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Cuando Borge amaneció en la cama de Cindy, ninguno de los dos tenía idea de cómo terminaron allí. Ambos se sintieron avergonzados e incómodos mientras Borge rápidamente reunía su ropa y corría al baño.
Ella se quedó bajo las cobijas y dio un suspiro de alivio cuando se fijó que tenía su ropa interior puesta. Cindy sentía atracción por él, un hombre de ojos azules, pelo castaño claro, de un metro ochenta, un cuerpo perfectamente proporcionado y sonrisa pícara. Aun así, ella anhelaba estar con Taylor y sentir sus brazos.
Borge salió del baño completamente vestido y se puso sus zapatos. ―Nos vemos luego ―dijo con una sonrisa avergonzada y salió del cuarto.
Cindy escuchó que cerró la puerta de entrada y luego se levantó de la cama y se puso una bata. Su cabeza punzaba al caminar a la cocina. Después de tomar tres tazas de café y dos aspirinas, al fin se sentía casi humana de nuevo. Sonó su teléfono y ella vio el identificador de llamadas. ―Hola Gwynn ―contestó, su voz todavía con sueño.
―¿Estás bien?
―Sí, pero creo que bebí demasiado ―contestó Cindy, todavía preguntándose exactamente qué sucedió.
―Cuando yo me fui, tú y Borge estaban tomando margaritas ―comentó Gwynn―. Solo quería saber a qué hora piensas ir a la policía.
―El Sargento Fillmore me comentó que solamente estaría allí hasta el mediodía. Dame una hora y paso por ti.
―Nos vemos luego.
*********
Mientras manejaban a la estación policial, Gwynn notó un Ford Expedition color negro detrás del carro de Cindy, y una Chevrolet Suburban color negro detrás de él. Cada vez que Cindy giraba en una esquina Gwynn observaba en el espejo lateral, y ambos carros las seguían. Preocupada por los vehículos, Gwynn tenía la esperanza de que uno de ellos perteneciera al equipo de Rubén. Miró a Cindy, quien estaba inusualmente callada, pero lo atribuyó a que tomó demasiado alcohol la noche anterior.
Cindy estacionó el carro. ―No le voy a mencionar los contratos al sargento Fillmore.
―Yo tampoco los mencionaré. ―Gwynn echó un vistazo al espejo lateral, buscando los vehículos negros.
Entraron a un área de recepción bien iluminada con paneles de madera de nogal, techo alto y piso de cerámica color blanco y café. Un mostrador largo de madera separaba el área abierta al público del área de trabajo de la estación, donde solo unos cuantos escritorios estaban ocupados. Cuatro personas estaban apoyadas en el mostrador, hablándole con enojo al oficial detrás del mismo. Un hombre vestido con traje color azul oscuro se acercó a ellas. ―¿Es alguno de ustedes Cindy Wood?
―Soy yo ―contestó Cindy.
Después de unas breves introducciones, el sargento Fillmore guío a Cindy y Gwynn a un cuarto espartano de color gris sin ventanas. En el centro había una mesa con cuatro sillas. Les indicó que tomaran asiento. Ellas se sentaron de un lado de la mesa y él se sentó frente a ellas.
Fillmore abrió una carpeta y ojeó los documentos. ―Srta. Wood, ¿podría decirme cuándo fue la última vez que vio a Taylor Denton y qué sabe de su desaparición?
Cindy jugó con su brazalete y le dio vueltas alrededor de su muñeca. ―La última vez que lo vi fue el jueves, diez de julio ―contestó y se giró para mirar a Gwynn―. Gwynn estaba allí.
―¿Dónde fue eso? ―preguntó el sargento.
―La cafetería de la torre Wilton, en el segundo nivel ―contestó Cindy. Gwynn asintió―. Esa tarde me enteré de que lo habían despedido. Taylor y yo pasábamos casi todas las tardes juntos después de salir del trabajo, pero esa noche no me llamó. Al día siguiente llamé a su departamento y a su celular pero no contestó. Salí de la oficina y aún no se había comunicado conmigo, así que fui a su departamento. Estaba completamente vacío. Se mudó. Llamé a todo mundo que se me ocurriera que conocía a Taylor. Nadie lo ha visto. ―Sus labios temblaron―. Creo que algo le sucedió.
