Capítulo VII. Métodos de votación y sistemas electorales

 

 

 

En los últimos capítulos surgió un tema implícito: es casi imposible tomar decisiones en grupo que sean imparciales y coherentes. Los ciclos de preferencias, la manipulación del orden del día, la tergiversación estratégica de las preferencias, las estratagemas herestéticas, etcétera, frustran nuestros mejores intentos. El coup de grâce, que desarrollamos en este capítulo, es que la “soberanía popular” —con lo que nos referimos a cualquier método para permitir que los individuos que forman un grupo influyan en su propio destino a través de la votación— tampoco carece de ambigüedad. Existen muchas y muy diferentes maneras de emitir y contar los votos o de “hacer” que la mayoría gobierne. Si todos esos métodos difirieran sólo en los detalles, pero no en el resultado final, entonces podríamos delegar la cuestión minuciosa a los aficionados a la política para que pasaran el rato charlando al respecto. Lamentablemente, el diablo está en los detalles. En este capítulo, por lo tanto, exploraré el contexto de los procedimientos de votación: las reglas mediante las cuales las pequeñas comisiones y los grandes electorados adoptan sus decisiones.

Divido el análisis en dos secciones, de acuerdo con el tema que el grupo esté decidiendo. En la primera parte, centramos nuestra atención en la manera como los grupos relativamente pequeños —un conjunto de amigos, un club, un comité— eligen alguna alternativa de entre un conjunto disponible. A esas instituciones las denomino “métodos de votación”. En la segunda parte del análisis, enfatizo cómo los grupos relativamente grandes (llamados “electorados”) eligen algo específico (llamado “legislatura”). A esas instituciones las denomino “sistemas electorales”. En ninguna de las dos partes del análisis me interesa realmente transmitir detalles específicos respecto a los miles de métodos para tomar decisiones en grupo. Más bien, lo que más me interesa es recalcar el sencillo hecho de que existen miles de métodos para adoptar decisiones en grupo y de que cada uno de ellos tiene algún mérito en ciertas circunstancias, pero que, en ningún caso, las razones fundamentales de esos métodos parecen decisivas o convincentes en todas las situaciones.

 

VII.1. Métodos de votación

VII.1.1. El problema de los métodos de votación: ¡pueden afectar el resultado!

 

Vamos directo al grano: supongamos que tenemos un grupo de 55 individuos que debe decidir entre cinco alternativas [a, b, c, d, e].1 De los 120 ordenamientos de preferencias estrictos, completos y transitivos que un individuo puede adoptar como suyos,2 sólo existen seis órdenes distintos, u “opiniones”, representados en ese grupo en particular. Los enlistamos en el cuadro VII.1, junto con el número de miembros del grupo que tiene cada uno de ellos (más adelante explicaremos los subrayados). En pro de la discusión, describimos seis métodos “razonables” para que el grupo llegue a una decisión entre las cinco alternativas. El lector puede muy bien diseñar otros y tener confianza de que, en la historia de la humanidad, se han diseñado múltiples métodos alternos.3

Considérese, como primer método, el más simple de todos: la votación por mayoría relativa, en la que cada votante emite un solo voto por una sola alternativa y la alternativa que obtiene el mayor número de votos gana.4 Éste es uno de los sellos distintivos del sistema estadounidense para elegir legisladores.5

Una ligera variante es el método de la segunda vuelta por mayoría relativa, en el que cada votante emite un solo voto por una sola alternativa, y las dos alternativas con más votos pasan a una segunda etapa en la que se repite la votación entre estos dos sobrevivientes conforme a la votación por mayoría relativa.

Una forma más intrincada y general de la segunda vuelta por mayoría relativa es la vuelta secuencial, en la que cada votante emite un solo voto por una sola alternativa, se elimina la alternativa con el menor número de votos y se repite la votación. El procedimiento continúa hasta que sólo queda una alternativa.

El cuarto método que analizaremos permite a los votantes expresar sus preferencias respecto a todas las alternativas. De acuerdo con el conteo Borda, un sistema de puntuación muy semejante al utilizado en las competencias atléticas internacionales, cada votante expresa sus preferencias personales para las cinco alternativas otorgando cuatro puntos a su primera selección, tres a la segunda, dos a la tercera, uno a la cuarta y ninguno a la quinta. Se hace la suma total de los puntos y la alternativa con más puntos gana.

cuadro VII.1

un ejemplo diabólico

I II III IV V VI
(18) (12) (10) (9) (4) (2)
a b c d e e
d e b c b c
e d e e d d
c c d b c b
b a a a a a

Fuente: Malkevitch (1990, figura 2).

 

El quinto es el método de Condorcet, con el que se busca determinar si existe alguna alternativa específica que pueda garantizarse una mayoría en contra de cada una de las otras alternativas en un torneo de todos contra todos de pares. De ser así, esa alternativa es la ganadora. De lo contrario, entonces necesitaremos usar algún procedimiento alternativo (quizá uno de los otros que he descrito en esta sección).

Finalmente, considérese el método de voto aprobatorio, inventado por el politólogo Steven Brams y el especialista en investigación de operaciones Peter Fishburn. En éste, no se pone un límite al número de votos que un individuo puede emitir. Cada individuo sufraga por todas las alternativas que “aprueba”. Lo anterior significa que, si así lo desea, puede emitir votos por todas las alternativas, por ninguna de ellas o por cualquier número intermedio. La alternativa vencedora es la que recibe el mayor número de votos aprobatorios.6 Todos los métodos mencionados se enlistan en el esquema VII.1.

Con los datos del cuadro VII.1 podemos determinar el desempeño de las diversas formas de soberanía popular listadas en el esquema VII.1. Se supone que los votantes votan sinceramente. En el esquema VII.2 mostramos los resultados con la alternativa vencedora en negritas.

La votación por mayoría relativa produce una victoria para a, dado que tiene el mayor número de partidarios de primera preferencia, si bien se trata de una victoria peculiar, puesto que, con excepción del primer grupo, todos detestan esa alternativa. Ello se hace completamente evidente cuando examinamos el procedimiento de la segunda vuelta por mayoría relativa, en el que la triunfadora es b. En realidad, cualquier alternativa que hubiera llegado al final en contra de a la hubiera derrotado. El procedimiento de vuelta secuencial produce c como resultado final. El conteo Borda otorga la victoria a d. Y el método de Condorcet muestra que la alternativa e obtiene una mayoría absoluta (es decir, 28 votos o más de los 55 votos totales) en contra de cada una de las otras alternativas. En resumen, cada uno de los primeros cinco métodos de decisión en grupo basados en las preferencias produjo un vencedor diferente. El sexto, el voto aprobatorio, produjo un empate entre d y e.

Esquema VII.1

Algunos métodos de votación
Método Descripción
Votación de mayoría relativa La alternativa con el mayor número de votos (mayoría relativa) gana.
Segunda vuelta por mayoría relativa Los dos que obtienen las votaciones más altas pasan a una segunda ronda; la nueva votación determina al vencedor de la segunda vuelta por mayoría relativa.
Segunda vuelta secuencial La alternativa con menos votos se elimina y se repite la votación; el procedimiento de eliminación continúa hasta que sólo queda una alternativa.
Conteo Borda Se asignan puntos a las alternativas de acuerdo con los órdenes de clasificación del votante. Gana la alternativa con la suma más alta de puntos.
Método de Condorcet En un torneo de todos contra todos por pares se determina si alguna alternativa vence a todas y cada una de sus rivales.
Voto aprobatorio Cada elector vota por cualesquiera alternativas que apruebe. La alternativa con el mayor número de votos es la vencedora.

De esta manera, podemos concluir que las reglas de agregación de preferencias son importantes y que en ocasiones, como en este ejemplo, son cruciales. En este ejemplo, es evidente que quienquiera que elija el método para contar narices determina, definitiva y contundentemente, el resultado último. Dicho de otra forma, en este caso, el procedimiento que se establezca para llevar a cabo la decisión determinará el resultado final. Pero el establecimiento de procedimientos es propio de las constituciones: ya sea que dispongan directamente qué método se debe aplicar, o bien indiquen quién (o qué cuerpo) debe decidir. ¡No es sorprendente que la política constitucional genere tantas pugnas! Es mucho lo que está en juego. Y, aunque el ejemplo anterior proporciona una especie de escenario del peor de los casos, puesto que cada método produce un resultado excepcionalmente diferente, el lector debe comprender que no se trata en absoluto de un ejemplo extremo. Como lo dice el título de la sección, el problema con los métodos de votación es que ¡pueden afectar el resultado!

 

VII.1.2. Reflexionando sobre los métodos de votación

 

En la actualidad no existe algún criterio que sea aceptado universalmente para evaluar distintos métodos de votación. Existen tantas maneras de votar y tantas pautas potencialmente útiles para evaluar distintos sistemas, que es fácil llegar a confundirse. En esta sección sólo quiero sugerir un par de direcciones para llevar a cabo la reflexión. En general, puede reflexionarse acerca de un método de votación en función de: 1) la información requerida, 2) lo que el procedimiento hace con esa información y 3) el resultado o consecuencias producidos. Es decir, el “resultado final” es una “función” de la “información”, lo cual se escribe matemáticamente como: resultado = F (información). Veamos por separado cada uno de los tres componentes entre comillas.

