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Capítulo 14

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Gwynn le contó a Rubén los planes de Cindy. ―Bien. Puede que hubieran intentado lastimarla para lastimarte a ti. ―Entró al estacionamiento de una plaza comercial―. Voy a comprar una pizza para que pueda hacer unas llamadas esta noche.

―Me parece. Quiero intentar relajarme si es posible.

―Nos dormimos tarde anoche. Tal vez las cosas vayan bien durante la fiesta y nadie me llame, pero no lo creo.

Cuando salieron del estacionamiento, Gwynn notó que Rubén empezó a manejar en la dirección opuesta a la Galería. ―¿Tienes otro mandado que hacer?

―No. Vamos a otro hotel en el otro lado de la ciudad donde Holly ya tiene instalado todo el equipo audiovisual.

―¿También es un experto en cómputo?

―Sí.

*********

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Gwynn y Rubén comían pizza y veían una película cuando él recibió la primera llamada.

―¿Qué pasó? ―preguntó al contestar el teléfono. Gwynn presionó el botón de silencio en el control remoto de la televisión.

―No dejes que Gwynn use su teléfono celular ―contestó Dean.

―Un momento. ―Rubén quitó el teléfono de su oreja―. Apaga tu celular ―dijo a Gwynn. La observó mientras ella lo sacó de su bolsa y presionó el botón.

―Su teléfono no tiene GPS ―dijo al teléfono―. Adelante.

―La están monitoreando. Hay dos tipos esperándola en su apartamento.

―¿Algo más? ―Rubén rascó su barbilla y se acomodó en el sofá.

―Aparte de McIntyre tratando de coquetear con Bev a cada rato ―comentó Dean con irritación― y Simmons haciendo las rondas con Jurovski, Lemus, y Cromer, todo va bien.

―¿Coqueteando con ellos?

―Sí. Te daré el listado de invitados más tarde.

―Avísame si hay algún problema ―dijo Rubén y colgó el teléfono.

―¿Qué pasó? ―preguntó Gwynn.

―Hay dos tipos en tu apartamento esperando que regreses y están monitoreando tu celular. Aún sin GPS, si lo usas durante suficiente tiempo pueden rastrear tu ubicación. ¿Dijiste que Cindy te llamaría más tarde?

―Sí ―confirmó Gwynn.

Él se levantó, sacó un celular de la gaveta y se lo entregó. ―Llama a Cindy. Dile que se rompió tu celular y dale el número en el lado de este.

―Está bien. ―Entró al cuarto y llamó a Cindy. Gwynn le contó la historia del celular averiado y le dio el número temporal.

―Borge y yo nos vamos mañana a las seis ―dijo Cindy―. Te llamo cuando lleguemos al hotel.

Después de que Gwynn colgó, dejó el celular sobre el mostrador de la cocina y se sentó al lado de Rubén. ―¿Quién llamó?

―Dean.

―¿Sucedió algo en la fiesta?

―McIntyre intenta coquetear con Bev. A Dean no le gusta. Simmons parece estar demasiado ocupada como para darse cuenta.

―¿Son novios Dean y Bev?

―Están casados

La mandíbula de Gwynn cayó de la sorpresa. ―¿Casados? ―No pensó que alguien del equipo de Rubén tuviera una relación tan cercana.

Él asintió.

―Debe ser difícil para Dean que coqueteen con su esposa.

―Es parte del trabajo, y es cuestión de confiar. A veces se fijan en Dean. Tenemos un trabajo que cumplir, y usamos los medios necesarios para cumplirlo.

Gwynn bajó la vista y miró al piso sin realmente ver. Ella pensaba que se había convertido en algo más que un trabajo para Rubén, pero ahora no estaba tan segura.

―¿Estás bien? ―preguntó él, inclinándose hacia ella y acariciándole la mano.

―Sí, estoy bien ―respondió. Levantó su rostro para mirar a Rubén―. ¿Qué querías decir cuando dijiste que Pam estaba demasiado ocupada para darse cuenta?

