El entra con una peluca rubia y un balón de fútbol. Ella llega después, por detrás, con una chaqueta de hombre y un bigote como el de Hitler o Chaplin.
Ella – ¡Guten Tag...!
Él se sobresalta al descubrirla.
Él – Pero... ¿quién es?
Ella – Soy la canguro.
Él parece aterrado. Ella saca un paquete de cigarrillos.
Ella (tendiéndole el paquete) – ¿Fumas?
El esta a punto de coger el cigarrillo que le ofrece, pero renuncia prudentemente.
Él – No, gracias.
Ella – Natürlich. Está prohibido fumar... Hay un cenicero, pero no significa nada. Es solo para que los contraventores no quemen la moqueta... Siempre lo mismo. Hacen leyes, pero también prevén algo en caso de que no sean respetadas... (Saca un paquete de chicle) ¿Quieres un chicle?
Él – Me hincha un poco...
Ella – ¿Sabes porque los grillos del metro están en vía de desaparición?
Él – ¿Hay grillos en el metro?
Ella – O cigarras, no sé. Pues es porque esos bichos comían colillas. Ahora que esta prohibido fumar en el metro, se mueren de hambre. ¿Te das cuenta? Es todo un ecosistema que ha sido trastornado... Podrían ponerse a comer chicle. Pero los grillos, claro, no son tan adaptables como los humanos.
Él – Hace poco he visto una exposición sobre la vida animal en medio urbano. No se sabe mucho, pero hay una fauna increíble en las grandes ciudades. Dicen que incluso hay lobos. Pero centenas...
Ella – ¿Lobos?
Él – No, pero solo salen de noche. En los parques, claro... Sea lo que sea, yo nunca he visto uno...
Ella – Quizás porque los parques están cerrados de noche...
Ruido de una puerta que se cierra. El parece preocupado.
Ella – La asistenta cerró la puerta al salir... y se llevó la llave.
Él – No hay ventana... Ni siquiera podemos pedir socorro...
Ella – ¿No tienes un móvil?
Busca en sus bolsillos con ansiedad. Su cara se ilumina al sacar algo.
Él – ¡Sí! (Deja de sonreír al constatar que no es un móvil) ¡Ay, no! Es el telemando que estaba buscando por todas partes...
Ella – Pero no hay tele...
Él – Pues... El cartero nos liberará mañana por la mañana al traer el correo...
Ella – Mañana es Navidad...
Él – ¡Ah, sí, es verdad...! ¡Qué pesadilla...!
Ella – ¿Quieres alargarte un poco?
El le mira aterrado. Ella saca una sabana blanca.
Ella – Si tenemos que celebrar la Navidad juntos, mejor instalarse a gusto, ¿verdad? ¿Qué lado prefieres?
Él (resignado) – Me da igual...
Ella – Perfecto...
Ella se acuesta debajo de la sábana. El se instala también.
Ella – Pues... ¡Feliz Navidad!
Él – Sí...
Desaparecen debajo de la sabana. La luz se apaga. Después de un momento él da un grito, despertando sobresaltado, mientras la luz vuelve. Ella despierta también. El ya no tiene su peluca, ni ella su bigote.
Ella – ¿Pero qué te ha pasado?
Él – Nada, nada... Una pesadilla. He soñado que era Navidad...
Ella (mirándole consternada) – Pero, querido... ¡Es Navidad!