El sargento ojeó algunos documentos y esclareció su garganta antes de proceder. ―Srta. Reznick, ¿quiere añadir algo a lo que dijo la Srta. Wood?
―No. Cindy ya comentó todo lo que yo sé.
―Marilyn Anders, el jefe previo del Sr. Denton, también se encuentra desaparecida. ¿Saben algo de esa situación?
―¿Marilyn también desapareció? ―preguntó Cindy con voz suave, ladeando su cabeza y sintiéndose confundida.
―Sí ―contestó Fillmore―. Su familia la reportó como desaparecida el viernes. Sus padres no la pudieron localizar en su casa. La llamaron al trabajo y les informaron que estaba de vacaciones. Ellos pensaron que eso era extraño porque no se lo mencionó a nadie. Como se está divorciando, al principio pensaron que necesitaba un tiempo a solas. La última vez que alguien supo de ella fue hace nueve días. Ni sus hijos saben qué le pasó. ―Se recostó contra el respaldo de su silla―. ¿Saben si existe la posibilidad de que Taylor Denton y Marilyn Anders tuvieran una relación personal fuera del trabajo?
Gwynn y Cindy intercambiaron una mirada. Marilyn tenía poco más de cuarenta. Taylor acababa de cumplir treinta y uno. Marilyn era una mujer delgada y atractiva, pero de carácter serio. Taylor era todo lo opuesto: extrovertido y le encantaba la diversión.
Cindy entrecerró los ojos, mordió su labio inferior y juntó sus manos. ―Taylor sentía empatía por Marilyn por todos los problemas que tenía por su divorcio y la batalla sobre la tutoría de los niños.
―¿Realmente cree que Taylor se escapó con Marilyn? ―preguntó Gwynn, su rostro mostrando la incredulidad que sentía, aunque la idea se le había ocurrido durante la plática con Rubén.
―Queremos estudiar todas las posibilidades. Trabajaban en la misma empresa y desaparecieron más o menos al mismo tiempo.
Cindy recordó las veces que Taylor mencionó escuchar a Marilyn pelear por teléfono con su esposo y que él tenía que esperar hasta que Marilyn se calmara para hablarle de cosas de la oficina. ―¿Hablaron con su esposo?
―Sí ―contestó el sargento mientras revisaba los papeles en otro folder―. La investigación en cuanto a Taylor Denton va avanzando. Tenemos unas cuantas pistas. ―Empujó su silla para apartarla de la mesa y se paró―. Si se recuerda de algo más, por favor llámeme.
―Lo haré ―contestó Cindy.
Gwynn movió su cabeza en señal de estar de acuerdo y se paró junto a Cindy.
Él les estrechó las manos. ―Gracias por venir un domingo en la mañana.
―¿Me puede avisar si descubre algo? ―preguntó Cindy.
―La mantendré informada ―respondió Fillmore, abriendo la puerta para que pudieran salir.
*********
Cindy se puso el cinturón de seguridad y se giró en el asiento para ver a Gwynn. ―Es tan raro que Marilyn también desapareció. No crees que Taylor esté con ella, ¿o sí?
―¿Estás loca? ¡No! Taylor ni siquiera bromeaba con ella.
―A veces me pregunto si estaría saliendo con alguien más. Tal vez accidentalmente se llevó esos contratos a casa, sabes, quizás entre sus cosas personales cuando lo despidieron. Luego me los envió por correo para que pudiera dejar atrás todo lo relacionado con Wilton, incluyéndome a mí, e irse con otra persona. ―Los ojos de Cindy se llenaron de lágrimas.
Gwynn se inclinó hacia su amiga y la abrazó. Quería contarle sobre la investigación pero sabía que sería mejor que ella no supiera. ―No te preocupes pensando que Taylor pueda estar con otra mujer. Él está locamente enamorado de ti.
―Desocupó su apartamento. Se fue sin decir nada. ―Los labios de Cindy temblaron y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas―. Taylor y Marilyn. No lo puedo creer. Pero desaparecieron al mismo tiempo. Creo que prefiero pensar que se fueron juntos y no que algo le pudo pasar.
Gwynn le frotó el brazo. ―Estoy segura de que está bien. No creo que esté con Marilyn. ―Sacó un paquete de pañuelos desechables de su bolsa y se los dio a Cindy―. ¿Quieres que maneje?
―Por favor.
Cambiaron de lugar. Cindy lloró en silencio durante el trayecto al departamento de Gwynn. Los dos carros negros las siguieron todo el camino.