―Le ha dado mucha atención a Jurovski, Lemus y Cromer. Probablemente se lo encomendaron durante la fiesta de hoy.

Gwynn sabía que Pam estaba locamente enamorada de McIntyre y se sintió mal por ella, pensando que él solo la usaba. ―¿Jurovski? ¿Quién es?

―Es un tipo de CT que estuvo en la reunión. Escuchamos su nombre, Abir, en el disco de la Srta. Morgan.

―Sí, recuerdo haberlo escrito.

―Con un nombre tan poco común, no fue difícil encontrar su apellido.

―¿Logró hacer algo la persona de IT algo con la estática en el disco?

―No logró recuperar el diálogo faltante pero pudo quitar la mayoría de la estática para que sea más fácil de escuchar.

Gwynn hizo una mueca de decepción, aunque ella supuso que si hubieran logrado recuperar algo de la información faltante, Rubén le habría dicho antes. ―¿Logró Elliot hablar con el tipo de la plataforma?

―Le va a hablar hoy en la noche.

―¿Decidiste si te puedo acompañar a ver a Karlee Daniels?

―Sí, si es que voy. Gordon está inspeccionando las casas de McIntyre y Fardown. Tal vez encuentre algo y no sea necesario hablar con ella. ―Tomó la mano de Gwynn, apretándola con algo de fuerza―. Si vamos, tienes que prometerme que estás de acuerdo con que solo hable yo.

―¿Qué haría yo entonces?

―Estar sentada junto a tu esposo, como una esposa diligente ―contestó con una leve sonrisa.

Gwynn le sonrió y pensó que nunca sucedería.

―Sé que será difícil. ¿Crees que lo puedes hacer?

―Sí. Yo puedo actuar.

El celular de Rubén sonó de nuevo. ―Sabía que no sería una velada relajante ―comentó antes de contestar―. ¿Qué pasó ahora?

―La esposa de Fardown se acaba de ir, y está de mal humor ―dijo Dean―. Gordon no contesta su celular. Cromer está platicando con los otros, así que no quiero irme.

―La casa de Fardown no está muy lejos de allí. Le diré a Holly que vaya. ―Rubén colgó la llamada y marcó el número de celular de Holly―. La esposa de Fardown va en camino a su casa. Gordon no contesta su celular. Puede que esté en la casa de Fardown. Ve a ver.

―Ahorita voy. ―Holly desconectó la llamada.

Rubén llamó a Gordon. No contestó. Se paró, caminó de un lado a otro, tomó un vaso de agua, y se dejó caer sobre el sofá nuevamente. Su cuerpo estaba rígido y se quedó viendo a la pared con ojos desenfocados y apagados.

―Tal vez Gordon apagó su celular porque había alguien más en la casa ―sugirió Gwynn. Quería aliviar su tensión un poco.

―Lo hubiera puesto en vibrar.

―Aún si vibraba, no podría contestar si había alguien más cerca.

―Sí, pero hubiera encontrado la manera de comunicarse.

Ella acarició su brazo. ―Estoy segura de que está bien. La mayoría de los otros están en la fiesta, ¿no?

―No sé cuántos trabajan en el otro lado. Cada vez que pensamos que sabemos cuántos, aparecen más. ―Inclinó su cabeza y pegó sus dedos rítmicamente contra el descansabrazo del sofá―. Me pregunto cuántos en realidad saben exactamente qué sucede. La mayoría pueden creer la historia que escuchamos del robo de secretos corporativos.

―Todos los que escuchamos en el disco seguro saben la verdad.

Nuevamente sonó el celular de Rubén. Lo contestó de inmediato. ―¿Lo encontraste? ―preguntó. Esperó la respuesta ansiosamente.

―Soy yo ―contestó Gordon―. Estoy llamando del celular de Holly. Fardown tiene un sistema de seguridad y un perro pequeño. Vacié mis bolsillos para buscar la herramienta necesaria para desconectar el sistema y el perro salió corriendo con mi celular. Pasé media hora persiguiendo a la desgraciadita por toda la casa. Lo tiró en el inodoro ―rio―. Luego se sentó a observarme mientras lo sacaba. Creo que se estaba burlando de mí.

