«Cuando lo leo, tengo la sensación de que me guiña el ojo.» Wisława Szymborska plasmó así su reacción ante el autor de La Ilíada: entre ellos median kilómetros e idiomas, milenios y circunstancias, y sin embargo a Szymborska le sucede algo físico —algo mágico— cuando se ruega a la musa que cante la cólera de Aquiles.
En esto consiste la poesía. Alguien escribe un poema y logra que otra persona —en otro sitio, quizá también en otro tiempo, con una existencia muy distinta— se identifique. Ignoramos qué nos une a la poeta china Xu Hui, que vivió hace quince siglos y apenas cumplió veinte años, pero su delicado «Lamento en el Palacio Changmen» nos quiebra más y más a cada lectura y relectura.
Pocas disciplinas artísticas cuentan con una presencia tan fuerte y real en nuestro día a día, y a la vez están rodeadas de un halo de prejuicio y de desconocimiento, como la poesía. Puede que no leas poesía, pero la poesía te rodea: en las canciones que escuchas en la radio, en los anuncios de YouTube. La poesía se originó en la palabra oral y compartida, alimentada generación a generación, cobijando al resto de géneros: saltó a los libros, pero hoy continúa también fuera de ellos, como en su nacimiento.
Si lees poesía de forma habitual, este libro te permitirá refrescar conceptos y descubrir anécdotas. Algo similar ocurrirá —esperamos— si escribes: puesto que sabes qué resortes funcionan, queremos mostrarte cómo se han aplicado a lo largo de la historia. Y si no escribes ni lees, pero te puede la curiosidad, confiamos en demostrarte que un poema habla tu mismo idioma y significa justo lo que tú quieras.
Con este libro hemos querido presentarte a mujeres y a hombres que cambiaron nuestra historia a golpe de palabra. Que fijaron su época en sus versos para que quienes les leyeran quién sabe cuántos años más tarde sintieran el mismo guiño de Homero a Szymborska.