Sobre todo, quiero agradecerles a mis lectores y a mi Ejército Raibelde por no dejar de creer en mí. Porque sin ustedes, que me cobijan en el frío y me comparten su paraguas cuando llueve, no tendría este libro en mis manos.

Por último, agradezco a Hécate, al igual que a Lena, por compartir conmigo un poco de su magia.

Me faltaron muchos nombres por mencionar, pero ustedes saben quiénes son. Gracias a todos por brindarme el honor de estar en su vida. Los quiero.