Esquema VII.2

Resultados de los sistemas electorales
Mayoría relativa a = 18 b = 12 c = 10 d = 9 e = 6
Segunda vuelta por mayoría relativa  
primera vuelta a = 18 b = 12 c = 10 d = 9 e = 6
segunda vuelta a = 18 b = 37
Vuelta secuencial  
primera vuelta a = 18 b = 12 c = 10 d = 9 e = 6
segunda vuelta a = 18 b = 16 c = 12 d = 9_
tercera vuelta a = 18 b = 16 c = 21
cuarta vuelta a = 18 c = 37
Conteo Borda a = 4(18) + 0(12) + 0(10) + 0(9) + 0(4) + 0(2) = 72
  b = 0(18) + 4(12) + 3(10) + 1(9) + 3(4) + 1(2) = 101
  c = 1(18) + 1(12) + 4(10) + 3(9) + 1(4) + 3(2) = 107
  d = 3(18) + 2(12) + 1(10) + 4(9) + 2(4) + 2(2) = 136
  e = 2(18) + 3(12) + 2(10) + 2(9) + 4(4) + 4(2) = 134
Condorcet*
  a b c d e
a 18 18 18 18
b 37 16 26 22
c 37 39 12 19
d 37 29 43 27
e 37 33 36 28
Voto aprobatorio**
a: 18 + 0 + 0 + 0 + 0 + 0 = 18
b: 0 + 12 + 10 + 0 + 4 + 0 = 26
c: 0 + 0 + 10 + 9 + 0 + 2 = 21
d: 18 + 12 + 10 + 9 + 4 + 2 = 55
e: 18 + 12 + 10 + 9 + 4 + 2 = 55

1. En lo referente a la información requerida, el método de mayoría relativa es el que impone las demandas más simples a los votantes y, quizá por esa razón, es un método comúnmente utilizado para la decisión en grupo. Cada persona debe nombrar simplemente una alternativa (su primera preferencia, si es un votante sincero; alguna otra, si no lo es). Por otra parte, las demandas a los votantes en un método de elección de segunda vuelta por mayoría relativa dependen de cómo se administre el método. Si se espera que los votantes se presenten a dos rondas diferentes, entonces se requiere menos información en cada ronda (pero el costo de presentarse las dos veces es mayor). En la primera vuelta, se requiere la misma información que en una competencia por mayoría relativa. En la segunda vuelta, se necesita la preferencia relativa entre las dos alternativas que obtuvieron las votaciones más altas. Si los votantes desean ahorrarse viajes a las urnas y presentarse una sola vez, entonces deben dar más información en esa única ocasión. Específicamente, deben dar información sobre cada comparación de pares posible (si hay cinco alternativas, entonces hay diez comparaciones), puesto que no se sabe por adelantado cuál par avanzará a la segunda vuelta. Sin embargo, todos los datos para las comparaciones están contenidos en el orden de preferencias del votante, por lo que eso es todo lo que este último necesita proporcionar desde el principio. Se trata precisamente de los mismos datos requeridos para unas elecciones de vuelta secuencial, el conteo Borda y el método de Condorcet. El voto aprobatorio requiere tanta información sobre las preferencias como cada votante quiera revelar.7

Si se nos permite que estos seis métodos representen a los muchos cientos de métodos de votación que han surgido de la creatividad humana, encontramos que los métodos difieren en cuanto a la información que requieren: una sola alternativa, un subconjunto (de cualquier tamaño que cada votante desee) o todo un orden de preferencias. Puede haber razones para preferir uno sobre otro, independientemente del resultado en particular que cada uno pueda producir, tales como la facilidad de su administración o el deseo de minimizar la carga y el esfuerzo del votante. Por otra parte, la información necesaria puede depender de lo que se quiera obtener de la decisión en grupo, algo que analizaremos más adelante. Cualquiera que sea nuestra posición respecto a éstas u otras pautas, queda claro que los procesos democráticos en su acepción más amplia pueden adoptar una multitud de formas basándonos sólo en la información requerida.

 

2. No me detendré mucho tiempo en los procedimientos en sí ni en lo que hacen con la información, puesto que ya describí algunos de ellos en el esquema VII.1. No obstante, sí quiero señalar que éstos (u otros que puedan pensarse) poseen sus peculiaridades. La regla de la mayoría relativa, por ejemplo, es particularmente extraña. La alternativa a fue la vencedora relativa en el ejemplo mencionado. Sin embargo, pierde contra todas las demás alternativas en la comparación por pares. Además, el vencedor de Condorcet, e, que muchos tomarían como un fuerte candidato normativo para la decisión del grupo, obtuvo en realidad el menor número de votos en la competencia por mayoría relativa. Las vueltas de votaciones, ya sean simples o secuenciales, poseen la posibilidad perversa de eliminar una alternativa que puede vencer a todas las otras en una competencia por pares (la alternativa e nunca llegó muy lejos en las eliminatorias). El método del conteo Borda es muy vulnerable al comportamiento estratégico (en realidad, esto es cierto para todos los métodos). Obsérvese que los doce votantes del grupo II o los diez votantes del grupo III del cuadro VII.1, que prefieren e a d, realmente pueden dar la victoria a e al tergiversar la clasificación de d en su orden de preferencias y pretender que está más abajo en su clasificación.8 Por otra parte, el método de Condorcet no siempre produce un vencedor. Entonces, ¿qué hacemos?

Finalmente, hay una cuestión que aplica a todos y cada uno de los métodos de votación que hemos descrito, pero, ya que parece dejar tan impertérritos a sus impulsores, la analizaremos en función del voto aprobatorio.9 En el ejemplo propuesto, hay cinco alternativas, las cuales podrían ser varias mociones (digamos, qué película debe rentar esta noche la fraternidad estudiantil) o candidatas (digamos, cuáles de las estudiantes de la asociación femenil deben ser las representantes ante el Concejo de Asociaciones). Sin embargo, las mociones que se propongan o las candidaturas que se presenten dependen estrechamente del método de votación, F. Un estudiante podría imaginar, por ejemplo, que la película The Hurt Locker obtendría muchos votos de segunda preferencia de los miembros de la fraternidad estudiantil y, así, tener una buena posibilidad de ganar, si el método de votación fuera el conteo Borda. Pero también podría creer que no obtendría muchos votos como primera preferencia, por lo que, si la regla para decidir fuera la de la mayoría relativa, probablemente ni siquiera se molestaría en proponerla. Si se examina un conjunto fijo de alternativas y se compara el resultado bajo la regla de la mayoría relativa en contra del voto aprobatorio, o el resultado bajo el método del conteo Borda en contra del método de Condorcet, por ejemplo, entonces no se ha entendido de lo que se trata esto. En la jerga de la disciplina, el conjunto de alternativas o candidatos es endógeno, esto es, depende estrechamente del método para contar individuos. A este respecto, nuestra corazonada es que la votación aprobatoria alienta a pasar al frente, por así decirlo, a un mayor número de opciones que muchos otros métodos de votación. Los candidatos saben que no tienen que ser la primera decisión de un votante, sino sólo estar entre el conjunto de “aprobados” y, por ende, les puede parecer más fácil racionalizar sus posibilidades de victoria. De manera similar, una moción no necesita ser la favorita de muchos votantes, sino únicamente estar entre las favoritas para avanzar conforme a la votación aprobatoria, un hecho que puede alentar a quienes proponen las mociones. Así, la cuestión se reduce al hecho de si para un grupo es mejor o peor tener un conjunto rico en opciones del cual elegir o un conjunto más espartano. ¿Es siempre mejor más que menos? Esta cuestión adquirirá una interesante relevancia política en la segunda parte de este capítulo, cuando examinemos la representación proporcional en oposición a otros sistemas para elegir legislaturas.

 

3. Puede parecer extraño que tengamos incluso que analizar el resultado de un método de votación, puesto que éste es sólo la cosa elegida. Pero, ¿qué es, exactamente, esa “cosa”? De una manera un tanto abstracta, hemos descrito las alternativas mediante letras, sugiriendo que la cosa que el grupo debe elegir es alguna entidad unitaria, algún elemento del conjunto [a, b, c, d, e]; pero rápidamente podemos complicar las cosas. Dentro de poco, por ejemplo, hablaré sobre los métodos para elegir a los miembros de una legislatura. La “cosa”, en ese caso, podría ser un solo legislador, un grupo de legisladores de un distrito plurinominal o la legislatura en su totalidad. O, para poner un ejemplo con un énfasis diferente, imaginemos que lo que nosotros, en cuanto grupo, estamos haciendo es decidir las instrucciones que vamos a dar a nuestro agente. Imaginemos que nuestro agente debe decidir por nosotros entre las cinco letras, pero que no sabe por anticipado —ni sabrá— si están disponibles las cinco o únicamente un subconjunto de ellas. Necesitará conocer otras además de la preferida del grupo, puesto que esa alternativa podría no estar disponible. En este ejemplo, por lo tanto, el grupo necesita elegir un orden de preferencias colectivo mediante el cual desea que su agente se guíe. Lo que queremos señalar en este caso es que, cuando lo único que el grupo necesita hacer es elegir una letra, es pertinente cierto conjunto de pautas para evaluar un método de votación, pero cuando el grupo necesita generar todo un orden de preferencias, puede entrar en juego un conjunto completamente diferente. Por lo tanto, la naturaleza del resultado debería influir en la manera como reflexionemos sobre los métodos de votación.

