A mis abuelos Yolen, quienes trajeron a su familia a principios de la década de 1900, en segunda clase y no en tercera; y a mis abuelos Berlin, quienes llegaron casi al mismo tiempo y se radicaron en Virginia. Fuimos los afortunados. Este libro es para recordar a aquellos que no lo fueron.
A mi hija, Heidi Elisabet Stemple, cuyo nombre en hebreo es Jaya, que significa vida.
Y un especial agradecimiento a Barbara Goldin y Deborah Brodie, quienes pudieron hacerles a los sobrevivientes las preguntas que yo no pude realizar y me enviaron sus respuestas devastadoras.