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Medio año más tarde…
NOTAS ENCONTRADAS EN UN CUADERNO DE LA CÉLULA TERRORISTA DESACTIVADA EN BILBAO EL 25/04/2013
(Traducido del euskera por fuentes cercanas a la investigación).
El revolucionario es un hombre perdido, ha roto todo lazo con el conjunto del mundo civilizado, no conoce más que una sola ciencia: la destrucción.
Bakunin, Catecismo Revolucionario.1.
Ría de Bilbo, miércoles 3 de abril de 2013
El mundo es una mierda pinchada en un palo.
Me gustaría reventarlo. Empezando por este piso que ha encontrado Arantxa.
Llevamos dos meses encerrados y no lo soporto más, necesito Acción.
Es un piso viejo, triste, vacío, agrietado. Todo se viene abajo. Como nosotros; nos está condicionando en lo sicosomático.
El entorno resulta determinante, y más en sicologías como las nuestras.
Influye no solo en grupos, sino en las masas. De ahí las razones de la lucha de nuestro País.
Las ventanas dan a la ría. Es imposible no toparse con ella; está por doquier. El agua color mierda. Seguro que también afectan a la psiqué2.
El paisaje industrial es deprimente. Sus torres, las de la opresión del capital, dibujan negras siluetas contra un cielo gris y vacío.
Llueve...
Pero esto no tiene que ver con la lluvia del campo.
Somos ratas encerradas.
Nuestro pueblo debe huir de estas megalópolis y volver a sus raíces. Industrialización es igual a proletarización. Ruralización es parte de la lucha.
Ría de Bilbo, jueves 4 de abril de 2013
Esta noche hemos dormido con la ventana abierta. La he cerrado y alguien ha movido de nuevo los sillones del salón. No soporto que se cambien de sitio. Un espacio común bien ordenado es la mínima condición para que todo funcione.
Sé que me obsesiono, pero hay que ejercitar la mente sobre el espacio. Ellos no se dan cuenta de lo fundamental que resulta delimitar un núcleo de convivencia. Puede ser la chimenea, la mesa o una buena vista (en este caso, la ría). Si la habitación carece de núcleo, se puede crear: un grupo de plantas, un espejo colocado estratégicamente encima de la chimenea, un cuadro u otro objeto bonito (ninguno aquí).
Si cambias cualquier elemento, afectas a la configuración general.
He procurado que todo esté medido, distribuyéndolo simétricamente en torno a la chimenea.
Hay que ser firmes y si alguna pieza no encaja tener el valor de deshacerse de ella, al igual que en el cuerpo social, como ya hice con el asqueroso aparador.
Lo del sofá no he podido remediarlo. Tres plazas ocasionan una pérdida de espacio inevitable. Aunque tres personas se puedan sentar cómodamente, a nadie le gusta el centro, y menos a los paranoides3. Siento ser tan clínico; es deformación profesional, me gusta ser preciso.
Como el salón comparte espacio con el comedor, he distribuido los muebles de forma que haya cierto grado de separación entre ambas zonas.
Por eso reitero que no toquen nada.
Los materiales importan poco: mimbre para los sillones y el sofá porque no somos neoburgueses, y otras materias rústicas del pueblo. La alfombrilla de bambú es un salgarismo importado. Pero mejor un objeto asiático que cualquier chapuza4 castellana.
Como espero haber plasmado –pese a que desconfío radicalmente del valor de las palabras, aunque sea en mi lengua-, he conseguido domesticar el inevitable efecto squat, tan negativo para la higiene mental.
La sofrología, pese a su utilización ideológica neoburguesa para negar la realidad conflictiva, puede ser utilizada individualmente a favor de la causa.
Oigo un ruido.
Debe de ser la pareja de yonkis que viven abajo, en el primero. La drogadicción. Esa fue la más dañina estrategia del Estado castellano para envenenar a nuestro Pueblo y aniquilar la voluntad de los jóvenes.
Por suerte, sabemos contraatacar. Les hemos dado un objetivo claro a su rebeldía biológica. Eso los diferencia del modelo de hedonismo autodestructivo posindustrial y neoburgués, superándolo en hegeliana aufheben.
El hermano de Patxi, Jabi, busca el Camino. Pronto comprenderá que una bomba bien puesta vale más que cuarenta molotovs callejeros. Las letras de su grupo, que analizo junto con Patxi, demuestran la encrucijada.