Todo este análisis plantea un importante debate filosófico. Si el “deseo del grupo” o la “voluntad colectiva” o “el interés público” —como deseen llamar al resultado de la deliberación del grupo— ha de ser determinado a partir de la información que aporte al método de votación cada uno de los miembros del grupo y esa información varía de un método a otro, entonces, ¿cómo podemos atribuir significado al “deseo del grupo”, la “voluntad colectiva” o el “interés público”? El empleo de un método puede producir una conclusión respecto a lo que el grupo quiere, y el empleo de un método diferente produce una conclusión distinta, porque funciona con base en algún nuevo conjunto de alternativas. ¡Es una locura! Sin embargo, es peor aún. Suponga, como en el ejemplo del cuadro VII.1, que las alternativas en consideración permanecen constantes, lo mismo que las preferencias del votante. Entonces, con alternativas y preferencias fijas, parece de lo más natural suponer que el deseo del grupo está bien definido: es lo que es, y punto. Lo único que podría cambiar es la manera como el método de votación revela o determina esos deseos. Sin embargo, ya hemos visto que el resultado sí cambia (lo que con toda malicia demostramos en el ejemplo al principio del capítulo). Ahora bien, sin duda alguna parece perverso concluir que el deseo del grupo ha cambiado sólo porque el método que empleamos para determinarlo —y únicamente el método— ha cambiado. ¿Nos vemos empujados a esa conclusión? Le pedimos al lector que reflexione profundamente sobre esta cuestión, pues ella ha motivado la mayor parte de la discusión de los últimos cinco capítulos. Yo no conozco una respuesta definitiva, aunque examinaré algunas en el resumen que sigue a este capítulo.

Dejamos esta parte de nuestro análisis en un estado lamentablemente incompleto. No obstante, más que proporcionar un amplio resumen de la multitud de métodos que existen para llevar a cabo la votación en grupo, nuestro propósito principal ha sido transmitir mediante los ejemplos una sensación de la fragilidad de la vida en grupo. Las decisiones que adopta un grupo, como lo hemos sugerido en los últimos capítulos, dependen no sólo de las alternativas que tenga a su disposición, no sólo del orden en el que las presente la persona encargada de la agenda, no sólo del grado en que los miembros del grupo revelen o tergiversen sus preferencias, sino también de la manera como lleven a cabo la toma real de decisiones. Y, de manera similar, el método de votación que adoptemos influye en todas esas otras cosas. La decisión de un grupo refleja, sin duda alguna, las preferencias de sus miembros, pero también refleja mucho más, tema al que volveré en el resumen.

 

VII.2. Sistemas electorales

 

Así como existen muchos métodos de votación, también existe una increíble variedad de sistemas electorales. Me limitaré a los sistemas para elegir legislaturas, basándome en esas instituciones para representar diversos tipos de instituciones de gobierno electas.10 Lo que afirmo en este caso es que puede pensarse en los sistemas electorales en función del grado en que su “valor medular” sea la representación o la gobernabilidad. Por representación quiero decir una institución electoral que da prioridad al grado en que los individuos electos reflejan, es decir representan, las creencias y las preferencias de los electores. Por gobernabilidad quiero decir una institución que produce representantes electos capaces de actuar con decisión, capaces de gobernar. Obviamente, ambos propósitos son nobles. No obstante, a menudo funcionan con propósitos distintos, porque una institución que hace hincapié en la representación puede provocar que la gobernabilidad sea más difícil, y viceversa.11

Al extremo del espectro de métodos electorales que otorga prioridad a la representación, se encuentra la gran familia de métodos electorales conocida como representación proporcional. En el otro extremo, se encuentra la familia de los métodos de mayoría relativa, al que nos hemos referido antes en este capítulo. Iniciaremos nuestro análisis con los métodos de representación relativa comunes en Estados Unidos y Gran Bretaña. Después, seguiremos con un examen de los métodos de representación proporcional más exóticos que encontramos en Europa. Finalmente, haremos algunas sugerencias sobre por qué se considera que esas abundantes clases de sistemas electorales se orientan hacia la representación, o bien hacia la gobernabilidad.

 

VII.2.1. Observaciones generales

 

Uno de los principales estudiosos contemporáneos de la teoría de los sistemas electorales, Gary Cox, definió el sistema electoral en función de cinco conjuntos de información.12 Para Cox, como para el autor de este libro, la separación crucial se da entre los sistemas de mayoría relativa y los de representación proporcional, pero es posible utilizar cinco conjuntos de información para caracterizar cada uno. Tales conjuntos describen los recursos que se dan a los votantes, lo que ellos pueden hacer con esos recursos y, por último, la manera como la fórmula electoral produce el resultado final; en efecto, la información, los procedimientos y los resultados que analizamos antes. En general, Cox (1990) mantiene la siguiente distinción entre las instituciones de mayoría relativa y las de representación proporcional:

Por fórmula de mayoría relativa quiero decir aquella en la que los votantes emiten votos por individuos, en vez de listas de partido, y aquellos que obtienen el mayor número de votos ganan los escaños. Las fórmulas de representación proporcional, por otra parte, son aquellas en las que los votantes votan por partidos y los escaños se atribuyen proporcionalmente a los votos obtenidos por cada partido.

Los cinco conjuntos de información son v (el número de votos por votante); p (si v > 1, si los votantes deben emitir todos los votos v o pueden abstenerse parcialmente); c (si v > 1, si los votantes pueden acumular sus votos o deben distribuirlos); k (el número de legisladores que han de ser electos por distrito, conocido como magnitud distrital); y f (es decir la fórmula electoral). Mediante esa información, se hace posible representar los sistemas electorales. En el esquema VII.3 enlistamos algunos tipos comunes de mayoría relativa.

 

VII.2.2. Sistemas de mayoría relativa: el primero (o los primeros) en cruzar la meta

 

El más famoso de los sistemas de mayoría relativa es el de escrutinio uninominal mayoritario porque ocurre en distritos uninominales (es decir, con un solo representante). Dicho sistema es comúnmente conocido en inglés como first-past-the-post, lo cual puede traducirse al castellano como el primero en cruzar la meta.13 Como se describe en el esquema VII.3, bajo este sistema cada votante tiene un voto que puede emitir por cualquier candidato que le plazca. Acto seguido, el candidato único con el mayor número de votos —no necesariamente una mayoría de los votos— es electo. Así, la legislatura consiste en legisladores electos de esa manera por distritos distintos. Tal es el sistema electoral que encontramos en Gran Bretaña y en muchas de sus antiguas colonias (entre ellas, por supuesto, Estados Unidos).

La característica clave, nos parece, es que cada distrito o circunscripción electoral tiene un solo representante. Esto puede significar —y en realidad se trata de una queja común contra el sistema— que el vencedor no es particularmente representativo del distrito por el que es electo. El distrito puede tener 60 por ciento de hombres y 40 por ciento de mujeres; quienquiera que sea electo no representará (en el sentido de “reflejar”) a una porción bastante importante del electorado. Otro distrito (con una mezcla racial o cultural) puede tener 25 por ciento de católicos romanos, 23 por ciento de ortodoxos griegos, 16 por ciento de judíos, 15 por ciento de bautistas, 11 por ciento de episcopales y 10 por ciento de agnósticos. Por lo tanto, su representante no compartiría las tradiciones religiosas y culturales con al menos las tres cuartas partes de la circunscripción electoral. Si la magnitud distrital fuera más generosa —si k fuera mayor— entonces sería posible representar una heterogeneidad mayor en el distrito. También significaría, por un lado, una legislatura más numerosa, y por el otro, con toda seguridad, una diversidad mayor de puntos de vista, lo cual podría hacer más difícil que los representantes gobiernen, es decir, que debatan, deliberen, formen coaliciones, hagan concesiones y, en última instancia, lleguen a alguna conclusión en las cuestiones de política pública que enfrenta la sociedad. Ése es el gran “dilema”, la gran “disyuntiva” entre la representatividad y la gobernabilidad.

Esquema VII.3

Distintos sistemas electorales
  v p c k f
Escrutinio uninominal mayoritario 1 no no 1 Mayoría relativa
Voto único intransferible (vui) 1 no no k > 1 Mayoría relativa
Voto limitado (vl) < k no k Mayoría relativa
Voto acumulativo (va) k k > 1 Mayoría relativa

Por extraño que parezca, una sociedad étnicamente homogénea, Japón, utilizó hasta hace poco tiempo un sistema de mayoría relativa con una mayor magnitud distrital, el cual se identifica en el esquema VII.3 como el método de voto único intransferible (vui). En esa institución, cada votante tiene derecho a un solo voto, pero los k candidatos que obtienen votaciones más altas son electos por el distrito, donde k se establece por adelantado como la magnitud del distrito.

