Capítulo 13: ¿Qué pasa con César?

SUSI recorrió sin prisa el camino de baldosas amarillas que iba de vuelta a la zona de salida, donde su creador había bajado a esperarla.

La expresión de César seguía ceñuda y se veía que algo le preocupaba.

Vimos desde la grada que hizo algunas comprobaciones rápidas, pero enseguida dejó a SUSI en su zona y volvió para ver la participación del resto de los robots.

Todos hicieron un recorrido muy completo y cada robot tenía algún detalle especial que lo hacía interesante, pero ninguno consiguió terminar el circuito.

SUSI había sido la única que lo había logrado.

El punto final de la mañana fue la entrega del premio. Los jueces subieron a la tarima donde al principio habían presentado a cada robot y llamaron a SUSI y a César.

Leyeron una especie de reconocimiento donde alabaron las cualidades de SUSI y la forma en que había resuelto los problemas. Hasta subió Marcus Raibert, el mismísimo mandamás de TC Robotics, a entregar el trofeo y el cheque de 5 000 € que lo acompañaba.

Cuando Marcus le dio el trofeo y el cheque a César, SUSI extendió uno de los brazos como esperando que César le pasara una de las dos cosas.

Aunque se esforzó por disimularlo, creo que César se sorprendió, pero no dijo nada y le dejó el trofeo. SUSI lo sujetó con las pinzas y lo elevó mientras decía un «gracias» que hizo sonreír a todos y arrancó un aplauso generalizado de la grada.

Al terminar la ceremonia, los equipos y los robots volvieron cada uno a su box para dejar todo organizado antes de acudir a un sencillo aperitivo que la empresa había montado como despedida del evento.

César conectó unos cables a SUSI y estuvo unos minutos mirando algo en su portátil, pero no pareció encontrar lo que buscaba y, finalmente, la desactivó y la guardó en su caja.

Después de lo que habíamos vivido con ella esa mañana, no era fácil ver cómo la apagaba.

César estaba medio ausente y nadie se había atrevido a decirle nada, pero cuando íbamos camino del aperitivo, Cata se aventuró a preguntar.

—Estás muy serio para haber conseguido ganar la RoboRide, ¿no? ¿Ha pasado algo de lo que no nos hemos enterado? —preguntó bajando la voz.

Con la mirada perdida, César se demoró unos segundos en contestar.

Cesar con la mirada perdida pensando una respuesta

—Visto desde fuera, todo ha ido genial y SUSI ha resuelto las pruebas del recorrido —respondió—, pero hay partes que no acabo de comprender cómo las ha hecho. Y eso me preocupa.

Parecía que lo que estaba contando César era importante y nos concentramos a su alrededor.

—¿Que no sabes cómo lo ha hecho? ¿Cómo no vas a saberlo? Si todo lo que sabe hacer se lo has enseñado tú —replicó Óscar sorprendido.

—Pues ese es el problema. Ha hecho varias cosas que no hemos entrenado y no sé muy bien de dónde han salido. Por ejemplo, lo de usar el brazo izquierdo para despegar el huevo o meter la pata en el agua y salpicar como si estuviera jugando. Sé que os dije que a veces una IA puede tener resultados inesperados, pero esto es distinto.

—A mí me ha encantado el saludo que ha hecho antes de subirse a la mesa y llenar la jarra —dijo Esmeralda recordando el momento.

—Sí. Ha sido un momento genial. Y lo de sujetar el trofeo ya ha sido la bomba —añadí.

—Pues lo de subirse a la mesa sí que estaba entrenado porque, en el garaje, muchas veces hacemos ejercicios sobre la mesa grande y le he enseñado a trabajar erguida, pero lo del saludo y lo del trofeo tampoco sé por qué lo ha hecho.

En ese momento se acercó hasta nuestro corro Marcus Raibert, el jefe de TC, y nos abrimos para hacerle sitio.

—¡Enhorabuena de nuevo! —dijo ofreciendo su mano a César, que se la estrechó con timidez—. Tu robot nos ha sorprendido mucho y creo que tienes un gran porvenir en el campo de la robótica y la IA. Nos encantaría que nos visitaras un día con SUSI para enseñarte las novedades en las que estamos trabajando y ver cómo podemos colaborar —añadió mientras le tendía una tarjeta de visita—. Es mi tarjeta personal. Llámame cuando quieras.

Cesar tomando la tarjeta que le da Marcus

César tomó la tarjeta y la miró unos segundos antes de responder.

—¡Muchísimas gracias! ¡Claro, me encantaría! —dijo un poco cohibido mientras se la guardaba en el bolsillo.

—¡Ah! Y si quieren venir tus amigos, no hay problema. Ya hemos visto que sois unos entusiastas de la robótica —dijo Marcus guiñándonos un ojo antes de darse la vuelta y perderse entre el resto de los invitados.

—¡Toma ya! —exclamó Óscar sin poder contener su entusiasmo. Nos han invitado a visitar TC Robotics y ver los últimos prototipos. ¡No me lo puedo creer! Vendremos, ¿verdad, Cata?

—Bueno… Depende de César —observó ella mientras le miraba.

César en ese momento no prestaba mucha atención a nuestra conversación. Había sacado la tarjeta de Marcus del bolsillo y la miraba como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

—¡Wow! La tarjeta personal de Marcus Raibert —exclamó antes de volverla a guardar.

Cata le echó el brazo por el hombro para traerle a la realidad y, de paso, recordarle lo de la visita.

—¿Eh? ¡Ah, sí! ¡Por supuesto que podéis venir! —dijo bajando a la Tierra—. Cuando quede con Marcus, os aviso y venimos todos con SUSI.

Nombrar al robot le debió de recordar que tenía que revisar a SUSI antes de visitar TC y una nube gris ensombreció su rostro.

Pero el nuestro no. Íbamos a poder visitar en persona la fábrica de robots más avanzada del mundo. Una visita de la mano de su jefe.

¿Alguien daba más?