Patxi, por supuesto, es otra sicología. Ha sido alumno mío; está más formado.
No es un rebelde temperamental, sino alguien retraído y obediente pero con un fondo de coherencia ideológica inquebrantable. Igual que Arantxa. Aunque no lo parezcan, ellos son los verdaderos HOMO BRUTALIS (sic), más que Jabi.
La propia complexión física de Patxi obedece al prototipo: estatura baja, en torno al 1,62, y delgado. Seguro que un buen análisis revelaría el RH negativo y el cromosoma 47/XYY.
La utilización de gafas también podría interpretarse.
El pelo lacio se lo corta a tijeretazos.
Su fidelidad monomaniática a esa parka militar verde camuflaje es un resquicio de inmadurez, indigno de un cuarentón, al igual que sus pins ecologistas y camisetas con nombres de grupos de Rock Radical Vasco, que, aunque pasado de moda, ha sido durante años un vehículo importante de nuestra ideología.
Patxi sigue preocupado por la localización geográfica y racial de nuestra causa. No ha intuido que se pueda ir más allá: buscar el Nirvana de la destrucción por la destrucción en sí misma. La lucha pura. Nihilismo.
Si triunfaran los nuestros, yo mismo me levantaría contra ellos, y así sucesivamente.
Siempre.
Guerra infinita. Interminable.
Pero Patxi es aún joven...
Le domina el sentimentalismo nacionalista.
Yo también me apegaba fetichistamente a una serie de símbolos (los símbolos, siempre vacíos) que en el fondo constituían una territorialización de mi Deseo de Nada.
Freud intuyó algo del tema pero sometió el impulso de muerte a su semítica obsesión sexual... de la que me desentiendo por completo. El sexo es un elemento perturbador.
La pornocracia neoburguesa lo utiliza para someter individuos. Es el último estadio del capitalismo. Cuando ya no consigue crear necesidades, vuelve a la necesidad básica. Somete individuos al deseo. Lo mediatiza. Lo manipula. Utiliza la primera célula de represión genérica social, el matrimonio, generando terrorismo conyugal.
Utiliza la prostitución, emblema absoluto del degenerado capital, coñotariado que solo tiene su sexo como fuerza de trabajo...
Patxi aún no se ha liberado y mira demasiado a Arantxa.
Ella es una retraída maestra de ikastola de pelo corto teñido de rojo y vestimenta borroka -pisamierdas5, vaqueros desgastados, jerseís largos-, una paranoide en primer grado.
Ninguno se ha dado cuenta aún del desastre, pero Arantxa, con su mentalidad anarcoide romántica, no tardará en dejarse arrastrar por su instinto de autodestrucción y romper la pareja…
Lo cual nos pondría en una situación delicada, pues gracias al novio de Arantxa disponemos de este piso.
Es un individuo inclasificable. He de reconocer que llevo tanto tiempo rodeado de paranoides que he dejado de lado otros tipos de neurosis.
No consigo ubicarlo.
Es despistado, diría el vulgo.
Adepto al cannabis (otro medio de anulación de la voluntad), librero (mitificación de la cultura neoburguesa antiburguesa), guarro a lo castellano (no hay más que entrar en su habitación), hijo de maketos de apellido ultrajante (¡Castillo! ¿cómo no se lo ha cambiado todavía?), desidioso en su apariencia exterior: chalecos peruanos, jerséis de lana, chaquetas de pana...
Aunque no sé si detrás de toda esta fachada se oculta algo.
Hay que sospechar de todos...
Empezando por uno mismo.
Paro, porque entra el librero.
Ría de Bilbo, viernes 5 de abril de 2013
Mi habitación es más que un espacio en donde se duerme. Aquí descansa la mente. El espacio íntimo por excelencia. El concepto parece neoburgués, pero visto desde el punto de vista del individualismo anarquista (…6).
No hay forma de evitar que la cama –un colchón blanco con rayas verdiazules y cabezal metálico- domine la habitación. He medido las distancias en su entorno: 1,38 hasta la pared a cada lado.
Enfrente, la ventana. Imprescindible. Da a un patio interior.
Por lo demás, he consentido un taburete de madera vasca y un armario de pino donde guardo mi humilde vestimenta.
Todo monacal: pobreza y revolución van de la mano.