Así como el voto único intransferible es apenas una variante del método del escrutinio uninominal mayoritario (a saber: un cambio de la magnitud distrital de 1 a una k > 1), el método del voto limitado (vl) es sólo una ligera alteración del voto único intransferible. Específicamente, el vl otorga a cada votante más de un voto (pero menos que k) y también permite que haya k vencedores. En suma: conforme al método del escrutinio uninominal mayoritario debe elegirse un representante por distrito y cada votante emite un voto; conforme al método del vui debe elegirse más de un representante por un distrito y cada votante emite también un voto; y conforme al método del vl debe elegirse más de un representante por un distrito y cada votante puede emitir múltiples votos. Así, un distrito puede elegir cuatro legisladores conforme al método del vl y otorgar a cada votante, digamos, dos votos. Ese método, no obstante, ofrece una maniobra estratégica adicional a los votantes: el plumping, como los británicos lo llamaban en el siglo xviii. La maniobra del plumping, que podría vagamente traducirse al castellano como “apoyo enfático”, se refiere a votar únicamente por el candidato favorito.14 Considérese el distrito con k = 4 y v = 2, como acabamos de mencionar. Suponga que estoy considerando emitir mis dos votos por mis dos favoritos de entre los candidatos. La última encuesta de opinión pública muestra que mi segundo candidato se encuentra en el cuarto lugar y mi favorito en el quinto. Si procedo a votar por ambos candidatos, mi segunda opción puede ganar, pero posiblemente gane a expensas de mi primera opción quien terminará fuera de la contienda. Un mejor consejo sería que yo emita únicamente un solo voto, el cual sería por mi primera opción. En ese caso yo estaría renunciando al apoyo que planeaba dar a mi segunda opción, pero posiblemente ello ayudaría a avanzar a mi favorito al cuarto lugar. El método del voto limitado permite esa especie de “abstención parcial”.

El voto acumulativo (va) va un paso más allá, pues permite que los votantes no sólo se abstengan parcialmente sino también que acumulen sus votos.15 Considere de nuevo el ejemplo del párrafo anterior en el que hay que elegir cuatro candidatos y el elector tiene dos votos, pero ahora se usa el método de voto acumulativo. Entonces el elector puede emitir sus dos votos por su candidato preferido. Hasta 1980, el estado de Illinois elegía legisladores estatales por distritos plurinominales mediante el voto acumulativo. De manera similar, casi la mitad de los estados permite el voto acumulativo, y más de la cuarta parte de hecho exige el va en las deliberaciones de juntas de directores o de consorcios de comercialización pública. La idea subyacente al voto acumulativo es que, mediante la acumulación de sus votos, las minorías bien organizadas puedan asegurarse un mínimo de representación. En los distritos plurinominales, por ejemplo, el voto acumulativo se ha convertido en uno de los “métodos predilectos” para gran número de activistas de los derechos civiles para elegir comisarios de los condados, juntas escolares y otros funcionarios locales, principalmente en el sur, con el propósito de asegurar la representación de las minorías.16

 

VII.2.3. Equilibrio en los sistemas de mayoría relativa

 

Por lo general, los científicos y los ingenieros pueden hacer observaciones inteligentes sobre las comparaciones entre motores distintos. Y lo mismo es cierto en nuestro caso respecto a los mecanismos electorales que acabamos de describir. Hasta ahora, no obstante, el hombre ha sido mucho más creativo en la invención de mecanismos electorales que en la comprensión de sus características de funcionamiento.

La clave para entender las tendencias al equilibrio de los sistemas alternos de mayoría relativa que hemos descrito es el número de candidatos por distrito. Pero antes de desarrollar esta tesis, debo explicar qué entiendo por equilibrio en este contexto. Restrinjo nuestro análisis a las representaciones espaciales unidimensionales (como las descritas en la primera parte del capítulo V). Se supone que cada votante tiene un punto ideal único y preferencias de pico único en la dimensión única. Los candidatos compiten por los votos identificándose con lugares específicos en la dimensión. Cualitativamente, pueden identificarse tendencias hacia dos tipos de equilibrio: una tendencia central, que es aquella en la que los candidatos tienden a converger en el lugar del punto ideal mediano del votante; y una tendencia a la dispersión, que es aquella en la que los candidatos tienden a distribuirse a lo largo de la dimensión adoptando posiciones de política pública características. La primera tendencia se ve dominada por fuerzas centrípetas de la contienda electoral que empujan a los candidatos uno hacia el otro, mientras que la segunda se ve dominada por fuerzas centrífugas que alejan a los candidatos entre sí con el propósito de distinguirlos unos de otros.

Cox (1990: 912) demuestra que el número de candidatos en competencia es un parámetro clave para determinar cuáles son los incentivos que dominan, si los centrípetos o los centrífugos. Divide los casos de acuerdo con el hecho de si el sistema permite o no la acumulación de votos (véase la columna c en el esquema VII.3). Después demuestra que, cuando no se permite la acumulación (c = no), si el número de candidatos que compiten por la elección es lo suficientemente pequeño en relación con el número de votos por votante [v en el esquema VII.3], entonces, las fuerzas centrípetas dominarán (en el sentido de que los equilibrios serán centralizadores); pero, si el número de candidatos es lo suficientemente grande, entonces las fuerzas centrífugas llegarán a ser lo suficientemente fuertes como para crear cierta cantidad de dispersión en equilibrio. Cuando se permite la acumulación (c = sí), entonces las fuerzas centrífugas dominarán siempre.17

En principio, el lector podría tomar una copia del artículo de Cox (en el que es posible encontrar proposiciones expresadas de manera más cuidadosa y con mayor precisión) y un manual gubernamental que describa un sistema electoral específico y, basado en esas dos fuentes de información, hacer pronósticos sobre la manera como en realidad se distribuirían políticamente los candidatos en las competencias electorales. Cox (1990: 915) lo ilustra en el caso de Japón, un país cuyo sistema electoral era de voto único intransferible en la época en que lo escribió:

La mayoría de los 511 miembros de la Cámara de Representantes japonesa18 son electos en distritos de magnitud 3, 4 o 5, en los que cada votante tiene un voto único intransferible. En todos los distritos de múltiples representantes de Japón el número de candidatos es grande en comparación con el número de votos por votante. Esto significa que nunca hay un votante mediano ni se puede predecir un resultado de agrupamiento central. En lugar de ello, aplica el resultado de dispersión y predice que, si hay equilibrio, entonces los candidatos no se agruparán en ningún lugar a lo largo del espectro izquierda-derecha; y algunos candidatos adoptarán [posiciones extremas].

Ya admitimos que los científicos sociales no son científicos exactos, ya aceptamos eso. Las cosas se nos están volviendo cada vez más complicadas respecto a la manera como realmente funcionan los diversos procedimientos de decisión social. En esta sección, no he hecho más que ilustrar una pequeña fracción de la cantidad de tipos de sistemas electorales semejantes a la mayoría relativa y cómo podemos analizarlos. Es posible reducir los sistemas electorales a un número relativamente pequeño de parámetros y de análisis de equilibrio. Dependiendo de los recursos que se otorguen al votante (en particular, el número de votos), de cómo se puedan emplear esos recursos (si es posible acumularlos y si es posible utilizarlos sólo de manera parcial) y de la naturaleza de la tarea (el número de legisladores que es necesario elegir), es posible determinar si los candidatos tienen incentivos para agruparse en torno al centro o dispersarse. Esto, a su vez, nos dice algo acerca de las clases de legislaturas que esos sistemas electorales producen.

Con todo, debemos recordar que no todos los sistemas electorales son como carreras de caballos entre candidatos individuales. Una gran diversidad de sistemas funciona en un plano ligeramente más amplio, un plano en el que los jugadores estratégicos son más bien los partidos políticos. En esos sistemas, la proporción del voto popular que cada partido obtiene es la que determina la representación legislativa. Aquí abajo examinaremos esos sistemas, para luego compararlos con aquellos sistemas que sí son del tipo de las carreras de caballos. Pero incluso antes de hacer esto, analizaremos un último e interesante sistema semejante a la mayoría relativa que pareciera desafiar el esquema de clasificación de Cox.

 

VII.2.4. Un sistema de mayoría relativa muy inusual: el voto único transferible (vut)

 

El voto único transferible, denominado en ocasiones sistema Hare, en honor a uno de los primeros científicos sociales en estudiarlo, difiere de otros sistemas de mayoría relativa plurinominal en que cada votante reporta su orden completo de preferencias por los candidatos. Riker (1982: 49) lo describe como sigue:

La regla del método del voto único transferible funciona de la siguiente forma. En distritos con S escaños y m candidatos (m ≥ S), los votantes, en número V, marcan en las boletas su primera preferencia, su segunda preferencia, …, y su m-ésima preferencia. Se calcula una cuota, q, de la siguiente manera:

 

q = V / (S + 1) + 1

 

y se redondea q hacia abajo al mayor entero contenido en q. Si un candidato obtiene al menos q votos de primer lugar, él gana, y todos los votos en exceso (es decir, el número de votos de primer lugar en exceso de q) se transfieren a los candidatos no ganadores proporcionalmente a la aparición de esos candidatos en el siguiente lugar en todas las boletas del ganador inicial. Otro candidato que entonces tiene q votos de primer lugar [más] los votos reasignados gana, y su exceso se transfiere al siguiente candidato no ganador en las boletas de sus partidarios (una vez más, proporcionalmente a su aparición en el siguiente lugar), y así sucesivamente, hasta que se llenan todos los escaños. Si, en cualquier punto del proceso (incluido el inicio), ningún candidato tiene q votos de primer lugar ni reasignados, se elimina al candidato con el menor número de votos de primer lugar y reasignados, y todos sus votos se transfieren a los candidatos en segundo (o tercer) lugar en esas boletas. Este procedimiento se repite hasta que algún candidato tiene q votos.19

