—¿Burbujas? —preguntó Madeira James.
—Chissst —le susurró Charl, llevándose un dedo a los labios—. Max está pensando.
La directora de documentales la enfocó.
—No, no —dijo Isabl—. Nada de sacar a Max, ¿recuerda?
—Ah, sí. Lo siento.
Y pasó a filmar las reacciones de los demás.
—¿Alguno de vosotros ha echado alguna vez pasas de uva en una botella de dos litros de uno de esos refrescos de lima-limón?
—¿Pasas? —preguntó Klaus—. ¿En un refresco? ¡Qué asco!
—El puesto al que he ido vende esas bebidas de lima-limón con burbujas —dijo Hana.
—Compra la botella más grande que tenga —le indicó Max.
—De acuerdo.
Hana se fue.
—¿Y qué hay de las pasas? —preguntó Max a Vihaan.
—Hay una tienda a una manzana de aquí que seguro que tiene pasas de Sangli.
—¿Puedes ir a comprar unas cuantas?
—Claro.
Un minuto más tarde, Hana estaba de vuelta con una botella de dos litros de refresco transparente.
—Excelente —dijo Max—. Esto va a ayudarme a mostraros lo que estoy pensando.
—Aquí tienes las pasas.
Vihaan le ofreció un cucurucho de papel lleno de las pequeñas frutas doradas y arrugadas.
—Gracias.
Max abrió el tapón de la botella, que dejó escapar un sonoro chorro de gas. De inmediato, empezaron a formarse burbujas sobre el líquido. Cogió un puñado de pasas y las dejó caer dentro.
—Hummm —dijo Keeto—. Refresco de limón, lima y uva reseca. Delicioso.
Las pasas cayeron al fondo de la botella. Unos segundos después flotaron hasta la superficie, donde se quedaron un momento para después volver a descender. Enseguida la botella parecía una lámpara de lava, con pasas bailarinas que flotaban arriba y abajo en el líquido transparente. —Las burbujas del refresco son, claro, dióxido de carbono presurizado, que hace que se formen burbujas más fácilmente en las superficies —explicó Max—. Las pasas tienen un montón de arrugas, una gran superficie. Las burbujas se pegan a cada pasa y aumentan en cantidad hasta que superan el peso de esta y la hacen flotar hacia arriba. Cuando la pasa llega a la superficie, las burbujas explotan y la pasa vuelve a hundirse… hasta que nuevas burbujas se pegan de nuevo a esta y la mandan otra vez a la superficie. —¿Y eso cómo va a ayudarnos exactamente a limpiar el agua aquí en Jitwan? —preguntó Toma. —Muy sencillo —respondió Max, confiando en poder contarles su idea de una manera fácil: como dijo Einstein, si no puedes explicarlo de forma sencilla es que no lo entiendes—. Podemos inyectar un gran volumen de burbujas microscópicas en una cantidad de agua contaminada para que lleve el aceite y otros desperdicios hasta la superficie, igual que estas pasas, para después eliminarlos como quien usa una cuchara. Hecho esto, el agua puede ser reutilizada para la industria o el riego. —¿Y para beber? —preguntó Vihaan. —Primero habrá que filtrarla y desinfectarla. —¡Sí! —Klaus hizo un gesto de victoria—. ¡Disparos ultravioletas!
—Entonces, ¿hacemos que todas las impurezas floten? —dijo Toma. —Exacto —contestó Max—. Y los desperdicios que sacamos del agua pueden ser convertidos en biogás y energía. —¿Igual que eso que me contaste con la caca de caballo y el establo donde vivías? —preguntó Hana. —Justo. El caso es que si vamos a solucionar los problemas con el agua en lugares donde no abunda precisamente el dinero…
—O sea, en casi todo el planeta —intervino Keeto con una sonrisa.
—Si vamos a hacerlo, es necesario pensar una forma sostenible de hacerlo. Tendríamos que generar la energía necesaria para la limpieza mientras la llevamos a cabo. ¡Debemos convertir el círculo vicioso agua-energía en un círculo virtuoso!
—Ajá —soltó la directora del documental—. Vicioso, virtuoso. Es pegadizo.
—Pero no puedes usar esa frase —le recordó Charl.
—Porque Max la ha dicho —añadió Klaus—. Pero, si quiere, puedo repetirla yo a cámara.
—Hum… quizás más tarde —contestó ella.
Porque estaba sucediendo algo aún más dramático. Justo detrás de Klaus y el resto del equipo del IIC.