―¿Quieres entrar y platicamos un rato? ―preguntó Gwynn mientras se estacionaba frente al edificio.
―No ―contestó Cindy, limpiándose las lágrimas―. Necesito lavar ropa y ver si hago un poco de limpieza.
―¿Qué tal si cenamos juntas más tarde? ―Gwynn le dio un momento a su amiga para que lo pensara.
Finalmente Cindy respondió: ―Está bien. ¿A qué hora?
―¿Por qué no te paso a buscar a las seis? Creo que le preguntaré a Borge si él nos quiere acompañar.
―A las seis está bien ―dijo Cindy sin mencionar a Borge. No estaba segura de que lo quisiera ver, pero sabía que Gwynn iba a sospechar que algo andaba mal si le decía que no lo quería ver.
*********
Gwynn entró a su departamento y cerró las cortinas. Cinco minutos después, Rubén tocó el timbre. Lo acompañaba un hombre de complexión promedio de más o menos cincuenta años con pelo castaño claro salpicado con gris llamado Gordon. Se veía serio y su sonrisa era fría y algo inquietante. Después de que Rubén los presentara, ella enchufó el dispositivo de interferencia mientras Rubén alistaba el reproductor de VHS. En la primera cinta vieron a Taylor en la recepción del edificio con una caja en sus manos.
La tristeza invadió a Gwynn mientras lo veía y empezó a preocuparse por si nunca más lo volvería a ver, al igual que Julie.
Rubén pausó la cinta y señaló a un hombre alto y musculoso con hombros anchos parado justo al lado de Taylor. ―¿Lo reconoce?
―No, pero al menos mil personas trabajan en la torre Wilton.
―Es un mercenario ―afirmó Rubén―. Se llama Luke Cromer. Tiene treinta y ocho años, nació en Nueva Jersey, y tiene entrenamiento de los Marines.
―¿Los Marines? ―preguntó Gwynn.
―No es el primer militar que se haya convertido en mercenario.
―¿Cómo supo de él? ―preguntó ella con desconfianza.
―Me enteré hoy en la mañana ―contestó sin responder directamente la pregunta―. Ha tenido varios encontrones con la policía, pero nunca lo han condenado a prisión.
―¿Quién lo contrató?
―No lo sabemos todavía, ya que la mayoría de los mercenarios reciben su pago en efectivo. Pero su presencia es altamente indicativa de que algo sucede en Wilton. ―Rubén se agachó para sacar el casete.
―Espere ―interrumpió Gwynn, mirando a las personas alrededor de Taylor. Se acercó a la pantalla y señaló al hombre parado junto a la puerta―. Él es Kent Fardown. Es quien firmó los contratos entre Wilton y Trulin.
Rubén estudió la pantalla. ―No se parece a la foto que tengo de él.
―No siempre se vio así. Era más llenito hasta hace dos o tres años cuando tuvo unos problemas de salud. ¿Tiene fotos de todas las personas que trabajan en el edificio?
―Casi todos. ¿Reconoce alguien más?
―Ese hombre corpulento hablando con Kent lo he visto antes. No sé su nombre, pero creo que trabaja para Wilton.
―Trate de averiguarlo, y yo haré lo mismo. ―Rubén sacó la cinta y metió otra.
Gwynn luchó por contener sus lágrimas cuando vio a Julie en la pantalla. Dos hombres caminaban a su lado. ―Parece que saben exactamente dónde están las cámaras. Bloquean la vista de Julie. No puedo ver su cara.
―Probablemente sea a propósito ―respondió Rubén, pausando la cinta. ―¿Habrá alguna posibilidad que la persona en la grabación no sea Julie Morgan?
―Creo que sí, aunque no estoy cien por ciento segura. La ropa que lleva es la de Julie. Tiene pelo rubio largo como el de Jule. ―Gwynn no apartó su vista de la pantalla―. ¿Realmente cree que no sea ella?
―Nunca conocí a la Srta. Morgan. ―Rubén estudió la imagen―. No se ve el rostro de la persona. Ninguno de los dos hombres la están tocando, lo que da la apariencia de que sale del edificio por su propia voluntad.
―Nunca contestó mi pregunta ―reclamó Gwynn, su voz reflejando su irritación―. ¿Piensa que no es ella?