Rubén soltó una carcajada.

Gwynn sonrió. Se sentía bien escucharlo reír.

―Holly y yo estábamos en el piso de arriba cuando la Sra. Fardown regresó. ¡Echaba chispas! Tiró la puerta de entrada, arrojó su bolso contra la pared, y metió el código de seguridad en el panel del sistema. Ni siquiera notó que estaba desactivado. Fue a la cocina y escuchamos que las ollas y sartenes volaron por todas partes. ¡Qué relajo! Ni siquiera tuve que ser cauteloso al reconectar el sistema de seguridad. Cuando terminé, Holly y yo salimos por la puerta de entrada. Ya afuera aún podíamos escuchar que seguía pegando y tirando cosas. Sentí pena por la perrita.

―¿Encontraste algo?

―Sí. Voy de regreso a la casa de McIntyre. Quiero revisar su garaje. ¿Quieres que Holly me acompañe o le digo que se puede ir?

―Que te acompañe. Al parecer Fardown se va a quedar con Simmons en lugar de McIntyre. Si regresa a casa inmediatamente después de la fiesta, no tendrás mucho tiempo. Ten cuidado. ―Rubén colgó y puso el celular en la mesa de la esquina.

―¿Qué te hizo reír? ―preguntó Gwynn y Rubén le contó la historia. Ella rio, feliz de que Gordon estuviera bien. Limpió la mesa del centro y guardó la pizza sobrante en el refrigerador―. ¿Quieres algo más?

―Una Coca ―respondió Rubén. Tomó el control remoto y empezó otra película.

Gwynn le dio la Coca y se sentó en el sofá. Intentó ver la película, pero sus párpados le empezaron a pesar y eventualmente se quedó dormida.

Rubén la sacudió suavemente. ―¿Por qué no te vas a la cama?

―Creo que lo haré. ―Se levantó para ir al cuarto.

El timbrado del celular de Rubén sonó con fuerza y Gwynn se sentó de nuevo.

―Lo pondré en altavoz ―dijo antes de contestar―. ¿Qué pasó?

―La fiesta está terminando ―comentó Dean―. McIntyre quería que Bev regresara con él a su casa. Ella le dijo que mejor fuera a su apartamento para que se pudiera poner algo más cómodo. Todos sabemos a lo que se refiere ―rio suavemente―. McIntyre va a ir a su casa primero a buscar algo. Pobre desgraciado probablemente piensa que va a tener mucha suerte.

―Le diré a Gordon que McIntyre va en camino a su casa y que Holly esté lista ―dijo Rubén―. Avísale a Holly cuándo debe aparecer.

―Está bien. ―Dean cortó la llamada.

Rubén llamó a Holly.

―¿Sí? ―contestó ella.

―Dile a Gordon que McIntyre va en camino para buscar algo. Hoy te toca ser la prima.

―Entendido.

―Llama a Dean cuando estés estacionada cerca del edificio de Bev. Él te dirá cuándo necesitas entrar. Apúrate. No queremos problemas. ―Rubén terminó la llamada.

―¿Cómo funciona lo de la prima? ―preguntó Gwynn.

―Acaba de llegar de Galveston porque se peleó con su novio.

―¿Y aparece justo cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes entre Beverly y McIntyre?

―Exactamente. Pero primero queremos saber si McIntyre suelta algo de información.

―¿Qué hubieran hecho si no estuviera Holly?

―Carlos sería el cuñado de Bev, que se peleó con su hermana. Misma historia, diferentes actores.

―¿Cuántas veces lo has hecho?

―Demasiadas.

Gwynn ya no se sentía cansada. Miró la cara pálida de Rubén y sabía que no se sentía lo suficientemente bien para quedarse despierto tan tarde. ―¿Por qué no vas a descansar? Te despierto por si alguien más llama.

―No, tu ve a dormir. Ya estabas pestañeando durante la película.