No entiendo la relación que mantiene Arantxa con el librero maketo. Estoy tentado de calificarla de neoburguesa jipilonga y ligeramente desviada...
Se tocan demasiado. Los dos exhiben impúdicamente sus emociones y eso me extraña en un sujeto reservado como Arantxa.
Se esfuerzan en parecer obscenamente naturales.
Igual están comiendo y ella le pasa los dedos por el pelo mientras habla contigo. Resulta perturbador.
Luego, él le coge la mano por encima de la mesa para que todos lo veamos.
Es la típica pareja que se siente insegura, amenazada, necesita afianzarse.
En cierta medida, están requiriendo nuestro consentimiento.
¿Narcisismo?
He visto sobre la mesa de la cocina cierta novela póstuma de Eugenio Manías.
No pude esconder mi desagrado.
Arantxa cada vez está leyendo más mierda, no sé si influenciada por el librero.
De acuerdo: su relación es importante para el mantenimiento de la cobertura, pero hay límites...
Hemos tenido a ese propósito un pequeño enfrentamiento desagradable.
El librero me ha echado en cara mi reprobación de las lecturas de Arantxa...
Para ser más precisos, ha dicho concretamente y en castellano: Mi novia lee lo que le da la puta gana.
He tenido que callarme.
Resulta sorprendente que este pintamonas7 no se haya percatado de las verdaderas relaciones de poder que hay en este piso.
Él es un mero simpatizante, lo que le confiere un estatus sumamente inseguro.
No tardará en entenderlo.
Ría de Bilbo, sábado 6 de abril de 2013
Patxi ha llegado esta mañana.
No estaba la parejita y hemos hablado.
Dice que el Ejecutivo enviado por la Organización, un tal Ander, está al caer. Tiene dispuesto el tema de los coches robados, con las matrículas y demás.
Le he reprendido por su falta de puntualidad y sus excusas han sido vagas.
Es la primera vez que delegan tanta responsabilidad en mí y estoy ansioso por que todo siga su cauce. La ruptura de la supuesta paz actual dará un empujón definitivo al país en su lucha por la independencia.
Necesitaría comprobar todo en persona. Se empieza por la falta de puntualidad y se acaba en la chapuza española.
Sin embargo, Patxi está entusiasmado.
Hemos recordado los tiempos de Deusto. Patxi proyecta sobre mí todos sus mitos. Mis rasgos vascos, mi barba anarquista, mi austera presencia.
Él siempre me llama Profesor y, por un fenómeno de mimetismo, los demás también.
Se acordó de que leyó mi libro cuando aún estudiaba Marketing. Inmediatamente comprendió que no podía seguir por esa vía.
Aquel fue uno de los momentos fuertes de mi vida, cuando formé un grupo activo dentro de la universidad, cuyo trabajo culminó con el asalto al rectorado durante el 89. La época dorada, antes de que empezaran las dichosas treguas. Solo hacía unos años, por circunstancias personales que no quiero recordar, que había decidido apoyar activamente el Movimiento de Liberación Nacional.
Cuando se ha ido Patxi, me he quedado melancólico.
Recordé el seminario, los tiempos épicos del antifranquismo…
Por aquella época descubrí la Teología de la Muerte.
Heidegger me abrió una nueva dimensión de la existencia, mientras que mis compañeros seguían bovinamente la Teología de la Liberación y el puro cruce entre marxismo y cristianismo ya augurado por Nietzsche.
Fui compañero de armas pero por motivos distintos.
La locura de mi hermano me llevó a analizar los mecanismos de la psique, abandoné los callejones sin salida (Holzweg) de la filosofía.
Poca gente entiende mi evolución y, por lo tanto, mi sustrato interior. Quizá por ello entré en conflicto con la institución universitaria. Todo el mundo lo achacó a un conflicto político, cuando era algo más profundo. Como en todo proceso paranoide.
Soy un incomprendido.
Ha terminado la cena y en pocos minutos estaremos todos durmiendo. Mens sana in corpore sano.
No he podido evitar ironizar sobre el burdo ruralismo de Patxi y el romanticismo cosmogonizante de Arantxa... Me jode ver que terminarán follando neoburguesamente.
Es evidente para todos salvo para el librero.
No hay nada más repugnante que la farsa del sentimentalismo, sus códigos y rituales de cortejo previo al apareamiento...