Para mostrar todo esto de manera concreta, suponga que hay 100 votantes (V = 100) en un distrito que cuenta con 3 escaños para representantes (S = 3). La cuota es q = 100 / (3 + 1) + 1 = 26. A dicho número también se le conoce como la cuota Droop (el señor Droop era amigo de Hare). Es decir, todo candidato que obtenga 26 votos puede estar seguro de que no más de dos candidatos pueden obtener tantos votos como él.20 Si, realmente, un candidato obtiene más de 26 votos de primera preferencia y ninguno de los candidatos restantes los obtiene, entonces se consultan los órdenes de preferencias de los votantes para ver cuál es la segunda preferencia listada y esos votos se les distribuyen. Si ello lleva a que algún otro candidato o candidata rebase la cuota de 26 votos, entonces se le considera electo. El procedimiento continúa hasta que los tres candidatos han sido electos o hasta que menos de tres han sido electos y ninguno de los candidatos restantes logra la cuota. En ese caso, se inicia el procedimiento de eliminación de candidatos, comenzando por el que tiene el menor número total de votos. La totalidad de los votos a ese candidato es distribuida entre los candidatos marcados en segundo sitio en cada boleta. Este procedimiento continúa hasta que todos los escaños se cubren.

El vut se utiliza para elegir el parlamento de Irlanda (llamado Dáil) y el ayuntamiento de la ciudad de Cambridge, Massachusetts. En Irlanda hay 41 distritos, de los que se elige a 166 miembros del parlamento; las magnitudes distritales típicas son 3, 4 y 5. La ciudad de Cambridge elige un ayuntamiento (de nueve miembros) de un distrito único. En ambos lugares, hay una gran tradición de comportamiento estratégico, pues los candidatos no sólo hacen campaña entre sus propios partidarios sino también entre los partidarios de sus oponentes. El propósito del candidato es tanto motivar a sus propios partidarios como tratar de clasificar en un lugar alto en el orden de preferencias de los partidarios de otros candidatos, esto último, con el propósito de beneficiarse de los potenciales votos “reasignados”. Cambridge se ha rehusado a informatizar sus operaciones, por lo que, después de las elecciones, tarda casi dos semanas en poder contar y recontar decenas de miles de boletas. Muchos aficionados locales a la política se reúnen en las oficinas generales de campaña durante ese periodo y vitorean cada vez que algún candidato rebasa la cuota Droop y gana su lugar en el ayuntamiento.21

Caso VII.1

Nominaciones al Óscar

 

La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas organiza el proceso de nominación para los Premios de la Academia. Cada sección de la academia es apta para participar en los procesos de nominación de su propio premio. De acuerdo con Tom O’Neill (2005), reportero de The New York Times, esta es la manera como todo esto funciona (con mis ocasionales intromisiones entre corchetes):

En la categoría de mejor director, por ejemplo, existen alrededor de 300 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas que deciden las nominaciones al listar a sus favoritos entre el primero y el quinto lugar. De acuerdo con Greg Garrison, uno de los ocho contadores que pasan una semana determinando quiénes resultan nominados, cuando PricewaterhouseCoopers recibe las boletas, éstas se apilan con base en la persona que aparece en el número 1. “Dividimos el número de boletas [V = 300] entre seis [S + 1] para determinar cuántos votos en el número 1 se requieren para establecer a un nominado”, declaró. De tal manera, un director con 50 o más votos que lo coloquen en el puesto número uno es nominado automáticamente. “Supongamos que sólo dos directores reciben esa cantidad de votos”, continuó. “Tomamos todas sus boletas y las ponemos aparte. Después realizamos una segunda revisión. Empezamos con las pilas de boletas más pequeñas, descartamos a la opción número uno y las redistribuimos de acuerdo con la persona colocada en segundo lugar. Revisamos todas las pilas de la misma manera, de la más pequeña a la más grande, y redistribuimos boletas hasta que tenemos cinco pilas con más de 50 boletas que tienen el mismo nombre.

Como el lector puede apreciar, esto se parece mucho al método del voto único transferible descrito en las páginas anteriores. La única diferencia parece ser que los votos “excesivos” de aquellos que califican como nominados no se redistribuyen.

 

Para concluir esta sección, quiero resaltar que una versión de este método se emPara Para concluir esta sección, quiero resaltar que una versión de este método se emplea para elegir a los miembros del Parlamento de Australia. En ese país, no obstante, la magnitud de los distritos es de sólo 1, por lo que el método recibe un nombre diferente, sólo para confundir a todo el mundo (naturalmente); se conoce como voto alterno. Con S = 1, la fórmula de la cuota se reduce a q = V/2 + 1. Con 100 votantes, un candidato necesita 51 votos de primera preferencia más los votos reasignados para ser declarado vencedor.22

 

VII.2.5. Representación proporcional

 

Mi análisis sobre los sistemas de representación proporcional será menos preciso, porque, honestamente, no han sido muchos los trabajos que se han ocupado de ellos. El propósito de un sistema de representación proporcional es elegir una legislatura que refleje, de alguna manera, a la sociedad en su conjunto. Si, por ejemplo, los principales clivajes en una sociedad son étnicos (como en muchas de las democracias en África y Medio Oriente) o religiosos (como en Irlanda del Norte) o lingüísticos (como en Bélgica) entonces un sistema de representación proporcional tenderá a reproducir esas divisiones en el seno de la legislatura electa. En la mayoría de esos sistemas, ningún estrato social, a menos que sea particularmente pequeño o esté muy mal organizado —o de plano sea políticamente torpe— queda sin representación.

Se pensaría que el diseño de un sistema de representación proporcional es sencillo: que cada ciudadano emita un solo voto por su partido preferido (o cualquier otro, para el caso). Súmense los votos obtenidos por cada partido. Atribúyase a cada partido una proporción de escaños legislativos exactamente igual a su proporción del total del voto popular. ¡Y listo!

¡No tan rápido! En primer lugar, tradicionalmente se fija el tamaño de la legislatura por adelantado. En el caso de la mayoría de las legislaturas de tamaño “razonable”, por lo general no es posible traducir las proporciones electorales en escaños correspondientes. Suponga que el Partido de Amantes de la Cerveza (un partido real en las elecciones polacas en 1992) obtuvo 1 por ciento del voto popular. ¿Cuántos escaños debe recibir de los 450 del Sejm (la Cámara de Diputados polaca)? No se le pueden otorgar los 4.5 escaños a que tiene derecho de acuerdo con su proporción electoral. La mayoría de los esquemas de representación proporcional —de los cuales hay un número muy grande alrededor del mundo— difieren sobre todo en la manera en la que abordan el problema de la asignación de esas “fracciones de escaño”.

En segundo lugar, está la cuestión de quién debe ser electo a la legislatura. Si el Partido de Amantes de la Cerveza polaco obtiene 1 por ciento del voto popular, como se mencionó en el párrafo anterior, ¿de verdad debe tener alguna representación? Si la respuesta es afirmativa, entonces, ¿en qué punto se vuelve negativa la respuesta?, ¿en el 0.5 por ciento?, ¿el 0.25 por ciento?, ¿el 0.10 por ciento? ¿Dónde se traza el límite? Los sistemas de representación proporcional difieren marcadamente en este aspecto. En la práctica, la mayoría exige que un partido obtenga al menos una proporción mínima específica del voto popular antes de tener derecho a alguna representación parlamentaria. Este parámetro, conocido como umbral, varía marcadamente de un país a otro. Polonia en sus primeras elecciones democráticas, e Israel a todo lo largo de su historia democrática, han tenido umbrales muy bajos. Para el Sejm polaco, de 450 escaños, un partido debe obtener el 1/ 450avo, o 0.22 por ciento, del voto popular para que se le otorgue un escaño. Para el Knesset israelí, de 120 escaños, un partido necesitaba (hasta hace poco) 1/120avo, o 0.83 por ciento, de la votación para ganar un escaño. Alemania, por otra parte, tiene un umbral muy alto: un partido debe obtener 5 por ciento de la votación antes de calificar para obtener uno de los 497 escaños del Bundestag. Así, en las elecciones de 1987, el Partido Verde ganó 8.7 por ciento del voto popular y se le otorgaron 42 escaños en el Bundestag (8.45 por ciento de los 497 escaños); en las elecciones de 1991, su porcentaje del voto popular cayó apenas un poco por abajo de 5 por ciento y perdió toda su representación legislativa. Evidentemente, los umbrales altos son la causa de una mayor desproporcionalidad.23

 

VII.2.6. Representación contra gobernabilidad: la representación proporcional versus la mayoría relativa

 

Son pocos los resultados que podemos consignar sobre las propiedades de equilibrio de los diversos sistemas de representación proporcional, por lo que en esta última sección recurriré a una breve comparación de las dos grandes familias de sistemas electorales que hemos analizado. En todo nuestro análisis he sido vago respecto al número real de candidatos que compiten por los escaños legislativos. En realidad, no he aventurado una conjetura acerca de si compiten muchos o pocos candidatos ni, lo que es más significativo, si el sistema electoral tiene algo que ver con ello.