―¿Crees que suceda algo más hoy?

―Siempre existe la posibilidad, especialmente porque todos están trabajando todavía.

Ella tomó el control remoto. ―Entonces me quedaré despierta contigo. Aún no hemos visto una película entera.

Alrededor de las dos de la madrugada Gordon llamó desde el teléfono del hotel y dijo que ya estaba en su cuarto. Rubén al fin accedió a irse a dormir, y Gwynn se aseguró de que se tomara todas las pastillas.

*********

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Cuando Gwynn se despertó, vio que estaba sola en la cama. Escuchó que alguien hablaba en el otro cuarto y sintió el olor de café recién hecho. Se puso un pantalón deportivo y miró el reloj en la mesa de noche. 7:23 a.m.

Dean, Gordon y Rubén estaban sentados a la mesa. Dejaron de hablar cuando se abrió la puerta del cuarto y Gwynn salió.

―¿Qué hacen despierto tan temprano? ―preguntó mientras caminaba a la cafetera―. Seguro que no durmieron más de cinco horas.

―Algo va a suceder la siguiente semana ―dijo Rubén, levantando su taza de café―. No sabemos qué es, así que necesitamos respuestas.

―¿Cómo saben que algo va a suceder? ―preguntó Gwynn. Se sentó y agarró una dona.

―Comentarios que circulaban anoche ―contestó Rubén―. Uno de los nuestros escuchó que alguien dijo «El siguiente fin de semana terminará todo». Después, cuando los invitados masculinos se juntaron para hablar, intentó oír más pero no pudo escuchar lo suficiente como para resolver el rompecabezas. Lo que sabemos es que tiene algo que ver con un oleoducto o múltiples oleoductos. Según lo que oímos en el disco, probablemente discutían algo relacionado cuando la Srta. Morgan los escuchó. Gordon iba a empezar a contarnos cómo lidió con los guardias en la casa de McIntyre. ―Miró a Gordon―. Adelanté.

―No tuve que hacer mucho ―contestó con una sonrisa ladeada―. McIntyre tiene un teatro en casa enorme. La pantalla es por lo menos 180 por 240 centímetros. Anoche jugaron los Spurs contra los Bulls. Escuché el sonido del televisor aún antes de entrar. Los guardias estaban celebrando cuando subí. No se despegaron de la pantalla en toda la noche. Ocasionalmente uno de ellos patrullaba la planta baja, revisando que las puertas tuvieran llave y mirando en todos los cuartos, pero nunca subieron.

»Revisar el estudio de McIntyre fue el único reto, pero los guardias seguían hablando entre ellos del juego mientras caminaban. Eso me alertó con suficiente tiempo cuando alguien se acercaba.

―¿Encontraste algo? ―preguntó Rubén.

―En la casa no, pero en el garaje sí. La primera vez que estuve allí, noté que el garaje parecía más grande por fuera que por dentro.  Cuando Fardown llegó a la fiesta con su esposa, fui a revisar su casa. Ya saben lo que sucedió. ―Tomó un sorbo de su café―. Después de eso, Holly y yo fuimos al garaje de McIntyre. Nos tomó un rato, pero finalmente encontramos la entrada al cuarto secreto. Holly se tuvo que ir en ese momento. McIntyre guarda todos sus papeles importantes en ese cuarto. No creo que jamás haga algo sin tener un plan de cómo le va a beneficiar. Hasta tiene una gaveta en su archivero con la etiqueta «Matrimonios».

»Hay un acuerdo prenupcial para cada uno. Ojeé los documentos hasta que llegué al de Nina, la hija de Marshal Roberts. Recuerden, él es el tipo que le vendió a Trulin las propiedades y concesiones petroleras en Dakota del Norte. McIntyre planeó casarse con ella en cuanto supo que era la hija de Roberts. Ni siquiera la conocía antes de eso. Tenía todo planificado: dónde se conocerían, dónde la llevaría, cómo proponerle matrimonio, en qué fecha se casarían. El tipo es muy meticuloso.