En el entorno paranoide, esto se hace aún más patético y añade al chantaje afectivo de la guerra de sexos el chantaje ideológico de poses y actitudes.
Siempre me he visto rodeado de estos ridículos juegos, desde que salí del seminario.
Por eso nunca abandonaré mi celibato combativo y solo tolero aquellas formas de satisfacción higiénicas estériles y sin supraestructura sentimental. Ni siquiera hallo ya motivos para masturbarme. Ni abstracciones. Ni situaciones crueles que me estimulen...
Las fantasías eróticas de magnicidios se desvanecen.
Ría de Bilbo, domingo 7 de abril de 2013
Jabi, el hermano de Patxi, tocará en Sondika en un festival por la causa que durará una semana. Patxi ha tenido que ayudarle a llevar los trastos y dice que, posiblemente, después se quede allí un par de días.
Me devolvió los libros sobre Teoría del Estado que le presté y los comentamos en mi cuarto, él sentado en el taburete, yo en la cama.
Me alegra ver que todavía mantiene vivas sus inquietudes intelectuales.
También he tenido que hablar seriamente con Arantxa sobre el asunto Manías.
Ella acababa de volver de las compras semanales en el Eroski (ella se ocupa de la cocina, un espacio en el que me siento agredido debido a que casi siempre hay una pila de platos mal lavados en el fregadero) y estábamos solos.
Mientras llenaba la nevera, traté de explicarle que quizá se estuviera desorientando y que a lo mejor la Organización no estaría contenta.
El cultismo hedonista de la literatura subvencionada por el Estado castellano para aplatanar conciencias durante años no es lectura digna de una revolucionaria.
Si no lee a clásicos como Krutwig (sé que tiene en su mesilla de noche Vasconia. Análisis dialéctico de una nacionalidad) que lea manuales prácticos de lucha armada.
Arantxa asintió mientras descongelaba un pescado, pero dijo que la Organización nunca se había metido en sus lecturas privadas, que a lo mejor yo me estaba extralimitando en mis observaciones, y añadió que, seguramente, tenía el síndrome de «el último vascoparlante»8.
Dijo que ella era maestra de euskera y que creció hablando euskera… implícitamente subrayando que en mi caso no había sido así.
Afirmó que uno podía leer a un extranjero sin renegar de la identidad vasca, y que el euskera ha de enriquecerse con traducciones de todo tipo, como hace el castellano.
A menos que queramos que se convierta en un idioma como el sioux, añadió.
No era contaminar la identidad del pueblo vasco sino enriquecerla.
Toda esta discusión me inquietó sobremanera, la dejé preparando la comida y redacté un parte que todavía no he enviado porque no quiero transmitir una sensación de desasosiego a pocos días de la operación.
Me temo que Arantxa me ve como un bicho raro, error de perspectiva que comete mucha gente en base a un criterio ideológico de la normalidad que mis años de experiencia me han ayudado a desmontar.
Ella está habituada al contacto con individuos laxistas y mi presencia la irrita, por lo que he podido intuir en sus miradas al librero.
Evidentemente, se siente más a gusto con Patxi, y estoy convencido de que hay algo: los síntomas son más que patentes.
Creo entender que Arantxa tiene una moral sexual muy libre.
Eso ha sido uno de los errores de nuestra Organización: dejarse contaminar por el inmoralismo neoburgués de los españoles.
Más bombas y menos sexo. Como los musulmanes. Es lo que yo digo. Nunca debimos conceder treguas.
Ría de Bilbo, lunes 8 de abril de 2013
Por la mañana, Patxi ha venido con la furgoneta de su hermano a decirme que el Ejecutivo llega esta misma noche. Arantxa se ha decidido por una cena tradicional. Se ha pasado el día preparando una merluza a la koskera en kokotxas y ha informado al librero que tendríamos nuevo invitado.
Este colabora pero sin saber nada, por supuesto.
Desgraciadamente hemos de recurrir a los débiles… todavía.
Con la caída de la noche, no pude evitar ir a la ventana del salón y mirar hacia el puente de la ría, medio escondido por la bruma.
Daba vueltas en la habitación como un león enjaulado.
Y al final los vi...
Un hombre acompañaba a Arantxa.
Me pegué al cristal intentando adivinar su figura, mientras, tras cruzar el puente, llegaba hasta la farola de la esquina del muelle.
