Handball

Muchos poetas jóvenes tienen una libertad estilística que heredaron de Leónidas Lamborghini aunque nunca lo hayan leído. El Barcelona de Pep Guardiola no se remonta a su admirado Bielsa, sino que va un poco más atrás, hasta llegar a las Tierras Bajas donde reinó el genio de Marinus Jacobus Hendricus Michels, quien pasó a la fama con el apodo de «Rinus», es decir, Rinus Michels, el mítico DT que dirigió a la holanda de Johan Cruyff en el mundial de 1974. «Tú no has ganado nada» es una frase que popularizó Luis Chilavert y que habla bastante del lugar que se le da a los ganadores en nuestra cultura. Rinus Michels, en cambio, podría ser considerado un perdedor hermoso. Su Holanda perdió la final contra la Alemania de Franz Beckembauer en ese mundial jugado en la patria de Martin Heidegger, pero para muchos ganó el podio de la belleza y la poesía con un juego lírico, perfecto y exquisito que rompió con todo lo que se venía viendo en el fútbol hasta ese entonces. La Holanda que capitaneaba Johan Cruyff y pensaba Michels llegó al mundo para acabar con los clichés. Jorge Luis Borges en su ensayo sobre el lugar del escritor argentino y la tradición advierte que quienes escriben en literaturas marginales, que no sufren tanto el peso de la tradición asfixiante, pueden tomar de todos, pueden robar a granel. Michels hizo eso. Utilizó la técnica del Handball para plantar a sus equipos, entonces el nueve era dos, el dos era nueve y el diez era cinco, cuatro o lo que sea. Era un planteo deleuziano: cualquiera podía devenir atacante. «Vamos a organizar un estilo al que llamaremos el pressing footbal», dijo Michels cuando se hizo cargo del Ajax, donde jugaba entonces un desgarbado e imberbe Johan Cruyff. De más está decir que la rompió con este equipo y que luego hizo lo mismo con la selección holandesa, a la que llevó al subcampeonato en Alemania y al título europeo en el 88. «Ningún jugador debe tener posición fija. El jugador debe cumplir una función de acuerdo con la posición del campo en la que se encuentre. Si un atacante cae en su defensa será zaguero y viceversa», explicaba Michels en su decálogo. De esta manera, convertía al fútbol en expresionismo abstracto. De manera que Michels devino metonimia en Johan Cruyff quien reinó en el Barsa como DT y como jugador (en el Barsa lo dirigió Michels) y quien empezó a trabajar desde las inferiores las técnicas de juego a las que le sacaría jugo Pep Guardiola. Gracias a la influencia de Cruyff y Michels, Guardiola no es un DT, es un curador de arte.