»No pude abrir uno de los archiveros. Parece caja fuerte, y no pude hacer nada. Talvez habría que llamar a Rosy. Ella lo puede abrir.

―Ella está en Nueva York. No quiero quitarla de ese caso. ―Rubén hizo una pausa y suavemente golpeó sus dedos contra la orilla de la mesa―. Primero veamos qué podemos averiguar el fin de semana. ¿Encontraste algo más?

―Dejará Wilton en el futuro próximo ―contestó Gordon―. Trabaja en su discurso de despedida. En el margen escribió los nombres de algunos senadores y otros dignatarios. No estoy seguro de qué importancia tiene, si es que estarán presentes cuando dé el discurso o si ellos también hablarán o si los apuntó por otra razón. Después de que Holly termine la pijamada―dijo bromeando, refiriéndose a que se quedó a dormir en el apartamento de Bev― le diré que revise si alguno de los senadores o dignatarios tienen planes de visitar a Texas o si ya están aquí.

―¿Encontraste algo donde Fardown aparte de que te gustan los perros? ―preguntó Rubén, riéndose. Todos los demás rieron también.

―Se va de Wilton junto con McIntyre. En la gaveta superior de su escritorio, bajo llave, encontré documentos que demuestran que estaba endeudado a causa de malas inversiones. También hipotecó su casa tres veces. Los documentos estaban juntos, agarrados con un clip, con una nota. La nota decía «John me salvó la vida. Todo pagado». Creo que Fardown se involucró por eso.

―Exactamente lo que estaba pensando ―comentó Rubén―. Cuando Fardown vendió sus acciones, me pregunté por qué sus bienes no eran más. Carlos también se preguntó lo mismo. Probablemente las vendía para cubrir sus deudas.

―También encontré una libreta en la gaveta... ―Gordon paró abruptamente y miró a Gwynn―. Tal vez sea difícil que escuches esto.

―Gwynn, ¿por qué no vas al cuarto unos momentos? ―sugirió Rubén.

―No. Quiero oír lo que dice ―contestó. Pensó que seguro estaba relacionado con lo que le sucedió a Julie, y sus manos temblaron. Entrelazó sus dedos y puso sus manos debajo de la mesa.

Rubén se le quedó mirando. Ella no bajó la vista. Él se dirigió a Gordon nuevamente. ―Adelante.

―Habría tomado fotos de algunas de las páginas si mi celular funcionara. Para resumir, Fardown escribió varias notas sobre Julie Morgan. Se sentía culpable de lo que le sucedió. ―Revisó su libreta―. En una de las páginas, al lado del nombre de la Srta. Morgan, escribió «Luke debió esperar. Luke dijo que fue orden de McIntyre. John nunca haría algo así. Luke se apresuró. ¿Por qué? ¿Por qué? Pobre Julie. Es culpa de Luke que el disco no está. Se hubiera esperado. Julie nos lo hubiera entregado. Pobre, pobre Julie».

Un par de lágrimas rodaron por el rostro de Gwynn.

Rubén acercó su silla a la de ella y puso su brazo alrededor de sus hombros. ―Debiste ir al otro cuarto a esperar.

―No. Quería saber.

Dean le dio una caja de pañuelos desechables.

―Gracias

―¿Por qué crees que lo escribió? ―preguntó Rubén, hablándole a Gordon.

―La libreta estaba llena de confesiones. Tal vez necesitaba desahogarse. También se siente culpable por lo de Simmons, pero no quiere parar. Escribió varias páginas de contenido sobre su relación, unas cosas bastante gráficas. Ya sabíamos que tenían un amorío. También incluyó una nota acerca de Carl Backman: «Carl es un buen tipo, pero no puede controlar su temperamento. John tiene razón, no debería trabajar en Trulin». ―Gordon se acomodó en su silla―. Puede que Carl Backman sea la siguiente víctima.

―No lo pueden dejar en Wilton ―opinó Rubén―. ¿Estuvo Backman entre los invitados? ―preguntó a Dean.

―No.