Vestía gabardina y la bufanda le cubría medio rostro.
Andaba con seguridad, cargado ligeramente hacia el costado izquierdo, contrabalanceando el peso de su maleta.
Al poco los oí subir por las escaleras.
El librero, advertido, se había acostado. Yo abrí la puerta.
El tipo no dijo nada, ojeó la habitación con ojo clínico.
A oscuras, Arantxa lo condujo hacia la habitación frente a la mía. Un cuchitril minúsculo, donde apenas cabe una cama, pero tiene vista sobre la ría.
El Ejecutivo no quiso cenar y se instaló. Depositó la maleta bajo la cama.
Ría de Bilbo, martes 9 de abril de 2013
Llevo toda la mañana con Ander. Creo que lo voy calando.
Siempre pulcro e impecable, con pelo canoso prematuro (vive un estado de ansiedad intelectualizada propio de la angustia sicótica), su vestimenta es significativa: trajeado, corbata de color anodino.
Habla castellano para despistar. Pero domina el euskera.
Es el tipo puro: orgullo, desconfianza, rigidez de ideas y sentimientos, apasionamiento, susceptibilidad.
Precisamente, los sujetos paranoides ponen más énfasis que nadie en negar la intervención de factores personales en sus actos. Suelen presentarse como campeones de la defensa de los intereses colectivos, y así justifican objetivamente la persecución de sus adversarios, vistos por ellos como los auténticos perseguidores.
Pero a través del conveniente diálogo, un experto como yo puede advertir que su conducta obedece a factores subjetivos mayormente contaminados por tendencias anómalas.
Los conflictos sociales se complican con radicalismos personales y él es un personaje con fuertes tendencias paranoides.
El tema tratado fue el acercamiento de los presos políticos a nuestro País y, sobre todo, las consecuencias que tendrá la ruptura de la tregua en un momento tan propicio a cualquier cosa, como es la crisis generalizada actual.
Él es de los que sueña con una toma de la Bastilla épica con apoyo de las masas proletarias vascas.
Yo en cambio siempre he estado a favor de una intervención bolchevique, el liderazgo terrorista de unos pocos...
Él sigue fiel a la Organización de una manera borreguil.
No se da cuenta de que la Organización se ha ido desideologizando, perdiendo su fundamento teórico...
Su praxis es la de una burocracia soviética pero su teoría deja mucho que desear y el Ejecutivo, como buen paranoide, se niega a aceptarlo. No ha pasado, como yo, por el situacionismo, el postathusserianismo, el deleuzismo y un largo etcétera.
Me temo que sus ideas pueden plantear algún problema para la convivencia.
Ría de Bilbo, miércoles 10 de abril de 2013
Estoy confuso.
Ander ha entrado en mi cuarto después de la comida (la merluza, recalentada, que preparó Arantxa ayer) y me ha dicho que quería que habláramos.
Cerró la puerta y yo quedé sorprendido pues habíamos conversando toda la mañana.
Me indicó que me sentara...
Lo hice, sobre la cama. Me sentí incómodo.
Patxi se había ido y Arantxa y el librero estaban durmiendo la siesta.
Ander me desveló que la Organización está preocupada.
Han estudiado mis informes y concluyen que incido en peligrosas desviaciones doctrinales, radicalizaciones poco operativas.
¿Qué podía responder a tal acusación?...
Me quedé en silencio.
Ander dijo que él mismo me había sondeado y había corroborado las sospechas…
Él era el encargado de coordinar la acción y no estaba dispuesto a que un profesor chiflado9 (ejem) lo jodiera todo con su diarrea mental10 (!)
No supe qué esperaba pero me dijo, hablando de repente en euskera: - Barbudo, te has metido en una movida muy chunga. Ya no estás impartiendo clases en Deusto. Ahora recibes órdenes, o sea que cuídate bien de acatarlas...
(N. del T. Me he permitido la licencia de corregir una sintaxis algo errática, respetando hasta donde ha sido posible la esencia del texto pese a sus numerosas incoherencias).
1 N. del T.: cita y título en castellano en el original.
2 Sic, en el original.
3 En castellano en el original.
4 En castellano en el original.
5 En castellano en el original.
6 Borrones incomprensibles.
7 En castellano en el original.
8 azken euskaldunaren, en el original.
9 Sic, en castellano.
10 Ídem.