De hecho, existe una vasta literatura precisamente sobre este tema; y la propuesta más famosa al respecto se conoce como la ley de Duverger, nombrada en honor del famoso politólogo francés que se atrevió a denominarla como una regularidad empírica. La ley de Duverger se divide en dos partes. La primera, en cuyo favor existen argumentos sólidos, así como evidencia robusta, establece que los sistemas con distritos con un único representante electo por mayoría relativa (es decir los distritos con escrutinio uninominal mayoritario o first-past-the-post) están estrechamente vinculados con la competencia entre únicamente dos candidatos (o dos partidos). La idea en este caso es que los terceros partidos y los terceros candidatos (o ambas cosas) normalmente se resistirán a participar en la competencia porque tienen muy pocas posibilidades de ganar; y, a su vez, tienen muy pocas posibilidades de ganar porque ni los votantes ni los consultores de campaña ni los contribuyentes a las campañas están dispuestos a desperdiciar su voto, tiempo y dinero, respectivamente, en candidaturas sin esperanzas.24 La segunda parte de la ley de Duverger, para la que existe un vasto apoyo empírico, aunque menos argumentos analíticos convincentes, establece que los sistemas de representación proporcional están asociados a la competencia entre múltiples partidos.

Desde el punto de vista analítico, me parece que la pizca de verdad en este caso es que los distritos en los que hay, de forma deliberada, un número muy pequeño de vencedores desalientan la participación política independiente y promueven las actividades políticas de cooperación, coordinación, coalición y fusión antes de las elecciones. Éste sería el caso de los distritos con un solo un ganador bajo el sistema de “el primero en cruzar la meta”, o con exactamente k ganadores bajo el sistema de “los k primeros en cruzar la meta”. En los distritos donde hay muchos vencedores posibles se promueve la participación política independiente; y se desalientan las diversas formas de cooperación, coordinación, coalición y fusión las cuales se difieren hasta después de las elecciones. Éste sería el caso de los sistemas de representación proporcional cuando tienen un umbral muy bajo, o los sistemas de “los k primeros en cruzar la meta” cuando tienen una k muy grande. Los sistemas de “el primero en cruzar la meta” típicamente logran resolver muchos conflictos antes de que comience la política legislativa; y con frecuencia también lo logran los sistemas de “los k primeros en cruzar la meta” donde k es “pequeña”. Por su parte, los sistemas de representación proporcional, y los de distritos plurinominales de mayoría relativa donde k es grande, difieren la resolución de los conflictos hasta que la legislatura se reúne. En consecuencia, los conflictos políticos parlamentarios tienden a ser más débiles y centralistas en las legislaturas electas por escrutinio uninominal mayoritario. En efecto, hay por lo general un solo partido mayoritario que puede lograr salir adelante con la puesta en práctica de su agenda. Las legislaturas electas mediante la representación proporcional reflejan por adelantado, sin resolverlo, el conflicto político, dependiendo de la política parlamentaria posterior a las elecciones —gobierno de coalición, por ejemplo— para descubrir los medios de resolución.

Por lo tanto, no debería sorprendernos el hecho de que cierto número de regímenes democráticos busquen obtener lo mejor de ambos mundos mediante la puesta en práctica de un método “mixto”. En esos casos, cierta proporción de los legisladores es elegida en distritos de mayoría relativa, mientras que los legisladores restantes son elegidos por representación proporcional basada en el voto nacional recibido por cada partido. En Alemania, por ejemplo, la mitad de los miembros del Bundestag se elige en distritos uninominales conforme al método del escrutinio uninominal mayoritario, y la mitad restante se elige mediante la representación proporcional basada en las listas partidarias, de tal manera que la legislatura en su conjunto sea aproximadamente proporcional. En 1993, tanto Italia como Nueva Zelanda hicieron modificaciones en su legislación electoral. Como extraños que se cruzan en la noche, Nueva Zelanda abandonó la mayoría relativa por una aproximación del método mixto, mientras que Italia abandonó la representación proporcional por el método mixto.25 Por un lado, el método mixto parece mejorar la gobernanza manteniendo un número de partidos relativamente pequeño, mientras que por el otro, parece preservar un mínimo de representatividad.

 

 

Rincón experimental

Las reglas de votación y los veredictos de un jurado

 

Las decisiones en torno a métodos de votación no sólo tienen influencia sobre la política electoral. Sin duda, una de las decisiones más importantes que puede tomar cualquier sociedad en relación con un método de votación se refiere al método de votación para los jurados, que en docenas de países son responsables de determinar la culpabilidad o inocencia en los juicios penales. Por ejemplo, para juicios criminales en Estados Unidos, el jurado generalmente debe estar de acuerdo de manera unánime en condenar al acusado; de otra manera, se devuelve a éste su libertad. Este alto estándar es para muchos una importante protección procedimental, que reduce la posibilidad de condenar y encarcelar a individuos inocentes que estén acusados de crímenes graves. Imagine entonces la sorpresa que dos teóricos de juegos, Timothy Feddersen y Wolfgang Pesendorfer (en adelante fp), provocaron con un artículo de 1998 que afirmaba que la regla de unanimidad podría en realidad conducir a un mayor número de falsas condenas que otras alternativas menos demandantes como la regla de la mayoría.

¿Cómo podría ser esto? Primero, un poco de contexto. Los modelos formales de toma de decisiones en los jurados antes del estudio de fp hacían que cada miembro del jurado evaluara independientemente la evidencia y llegara a una conclusión. No obstante, debido a diferencias psicológicas, cognitivas o de otro tipo, era posible que algunos concluyeran que el acusado era inocente mientras que otros pensaban que era culpable. Si asumimos que los miembros del jurado votan de manera sincera (véase el capítulo VI), basados en su interpretación personal de los hechos, la regla de unanimidad sería menos propensa a resultar en condenas falsas que otros procedimientos menos demandantes, porque requiere que todas y cada una de las personas —sin importar las diferencias entre ellas— estén realmente persuadidas de la culpabilidad del acusado.

No obstante, fp voltearon esta lógica al preguntarse si no sería óptimo para los miembros del jurado votar sofisticadamente. Considere la siguiente situación hipotética: Usted es miembro de un jurado de doce personas que opera bajo la regla de unanimidad, el cual está a punto de llevar a cabo una votación anónima. Usted cree que el acusado es inocente, pero no está seguro de lo que piensan los demás. Vale la pena considerar dos escenarios. Primero, bajo la regla de unanimidad, es posible (aunque improbable) que los once miembros restantes voten por condenar al acusado, de manera que, si usted vota sinceramente, será responsable de liberar a un individuo que con toda probabilidad es culpable (¡o al menos eso parecen pensar sus congéneres!). Sin embargo, si menos de once miembros están convencidos de la culpabilidad del acusado, entonces no importará si usted traiciona su propio instinto votando “culpable” (dado que al menos una de las otras personas votará “inocente”). En otras palabras, condenar al acusado es, en el lenguaje de la teoría de juegos, una estrategia dominante. En este sentido, podrían existir presiones sutiles para que los miembros del jurado voten por condenar al acusado —incluso si piensan que es inocente— para evitar que un individuo culpable salga libre. Cuando esta presión influye sobre los doce miembros, la probabilidad de una falsa condena aumenta de forma notable.

No obstante, bajo la regla de la mayoría, estas presiones serían mucho más débiles —siempre que los miembros del jurado tengan en promedio una percepción apropiada de la culpabilidad y la inocencia— puesto que cualquier voto tiene menor probabilidad de determinar el resultado final. Dicho de otra manera, el daño que haría un voto equivocado de “inocente” es mucho menor bajo la regla de la mayoría que bajo la regla de unanimidad.

Esta discusión sugiere dos preguntas fundamentales en torno al comportamiento de los jurados que Serena Guarnaschelli, Richard McKelvey y Thomas Palfrey (2000) pusieron a prueba mediante una serie de experimentos: ¿Los miembros votan sofisticadamente? Y ¿existe una asociación entre la regla de unanimidad y el número de condenas injustas de personas inocentes? El planteamiento de los experimentos es el siguiente: se pidió a cada miembro de los jurados experimentales escoger (con los ojos vendados) una bola de un frasco, que predominantemente contenía bolas rojas o bolas azules. Se les pidió mantener el color de su bola en secreto ante los demás y después votar acerca de si habían sacado sus bolas de un frasco “predominantemente rojo” o “predominantemente azul”. Si el grupo acertaba en su decisión, entonces todos se harían acreedores a un buen premio. No obstante, el experimento se condujo bajo dos reglas de votación. Bajo la regla de unanimidad, se dijo al jurado que identificar correctamente el frasco rojo requería que todos votaran “rojo” y que si un solo miembro votaba “azul”, entonces la decisión grupal sería “azul”. La regla de la mayoría se adoptó en su forma típica, pero se especificó que los empates serían considerados como “azul”. Así, el experimento buscaba recrear el contexto del artículo original de fp con una serie de individuos que recibían una señal acerca del “estado de las cosas” —es decir, el color que realmente predomina en el frasco— utilizando un sistema grupal de toma de decisiones bajo dos reglas de votación distintas. El frasco y las bolas de color rojo representan los votos de “culpable”, mientras que el color azul representaba “inocente”. Los participantes no recibieron indicios de que participaban en una investigación relacionada con el núcleo del sistema de justicia estadounidense.