―No lo sé. Hubo un solo guardia de seguridad en la recepción esa noche. Según lo que he visto en las otras cintas, normalmente hay dos o hasta tres guardias de turno. Se había programado que estuvieran trabajando dos. Uno de ellos tuvo que ir a ver otra cosa justo antes de que ella saliera del edificio. El otro se rehúsa a decir lo que vio esa noche. Parecía molestarse cuando escuchó el nombre de Julie Morgan. Las cámaras de seguridad del estacionamiento no ayudaron en nada porque las del nivel donde ella se estacionaba no funcionan. La grabación de la cámara en la salida solamente muestra la parte trasera de la cabeza de alguien con pelo rubio saliendo en el carro de la Srta. Morgan.
Gwynn siguió estudiando la imagen en la pantalla de la mujer. ―Si no es Julie, entonces ¿quién es?
―Todavía no lo sé ―respondió Rubén lentamente.
Gwynn se sentó y pensó en silencio. Ella era del mismo tamaño que Julie, y pensó en las veces que las personas les habían preguntado si eran hermanas, aunque el pelo de Julie era rubio y largo y ondulado mientras que el de ella era castaño claro y corto. «¿Quién más en el edificio se parece?» se preguntó. ―La secretaria de McIntyre, Pam Simmons, es de la misma estatura, delgada, y tiene pelo rubio largo. Se ve más alta por los tacones. ―Gwynn hizo una pausa― ¿Vio en alguna de las grabaciones que Pam saliera de la oficina?
―Sí. Después de que me informó que la Srta. Morgan estaba cubriendo a la Srta. Simmons ese día, revisé las grabaciones específicamente buscando a la Srta. Simmons. Ella salió a las 5:45 de la tarde. Otra mujer entró al edificio más o menos a las 6:40. Llevaba puestos un abrigo largo y sombrero, lo que es muy inusual cuando la temperatura era de 27 grados.
―¿Trajo esa cinta?
―Sí. Pero antes de que la veamos, ¿reconoce a alguno de los hombres en la pantalla?
Gwynn señaló a uno de ellos. ―Él estaba hablando con Fardown en la cinta con Taylor.
―¿Nadie más?
―No.
Rubén sacó la cinta y puso la siguiente. La pausó. ―¿Cree que ella sea la Srta. Simmons? ―preguntó, señalando a una mujer con un abrigo largo. El ala del sombrero que llevaba puesto ocultaba su rostro.
Gwynn trató de ver los zapatos, parcialmente tapados por el abrigo. Aunque no los podía ver bien, vio lo suficiente como para saber que eran zapatos de tacón alto. ―Es difícil decirlo con seguridad, pero usa el mismo tipo de zapato que Pam. Si no era Julie en la otra cinta, ¿cómo salió del edificio?
―Por el momento estamos trabajando con la teoría de que la Srta. Morgan fue drogada mientras estaba dentro de la Torre Wilton. Basado en eso, hemos desarrollado una hipótesis de cómo la sacaron. ―Titubeó un momento―. Ver esa cinta puede ser muy difícil para usted.
―La quiero ver ―respondió Gwynn con determinación. Quería saber qué ocurrió.
Rubén cambió la cinta nuevamente. Se veían dos hombres. Uno era Luke Cromer, quien empujaba una carretilla con un aparador. Caminaron hacia el área de carga y descarga. ―Creemos que la llevaban allí.
Las manos de Gwynn temblaron y su pie se sacudió. «¿Cómo pudieron sacarla así? Parece un ataúd». Su respiración se volvió más pesada y laboriosa mientras miraba la pantalla con furia.
―¿Reconoce al tipo al lado de Cromer? ―preguntó Rubén.
Ella observó al hombre bajo y delgado. ―No lo conozco, pero trabaja en el edificio. Lo he visto varias veces en el elevador.
―Su nombre es Carl Backman. Trabaja en el nivel quince, en el departamento de terrenos.
Gwynn llevaba seis años trabajando en el edificio y nunca supo su nombre. ―¿Ya se aprendió el nombre de todos los trabajadores de Wilton?
―No, no de todos ―respondió lacónicamente. Sacó la cinta y desconectó el reproductor.
―Ya que tiene las cintas, ¿a qué hora salió McIntyre? ―indagó Gwynn, preguntándose si él estaría involucrado.
