La de pelo azul. La nueva, la que se sienta al fondo pegada a la pared. Esa que se esconde debajo del flequillo y que no habla con nadie. La de los borcegos y vestido. La que durante los intervalos se recluye en sus auriculares, o mira por la ventana, o lee. Bolaño, Lebowitz, Didion, Levé. Me fijé y no tiene redes sociales. Creo que es feminista. Una sola vez me sonrió y fue cuando pidió ir al baño. Es brillante en clase. No logro saber si me mira, porque su flequillo no nos deja ver, pero el otro día hablamos un minuto a la salida, le hice un comentario del libro de Knausgård que llevaba en la mano y después me colgué pensando que mi literatura del yo hoy sería con ella. Un día de estos me animo y le escribo.
Hola, ¿querés ser parte de mi literatura del yo?
Firma, temblando, un aprendiz. No el profesor.