El primer resultado importante del experimento fue que los miembros de un jurado definitivamente votan de manera sofisticada bajo la regla de unanimidad. En un pequeño jurado de tres individuos operando bajo la regla de la mayoría, sólo alrededor de seis por ciento de los individuos votó de manera contraria a la señal que habían recibido sacando una bola azul, mientras que 36 por ciento lo hizo bajo la regla de unanimidad. (Vale la pena notar que relativamente pocas personas —entre 3 y 10 por ciento— votaron de manera contraria a su señal habiendo sacado una bola roja.) ¿Por qué existe esta divergencia tan marcada? Regresemos a la lógica del argumento de fp. Votar “azul” es un acto peligroso bajo la regla de la unanimidad. Si el verdadero estado de las cosas es un frasco “predominantemente rojo”, entonces uno pierde la oportunidad de ganar el premio. Una pregunta lógica es si la frecuencia de votación sofisticada observada bajo la regla de unanimidad podría bajar si el jurado fuera más grande. De hecho, ocurrió exactamente lo opuesto. Más de 47 por ciento de los que sacaron una bola azul votó por un frasco “predominantemente rojo”, un resultado consistente con la teoría de fp. ¿Por qué? Un mayor número de votantes da a uno mayor excusa para votar de manera contraria a la señal que se ha obtenido. Si todos los demás sacaron una bola roja, entonces es muy probable que uno esté equivocado, aunque haya sacado una bola azul, y su voto erróneo sería decisivo. Si el estado real de las cosas es un frasco “predominantemente azul”, entonces es muy probable que muchos otros hayan sacado una bola azul y voten por ese color, por lo que no hay ningún daño en votar “rojo”… a no ser, claro, que los demás piensen de la misma manera.

Aunque se confirmó la premisa del acercamiento de fp a las votaciones en un jurado (los miembros son votantes sofisticados), esto no sucedió con la conclusión (la regla de unanimidad lleva a más condenas falsas). Para jurados de seis personas que extraían bolas de frascos “predominantemente azules”, casi 30 por ciento votó “falsamente” (es decir estratégicamente) por un frasco rojo al utilizar la regla de la mayoría, mientras que sólo 3 por ciento votó por un frasco rojo bajo la regla de unanimidad —exactamente lo opuesto a lo que uno esperaría siguiendo la lógica de fp. (La frecuencia de condenas falsas fue en esencia la misma: alrededor de 18 por ciento para jurados de tres personas.) ¿Por qué sucedió esto? Los autores plantean como hipótesis que ciertas reglas de votación son muy sensibles a votos desacertados o erróneos, en especial la regla de unanimidad, que requiere que todos voten en un sentido. Recordemos, como se mencionó anteriormente, que entre 3 y 10 por ciento de los votantes votó de manera contraria a su señal aunque obtuvo una bola roja, y de hecho ese 10 por ciento corresponde a jurados de seis personas bajo la regla de unanimidad. El efecto de que sólo cada décimo individuo que recibiera una bola roja votara “azul” —una decisión difícil de defender sobre bases racionales— fue más que suficiente para contrarrestar la votación sofisticada que supuestamente conducía a falsas condenas. En otras palabras, la regla de unanimidad condujo a menos “condenas” falsas, principalmente porque los votos erróneamente emitidos por personas con bolas rojas evitaron que los jurados decididos a condenar lo hicieran.

¿Podemos entonces deducir de este experimento que la regla de unanimidad es, después de todo, un baluarte que evita las falsas condenas en contra de personas inocentes? Probablemente no. Es difícil creer que los miembros de un jurado real, sabiendo que el destino de un ser humano depende de ellos, votarían de manera tan casual como en un experimento que involucra bolas en un frasco. Más aún, un error por parte de los votantes no parece ser una base sólida sobre la cual sostener un asunto tan importante como la credibilidad de los veredictos de un jurado. Al mismo tiempo, permanece abierta la cuestión de si los miembros de un jurado en un juicio criminal —fuera de los sólidos confines del laboratorio— votan sofisticadamente o no. Los experimentos ciertamente sugieren que esto es una posibilidad, y éste es, sin duda, un tema que amerita un estudio mucho más profundo.

 

 

Problemas y preguntas de discusión

1. Una pequeña sociedad de nueve personas tiene las siguientes preferencias: w | zxy (3 personas); xzy | w (4 personas); y | zwx (2 personas), donde los resultados a la izquierda de la línea vertical “merecen aprobación”. ¿Qué resultado ganaría bajo un método de mayoría relativa? ¿Qué sucedería si se utiliza el método de segunda vuelta por mayoría relativa, la votación aprobatoria o el conteo Borda? ¿Habría un claro ganador si la sociedad utilizara el método de Condorcet?

 

2. La elección estadounidense de 1844 tenía a dos principales candidatos: los demócratas nominaron a James K. Polk y los whigs a Henry Clay. En el conteo electoral final Polk tuvo 170 votos, y Clay 105. Polk apoyaba fervientemente la entrada de estados esclavistas a la Unión Americana, mientras que Clay (dueño de esclavos) se oponía a aceptar a dichos estados esclavistas. James Birney entró a la competencia como un abolicionista del Liberty Party y logró asegurar 2.3 por ciento de los votos a nivel nacional. Los resultados de la elección en el estado de Nueva York, que tenía 36 votos electorales, fueron los siguientes: Polk, 48.8 por ciento del voto popular; Clay, 47.85 por ciento, y Birney, 3.25 por ciento. En el siguiente análisis, asuma que todo aquel que votó por Birney tenía una preferencia estricta por Clay sobre Polk.1

 

a)  Suponga que los votos electorales de Nueva York se hubieran asignado con base en un método de vuelta secuencial. ¿Quién habría ganado la elección? Explique por qué.

b)  Suponga que los votos electorales de Nueva York se hubieran asignado con base en un método de votación aprobatoria. Sugiera una situación hipotética en la que Clay podría haber ganado la elección presidencial. ¿Qué tan plausible habría sido dicha situación?

c)  Algunos teóricos de la elección social han sugerido que la “independencia de la entrada de clones” (iec) podría ser un criterio útil para evaluar las reglas de votación. Según la iec, el ganador en una votación no debería cambiar al agregar un candidato idéntico (o muy parecido) a alguno de los ya presentes. ¿Satisface la regla de la mayoría la condición de iec? ¿La satisface la votación aprobatoria? ¿Cree usted que este es un criterio razonable?

 

3. Considere los siguientes escenarios electorales.

a)  Suponga que los candidatos a y b compiten de manera desigual, ya que 58 por ciento de la población considera que b > a y 42 por ciento cree que a > b. El candidato a, quien está posicionado a la izquierda de b, considera pagar a un oportunista candidato conservador c para que entre a la competencia y arrebate a b aproximadamente 17 por ciento del electorado que tiene las preferencias c > b > a. Asumiendo voto sincero, ¿sería esta inversión adecuada tanto bajo la regla de la mayoría como de la vuelta secuencial?

b)  Considere ahora una competencia distinta entre tres candidatos, en la que las encuestas de opinión reflejan lo siguiente: 40 por ciento de los votantes considera que a > b > c; 31 por ciento prefiere c > b > a, y 29 por ciento cree que b > a > c. ¿Quién ganaría si la elección se llevara a cabo bajo el método de vuelta secuencial? Suponga que, con una campaña agresiva, a logra quedarse a 3 por ciento de los votantes de c. ¿Quién ganaría ahora? ¿Cuál de las propiedades empleadas en el teorema de May se viola en este ejemplo?

c)  Basándose en las respuestas a las primeras dos partes de esta pregunta, ¿hay propiedades normativas deseables en el método de la vuelta secuencial? ¿Qué opina acerca de este método como sistema de votación en términos prácticos?

 

4. Esta pregunta requiere que considere equilibrios en sistemas de mayoría relativa; específicamente, la aseveración de Cox (1990) de que si el número de candidatos (llamado m) es menor que dos veces el número de votos por votante, entonces predomina una tendencia centrípeta. Asuma que los votantes son honestos y tienen preferencias de pico único. ¿Cuál es un equilibrio estable para un sistema de mayoría relativa cuando m = 2? ¿Qué modelo de votación reitera este resultado? ¿Es dicho valor un equilibrio si m = 3 o m = 4?

Suponga ahora el mismo planteamiento, pero en este caso cada votante tiene dos votos (v = 2) no acumulables (c = no) (ésta es una forma de un sistema de voto limitado). Si m = 3, ¿cuál sería un equilibrio estable? ¿Es dicho valor un equilibrio si m = 4 o m = 5?

 

5. A continuación se presentan las preferencias que varios grupos de votantes que pertenecen a un cuerpo de votación de trece miembros tienen para el primer y segundo lugar. La votación se rige bajo el sistema de voto único transferible, con una cuota Droop: b > d (4 miembros); b > e (3 miembros); c > e (2 miembros); e > c (2 miembros); d > b (1 miembro), y a > d (1 miembro). El grupo quiere elegir tres resultados de entre a, b, c, d, e. ¿Cuáles son los tres que elige?