Rubén revisó sus apuntes. ―Salió a las 7:10, treinta minutos antes de que sacaran el aparador del edificio ―respondió mientras caminaba a la puerta.
Gordon, quien no dijo una sola palabra después de que los presentaran, lo siguió. Mientras ellos revisaban las grabaciones, Gordon, un experto en vigilancia, escaneó el apartamento para verificar que se hubieran implementado las medidas apropiadas de seguridad, y determinó que el micrófono que Rubén pidió que se instalara era suficiente para el espacio.
―¿Dónde van a cenar ―preguntó Rubén, abriendo la puerta.
―¿Cómo lo supo? ―preguntó con irritación, pensando que le habría puesto un micrófono en su ropa o en su bolsa.
―Escuchamos su conversación con la Srta. Wood en el estacionamiento. No se preocupe, no lleva un micrófono encima. Si llegara a ser necesario, le pediríamos permiso primero.
Gwynn suspiró con alivio. No quería que la escucharan todo el tiempo. Ya era suficientemente malo saber que escuchaban todo lo que decía mientras estaba en su apartamento. ―No lo sé. Lo llamaré para decirle cuando nos pongamos de acuerdo.
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Borge llegó un poco tarde. Llegaron un poco después de las siete al pintoresco restaurante italiano con piso cerámico multicolor, sillas forjadas, y fotos de Italia adornando las paredes. Música suave de piano sonaba de las bocinas en las esquinas, aportando al ambiente relajado. El olor de ajo, albahaca, salsa de tomate y pan recién horneado flotaba en el aire.
―¿Vieron a su jefe? Salió en el programa Meet the Press ―comentó Borge entre bocados.
Cindy y Gwynn se miraron. ―¿Cuál jefe? ―preguntó Gwynn.
―McIntyre ―respondió Borge.
―¿Por qué salió en el programa? ―inquirió Cindy.
―Solo vi un par de minutos. Hablaba de la industria petrolera y el medio ambiente, algo que ver con agua limpia, creo.
―A McIntyre le preocupa el medio ambiente ―explicó Gwynn―. Está en la junta directiva de Conservar lo Verde, un grupo ambientalista. Normalmente los petroleros no se involucran en organizaciones así, pero su participación lo ha hecho popular con líderes políticos de ambos partidos. Está convencido de que con las medidas de seguridad apropiadas y mantenimiento y monitoreo adecuado, los pozos petroleros y líneas de transporte no dañarían al medio ambiente. Habla de eso con frecuencia en diversas convenciones y congresos.
―Maravilloso que supuestamente se interesa por el medio ambiente, pero si realmente fuera un ambientalista, no trabajaría en esa industria ―comentó Borge.
Gwynn sintió que hubo tensión entre Cindy y Borge durante toda la cena. No se miraban directamente, ni cuando uno de ellos hablaba. Se preguntó qué sucedió entre ellos la noche anterior cuando ella se fue. Un par de veces echó un vistazo rápido a la mesa que Rubén ocupaba con Gordon. En una ocasión sus miradas se cruzaron y él le sonrió.
*********
Borge llevó a Gwynn a casa primero ya que Cindy vivía camino a su casa. Gwynn no creyó que esa fuera la verdadera razón, pero esperaba que pudieran solucionar lo que fuera que los molestaba.
―Ay, casi me olvido ―dijo Cindy mientras Gwynn bajaba del carro―. Fui a la capilla hoy, sabes, la de Julie, para buscar el suéter que dejé olvidado. Vi que había un sobre con un CD para ti en el escritorio de la mujer que lo tenía guardado. ―Sacó un sobre de su bolsa―. Me preguntó si yo tenía tu dirección, y yo le dije que te lo podía entregar.
―Gracias ―contestó Gwynn, aceptando el sobre―. Nos vemos mañana. Borge, puedes llamarme a la oficina por cualquier cosa que necesites.
Gwynn caminó hacia la entrada del edificio, ansiosa por saber qué contenía el CD. Vio las dos camionetas negras, una Suburban y una Explorer. Supuso que eran las mismas dos que las siguieron a la estación de policía esa mañana. Se preguntó cuál de las dos le pertenecía a Rubén.
Gwynn tomó el elevador para llegar al quinto piso y se apresuró a llegar a la puerta de su apartamento. Después de quitar la llave y abrir la puerta, un desconocido la agarró por atrás y la empujó, cerrando la puerta de golpe.