―No tardará mucho en la empresa ―comentó Rubén―. Gordon, trata de averiguar más información sobre él. Tal vez no cree que sus días están contados, pero hay que intentar.

―Veré si lo puedo persuadir ―respondió Gordon, sirviéndose más café.

Gwynn estaba sentada, escuchando en silencio, sus ojos secos.

―Me gustaría tener una copia de la página en la libreta de Fardown donde menciona a la Srta. Morgan ―comentó Rubén.

―Ya estaba en mi listado de actividades para hoy ―informó Gordon.

―Sospechábamos que McIntyre era el responsable de su muerte ―dijo Rubén―. Cromer no hubiera actuado sin recibir órdenes. ¿Algo más?

―No. Eso es todo ―dijo Gordon.

―Dean, tu turno ―dijo Rubén, tomando otra dona.

―Los invitados a la fiesta ―empezó Dean― eran McIntyre, Fardown y su esposa, Cromer, Lemus y su esposa, Ray Sorenson, Abrir Jurovski, Ramza Delucia, Michael Baskar y Bev.

―Ahora entiendo por qué Bev no tuvo problema para que la invitaran con tantos hombres allí ―comentó Rubén. Empujó su silla para retirarse de la mesa y se paró―. Sé que Carlos investigaba a Jurovski y Delucia ya que los mencionaron en el disco. ―Miró a Gordon y luego a Dean―. ¿Saben qué tanto logró encontrar?

―Con nombres tan inusuales, no tuvo problema en encontrarlos entre los empleados de CT ―respondió Dean―. Trabajan para el vicepresidente encargado de las operaciones petroleras midstream, o en otras palabras, el transporte y almacenamiento antes de la refinación y venta. Jurovski vive en un departamento en Houston. Delucia vive en Luisiana. Está casado, pero su esposa vive en una casa y él vive en un apartamento. Jurovski nunca se ha casado. Tiene muchas deudas por apostar en juegos de azar. Eso es todo lo que Carlos logró descubrir.

―Le pediré a Holly que continúe desde allí ―dijo Rubén―. ¿Lograste conseguir fotos de ellos?

―Sí. ―Dean sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó a Rubén.

―Las veré luego ―dijo y puso el sobre en la mesa.

―Había seis guardias de seguridad anoche en la fiesta ―continuó Dean―, incluyendo unos de los nuestros. Uno de ellos confirmó que varios creen que un grupo violento robó secretos industriales. ―Rio con ironía―. Mataron un guardia y el mismo grupo puede ser responsable por la desaparición de Marilyn Anders y Taylor Denton. ―Rubén sacudió su cabeza. Dean siguió hablando―. Wilton y la policía intentan recuperar los documentos robados. Los guardias estaban allí para proteger a los invitados por si los responsables del robo aparecían.

Dean, Gordon y Rubén rieron y Gwynn sonrió.

―¿Cómo logró Simmons tener tiempo a solas con Lemus si su esposa estaba allí? ―preguntó Rubén.

―La esposa de Lemus pasó la mayor parte de la velada hablando con la esposa de Fardown antes de que ella se fuera. Y Simmons no pasó mucho tiempo con Lemus, solo lo suficiente para un beso y abrazo apasionado. ―Dean hizo una mueca―. Pasó más tiempo con Jurovski, pero en privado.

―Probablemente Lemus o Jurovski dejó un par de mensajes en la contestadora de Simmons ―comentó Gordon― pero no pude identificar la voz.

Rubén movió su cabeza para indicar que pensaba lo mismo. ― ¿Logró Bev... ―empezó a preguntar pero el sonido de alguien tocando la puerta lo interrumpió―. Probablemente sea Holly. ―Caminó a la puerta.

Gordon y Dean rápidamente se pusieron de pie. Gordon sacó su pistola de su funda. Rubén observó por la mirilla y luego abrió la puerta.

Holly, una mujer de tamaño promedio de más o menos treinta años con ojos color café y pelo castaño que le llegaba a los hombros, entró. Iba vestida con jeans negros, playera negra con la frase «Piérdete» escrita con letras amarillas y brillantes en el frente, y un sombrero tipo fedora color morado.

