíblico. También contribuyó al reemplazo de los sacerdotes por rabinos.
Pero una de las primeras decisiones de Esdras no fue demasiado popular en su época y, desde una perspectiva moderna, puede considerársela absolutamente cruel. Decidió que todos los varones judíos debían deshacerse de sus esposas e hijos extranjeros. Luego de unos pocos meses los hombres aceptaron la terrible decisión, y el Libro de Esdras concluye acerbamente con las siguientes palabras: “Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y las mujeres fueron expulsadas junto con sus hijos.”
El relato bíblico no vuelve a mencionar a estas familias abandonadas. En el Libro de Esdras hay cierta ambigüedad respecto al acatamiento de la ley por parte de los varones cuyas mujeres eran extranjeras. Si bien en algunas versiones concluye con las palabras: “Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y las mujeres fueron expulsadas junto con sus hijos,” la versión de la Jewish Publication Society reza: “Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunas de ellas habían concebido hijos.” No obstante, se supone que estas mujeres y sus hijos fueron desterrados. Evidentemente, Esdras no consideró la posibilidad de la conversión.
Entre las mujeres olvidadas hay varias “extranjeras” que desempeñaron un papel crucial en la historia de Israel. Entre ellas se destaca Tamar (véase Génesis), la cananea que engañó a Judá y parió a Fares, un ancestro del rey David. Por otra parte, numerosos eruditos han sugerido que el Libro de Ruth—la historia de la esposa modelo que se convierte al judaísmo—fue escrito especialmente en oposición al decreto de Esdras.
Pero el tema del matrimonio mixto sigue siendo conflictivo entre los judíos contemporáneos. Primera razón: definir quién es judío. De acuerdo con la ley judía, judío es aquel que nace de madre judía o se convierte al judaísmo. Aunque los judíos reformistas consideran judíos a los hijos de padres judíos desde el año 1983 EC, los judíos ortodoxos y conservadores no comparten ese punto de vista. Los judíos ortodoxos también rechazan a los reformistas y conservadores conversos al judaísmo, quienes conforman por otra parte la mayoría de los conversos. Y si bien éste es un tema emocional que habla de la supervivencia misma del judaísmo en la mayoría de los lugares, ejerce su mayor impacto en Israel, donde definir quién es judío—y quién lo decide—tiene también serias consecuencias políticas.
VOCES BÍBLICAS
NEH. 9.17
Tú eres un Dios dispuesto a perdonar, amante y misericordioso, lento para la ira, y grandemente amable.
RESUMEN DE LA TRAMA: NEHEMÍAS
Aproximadamente 80 años después del primer retorno del Exilio las cosas seguían andando mal en Jerusalén. Es probable que Esdras haya sido un gran legista y verdadero un genio si efectivamente fue el artífice de la Torá, pero su decreto de divorcio no fue precisamente aclamado por los habitantes de Jerusalén. Cuando Esdras resultó ineficaz como administrador civil, el rey persa Artajerjes envió a Jerusalén en el año 445 AEC a un “escanciador” (servidor cuya función era probar las bebidas del rey para evitar que éste fuera envenenado) judío residente en Susa (actual Shush, Irán), llamado Nehemías. De acuerdo con la geopolítica de aquella época, Artajerjes estaba interesado en tener como aliada a una Jerusalén fuerte y leal para contrarrestar cualquier posible levantamiento de Egipto. El rey ordenó a Nehemías supervisar las reparaciones de los muros de Jerusalén, originalmente dañados durante la invasión de los babilonios en el año 587 AEC, y luego derruidos debido a la constante negligencia. Nehemías inició inmediatamente un programa de reparaciones y se ganó el afecto de los habitantes de la ciudad cancelando todas las deudas, ya que supuestamente los judíos no debían cobrarles intereses a sus pares. Esta estrategia resultó mucho más propicia con los habitantes de Jerusalén que la decisión de Esdras de obligarlos a abandonar a sus esposas e hijos no judíos.
El Libro de Nehemías está dedicado en gran parte a la reconstrucción de los muros y las torres de Jerusalén. Cuando estas obras públicas llegaron a su conclusión, Esdras fue invitado a consagrar nuevamente la ciudad mediante la lectura del Libro de Moisés. Nehemías volvió a Persia pero, en su ausencia, las costumbres volvieron a relajarse y tuvo que regresar a Jerusalén una vez más, probablemente en el año 433 AEC, para imponer un nuevo conjunto de leyes locales. Las puertas de la ciudad fueron cerradas a los mercaderes durante el Sabat y el tema del matrimonio mixto volvió a ocupar el centro de la escena.
En otro sentido, el período de Esdras y Nehemías también reflejó un cambio de realidad política para el pueblo judío. Consciente del poder de Persia, Nehemías no intentó restablecer el linaje de reyes davídicos. A falta de una monarquía visible en el período posterior al Exilio, la autoridad sobre asuntos internos judíos quedó en manos de los servidores del Templo. El nuevo Judá fue una “teocracia” en la que la casta sacerdotal rigió sobre la vida social y religiosa local, en tanto que el poder político y militar quedó en manos de los reyes de Persia.
Bajo Esdras y Nehemías, el segundo Templo se convirtió en centro principal de la religión, las costumbres, y el poder judíos. Dios se manifestó en este lugar, el único en el que se le podían ofrecer sacrificios. El papel central del Templo se fortaleció al crearse la obligación de peregrinar a Jerusalén para tres festividades mayores.
VOCES BÍBLICAS
NEH. 8.1–8
Se congregaron todos en la plaza, frente a la Puerta de las Aguas. Le dijeron al escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. El sacerdote Esdras llevó el libro ante la multitud reunida, compuesta de hombres y mujeres y de todos aquellos capaces de comprenderlo…. Y leyó aquel libro, con vozclara, en la plaza frente a la Puerta de las Aguas, desde la mañana temprano hasta el mediodía, en presencia de los hombres y mujeres capaces de entender; y los oídos de todos prestaron atención al libro de la ley…. Y leyeron ellibro de la Ley de Dios clara y distintamente, de modo que se entendiera; y en efecto entendieron cuanto se fue leyendo.
El último verso de este párrafo alude al hecho de que la mayoría de los judíos ya no entendían el idioma hebreo. Durante el Exilio en Babilonia, el arameo había reemplazado al hebreo como idioma común y la Ley de Moisés tuvo por lo tanto que ser traducida para los judíos reunidos en Jerusalén dispuestos a escucharla. En la época del Retorno, el arameo—un idioma semita pariente del hebreo originado en Aram (Siria actual)—se había convertido en el idioma más usado en Oriente Medio, tanto para el comercio cuanto para la diplomacia. Los siguientes libros de la Biblia, incluyendo algunos agregados posteriores al Libro de Isaías, partes del Libro de Esdras y otros, fueron escritos en arameo.