Los protagónicos

No hay quien no tenga por lo menos un amigo o una amiga así.

En una reunión social los protagónicos se destacan a las primeras de cambio. Los distingues tan pronto se te ocurre contar una anécdota más o menos íntima con el propósito más o menos altruista de hacer conversación. Sea cual sea el asunto que propongas (desde la herida que te acabas de infligir en el dedo gordo del pie derecho por un resbalón en la tina del baño, hasta lo que hacía tu padre contigo cuando te orinabas de niño en la cama) ellos te interrumpen para emprender una perorata que (luego de comenzar con las palabras: “pues a mí”, o bien: “pues yo”) despliega una anécdota semejante o idéntica a la tuya, sólo que de algún modo mejor.

Andrónico se especializa en los Grandes Acontecimientos y en los Grandes Personajes y en lo Grande a secas (las mayúsculas son suyas). Si alguien se refiere a los días que pasó encerrado en un hotel cerca de Akumal a causa de un terrible huracán, resulta que él estuvo en Java cuando la azotó el tsunami. Si alguien evoca un viaje reciente a Cuba, él recuerda la tarde entera que pasó hace mucho tiempo en compañía de Fidel. Si alguien se jacta de haber visto las cataratas del Niágara, él presume de su visita guiada a las de Iguazú.

Mónica, en cambio, usurpa las vivencias personales (las minúsculas son tuyas). No vale la pena repudiar en público a tu padre porque abandonó a la familia cuando tú tenías diez años: el de ella era alcohólico y golpeaba a su esposa y trató de violar a sus hijas. Es vano lamentar que tu madre haya muerto de un infarto al miocardio sin haber llegado apenas a los cincuenta: la de ella murió a los treinta y dos en un accidente automovilístico al que su padre, que manejaba borracho, sobrevivió. Y ni hablar de tu hermano, que a fuerza de engaños te birló una parte de tu legítima herencia: la hermana de ella no sólo la maltrató en la niñez y ya adulta la despojó hasta del último centavo, sino que además se acostó con su hoy exmarido.

Un día los juntaste en tu casa con la intención (que algunos tacharían de aviesa y tú consideras simplemente deportiva) de ponerlos a competir. Andrónico parecía tener la ventaja. Según empezó a narrar con su acostumbrada prolijidad, meses atrás le habían extirpado el lóbulo superior del pulmón derecho a fin de retirarle un tumor maligno, aunque por fortuna encapsulado, y ahora estaba en la décima de dieciséis sesiones previstas de quimioterapia. Pero las experiencias personales de Mónica incluyen a las personas que conoce y, en cuanto se presentó una oportunidad, le arrebató la palabra al convaleciente para describir con un caudal de pormenores superfluos el caso de una mujer ignota para los demás a quien le quitaron los senos y la sometieron a cruentas radiaciones y ni así lograron salvarla.

Desde esa tarde tu amigo Andrónico el protagónico se queja del protagonismo vicario de tu amiga Mónica la protagónica y no te ha sido posible reunirlos otra vez para averiguar quién gana la revancha.