―¿Cómo te fue? ―preguntó Rubén.

―Tranquilo ―contestó y caminó hacia la mesa. Miró a Gwynn al mismo tiempo que le entregó una nota a Rubén. Dean jaló una silla para que ella se pudiera sentar.

Rubén leyó la nota. Contenía la información de contacto de Karlee Daniels, la esposa del recién fallecido empleado de CT, Ian Daniels. ―Holly, ella es Gwynn Reznick. Gwynn, ella es Holly.

Las dos se saludaron y Gwynn notó que Rubén nunca mencionaba los apellidos de las personas que trabajaban con él cuando los presentaba.

Gordon le ofreció a Holly una dona.

―No, gracias, ya comí. Pero sí te acepto una taza de café, si es que todavía hay.

―Acabo de hacer más. ―Gordon llenó una taza y se la dio a Holly.

―Gracias ―dijo y puso la taza en la mesa―. McIntyre no estaba nada contento cuando me vio anoche ―se burló. ―¿Pueden creerlo?

Los tres asintieron.

―Después de que expliqué por qué estaba allí ―contó Holly―, McIntyre dijo que se tenía que ir y luego le habló a Bev en privado un momento en la puerta.

―Lo sé ―dijo Dean, la irritación evidente en su voz―. La invitó a su casa y le dio un beso de buenas noches. Irá el domingo en la noche.

―¿Pudo averiguar algo Bev? ―preguntó Rubén.

―¿Por qué no se lo dices, ya que escuchaste todo? ―preguntó Holly a Dean entre sorbos de café.

―McIntyre le dijo que se iba de Wilton debido a diferencias de opinión con otros miembros de la junta directiva. No es exactamente lo que Simmons le dijo a Bev el martes. Simmons estaba molesta con la junta porque estaban sugiriendo reemplazar a McIntyre si las ganancias de la empresa no mejoraban. ―Repentinamente sonrió―. McIntyre quiere que Bev trabaje con él en Trulin.

―Interesante ―comentó Rubén―. ¿Dijo en qué puesto?

―No. No sabe si él insinuaba que quería que ella reemplazara a Simmons o si sería la secretaria de alguien más. Averiguará más el domingo. Aparte de eso, solo quería ponerse cómodo.

―Bueno, pasemos a Elliot. Gordon, ¿lograste hablar con él? ―preguntó Rubén.

―Sí. Por cincuenta mil y la promesa de que su identidad se mantendría anónima, al fin habló.

Los ojos de Gwynn se abrieron de la sorpresa. ¡Cincuenta mil dólares!

Gordon continuó su relato. ―El tipo vio que Kirk Randolph fue atacado y luego lanzado al mar por dos tipos. Uno de ellos era de estatura baja y tenía varias cicatrices en la cara.

Gwynn y Rubén intercambiaron una mirada. Ambos lo reconocieron de la confrontación en el apartamento de Gwynn. Fue él quien le disparó a Rubén.

―El otro era de tamaño promedio ―dijo Gordon―. No tenía facciones distintivas. El tipo los escuchó hablando antes de que terminaran con Kirk. Sabían que alguien los vio, probablemente al lanzar al primero al agua. Lugo dijeron que alguien llamado Luke estaba en la plataforma y él se aseguraría de que el testigo no pudiera hablar. ―Hizo una pausa― Eso es todo lo que me dijo. Personalmente, creo que le pagamos demasiado.

―Yo también ―comentó Rubén―. Confirmó lo que sospechamos: dos de las muertes no fueron por accidentalmente caer de la plataforma. Pero no sabíamos que Cromer estaba allí en el momento que sucedió el accidente. Tenía la esperanza de que nos pudiera decir qué fue lo que Kirk Randolph vio o hizo antes de caer en el agua. ―Rubén se paró y caminó de un lado al otro. Gordon le sirvió otra taza de café a Dean y Gwynn.

