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Dos hombres indios de aspecto amenazador aparecieron por la acera. El del mostacho llevaba en la boca un puro casi acabado, que tiró al asfalto y aplastó con el pie… justo encima del H2O que había escrito Max.

El otro hombre intentaba parecer elegante con su bastón. —¿Qué hacéis aquí, niños? —preguntó el pisoteador de puros, más joven y grueso que su acompañante.

—Estamos buscando una solución duradera para el problema del agua en Jitwan y quizás en toda la India —contestó Vihaan con valentía.

—Pierdes el tiempo, chico —dijo el más bajito—. La solución ya existe: Agua Fresca & Pura.

—O sea, la que nosotros vendemos —puntualizó el mayor—. Tú eres el nieto de Banerjee, ¿verdad?

—Sí, señor.

—Bueno, pequeño Banerjee, pues que sepas que no nos gusta que te metas en nuestros negocios. No nos gusta nada.

Charl e Isabl dieron un paso adelante.

—¿Algún problema, caballeros? —les preguntó él.

—Aún no, jefe —contestó el del mostacho—. Pero, si estos niños no se largan de Jitwan inmediatamente, puede que lo haya.

—Y, además —el otro hombre se recostó en su bastón—, nosotros los adultos tenemos la situación controlada.

Aapaka din shubh ho —añadió su compañero.

Y los dos se marcharon caminando tranquilamente.

—¿Aapaka din shubh ho? ¿Qué quiere decir eso? —preguntó Max.

—Es hindi —le explicó Vihaan—. «Que tengáis un buen día». Creo que lo ha dicho con sarcasmo.

—Eran los mismos que sobornaron a los policías —susurró Keeto.

—Me parece que no nos quieren por aquí —dijo Klaus.

—Porque quien controla el agua controla toda la ciudad —añadió Annika.

Max sintió como se le ponían las mejillas rojas y le crecía la ira.

«¿Por qué el dinero siempre es más importante que ayudar a la gente?», se preguntó. Ya había visto muchas injusticias en su vida y no quería ver más.

—¡Largaos ya, niños! —gritó el más gordo, mirando atrás.

—¡Antes de que sea demasiado tarde! —añadió el mayor, y agitó su bastón en el aire.

Charl empezó a ir hacia los dos hombres, pero Isabl lo agarró por el codo.

—Deja que se vayan —le dijo.

Él apretó los puños tan fuerte que se le hincharon los músculos del brazo.

—Como intenten hacer daño ni que sea a uno de los chicos…

—Entonces los destrozaremos —respondió Isabl—. Tú y yo.

—¡Esto de que hayan aparecido los dos de nuevo y os hayan amenazado es fantástico! —exclamó excitadísima Madeira James.

—¿Cómo? —soltó Keeto—. ¿Por qué es fantástico que nos amenacen?

—Porque lo mejor para una película es que haya un conflicto. Y ahora lo tenemos. Queda claro que ellos son los malos y vosotros los buenos. Perdona, tengo que conseguir filmarlos, pillarlos en acción, verlos vender su agua.

Y se alejó con su cámara.

Max soltó un bufido, aliviada.

—Vale, ya se ha ido. Ahora puedo hablar con más libertad.

—Excelente —afirmó Toma—. ¿Cuál es nuestro plan secreto de evacuación? ¿Dónde hay un helicóptero, o un jet, o un coche que sea superrápido? —No vamos a irnos, Toma —le respondió Max—. Tenemos a Charl e Isabl. Estamos a salvo con ellos. Debemos seguir concentrados y recordar a qué hemos venido. —A fin de cuentas, somos genios… —comentó Klaus mientras dibujaba en un cuaderno. —Y queremos salvar el mundo —añadió Hana. Vihaan asintió. —Hay vidas en juego. Dependen de nosotros. Recordad que la satisfacción es el esfuerzo, no el resultado. Un trabajo completo es una victoria total. Keeto alzó las cejas. —¿Eso lo dijo Gandhi? —Pues sí. —Lo sabía: tenía que haber sido o él o Einstein. —Chicos —Klaus les llamó la atención—, he hecho algunos bocetos preliminares para nuestra máquina de burbujas. No precisa robots, pero tiene muchas piezas. Necesitaremos aire muy presurizado. Pequeñas burbujas, que al elevarse se expandan… —… y lleven los fragmentos de porquería a la superficie —concluyó Hana. —Deberíamos empezar con algo pequeño —sugirió Annika—. Construir una unidad portátil y probarla.

—También podríamos crear una central de gas en miniatura —añadió Keeto—. Ya sabéis, usar los residuos para generar la electricidad que necesitará el aparato de flotación de aire disuelto para seguir funcionando.

—Voy a llamar a Ben —dijo Max—. Nos ayudará a encontrar proveedores y pagará el material que necesitemos. —¿Incluida el agua sucia? —bromeó Keeto.

—Amigo, eso lo podemos encontrar nosotros muy fácilmente —replicó Vihaan con una leve sonrisa—. Muy muy fácilmente.