 

6. La primera hipótesis de Duverger es que los sistemas de mayoría relativa con distritos uninominales deben conducir a una competencia entre dos candidatos o partidos. ¿Cree usted que esta hipótesis es más acertada a nivel nacional o a nivel de distritos electorales? ¿Ocurre este resultado porque el sistema de mayoría relativa limita la entrada de candidatos o porque éste altera el comportamiento de los votantes? Para responder la segunda pregunta, considere la importancia de las contribuciones de campaña, la organización y los patrocinios, así como la de los votantes, para lograr una campaña electoral exitosa.

 

7. Las democracias del mundo pueden dividirse entre las que eligen a las legislaturas por representación proporcional (como la mayor parte de Europa) y las que eligen a sus legisladores en distritos locales de acuerdo con la regla de la mayoría (como en la Cámara de los Comunes inglesa o la Cámara de los Representantes estadounidense). ¿Qué diferencias se podrían esperar entre los sistemas de mayoría relativa con distritos uninominales y los de representación proporcional? Podría considerar el tipo de políticos que cada sistema atrae, el tipo de partidos que cada uno propicia, el tipo de legislaturas asociado con cada método o el tipo de políticas públicas que las legislaturas son más propensas a producir bajo cada uno de estos arreglos. Tomando en cuenta las respuestas que haya dado, ¿qué sistema cree usted que refleja mejor los ideales democráticos?

 

8. Los presidentes, legisladores, jueces y votantes tienden a justificar sus decisiones políticas con base en el “interés público”. No obstante, Mark Twain se mostró escéptico ante este concepto, escribiendo que “ningún interés público es distinto o más noble que cualquier conjunto de intereses privados”. Habiendo leído en la segunda parte de este libro acerca de las peculiaridades relacionadas con la transformación de varias preferencias individuales racionales en una sola decisión grupal, ¿qué opina usted de la noción del “interés público”? ¿Qué efecto tienen los ciclos de preferencias, el caos, el comportamiento y la manipulación estratégicos y los distintos métodos para agregar preferencias individuales sobre la idea de un “interés público”?

 

1  Este ejemplo absolutamente diabólico fue inventado por Joseph Malkevitch y se muestra en la figura 2 de su artículo “Mathematical Theory of Elections” (1990). Saari ofrece otro ejemplo en el que los resultados varían al escoger distintos sistemas incluso si las preferencias se mantienen constantes en “Chaos, But in Voting and Apportionments?” (1999).

 

2 Recuérdese que hay cinco alternativas posibles de las primeras preferencias, cuatro posibilidades restantes para las segundas preferencias, etcétera o 5 x 4 x 3 x 2 x 1 = 120 maneras de ordenar las cinco alternativas.

 

3 Un tratamiento considerablemente más sistemático de los métodos de votación alternos se encuentra en Riker (1982, capítulo 4). Un tanto más teórico, si bien muy perspicaz, es el artículo de Peter Fishburn, “A Comparative Analysis of Group Decision Methods” (1971).

 

4 En este libro, la mayoría relativa se referirá a obtener más votos que cualquier otro de los candidatos sin necesariamente haber obtenido más de la mitad de los votos emitidos, lo cual puede suceder cuando hay tres o más candidatos. Esto se contrapone a la mayoría absoluta que se va a referir a obtener arriba de 50 por ciento de los votos emitidos. También existe el concepto de mayoría simple, cuya definición no es consistente en la literatura en español: por mayoría simple algunos autores se refieren a lo primero (la mayoría relativa), mientras que otros autores se refieren a lo segundo (la mayoría absoluta). Por eso en esta traducción he evitado por completo el uso de la expresión “mayoría simple” [Nota del traductor].

 

5 Cuando analicemos este tipo de votación en cuanto sistema electoral en la segunda mitad del capítulo, lo llamaremos “escrutinio uninominal mayoritario” o “el primero en cruzar la meta”.

 

6 Una persona que vota por todas las alternativas declara que todas están “sobre el límite” o que son aceptables. El efecto en el resultado final es exactamente el mismo que si el votante se abstuviera (o, de manera equivalente, que declare que no aprueba ninguna alternativa). Lo que cuenta en la votación aprobatoria es que una alternativa se comporte bien en relación con sus competidoras. Su número absoluto de votos no es tan importante.

 

7 Esto es, el votante puede someter un subconjunto del conjunto total de alternativas (las alternativas “aprobadas”), o bien, como en el cuadro VII.1, entregar un orden de preferencias con una línea trazada bajo las alternativas “aprobadas”.

 

8 Monsieur Borda, miembro de la Academia Francesa de las Ciencias a finales del siglo xviii, fue informado por otro académico, Monsieur Condorcet, que el conteo Borda podía ser manipulado. Se afirma que Monsieur Borda respondió con desdén: ‘‘Mi método es sólo para hombres honorables”.

 

9 Véanse, especialmente, los diversos escritos de Brams y Fishburn sobre los méritos de la votación aprobatoria, entre ellos, “Approval Voting’’ (1978) y su libro Approval Voting (1983).

 

10 En cierto sentido, una legislatura es una institución genérica electa. Por ejemplo: puede pensarse en un presidente, gobernador o alcalde como una legislatura de una sola persona, en una corte electa como una legislatura de una persona (o más), etcétera.

 

11 Véase un análisis más detallado de este tema, con énfasis en el Congreso de Estados Unidos, en Shepsle (1988).

 

12 Dos trabajos especialmente importantes de Cox utilizan matemáticas avanzadas, pero vale la pena examinarlos, aunque sólo sea para darse una idea del tipo de análisis que son capaces de hacer los especialistas como Cox; véase “Electoral Equilibrium under Alternative Voting Institutions (1987) y “Centripetal and Centrifugal Incentives in Voting Systems” (1990).

 

13 En inglés, la metáfora del sistema first-past-the-post, o fpp, hace referencia a las carreras de caballos en las que hay un solo ganador, el caballo más rápido de todos [Nota del traductor].

 

14 En el Safire’s Political Dictionary (Safire, 1978), se registra la siguiente entrada bajo plump:En 1880, el New York Tribune escribió: ‘Una de las frases electorales inglesas para la que no existe equivalente en Estados Unidos es plumping. Siempre que una circunscripción electoral elige a dos miembros, cada votante puede dar un voto a cada uno de los dos candidatos, pero no puede dar sus dos votos a un solo candidato. Si así lo decide, puede dar solamente un voto a un solo candidato, y a eso se le llama plumping”.

 

15 En la nota anterior, Safire indica que el uso en Estados Unidos del término plump difiere del uso en Gran Bretaña. En Estados Unidos, to plump significa acumular los votos en un candidato en particular.

 

16 Véanse diversas opiniones en Guinier (1995), “The Representation of Minority Interests” y Benoit y Shepsle (1995), “Electoral Systems and Minority Representation”.

 

17 Cox precisa “lo suficientemente pequeño” y “lo suficientemente grande”.

 

18 Llamada Dieta en occidente o Kokkai en japonés [Nota del traductor].

 

19 Duncan Black se refiere al voto único transferible como un sistema de representación proporcional, porque tiende a aproximarse a la representatividad que muestran muchos de estos sistemas. Véase su famosa Theory of Committees and Elections (1958), pero es decididamente un sistema de mayoría relativa, en el sentido de que ganar depende de que se obtengan más votos (primera preferencia más transferencia) que los otros candidatos.

 

20 Si otros tres candidatos obtuvieran al menos 26 votos, entonces conjuntamente tendrían 78 votos, lo que significaría que, junto con los votos del candidato que ya tiene 26, han sido emitidos 104 votos. Pero eso no puede ser, puesto que sólo es posible emitir 100 votos. En consecuencia, tampoco puede ser que más de tres candidatos obtengan 26 o más votos.

 

21 Los interesados en aprender más sobre este sistema pueden consultar Doron (1979) y Doron y Kronick (1977).

 

22 El método del voto único transferible también se emplea para elegir a los miembros de los Consejo del Cuerpo Docente de la Universidad de Harvard (es una especie de ironía histórica que el método haya sido recomendado a la universidad por Kenneth Arrow ¡cuando fue miembro del cuerpo docente). El método funciona sin complicaciones, virtualmente sin controversias y, sin duda alguna, sin comportamiento estratégico, porque pocos miembros del cuerpo docente se presentan de manera voluntaria como candidatos.

 

23 El lector que busque un análisis completo de este y otros temas relacionados puede consultar, Rein Taagepera y Soberg Shugart (1989). Para leer un interesante y reciente análisis sobre la representación proporcional, consúltese el debate entre Cox y Gallagher en las páginas de Electoral Studies, la principal revista sobre sistemas electorales: Gallagher (1991) y Cox (1991).

 

24 Véase el caso VI.5.

 

25 Sin embargo, en 2006 Italia regresó de lleno a la representación proporcional.

 

1 Éste y varios otros ejemplos se obtuvieron de Poundstone (2008).

 

 

* La lectura a lo largo de cada hilera de la matriz indica el número de votos que cada alternativa de la hilera obtiene cuando hace par contra cada una de las alternativas de la columna. En consecuencia, cuando se lee a lo largo de la segunda hilera, la alternativa b obtiene 37, 16, 26 y 22 votos de 55 en contra de a, c, d y e, respectivamente.

 

** Cada grupo emite votos para todas las alternativas sobre la línea del cuadro VII.1. Por lo tanto, cada grupo, con excepción del tercero, vota por tres de las cinco alternativas. El tercer grupo aprueba cuatro de las cinco alternativas.