―Elliot se va a quedar en Luisiana para tratar de hablar de nuevo con uno de los tipos que trabajaba en el departamento de oleoductos costa afuera ―dijo Gordon―. El que se ahogó, el miércoles pasado su esposa sufrió una herida fatal en un accidente vehicular. Ella iba sola en el carro.

―¿Y el otro? ―preguntó Rubén.

―Una camioneta conducida por un tipo de treinta y seis años. Solo recibió unos rasguños. Ni tuvo que ir al hospital.

Gwynn se le quedó viendo a Gordon. Se sintió helada, demasiado aturdida para moverse. «Otra persona inocente muerta. ¿Para qué?» se preguntó.

Rubén suavemente apretó su hombro. ―¿Estás bien?

―Sí ―contestó, aunque su voz era tan débil que casi no se pudo escuchar.

―¿Hay algo más que discutir? ―preguntó Rubén.

Gordon, Dean y Holly intercambiaron una mirada. ―No ―dijo Gordon―. Le diré a Holly qué tiene que investigar cuando nos vayamos.

―Dean, ¿todavía planeas ir a ver a Carlos hoy? ―preguntó Rubén.

―Sí. Les aviso luego si ya permiten que reciba visitas.

―Necesito saber lo antes posible qué querían saber quiénes lo atacaron ―dijo Rubén―. Gordon, te avisaré cuándo salimos a Wyoming.

Gordon asintió con su cabeza y se fue con Holly y Dean.

Rubén acarició el brazo de Gwynn. ―¿Todavía quieres acompañarme a Wyoming? ¿O preferirías ir de vacaciones a una linda cabaña en el bosque? Queda a solo una hora. Estarías a salvo allí.

―Quiero ir contigo.

―¿Por qué no descansas mientras yo me pongo de acuerdo con Karlee Daniels?

Ella asintió. Se sentía exhausta. Entró al cuarto y cerró la puerta.

Rubén marcó el número apuntado en la nota.

―Hola ―contestó una voz femenina.

―¿Hablo con Karlee Daniels?

―Sí. ¿Quién pregunta? ―respondió Karlee.

―Habla Ross Olson. Te hablé por lo de Ian.

―Ah, sí, ya me acordé. Tienes una sonrisa muy amable.

―Hace unos días hablaste con Joann Shelton ―comentó Rubén. Sabía que ese era el nombre que Holly usó en Wyoming.

―Sí, así fue. Ella dijo que trabaja contigo y quería saber más sobre el accidente de Ian. Pensé que debería hablar con alguien, pero perdí tu tarjeta. ¿Tienes otra?

―Sí.

―Bien. Tengo la tarjeta de Joann, pero ella no tiene a nadie en su familia que haya trabajado en CT y que haya muerto, pero tu esposa sí. Así que me gustaría hablar con ella. ¿Cómo se llama?

―Ellen. Iremos juntos.

―Está bien. Tu esposa no debería viajar sola. Ian siempre me acompañaba cuando salíamos de viaje. Así debería ser.

―¿Podemos hablar contigo hoy?

―Hoy es sábado ―dijo Karlee―. Es buen día. Iré a la cabaña de Ian para limpiarla. Mi mamá está en mi casa, y no quiero que ella se entere. Max estará allí a las siete. Me pueden ver en la cabaña a las cinco, si te parece.

―¿Dónde queda la cabaña?

―Al norte de la ciudad. Sigue el camino principal hasta ver una vieja gasolinera. No puede echar gasolina allí, está cerrada. Toma el camino de terracería al lado de la gasolinera y síguelo hasta el fin. Allí verá la cabaña. Es fácil de encontrar. Yo llego sin problema siempre.

―Te veremos allí a las cinco ―confirmó Rubén.

―No lleguen temprano, pero tampoco lleguen tarde. Lleguen a tiempo.

―Está bien ―dijo Rubén, aunque dudó al contestar. Cortó la llamada y se preguntó si estarían perdiendo el tiempo al viajar a Wyoming para hablarle. Luego pensó, «A veces las personas que menos crees son las que saben más».